Diez

LUNES por la mañana. Me despido apresurado de Mariela, ya casi llego tarde al aeropuerto. Siento haber pasado poco tiempo el fin de semana con ella, y le prometo que enseguida que llegue a Barcelona la llamo y le cuento cómo ha ido el vuelo. Mariela me achucha entre sus brazos.

—Cariño, has adelgazado ¿eh?

—¿Por qué lo dices?

Mariela se encoge de hombros.

—Antes era como abrazarme a un osito, y ahora te noto más estilizado.

Me gusta que aprecie el cambio, yo ni lo había notado.

—Has visto cariño, con la mujer tan buenorra que tengo, tenía que cuidarme.

Mariela me da una palmada en el culo, y me insta para que me largue ya de una vez.

El trayecto en avión ha sido más pesado de lo que esperaba, y no porque se tratara de un vuelo turbulento, sino porque el jefe toca pelotas ha tenido la ocurrencia de sentarse a mi lado, y contarme sus fobias con los aviones. Por suerte me ha tocado una habitación individual, y no voy a tener que aguantar a ningún compañero en la otra cama. Cuando logro acomodarme hago algo que hacía tiempo estaba deseando. Deshago la cama, tiro los zapatos por medio, la ropa sin colocar y lo mejor, salto encima de la cama completamente desnudo y cantando por todo lo alto la canción de “Can you feel it” de The Jacksons ¡Soy el puto amo!

Una ducha de agua semi ardiente, y me desplomo sobre las sábanas en pelotillas. ¡Ups! Olvidé llamar a Mariela, esto me recuerda a cuando salíamos juntos, esas llamadas a destiempo, la espera eterna frente al teléfono, y ese cosquilleo fruto de la añoranza.

—Hola cariño he llegado bien, en una hora tengo reunión. Si puedo te llamo esta noche.

Mariela responde apresurada, nota las prisas en mi tono.

—De acuerdo, portate bien.

—Siempre lo hago, oye te cuelgo que creo me están llamando.

Cuelgo, y cuando miro la pantalla del móvil, veo que tengo un mensaje de un número desconocido.

Hola bombón, he estado pensando en ti. Espero que no te moleste que haya conseguido tu número”.

Sacudo la cabeza, incrédulo, y la primera persona que acude a mi mente es Victoria. Me rasco la cabeza en busca de una respuesta, y mis ocurrencias son nulas.

Hola Victoria, lo siento estoy casado y no pienso entrar en los juegos de Carlos”.

No sé si he hecho bien, ni siquiera tengo noticias de mi amigo desde el viernes, y por lo que deduzco, Carlos debió de pasar la noche con las dos. Y a mí el hecho de conseguir sexo por dinero no encaja en mis planes, yo sólo quiero sentirme atractivo, y esas mujeres por un manojo de dinero harían cualquier cosa. El teléfono emite otro pitido. Uff... va a ser más pesada de lo que esperaba...

Uhmm...estás más solicitado de lo que esperaba, ¿no sabes quién soy?”.

Ahora sí que mis pensamientos están completamente saturados, si no es Victoria no sé de quién se puede tratar, respondo con los dedos temblorosos.

¿Te importa refrescarme la memoria?”.

Te debo una disculpa, la cartera...”.

No puedo creerlo ¿Ivannova? ¿Petrusca? Doy gracias a Dios por estar aislado de Mariela, si ella se enterara de que una de las dos rusas ha conseguido mi teléfono sería un caos. Piensa Ricardo, piensa. Respondo con sumo nerviosismo, y me inclino a pensar que se trata de la rubia que me guiñó el ojo en comisaria.

¿Cómo has conseguido mi teléfono?”.

Espero atentamente la respuesta de ella como quien hace la cuenta atrás.

Cariño, si pude conseguir robarte, puedo conseguir tu número”.

Tuerzo el gesto con cara de idiota.

Muy graciosa...¿a qué debo el honor de hablar con una ladrona?”

Un momento tenso. He de irme a la reunión, se me ha echado el tiempo encima y no puedo llegar tarde. Antes de salir por la puerta ojeo curioso el móvil. Todavía no ha respondido, y empiezo a ponerme nervioso.

Recién llego a la sala de reuniones, me acomodo en la última fila, de esta forma no se notara tanto cuando empiece a bostezar. Al rato aparece sobre la tarima un tipo bien vestido, de frente despejada que se presenta como uno de los expertos más famosos en técnicas de marketing. No para de gesticular, a la vez que compone el pinganillo que lleva enganchado en la oreja derecha. Bla, bla, bla casi puedo ver a Junior dando saltos sobre la tarima y haciendo burlas y piruetas, meneando el culo como Chin-Chan. Al primer bostezo trato de ojear el móvil por lo bajo, sin que nadie se dé cuenta. Para mi sorpresa la rusa ha respondido:

Quería darte las gracias por no descubrirnos, y algo más...”

Glup... esto se pone interesante. No puedo evitar recordar el momento en que me topé con ellas. Las dos posando como dos autenticas modelos, sexys, rabiosamente atractivas. Joder...¿cómo puedo pensar en eso? Auto control, Ricardo, no lo olvides.

¿Algo más?”

La voz del conferenciante me sobresalta, y me recompongo en mi silla, alterado por el tono de aquel mensaje misterioso. Espero a que responda apenas sin respiración, y al acto el móvil vibra entre mis manos.

¿Te importa si me masturbo pensando en ti?

El teléfono se me cae de las manos.

Empiezo a sudar.

Las manos me tiemblan.

Mariela, oh Mariela...

¡Oh, Dios! Me cago en la puta...