La corona de san Luis

La corona de san Luis

Cada año, el 25 de agosto, la corona de san Luis que puede verse en el Louvre, en la galería de Apolo, al lado de las de Luis XV y de Napoleón, debería regresar a la Sainte-Chapelle por veinticuatro horas. Pero eso no ocurre. Sin embargo, es lo que había pedido su último propietario, el príncipe Ernesto Enrique de Sajonia, cuando la devolvió a Francia.

Es una historia larga y muy poco conocida, me parece.

San Luis quiso manifestar su gratitud a su preceptor, un monje de la abadía benedictina de Lieja, y le ofreció solemnemente, en la Sainte-Chapelle, esta corona-relicario, antes de partir hacia la séptima cruzada, en 1248. La corona formó parte del tesoro de la abadía de Lieja hasta 1794. Aquel año, los monjes decidieron dispersarse ante el avance amenazador de las tropas revolucionarias francesas por el sur de los Países Bajos, lo que se convertiría en Bélgica.

Entonces la corona inició una odisea que la llevaría de mano en mano desde Aquisgrán hasta Colonia, luego a Leipzig y finalmente a Dresde, donde el antiguo prior de Lieja la regaló a la esposa del príncipe Maximiliano de Sajonia, la princesa Carolina, puesto que, al ser por nacimiento una Borbón-Parma, era descendiente de san Luis.

La existencia de esta joya, descrita por Montfaucon en sus Monuments de la Monarchie française (1730) era harto conocida en Francia, pero las negociaciones emprendidas en 1925, con vistas a su adquisición, entre el conservador de objetos de arte del Louvre, Marquet de Vasselot, y la familia real de Sajonia, no habían dado ningún resultado.

Estamos a 13 de febrero de 1945. Un tristemente célebre raid de la RAF reduce Dresde a cenizas, y causa más muertos que la bomba de Hiroshima. Era la víspera del martes de Carnaval, y de entre los escombros se retiraron los cadáveres de muchos niños disfrazados de Pierrot, Arlequín y Colombina. La corona de san Luis fue encontrada intacta entre las ruinas del palacio de los Príncipes Electores de Sajonia. Ernesto Enrique se refugió entonces en la residencia de su pariente el príncipe de Sigmaringen, llevándosela en una caja de sombreros.

En la primavera de 1947, cuando yo vivía en Alemania, en Tubinga, cada día oía hablar de este asunto en boca de Henri-Paul Eydoux, director de la policía del gobierno militar de Wurtemberg, y Jacques Vanuxem, encargado de bellas artes. A ellos correspondieron, en efecto, los primeros contactos con el príncipe de Sajonia, con vistas al retorno de la corona a París. Pierre Verlet, conservador jefe del museo del Louvre, se dirigió más adelante a Sigmaringen para cerrar un acuerdo con el príncipe.

Pero en el último momento surgió un obstáculo inesperado. El jefe de la familia de Sajonia, el príncipe Federico Cristian, margrave de Meissen, esposo de la margrave nacida Thurn und Taxis, temió hacerse culpable del crimen de simonía al vender aquella corona que contenía reliquias. Hubo que organizar en París una entrevista entre el margrave, el príncipe heredero Manuel María, y el cardenal Suhard, arzobispo de París, quien les dio la absolución por adelantado.

Por fin, al cabo de unos días, el 25 de agosto de 1947, por la fiesta de san Luís, tuvo lugar una ceremonia en la Sainte-Chapelle, en el curso de la cual la corona fue entregada solemnemente a Georges Salles, director de los museos nacionales, en presencia del margrave, la margrave, el príncipe Manuel María, y monseñor Brot, auxiliar del arzobispo de París.

El príncipe Ernesto Enrique pudo así adquirir una finca agrícola en Coolamber, Irlanda.

En cuanto a san Luis… La historia oficial lo hace morir de peste en Cartago, el 25 de agosto de 1270. Pero yo he oído otra versión de su muerte. Aquella muerte habría sido fingida. Seducido por la suavidad del clima tunecino y la belleza de las Ouled Nail, interesado en regresar al lúgubre Louvre donde todavía reinaba el alma rigorista de la odiosa Blanca de Castilla, Luis se habría convertido al islam y habría terminado sus días como un marabú.

Eso es por lo menos lo que se cuenta a la hora de la siesta en la sombra perfumada del Café des Nattes, en Sidi Bu Said.

Celebraciones
cubierta.xhtml
sinopsis.xhtml
titulo.xhtml
info.xhtml
Section0001.xhtml
Section0002.xhtml
Section0003.xhtml
Section0004.xhtml
Section0005.xhtml
Section0006.xhtml
Section0007.xhtml
Section0008.xhtml
Section0009.xhtml
Section0010.xhtml
Section0011.xhtml
Section0012.xhtml
Section0013.xhtml
Section0014.xhtml
Section0015.xhtml
Section0016.xhtml
Section0017.xhtml
Section0018.xhtml
Section0019.xhtml
Section0020.xhtml
Section0021.xhtml
Section0022.xhtml
Section0023.xhtml
Section0024.xhtml
Section0025.xhtml
Section0026.xhtml
Section0027.xhtml
Section0028.xhtml
Section0029.xhtml
Section0030.xhtml
Section0031.xhtml
Section0032.xhtml
Section0033.xhtml
Section0034.xhtml
Section0035.xhtml
Section0036.xhtml
Section0037.xhtml
Section0038.xhtml
Section0039.xhtml
Section0040.xhtml
Section0041.xhtml
Section0042.xhtml
Section0043.xhtml
Section0044.xhtml
Section0045.xhtml
Section0046.xhtml
Section0047.xhtml
Section0048.xhtml
Section0049.xhtml
Section0050.xhtml
Section0051.xhtml
Section0052.xhtml
Section0053.xhtml
Section0054.xhtml
Section0055.xhtml
Section0056.xhtml
Section0057.xhtml
Section0058.xhtml
Section0059.xhtml
Section0060.xhtml
Section0061.xhtml
Section0062.xhtml
Section0063.xhtml
Section0064.xhtml
Section0065.xhtml
Section0066.xhtml
Section0067.xhtml
Section0068.xhtml
Section0069.xhtml
Section0070.xhtml
Section0071.xhtml
Section0072.xhtml
Section0073.xhtml
Section0074.xhtml
Section0075.xhtml
Section0076.xhtml
Section0077.xhtml
Section0078.xhtml
Section0079.xhtml
Section0080.xhtml
Section0081.xhtml
Section0082.xhtml
Section0083.xhtml
Section0084.xhtml
Section0085.xhtml
Section0086.xhtml
Section0087.xhtml
Section0088.xhtml
Section0089.xhtml
Section0090.xhtml
Section0091.xhtml
Section0092.xhtml
autor.xhtml
notas.xhtml