CAPÍTULO IX
EL amor incondicional es un amor sin juicios ni comparaciones y que no tiene necesidad de una comprensión intelectual. El amor incondicional es la fuerza vital, la energía que se mueve dentro de usted y a su alrededor. Es la energía del universo.
Abrirse a la energía del amor incondicional es como abrir una puerta hacia el espacio donde vibra la esencia de su ser. El amor incondicional es la energía que recibe en lo profundo de su alma.
El amor incondicional lo vincula con su Ser Superior. Es su conexión con el Ser Infinito, la Sabiduría Infinita, la Inteligencia Infinita.
Su Ser Superior es una consciencia de amor incondicional que está siempre disponible para guiarlo y ayudarlo cada vez que usted se abra a esta presencia en su vida. No lo empuja ni lo obliga a hacer nada. Sencillamente está presente y disponible para usted siempre que desee dejarse abarcar por él.
El amor incondicional acepta «lo que es» y honra su libre albedrío para cambiar el curso de su propia vida. El amor incondicional le permite que deje libres a las personas con las que se encuentra más vinculado para que ellas conduzcan sus propias vidas. Y el amor incondicional abarca la necesidad de establecer y mantener los límites. Reconoce que cada individuo debe encontrar su propio centro y desde él mantener los límites que le sean necesarios para vivir cómoda y satisfactoriamente. Significa decir tanto «sí» como «no» en las relaciones con los demás. Quiere decir amarse a sí mismo y a las otras personas. No significa de ningún modo admitir comportamientos inaceptables de los demás en detrimento de la propia persona.
Cuando la hija de Heather; Chris, tenía dieciséis años ambas sostenían un doloroso enfrentamiento. Chris se mostraba enfadada, frustrada y beligerante. Hearther luchaba por no perder el control de su hija y mantener los límites adecuados para ella. Sin embargo, cuanto más intentaba la madre ser firme y afectuosa, con mayor vehemencia luchaba la hija.
Heather era lo suficientemente inteligente como para advertir que la ira de Chris reflejaba la rabia que había reprimido cuando sus padres se habían divorciado unos años atrás. Cuando Chris se enfadaba con Heather, se marchaba a casa de su padre para ganar su apoyo en la batalla que mantenía con su madre. El padre se alegraba de que ella recurriera a él y la animaba a pelearse con Heather. Finalmente, Chris decidió que quería vivir con su padre.
Durante años, Heather había temido esta posibilidad. Había criado a Chris y deseaba completar su tarea. Se sentía tremendamente afligida por el rechazo de su hija y de su ex marido.
Heather se vio obligada a buscar dentro de sí misma para afrontar su dolor. A través de esta experiencia comprendió el significado del amor incondicional. Amarse a sí misma significaba reconocer que no era el objeto de toda la rabia de Chris. Amarse a sí misma también significaba que merecía un descanso de la guerra que le daba Chris. Amar a Chris implicaba saber que su lucha actual era una parte importante de su desarrollo. Amar a Chris quería decir reconocer que su hija necesitaba conocer mejor a su padre. Amar a Chris significaba dejarla libre para que estableciera un vínculo afectivo con su padre y que superara la ira que le había producido que sus padres se divorciaran.
Amar a Chris y amarse a sí misma significaba dejarla marchar sin interpretar su necesidad de pasar un tiempo con su padre como un rechazo hacia su persona. Amar a Chris y amarse a sí misma implicaba no juzgarla ni compararla con ninguna otra hija y dejarla marchar sin culpa ni sentimientos de venganza. Amar a Chris y amarse a sí misma significaba abandonarse.
Durante los meses siguientes en los que tuvo que adaptarse a vivir sin Chris, Heather se sintió muy sola. Le dio libertad a su hija para acercarse a ella cuando sintiera que estaba preparada y se abstuvo de obligarla a visitarla y a hablar con ella.
Tras varios meses, Chris comenzó a visitar a su madre. Hablaban y se reían y se veían mutuamente bajo una nueva luz. Ambas se sentían más fuertes, más libres y más independientes. Gracias a esa fuerza, gozaron de la libertad de reconocerse mutuamente y disfrutar ele su mutua compañía.
Finalmente, Chris logró conocer más claramente a su padre y se dio cuenta de que ni él ni su madre eran realmente el problema en su vida. Comenzó su verdadero desarrollo al advertir que su vida y sus opciones eran únicamente suyas; sus éxitos y sus fracasos eran su propia responsabilidad; su rabia correspondía a la niña que habitaba en ella que luchaba por no aceptar su responsabilidad individual para vivir su vida.
Seis meses más tarde volvió a vivir con su madre. Ambas disfrutaron de una relación que se había transformado; no era perfecta, pero sí radicalmente diferente. Ahora, amor significaba saber que ninguna tenía la clave para la felicidad de la otra. Liberadas de esa confusión, Heather y Chris fueron libres para quererse sin juicios, culpas ni resentimientos. Se habían dado libertad y habían sobrevivido; ahora podían estar frente afrente con la fuerza que cada una de ellas sabía que era su propio recurso y al amor incondicional que les había permitido sanear su relación.