La mente del zombi y del vivo

Antes de continuar con la ética, pasemos a revisar someramente la teoría del conocimiento estoica, la cual es de especial interés aquí, para comprender un poco mejor la concepción y el porqué de las características del zombi en el estoicismo. En primera, los estoicos argumentaban que el alma funciona mediante «impresiones», las cuales son recibidas mediante los sentidos. Una forma de explicar esto es mediante la metáfora, empleada por los estoicos, de que el alma es como la cera y las impresiones del mundo exterior son como el sello que moldea a la cera.

Puesto que establecieron que había dos tipos de impresiones: las verdaderas y las no verdaderas. Las primeras son: A) las impresiones que nos llegan de las cosas reales, las segundas son B. 1) las que provienen de las cosas irreales o de B. 2) las cosas reales pero que no reflejan esas cosas reales. Un ejemplo de A es el color azul del cielo que estoy viendo, se trata de una impresión verdadera del color real del cielo[96].

El ser humano tiene la capacidad racional de asentir, no asentir, o ninguna de las dos, a las diferentes impresiones que constantemente percibe. Pero ¿cuál es el proceso epistemológico de un zombi según los estoicos?, ¿cómo funciona su cerebro o alma, puesto que, de alguna forma, aún funcionan en él esas partes? El zombi sí recibe impresiones, debido a que aún conserva un alma y a que gracias a ella conserva las sensaciones, pero no tiene la capacidad racional para asentir o rechazar o juzgar a las impresiones.

El zombi no parece tener ni dolor ni placer físicos, esta condición la explican los estoicos al referir que el alma, al zombificarse el cuerpo y reducir su pneuma, pierde también la capacidad de sentir ese tipo de sensaciones —sobre este punto no sobrevive mucha especulación estoica—; en cuanto al dolor y el placer mentales, los zombis no pueden tenerlos debido también a la pérdida de la capacidad rectora del alma, lo que les impide juzgar como buenas o malas a las impresiones que reciben.

Es decir, el humano vivo puede llevar a cabo el asentimiento a una impresión cuando la considera como verdadera, o puede rechazar una impresión cuando la considera como no verdadera o falsa, o puede «levantar su juicio» y declarar mental o verbalmente que desconoce si la impresión recibida es verdadera o falsa. Tras llevar a cabo este acto mental (de asentir, rechazar o levantar el juicio) el ser humano procede así a actuar. El zombi no puede hacer nada de lo anterior.

Por ejemplo, un vivo recibe la impresión de que su negocio se está quemando, si asiente a esa impresión procederá a, si considera ese incendio como un mal, lamentarse y correr para salvar su negocio. Si rechaza esa impresión, digamos, permanecerá tranquilo y continuará haciendo lo que hacía antes sin importarle más su negocio. Si levanta su juicio, procederá quizá mejor a averiguar si en verdad su negocio se quema o no.

Los estoicos llevaron su teoría del conocimiento al ámbito de la ética al establecer que, para que un ser humano pueda cumplir con los designios de la Naturaleza-Dios y, con y por ello, pueda ser virtuoso, debe de siempre asentir a las verdaderas impresiones y rechazar siempre a las falsas (en la medida en que ello siempre sea posible, pues también se puede levantar el juicio). Dejando así a los no-muertos sin la capacidad material-epistémica para ser virtuosos.

La razón de esta conexión entre la epistemología y la ética también se encuentra en que, aparte de que Dios quiere que los humanos siempre actuemos racionalmente, el ser humano solo va a saber cómo actuar correctamente mediante el uso de su capacidad de discernimiento o su capacidad de asentir y rechazar impresiones. Por medio de esa capacidad va a decidir hacer o no hacer tal o cual cosa, y muchas de esas decisiones para su actuar diario están dentro del ámbito moral.

Además, la manera en que un humano va a saber que algo es verdaderamente bueno —moralmente— es mediante esa capacidad de discernimiento que lo va a llevar a la conclusión de que ningún exterior (su negocio, su casa, la vida, la muerte, la no-muerte, etc.) es en verdad un bien y, con ello, va a llegar a asentir que el único Bien es lo que depende de nosotros (pues los exteriores no dependen de nosotros), es decir, que el único Bien es ser virtuoso.