Diecisiete

FALTAN dos días. Un escalofrío me recorre la espina dorsal. Me preocupa la actitud de Mariela, sé que en el fondo está notando un cambio en mi comportamiento, sin embargo no la he dejado de lado. Soy cariñoso con ella, le presto atención, y mis ganas de hacer el amor con ella no han menguando. Aunque sí es cierto, que últimamente le pongo el rostro de Ivannova en nuestros encuentros, y estos se hacen cada vez más primitivos y salvajes. Tal vez ella también necesitara un cambio en nuestras relaciones sexuales, y la noto satisfecha cada vez que culminamos nuestra cópula. No es que pretenda excusarme, pero algo bueno tiene que salir de esta aventura irreal, que juega con el morbo que me corroe. Sólo tengo un temor, y es que cuando me enfrente al cuerpo de Ivannova, ella no goce tanto como el placer que espera de mí.

Enciendo mi teléfono, últimamente lo desconecto por las noches por miedo a que mi mujer pueda enterarse de algo, y sonrío a solas al comprobar que hay otro mensaje.

Ayer me dejaste con ganas de más, tuve que tocarme sola”.

Ufff...que diablilla. Lo que daría por verla por un agujero mientras se masturba pensando en mí.

Uhmmm...nena qué lástima no ayudarte”.

No fue necesario, me corrí dos veces...”.

Jodeeeer...esta mujer es insaciable. Una noche con ella será lo más intenso que pueda ocurrirme. Aprovecho para llamar a Carlos:

—Hola pequeño cabrón ¿y tú a estas horas?

—No jodas que estabas durmiendo, perro.

Carlos airea una risotada al otro lado de la línea.

—No, estaba echando un polvo.

—¡No jodas!

—Que no, ¿qué quieres?

—Necesito que me hagas un favor. El sábado tienes que llevarte mi disfraz en tu coche, y luego me cambiaré la ropa.

—¡Uhhh! ¿Tienes un plan?.

Suspiro apurado.

—Eh, tío. Guárdame el secreto, y lo que pase en la fiesta, se queda en la fiesta ¿ok?

—Vete a saber la que estás tramando.

—Nada que no hayas sugerido tú antes. Así que la bocaza cerrada.

—¡A sus órdenes mi capitán! Sabía que un momento o otro caerías.

Carlos se ríe escandalosamente.

—No te confundas, luego todo seguirá igual. Todo.

Cuelgo con los dedos temblorosos. No sé dónde me estoy metiendo, lo cierto es que no puedo esperar más. Las ansias me queman por dentro, y cada vez que pienso en la rubia me provoca una imperiosa erección. Al salir del trabajo me visto con la ropa de deporte y me dirijo hasta el Parque del Retiro. Corro a un paso considerado, como si en cada zancada depositara una pizca de ansiedad y de esta forma pudiera escapar de los pensamientos que me dominan el resto del día. Quiero convencerme de que después de que haya pasado todo, esta aventura va a terminar. Que no voy a tener ninguna necesidad de volverla a ver, y lo que es más, de que seguiré queriendo a Mariela de la forma en que lo he hecho hasta el momento. Que los sueños eróticos se van a acabar, que mis relaciones sexuales se limitarán en la cama de casa, y recuperaré la cordura que ha mantenido mi matrimonio desde que me casé con Mariela. Dios, dime que será así.

Sin aminorar el paso vuelvo a casa, deseoso por darme una ducha y sentarme en el sofá para acto seguido cenar con mi mujer. Pero al llegar a casa Mariela me espera en la puerta con un papel en la mano, por su expresión no parece demasiado contenta.

—¿Qué ocurre cariño?

El corazón me golpea el pecho.

—Ha llegado una notificación. Mañana se celebra un juicio rápido por lo del robo.

Abro los ojos como platos.

—Debe haber un error, ya declaré que no conocía a aquellas dos chicas.

Mariela se encoje de hombros.

—Por lo visto ha habido muchas denuncias y el fiscal ha decidido llevarlo al tribunal. Tenemos que estar en los juzgados a las nueve en punto.

Siento como si me hubieran arrojado un jarrón de agua fresca en la cabeza.

—De acuerdo, ahí estaré.

—Estaremos, Ricardo.

Mierda, me cago en la puta Ricardo ¿y ahora qué? Como Mariela note una mirada fuera de lo común estoy perdido. Y ahora que falta tan poco para nuestro encuentro, no concibo la idea de que algo pueda salir mal. Acudo a la ducha, y le doy vueltas a la manera en que pueda evitar una situación embarazosa. Me seco a conciencia, y enseguida le mando un mensaje a Ivannova.

Nena, no sabía nada de lo de mañana. Por favor seamos discretos”.

¿Y qué piensas hacer?”

No te preocupes, todo va a salir bien”.