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Sistema
Tikonov
Marca
Capalense
Federación de
Soles
21 de Febrero del
3065
Manteniéndose en
orbita elevada sobre Tikonov, el Capitán Handal Sidding controlaba
su puente con mano de hierro mientras la Nave de
Guerra Katrina Steiner pasaba a través de
una nueva oleada de cazas aerospaciales enemigos como un tiburón a
través de un banco de barracudas.
Los cazas,
incapaces de igualar la salvaje potencia de los laseres y de los
cañones automáticos navales de la corveta, eran instantáneamente
hechos trizas y convertidos en cascarones desmenuzados o
fundidos.
Perseguidos por
los cazas lealistas durante todo el camino, todo lo que el enemigo
podía esperar hacer era deslizarse entre el fuego, dar un picotazo
en el flanco de la corveta y huir.
Aun así, los
pequeños mordiscos que habían sufrido se estaban acumulando.
Sidding se agarraba fuertemente a los brazos de su silla de
mando en el puente, sintiendo cada golpe y cada vibración
que estremecían las cubiertas del Katrina Steiner. El puente era una
cacofonía de alarmas, informes lanzados en voz alta y ordenes
ocasionales, sus ordenes, acerca de cómo la corveta de
clase Fox debía enfrentarse a la
estrategia de ataques en tijera empleada por las fuerzas
aerospaciales aliadas del Príncipe Víctor. Estas lanzaban pasadas
escalonazas sobre la panza de la Nave de Guerra, y después se
inclinaban hacia la popa para evitar el surtido de armas
laterales de la corveta. Así, la siguiente oleada que rompiera su
pantalla de cazas y Naves de Descenso de Asalto siempre vendría
desde atrás.
– Rotación de
cuarenta y cinco grados a estribor, – ordenó Sidding, – informe
cada cinco. A los veinte denme impulso lateral y un giro de
noventa grados a babor –.
– Rotar cuarenta
y cinco, girar noventa, – repitió el timonel la orden. – Sí señor
–.
Los cazas
aerospaciales habían trabajado duro para penetrar en las secciones
de ingeniería, el corazón de la nave pero también la parte
protegida por el blindaje mas grueso. Al rotar y dar la vuelta,
Sidding arruinaba sus vectores de aproximación y les mostraba
blindaje fresco siempre que fuera posible.
Eso también ponía
mas armas a su disposición para derrotar a una nueva oleada de
cazas. En sus pantallas de estribor, Sidding observó mientras
los chorros de energía carmesí les alcanzaban. Uno de ellos
quemó morro de un despistado caza medio Lucifer, lacerando y
abriéndose paso hasta la cámara de fusión. El destello de la
sobrecarga del reactor iluminó momentáneamente la pantalla. Uno de
los técnicos de sensores de la Nave de Guerra enfoco para
obtener una mayor resolución. Los ennegrecidos y desperdigados
restos que sobrevivieron al baño de energía se reunieron en algo
menos parecido a un estilizado caza aerospacial y mas a una
lata estrujada y semifundida. Gran cantidad de pequeñas esquirlas
brillaron en un incandescente naranja antes de enfriarse y pasar a
un rojo mas oscuro mientras se desperdigaban pequeñas gotas de
metal fundido en el espacio adyacente, todas ellas siguiendo el
rumbo original del caza. Todas ellas directas al costado
del Katrina
Steiner.
Aunque gran
cantidad de la masa del caza se había vaporizado, incluso unas
pocas toneladas podían causar serios daños a esas grandes
velocidades. Sidding se preparó para el impacto. La masa, mientras
se enfriaba, impactó con un golpe oblicuo en mitad de la nave,
desgarrando el blindaje y abriendo muchos mamparos antes de
perderse de nuevo en el espacio. La Nave de Guerra tembló, pero
ninguna llamada informó de daños críticos.
– ¡Armas! – dijo
Sidding llamando a su oficial de armamento. – ¡Releve a ese idiota
al momento! Esta nave no va a ser el Robert de Tikonov solo porqué
alguien tiene el gatillo fácil y no pueda esperar su turno
–.
– Copiado, – dijo
Armas, captando la indirecta de Sidding. Nadie quería formar parte
del próximo Robert Davion, la Nave de Guerra que según los
informes se había quemado en la atmósfera de Kathil después de ser
embestida por una Nave de Descenso a la deriva en los albores de la
guerra civil.
– Rotación a
veinte, – informó el timonel. –Iniciando el giro –.
Sidding se apoyó
sobre el brazo del sillón mientras el motor de fusión dirigía la
potencia a través de los quemadores laterales y aplicaba un empuje
de un cuarto de gravedad sobre la popa de la Nave de
Guerra.
La imagen
proyectada de Tikonov se hundió a la izquierda del monitor,
desplazándose lentamente pero aun visible en las pantallas
mientras la Nave de Guerra finalizaba su rotación. Una distante
esfera blanca colgaba por encima del planeta, moviéndose lentamente
hacia la esquina superior derecha del monitor. Se trataba de
una Nave de Descenso que huía, una nave clase Union, una de muchas
que durante las ultimas cuatro horas habían fijando su rumbo hacia
el punto de salto nadir y hacia la flota de Naves de Salto del
Príncipe Víctor que estaba protegida por una Nave de
Guerra.
– Capitán, señor,
– Comunicaciones reclamó su atención. – La General McDonald le está
llamando –. Sidding ignoró la llamada. – Manténgala en espera,
- dijo. – Armas, ¿podemos alcanzar a esa Nave de Descenso?
–
Le tenia sin
cuidado la misión de esa nave, ya fuera de suministros,
administrativa, un enlace de comunicaciones,... No había
buenas razones para dejar que las fuerzas de Víctor Davion
establecieran fácilmente contacto con otros mundos. De todas
formas, la General McDonald había ordenado una cuarentena, y
lo que era mas importante, Maria Esteban la había
ratificado.
– Está casi fuera
de alcance, Capitán. No puedo prometerle nada –.
– Enmárquela
entre los cuarenta y cinco y los cincuenta y cinco. Utilice dos
mísiles Barracuda para ello. Intente apuntar a los motores si
puede –.
– Mísiles fuera,
– informó el oficial de armamento casi al instante. – Necesito
cinco grados mas a babor para poder usar los laseres
–.
– Timón, hágalo
–.
– Cinco grados a
babor, sí Señor –.
Los laseres
principales lanzaron sus brillantes saetas hacia la lejanía,
intentando alcanzar y arruinar el blindaje de la Nave de Descenso
en su huida. Mientras tanto, el Katrina Steiner se estremeció
cuando una nueva oleada de cazas paso por debajo y e hizo trizas el
blindaje inferior de la corveta. Sidding miro
a Comunicaciones, haciéndole un gesto, y se giro hacia la
pequeña pantalla plana que tenia al lado y que había reservado
para las llamadas de la General en funciones.
La cara de Linda
McDonald estaba medio cubierta con el neurocasco, y por la forma en
que la imagen saltaba y se difuminaba con la estática Sidding
sabía que ella misma estaba metida dentro de la
batalla.
– No ha pasado
mucho tiempo, Handal, – dijo ella con los dientes apretados. –
Necesito ese prometido fuego de apoyo –.
– Estamos en ello
General –.
McDonald no
quería oír excusas o promesas vacías. – Tengo a dos regimientos
empujándonos lentamente de vuelta a Turkwila, Handal. Quiero
apoyo orbital. Deme una hora exacta de una vez por todas
–.
Una nueva alarma
se unió al ruido de fondo. – Contacto, – grito Sensores por encima
de toda la cháchara del puente. – Tenemos una señal IR ahí
fuera –. – Mísiles Barracuda, – informó Armas. – Veinte
segundos para impacto –.
El capitán de una
Nave de Guerra tenia que ser un experto en todos los campos. Una
buena plantilla de oficiales podía ayudarle, pero solo un
poco. Handal Sidding consideró la principal amenaza
primero, cambiando la pantalla para buscar su estación
principal de sensores. – ¿Distancia y potencia de esa señal IR? –
preguntó, con las manos palpitando por la energía
nerviosa.
Los pulsos de
infrarrojos eran la única indicación de la llegada de un navío con
capacidad de salto. Si los aliados de Víctor estaban trayendo un
navío en ese preciso momento era bien para encontrarse con
la huidiza Nave de Descenso, lo cual significaba que esta era
mas importante de lo que había pensado, o bien para apoyar el
asalto de los cazas contra su corveta.
– Seis mil
klicks, está casi encima nuestra –. En cuanto a distancias
interplanetarias, el oficial de sensores no estaba muy equivocado.
– Es grande, ¡ ya esta aquí!. ¡Salta desde dentro del sistema!
Ciento cinco grados, marca ochenta –.
No había
necesidad de ordenar a Sensores una identificación. La pantalla
auxiliar mostró el blanco, leyendo su código IFF, y asignando
la pertinente designación. Aun así, Sidding sabia cual podía ser.
El crucero NMF Melissa Davion.
– Informe,
Capitán Sidding –. La voz de Linda McDonald era suficientemente
persuasiva para devolverle a la pantalla de comunicaciones. Un
ceño fruncido arrugaba su frente. Obviamente había escuchado
lo suficiente como para preocuparse. Lo mismo que él, pero a
diferencia suya, su deber recaía en alguna parte entre la
amenaza inmediata a su navío y sus obligaciones para con las tropas
de tierra.
– Timón, llévenos
lejos de ese crucero, – ordenó Sidding. – Deme una ruta de
aproximación rápida a Tikonov –. No esperó al acuse de recibo
antes de volver con McDonald. – General, tendrá su fuego
de apoyo, y lo tendrá en menos de quince minutos. Pero no
puedo garantizarle mucho mas de diez minutos de orbita
estacionaria. Después de eso, – dijo, – quedara a sus propios
medios, y yo tendré un crucero que destruir –.
– Si antes, –
dijo bajando su tono y asegurándose de que nadie le oía, – no nos
destruye él a nosotros –.
....
La llovizna de
Tikonov nunca llegaba a ser una lluvia completa, y las finas gotas
que perlaban y se deslizaban por el parabrisas de ferrocristal
de Rudolf Shakov eran un pálido reflejo del sudor que
le empapaba a él. La transpiración resbalaba por su frente
formando arroyos por su semblante hasta alcanzar la pequeña
piscina formada entre su piel y el cuello de su chaleco
refrigerante. El gusto salado quemaba sus labios. Unas pocas
gotillas se filtraban a través de su perilla, dejando atrás un
picajoso deposito de blanquecina sal desecada. Un blanco similar se
mostraba en el anverso de sus muñecas, donde el sudor no lo
eliminaba del todo.
Ese era el
inconveniente de ampliar los laseres medios de su Exterminator al
tipo de alcance extendido. El mech con radiadores de doble
capacidad podía aguantar el incremento de calor, pero solo por
poco.
Combinados con su
afuste de mísiles y el ocasional uso de los propulsores de salto,
el incremento de calor era inevitable. Pero la ampliación también
le daba a su maquina de sesenta y cinco toneladas dientes
mas afilados. Ya había reclamado un Carlisie, un Starlayer de la
milicia y un aerodeslizador Fulcrum, ninguno de los cuales estaba
preparado para su alcance extra. La noticia sin embargo ya se
estaba extendiendo, y el poco elegante Night Hawk con el
cual estaba combatiendo en ese momento pasaba mas tiempo poniendo
espacio entre ambos que devolviendo el fuego con sus propias armas
de largo alcance.
Shakov sonrió
preocupado mientras comprobaba su visor. Su computadora de batalla
había iluminado con el dispositivo holográfico una banda ancha
a lo largo del escudo frontal de ferrocristal del Exterminator,
proporcionándole mayor detalle que el visor táctico normal, el cual
habría estado confinado a un monitor auxiliar, o peor, a una
estrecha franja dentro de la protección facial del neurocasco. Pero
por muy bueno que fuese su visualizador, todavía permanecía
abarrotado con iconos y marcadores de amenazas. Aun así, a
primera vista, parecía que los planes esbozados por Morgan Kell y
la Coronel Vinemann estaban funcionando.
Las fuerzas de
los ComGuardias habían de nuevo saltado por delante de la línea
principal aliada, y Shakov cabalgaba en la cresta del empuje.
Las fuerzas lealistas de Linda McDonald se estaba retirando
a paso constante hacia Turkwila. La pequeña ciudad que existía
solo para prestar servicio a las Industrias
Harcourt estaba
ahora a dos kilómetros de distancia, descendiendo una ligera
pendiente y justo detrás de unas pocas colinas bajas. Cada vez
que un mechwarrior de los lealistas se retiraban, los aliados de
Víctor se acercaban un paso mas hacia su meta. Un constante e
intenso empuje hacia Turkwila era todo lo que contaba para sus
planes.
Desafortunadamente,
en ese punto, también formaba parte de los planes del
enemigo.
Una lanza de
energía color rubí cayo desde lo alto del cielo como la mirada
furiosa de algún dios disgustado, abrasando la tierra y
dejando cicatrices a lo largo del terreno y a través de un
aerodeslizador Kanga con capacidad de salto de los
ComGuardias. Se partió bajo el fuego de los laseres navales, el
motor explotó en una brillante bola de fuego que rápidamente se
disipó en una oscura nube aceitosa. Sus depósitos de munición
pesada detonaron por simpatía, haciendo trizas el blindaje y
arrojando grandes pedazos del vehículo a mas de doscientos
cincuenta metros de distancia. Uno de sus propulsores de
salto impactó contra el costado de un Barghest lirano,
destruyendo el blindaje y reaclamando algo en compensación,
pero difícilmente fue suficiente.
– ¡ Ese era el
Adepto Dawson! – gritó alguien a través de la frecuencia general de
los ComGuardias, elevándose por encima de la cacofonía
confusa.
– .... vino desde
arriba ... – otro guerrero verificó
– ¿... perdido
nuestra pantalla de cazas? –.
– No puedo
ver....–.
– .... no hay
cazas aerospaciales ... –
Shakov ponderó
esa ultima transmisión, mostrándose de acuerdo al menos hasta ese
punto. Fuese lo que fuese lo que hubiera pasado, no había sido
cazas aerospaciales. Empujo sus controles fuertemente hacia su
tope físico, sacando al Extermiantor lejos del
arruinado Kanga y de lo que le hubiera
destruido.
Lanzas
adicionales de terror carmesí se hundieron en las líneas aliadas y
en el terreno colindante. Los árboles explotaron como si la
humedad de sus médulas se hubiera vaporizado mas rápido de lo que
la madera podía arder. Las rocas se partieron, fundidas.
Un Sentry de cuarenta toneladas
perteneciente al 1º
Cuadro del ICNA
simplemente desapareció bajo el ataque orbital, su reactor de
fusión formó un hongo en un espectáculo de fuego y truenos que
hicieron retumbar la tierra. El 6º de Lanceros perdió
dos battlemech en rápida sucesión al mismo tiempo que una
escuadra de infantería con armaduras de batalla Infiltrator, quienes
ardieron dejando tras de si una mezcla de blindaje medio fundido,
carne abrasada y cenizas.
La comprensión
descendió sobre Shakov casi al mismo tiempo que las tropas liranas
en retirada asentaban sus líneas y se preparaban para una
sólida defensa de Turkwila. Se sintió como disparando a ciegas
contra el cielo gris. La lenta retirada de los lealistas de
Katherine había mantenido a las fuerzas aliadas fuertemente
agrupadas en unidades compactas, y Linda McDonald había convocado a
la Katrina
Steiner para proporcionar fuego de apoyo. Víctor había
demostrado durante la campaña de los mundos natales de los
Clanes que podía obtenerse un certero fuego de apoyo orbital si
tenias una zona de tiro clara y un capitán en el que
confiaras, McDonald aparentemente tenia ambas cosas.
Pero ¿Durante
cuanto tiempo? Morgan Kell estaba en todo, su voz era calma y
tranquilizadora. – El Melissa se esta moviendo para
enfrentarse con su Nave de Guerra, para sacarla de ahí.
¿Pueden mantenerse firmes durante quince minutos?
–.
Bien, quizás no
tan tranquilizadora, pensó Shakov. La línea aliada onduló mientras
los guerreros se arremolinaban, inseguros. Los agudos laseres
estaban ya buscando su próxima víctima, y la encontraron en
otro cadete del ICNA. El fuego láser arrancó un brazo de
su Watchman. Podría haber cortado el mech
en canal, de no ser la velocidad del Watchman y las rápidas
acciones del cadete, quien sacudió su maquina para apartarlo del
sendero del rayo.
– ¿Un cuarto de
hora? – interrumpió el Capiscol Irelon. – No aguantaremos ni cinco
minutos –. Jonathan Sánchez fue solo un poco mas optimista. –
No tendremos una segunda oportunidad en esto, gente. – Su voz
sonaba fuerte a través de la frecuencia reservada para los
oficiales de mando y mas experimentados. – ¿Podemos absorber
las perdidas? –.
La pregunta quedo
colgando sin respuesta mientras las fuerzas de McDonald realizaban
cantidad de pequeños desalentadores ataques. Un destello gris
aplastó el suelo cerca del pie del Exterminator de Shakov, lanzándole
una ducha de tierra y suciedad contra su parabrisas de
ferrocristal. A través de la tierra de nadie mantenida por los
liranos, el Barghest lealista había avanzado
para apoyar el avance de un Night Hawk. El Barghest brincó de nuevo
hacia delante, después se encorvó sobre sus cuatro patas para poder
disparar su rifle gauss pesado. En esta ocasión el proyectil de
níquel-hierro alcanzó el mech de Shakov en el brazo izquierdo,
casi arrancándoselo del hombro.
Shakov se volvió
hacia la línea de ataque del Barghest, ignorando los laseres
del Night
Hawk mientras se concentraba en la amenaza mas
importante. Sus mísiles se abrieron en abanico sobre la amplia
espalda del otro Mech y dos laseres formaron cicatrices sobre
una de las piernas delanteras, difícilmente suficiente como
para hacerle huir de vuelta a Turkwila.
¡Turkwila! Shakov
cambio al canal táctico de los ComGuardias. – Hombres del Príncipe,
formen y mantengan su terreno. Mech a la derecha, blindados
ábranse al flanco izquierdo –. Conmutó de nuevo al nivel de
mando. – General, debemos avanzar contra Turkwila. ¡Ahora! –.
Devolvió su mech a la izquierda, compitiendo por ocupar la
cabeza de la apresuradamente reunida formación en punta de
flecha.
Por delante de
él, un escuadrón de infantería blindada de los ComGuardias se lanzó
a la carrera contra las líneas de vanguardia de los
lealistas.
– Nuestra
infantería no ha penetrado todavía en la ciudad, – dijo la Coronel
Vinemann. La totalidad de la infantería de sus Lanceros estaba
posicionada en el flanco de la línea lealista, pero era demasiado
pronto.
De acuerdo con el
plan original, al menos. – McDonald todavía controla Turkwila. ¿Qué
espera que hagamos contra una ciudad bien defendida?
–
– Mucho mas que
contra esa inalcanzable Nave de Guerra, – cortó en seco Irelon
mientras movía hacia alante su Excalibur requisado desde
detrás del campo de batalla. – Y ellos no se atreverán a usar su
apoyo orbital en mitad de una ciudad poblada. General Sánchez,
empuje sus líneas al Oeste y esté preparado para seguirnos a
través de ellos –.
– No hay ningún
pasillo abierto hacia el Oeste, – dijo Sánchez. Lo cual era cierto.
Shakov tenia una cercana y personal vista del flanco
occidental mientras hacia andar a su gente hacia delante. Las
fuerzas lealistas que defendían Turkwila en ese punto eran
aproximadamente un cincuenta por ciento mas fuertes que los
asaltantes, los Hombres del Príncipe.
– Lo habrá, –
prometió, espoleando al Exterminator a la
carrera.
Consistente en
una compañía de mech y otra de blindados, unos pocos helicópteros y
un par de puñados de infantería blindada, los Hombres del
Príncipe cargaron directamente contra el flanco occidental de los
liranos. Rechinando los dientes como muestra de desafió, Rudolf
Shakov dividió sus disparos entre el Night Hawk y siempre que
obtuviese un blanco claro, sobre el Barghest. Un láser prendió el
blindaje sobre su pierna izquierda, desmenuzando media tonelada de
su coraza protectora. El Barghest erró de nuevo el tiro de
su gauss pesado, y el retroceso lanzó al mech de sesenta toneladas
hacia atrás, poniéndole en cuclillas y casi haciéndole caer al
suelo.
Entorno a Shakov,
los mechwarrior de la ComGuardia habían elegido todos blancos a su
medida. Los blindados se ocupaban de enfrentarse contra los
vehículos contrarios, pero cuando era posible concentraban su
fuego sobre mech enemigos. La batalla siguió hasta alcanzar un
rabioso y violento combate cuerpo a cuerpo. Un Cestus Arcturiano
se vino abajo bajo el asalto combinado de dos vehículos de
asalto Burke. Un Talon se unió
al Cestus un momento después cuando
un Raijin de los ComGuardias le
alcanzó de lleno en la cabeza con un cuidadosamente colocado CPP.
Después de eso, los Hombres del Príncipe sufrieron una baja
más debido a la perdida de contención del reactor de fusión de
un Wyvern y su subsiguiente explosión
a través del campo de batalla.
Centrado en el
estrecho foco de su propia batalla privada, Shakov formó dos
cicatrices gemelas a lo largo del pecho del Barghest. Este saltó a
un lado y se agazapó tras un par de árboles para romper el contacto
de sensores. Shakov empujó sus puntos de mira sobre
el Night
Hawk de nuevo, esperando a que el retículo se
iluminara en dorado y después soltó los mísiles para aporrear al
pesado diseño. Estuvo a punto de añadir los laseres, hasta que vio
que el Night
Hawk se detenía y empezaba a disparar contra sus propios
pies, después se estremeció cuando vio a cuatro Infiltrators y a
un Elemental encaramarse sobre él.
¿Cómo explicaría
Tiaret su intromisión en esta ocasión?¿Qué los liranos no habían
envidado una Nave de Guerra? Nada que Shakov no estuviera
dispuesto a admitir, demasiado agradecido por la
ayuda.
Encendiendo sus
propulsores de salto, Shakov dejo que el Night Hakw sufriera las
atenciones de Tiaret y salto hacia el frente en busca
del Barghest, esperando acosar al otro
battlemech y deslizarse por debajo de la puntería optima del gauss
pesado.
Sin embargo su
contrincante tenia una idea distinta. Adoptando una protegida
postura agachada, el Barghest colocó un nuevo proyectil
en la pierna derecha del Exterminator, dejando fuera de combate
el miembro inferior de Shakov. El Exterminator realizo una vaga
pirueta, cayendo fuertemente sobre su lado izquierdo y lanzando a
Shakov contra los arneses del asiento. Su aliento se abrió paso
entre sus dientes apretados mientras la hebilla del arnés se le
clavaba en el abdomen.
Luchando por
respirar al mismo tiempo que por su vida, rodó sobre su costado y
se puso erguido, dibujando al mismo tiempo cicatrices fundidas
sobre el pecho y las piernas del Barghest mientras trabajaba
con su maquina de sesenta y cinco toneladas intentándola ponerla en
pie. Viendo la descarga eléctrica de las bobinas del rifle
gauss apuntar directamente hacia él, coloco una de las
gigantescas piernas del mech por detrás suyo, encogiéndose
ligeramente para amortiguar el impacto. El proyectil lo atrapó
en el pecho en esta ocasión, quebrando el blindaje con un crujido
metálico e impactando en numerosas estructuras de apoyo de la
protección de su motor. El exceso de calor se extendió
libremente por toda su maquina, elevando la temperatura de la
cabina otro grado más.
Le escocían los
ojos y los sentía secos, cualquier pequeño aliento que llegaba a
sus pulmones quemaba como si estuviera tragando fuego. Shakov
entrecerró los ojos frente a su parabrisas frontal, viendo
sus parpadeantes puntos de mira encuadrados sobre
el Barghest y decidió que era
suficiente. A pesar de su curva de calor y de la corta distancia,
disparo sus mísiles y sus laseres al mismo tiempo. La mitad de las
cabezas explosivas golpearon de lleno, haciendo trizas mucho mas
blindaje mientras uno de sus laseres fue capaz finalmente de
introducirse en el interior del pecho del Barghest. No encontró nada
especial.
Pero la siguiente
andanada de laseres si lo hizo. Acercándose tanto que podía dejar
fuera de juego al gauss pesado del Barghest, hizo permanente esa condición
mediante dos lanzas rubí de láser disparadas contra el flanco
arruinado del mech cuadrúpedo. Ambas lanzas se colaron por el
agujero creado anteriormente por el propulsor de salto perdido
del desafortunado Kanga, directamente en las tripas del
rifle gauss pesado. Los laseres alcanzaron los bancos de
capacitadotes del gauss, rompiéndolos y liberado la
energía almacenada, la cual salto formando arcos eléctricos
por el pecho del Barghest. La descarga combinada
literalmente trinchó el escudo físico del reactor de fusión y
finalmente empezó a corroer el mech hasta la medula.
La única forma de
salvarse de tal desastre era bajar los campos de contención de
emergencia y esperar lo mejor, lo cual hizo mechwarrior
del Barghest. Después decidió tirar la
toalla, una buena medida. El cráneo de la cabeza explotó hacia
fuera, y la silla de mando eyectó sobre una lengua de llamas
naranjas que la llevaron lejos del desastre potencial. Pero
los campos habían descendido a tiempo, y el Barghest simplemente cayo al suelo,
quedando inmóvil, muriendo no con el grito de un banshee sino en
silencio.
Era el ultimo
mech lealista que quedaba en su camino.
Shakov permaneció
en el borde occidental de la brecha que los Hombres del Príncipe
habían abierto a través de las líneas enemigas, sacudido y
apaleado pero todavía en pie y con una batalla que ganar.
El estrecho corredor todavía necesitaba ser
sostenido.
– Apuntaladlo,
mantenedlo abierto– grito al resto de los Hombres del Príncipe.
Volviéndose contra el borde occidental de las líneas
lealistas, condujo al destartalado batallón al frente, otra vez al
ataque.
Por detrás suya, las fuerzas aliadas se filtraban en masa hacia Turkwila.