I

AVIRANETA Y TILLY

AVIRANETA y Tilly se pusieron de acuerdo para ir a pasar unos días a Ustaritz, y alquilaron cuartos en la Veleta. A Tilly le acompañó su hermana Margarita.

Aviraneta llevaba la idea de matar el tiempo leyendo. La primera semana estuvo encerrado en su cuarto; salía únicamente los días buenos a tomar el sol por las tardes.

Don Eugenio se había suscrito a un gabinete de lectura de Bayona, y se llevó los quince volúmenes de la obra de Jomini, La Historia crítica y militar de las campañas de la Revolución de 1792 a 1801, y las Historias de la Revolución francesa, de Mignet y de Thiers, que acababan de salir por entonces. Alternaba estas lecturas con novelas de Paul de Kock y de Pigault-Lebrun.

Aviraneta no era un refinado en literatura. Leía a Jomini con gran atención, siguiendo las operaciones en el mapa, queriendo explicarse con claridad aquellas famosas batallas de tanta resonancia universal. Después leyó los Principios de la estrategia, del mismo Jomini.

Le hacía simpatizar con el autor la idea de que él también era un rechazado.

Jomini, a pesar de su talento no pudo llegar a mandar fuerzas, a dirigir batallas, lo que tanto imbécil pudo hacer.

Aviraneta sentía la tristeza del táctico, de verse desperdiciado, sin empleo.

Se sentía él también una rueda de un reloj de otra clase o de otro tamaño, rueda inútil y que, sin embargo, era perfecta en su género.

La rabia de pensar que sólo en una esfera alta de actividad hubiese podido desarrollar sus condiciones, y que la suerte y el ambiente le impedían escalar este puesto, empujándole automáticamente hacia abajo, a un medio para el cual no tenía condición alguna, le irritaba y le conducía a una profunda desesperación.

Mientras Aviraneta leía y se desesperaba, Tilly frecuentaba la sociedad de Ustaritz; visitaba a la familia de Aristy, a quien se había presentado con una carta de Lacy; iba al Bazar de París a hablar con las dos hermanas, Martina y Delfina; se había hecho amigo de Choribide y de su sobrino Rontignon, y visitaba a las damas del Chalet de las Hiedras.

Margarita los primeros días de Ustaritz hizo algunas extravagancias y tomó fama de loca en el pueblo. Alquiló un caballo y pasó varias veces al galope por la carretera, vestida de amazona y con un látigo en la mano y una boina roja en la cabeza; otro día anduvo en lancha e hizo después varias inocentes travesuras.

Al tercer día de estancia en la aldea conoció a Dolores, la hija del coronel Malpica, y se hizo amiga íntima de ella.

Al cabo de poco tiempo de conocerla, Dolores era para Margarita la criatura más sabia y más perfecta de la tierra.

Aviraneta leyendo en su rincón, Tilly dedicado a la vida social y Margarita en Chimista; así pasaron el tiempo en el pueblo mientras Lacy y los suyos se batían en España.