VI

LA VENGANZA DE SIMONA

SIMONA Busquet vivió durante algún tiempo anhelante pensando en las predicciones de Rohan. Un día el cartero le llevó un pliego que le puso en un estado de intranquilidad y de nerviosidad grande.

A la mañana siguiente Simona se presentó en Gastizar, llamó y dijo a Ichteben a voz en grito que comunicara a la señora de Aristy que León, su hijo, acababa de ahorcarse en París. La noticia era cierta y llevó la desolación a Gastizar. Simona la había sabido por una carta de Carolina.

La resignación y el recogimiento de las dos familias, la de Gastizar y la de Chimista, irritaron a Simona, que pensó en llevar más lejos su venganza.

Simona, que era tan vengativa como envidiosa, había comenzado a odiar a una de las señoritas del Bazar y llegó a quitarle su amante Marcos, el gascón.

Marcos se dejaba querer por las dos mujeres; la Simona le daba dinero, y el mozo, en vez de trabajar, se pasaba el día en la taberna bebiendo y jugando.

Como la sed de venganza era en Simona inextinguible, pidió a Marcos que, como una prueba de cariño a ella, incendiase Chimista, la casa donde vivía Dolores Malpica. El fuego acabará con una de ellas, le había dicho Rohan. Simona pintó a su amante una serie de ultrajes supuestos que le había inferido a ella la española.

Marcos sabía que el negocio era grave, pero dijo que lo estudiaría.

Había en la parte de atrás de Chimista dos almiares grandes de heno y otros dos de helecho. Un día de viento sur uno de los montones comenzó a arder con violencia; el fuego se comunicó a los otros tres y el viento llevó las llamas hacia la casa.

Afortunadamente, Fanchón y Praschcu se dieron cuenta del siniestro, llamaron a otros vecinos y entre todos a palos apagaron el fuego.

Se sospechó, sin pruebas, que había sido Marcos el gascón. Ichteben, el criado de Gastizar, le había visto pasar a Marcos por el puente hacia el pueblo dos horas antes del siniestro. Naturalmente, el autor material del delito no podía ser él.

Marcos fue detenido, negó toda participación en el hecho y fue puesto en libertad. Marcos siguió llevando su vida de holgazanería y de crápula, sacando siempre dinero a la Simona cada vez en mayores cantidades.

En esto un día Mandharra, el chico del caserío de Gros Jean, el tramposo, vino con Praschcu, el marido de Fanchón, al pueblo y se dirigió al Juzgado.

Praschcu contó al juez que el chico aquel había sido el que había pegado fuego a los montones de hierba seca de Chimista, instigado por Marcos el gascón.

Mandharra declaró que era verdad que Marcos le había impulsado a que encendiera la hierba, y para darle ánimo le había emborrachado con aguardiente.

Marcos volvió a ser preso y negó todo lo que decía el muchacho; pero los indicios se acumulaban contra él.

Simona, pensando sin duda que la venganza la había llevado demasiado lejos y que las predicciones de Rohan no se cumplían al pie de la letra, huyó del pueblo.

Marcos el gascón preguntó en la cárcel varias veces por ella, y al saber que se había escapado, contó al juez lo ocurrido y denunció a Simona como instigadora del delito.

La Simona fue presa, y Marcos y ella fueron poco después condenados a presidio.