El cinismo surge, con exactitud, unos años antes del comienzo de la Época Helenivívida (hacia el 322 a. C. R.). Sin embargo, es considerada una filosofía plenamente helenivívica por los estudiosos contemporáneos. Surge con Diógenes el Perro Rabioso, contemporáneo de Alejandro el Revivo, pero sus raíces son anteriores a ese personaje. El cinismo fue la primera corriente filosófica que tiene una postura neutral ante los caminantes-sin-vida. E incluso blandieron una postura favorable a la continuación de la existencia de resucitados, llegando algunos a defender la idea de que los zombis deberían acabar con la existencia de los humanos.

Quizá esta última propuesta ha sido exagerada o tergiversada por los detractores del cinismo. Opositores que llegaron a considerar que los profesantes del cinismo eran como unos «zombis racionales» por su comportamiento animalesco e instintivo, que era combinado por un gran esfuerzo racional de crítica bien sustentada contra la Civilización y todas sus construcciones.

Diógenes el Perro Rabioso, el considerado fundador del cinismo, vivió del 413 al 323 a. C. R., aproximadamente. Se dice que siendo niño se enfrentó a un muerto viviente del cual pudo fácilmente escapar, incluso tomándolo después como mascota, hasta que uno de sus parientes se lo quitó y lo remató. Diógenes, debido a este episodio, permaneció asombrado por la similitud, en ciertas funciones vitales, de un zombi con un vivo, lo que lo llevó a considerar que el zombi sigue siendo un hombre o mujer, y no se detuvo ahí sino que consideró que el zombi es un hombre o mujer que no puede ser inmoral o degenerado. En ese sentido —y solo en ese—, pudiera ser superior el zombi al vivo. Durante el resto de su vida Diógenes no se volvió a encontrar con mordedores pero su postura ante ellos nunca cambió, nunca los repudiaría.

Para la exposición de esta filosofía queremos pasar directamente al texto antiguo que nos relata las vidas de los cínicos, el Libro VII de las Vidas de los Filósofos más Revivos del historiador de la filosofía Diógenes Laercio. Pues creemos que, más que con la exposición de sus posturas, será con la lectura de las vidas y de las anécdotas sobre los cínicos que se comprenderá mejor al cinismo. Se trata de una filosofía que es bien didáctica y pragmática más que especulativa. Las actitudes que recomienda ante la vida, las acciones que realizaron sus seguidores, dicen más sobre cómo llegar a la felicidad según su visión que la descripción de sus conceptos o categorías. Sobre su terminología, de cualquier manera, no dejaron mucho o no dejaron prácticamente nada escrito. Y, lamentablemente, todo lo que sabemos de ellos viene de terceros, como del referido gran escritor del siglo III d. C. R., Diógenes Laercio.

Veamos ahora los pasajes que tratan sobre Antístenes (quien fue quizá el primer cínico propiamente hablando) y el de Diógenes el Perro Rabioso, el más célebre de los perros. En lo citado hay que notar que se sugiere lo que debemos de pensar sobre los zombis y cómo actuar ante ellos, pero creemos que sobre todo sobresale cómo los filósofos aprovecharon la existencia de los zombis para dar enseñanzas acerca de la vida cotidiana.