Introducción

DURANTE los últimos once años he trabajado como psicoterapeuta enseñando a cientos de personas a educarse a sí mismas correcta y amorosamente. En los comienzos de mi experiencia como terapeuta observé que como adultos todos somos responsables de nuestro crecimiento y de completar nuestra educación corrigiendo cualquier modelo destructivo que hayamos experimentado en la infancia. Para afrontar estos desafíos debemos asumir la responsabilidad de aprender lo que constituye una educación sana. El objetivo es desarrollar un padre interno que eduque correctamente y ame de una forma incondicional al niño que vive en nosotros y que constituye la esencia de lo que somos.

La capacidad de educamos a nosotros mismos incluye saber centrar nuestra mente y nuestro corazón en la energía del amor; supone cultivar una consciencia amorosa de todos nuestros seres internos, y en especial del Niño Interior y de la parte de nosotros mismos que nos atemoriza y a la que denomino el Saboteador. Educarse a sí mismo requiere también reconocer y aceptar los límites físicos, mentales y emocionales que definen y separan a las personas. Esto nos capacita para establecer los límites necesarios para nosotros y para los demás de una forma cordial.

Como cultura hemos perdido de vista la importancia de conocer cómo podemos educamos adecuadamente y tener relaciones afectuosas con los demás. No conseguimos respetar los límites que separan una vida de otra y nos negamos a establecer límites que favorecerán las relaciones con nosotros mismos y con los demás. Amamos en exceso a los otros y negamos nuestra responsabilidad de educarnos a nosotros mismos.

Sufrimos todos los problemas que surgen cuando se ignoran los procesos antes mencionados. Los modelos de adicción y dependencia mutua, las relaciones destructivas, las familias conflictivas, los jóvenes rebeldes e irresponsables la confusión y la promiscuidad sexual, las preocupaciones financieras, la salud deteriorada y la expresión personal menguada reflejan nuestra incapacidad para comprender cuáles son las actitudes y las conductas realmente enriquecedoras, y de este modo nos resulta muy difícil practicarlas.

Se ha escrito mucho acerca de superar las limitaciones y sumergirse en nuestro vasto potencial de creatividad y abundancia que permanece aún sin explotar. La paradoja es que una de las mayores limitaciones que debemos superar se debe a que no comprendemos la función e importancia de una educación sana, que incluye aceptar las propias limitaciones y los límites que existen entre los seres humanos. Después de todo, estamos conectados y a la vez formamos parte de La Fuente de Vida y Energía del Universo, el Amor de Dios. Y sin embargo, en esta dimensión de tiempo y

espacio en que nos encontramos, ¡también somos individuos que tenemos la responsabilidad de nuestra propia vida y el desafío de realizar nuestro propósito en la vida.

Para reclamar dicha responsabilidad y afrontar nuestro desafío, debemos saber cómo encontrar nuestro centro y centramos en el amor de Dios. Dentro de ese centro que es un reservorio de fuerza y sabiduría innata, existe el equilibrio y la capacidad de hacemos caigo de nuestra vida. No debemos pasar por alto que en el sentido más profundo de «lo que es» la vida, los demás tienen también esta capacidad de asumir la responsabilidad de su propio ser. Esto nos libera de la ilusión de tener que cuidar a nuestro hermano en vez de ocuparnos de nosotros mismos.

Mientras honramos nuestra propia vida y nuestros propios recursos, liberamos a la gente que no quiere responsabilizarse de su propia vida ni de sus propias decisiones. No hay ninguna necesidad de seguir intentando controlar a los demás. Sabemos que esto es imposible. En su lugar, nos ocupamos de controlar aquello que tiene que ver con nosotros mismos. ¡Qué alivio! ¡Vaya desafío!

Nos liberamos de las trampas que creamos dependiendo de los otros y saboteándonos debido al miedo que nos produce crecer y desprendemos de nuestros apoyos. Ahora somos libres para reclamar la riqueza y la abundancia, la salud, las relaciones felices y la expresión personal libre que nos corresponde por derecho de nacimiento. La vida es simple y no compleja. Somos libres para amamos a nosotros mismos y a los demás sin culpa ni compasión. Pretendemos conocer la verdad sobre nosotros mismos, pues somos los verdaderos creadores de nuestra realidad.

¡Una baja autoestima es una reliquia del pasado! A medida que crecemos y reclamamos la totalidad de nuestro poder y de nuestros recursos, nos sentimos muy a gusto con nosotros mismos y con la vida. Somos un microcosmos del universo, los dioses de nuestra mente, nuestras emociones y nuestros cuerpos. Y somos células individuales en el cuerpo de Dios, parte de la fuerza creativa original del universo.

Cuando nos centramos, cuando sabemos quiénes somos y mantenemos nuestros límites intactos, nos movemos más allá de las limitaciones y del autosabota je hacia el poder de la concentración total que poseemos para vivir en prosperidad y abundancia. La elección es nuestra momento a momento y a lo largo de toda nuestra vida. Y cuando encontramos la muerte física, el límite final de la vida en esta dimensión, nos sentimos libres para abandonar este plano material sabiendo que hemos utilizado completamente el regalo de una existencia.

MARTHA BALDWIN