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Ciudad Avalon, Nueva Avalon
Marca Crucis

23 de Mayo del 3064

El Palacio Davion en Nueva Avalon contaba con muchas salas de planificación militar, manejadas por especialistas que trabajaban con los equipos mas recientes. Sin embargo, la Oficina del Primer Príncipe, ahora de la Primera Princesa, nunca había sido pensada para tener esa función. Era intima y confortable, y a Katrina le parecía mas una pequeña guarida. 
Paneles de madera y estanterías empotradas cubrían las paredes. Una larga mesa de despacho de fresno blanco ocupaba un lado de la habitación y una antigua colección de sofá y tres sillones la otra. La zona para sentarse había sido arreglada entorno a una pequeña chimenea, solo recientemente añadida, en la cual se quemaba leña de cerámica sobre una llama alimentada por gas. El sofá y un sillón a juego estaban tapizados en un diseño oro y marfil. Un sillón ébano, a primera vista incomodo, estaba escondido en un rincón cercano a la chimenea. El sillón que quedaba, su sillón, era de piel oscura que envolvía maderas nobles.

 

Katrina presto poca atención a los hombres reunidos en la habitación, sus oficiales y ayudantes mas experimentados. Se sentó de frente al ojo de la cámara montada sobre la pared, dando una pose de calma estudiada. Por encima de la cámara, una recientemente instalada pantalla de holovideo mostraba la cabeza y los hombros del hombre que acudía a esta reunión a través de un enlace virtual que había costado a Katrina, o mas específicamente al Estado Davion, billones en contribuciones y acuerdos de mantenimiento con ComStar.

 

En la pantalla, Gavin Dow apretó los labios en una fina línea en cuanto termino su cortés actualización acerca de los ataques de los Halcones de Jade y esperaba su respuesta. El cuello de su almidonada túnica azul estaba bordeado en oro, una ligera variación del uniforme regular de ComStar. El broche de oro puro que sostenía su capa por encima del pecho izquierdo proclamaba su cargo como Capiscol Marcial, temporal, por supuesto.
Dow era el Capiscol de Tharkad, el hombre responsable de las operaciones de ComStar en la Alianza Lirana, pero tambien era el sustituto temporal de Víctor como cabeza del brazo armado de ComStar.

 

–¿ Puede repetir los nombres de los mundos bajo ataque? – preguntó Katrina, haciendo un ademán casual para quitarse un mechón de pelo dorado de la cara.

 

El retraso entre su pregunta y la respuesta de Dow solo se pudo medir en microsegundos, y ella no pudo evitar maravillarse con el poderoso sistema que había ayudado a construir. Los generadores de hiperpulso proporcionaban comunicaciones instantáneas entre mundos a menos de cincuenta años luz unos de otros.
Sin embargo, normalmente, una estación GHP recibía una transmisión de llegada y después debía mover su enorme plato hacia el estrecho haz que enlazaba con el siguiente mundo para lanzar los mensajes almacenados, procesándolos por lotes. El retraso podía ser de días para un recorrido desde un extremo de la Esfera Interior al otro, y eso con una rutina de alta prioridad. Proporcionando fondos a ComStar para construir una estación extra en cierto numero de mundos entre Tharkad y Nueva Avalon, sus dos sedes de poder, había creado un circuito de mando de estaciones que podía enlazarse para crear una red de comunicaciones en tiempo real.

 

El ramal de ComStar implementado en el sistema, unía su actual sede de poder en Tukayyid a la red. Katrina había pensado en lo oportunista que era ComStar cuando se entero de ello por primera vez.
Ahora, estaba demostrando ser una herramienta impagable conforme ComStar, o al menos Dow, compartía información acerca de los recientes ataques del Clan de los Halcones de Jade dentro del espacio lirano.

 

– Blue Hole se ha perdido, – confirmo Dow. – Los Halcones tambien han golpeado en Kikuyu, Kookenś Pleasure Pit, Ballynure y Newtown Square. Solo en Newtown Square se echaron atrás–. Recitó rápido y certero. Dow no necesitaba mirar sus notas ni pedir ayuda. Katrina había oído rumores de que poseía una memoria perfecta, y se lo creía. Él nunca olvidaba nada. A menos que así lo quisiera. 
– ¿Y nuestra petición de un ataque coordinado en la zona de ocupación de los clanes? – Ella se cuido mucho de no mirar de reojo a sus oficiales, lo cual le habría dicho a Dow que estaba siendo observado.
– Según me han dicho, desde Tukayyid podéis lanzar un asalto que podría dividir en dos el corredor de invasión de los Halcones. Eso podría aliviar la presión sobre los ejércitos liranos–. Y permitirle a ella mas libertad para controlar las condenadas revueltas de su hermano.

Los ojos verdiamarillos de Dow se oscurecieron, como si se hubiera puesto una mascara. Lo cual, en cierta forma, había hecho.

– Eso no es posible en este momento, – dijo lenta y cuidadosamente. – Debéis entender que hay otros dos clanes mas por encima de Tukayyid, esperando la oportunidad de atacar Terra y reclamar el titulo de ilClan. Los ComGuardias y las FDLE deben actuar de forma que protejan a toda la Esfera Interior. A vuestra Federación de Soles tanto como a vuestra Alianza Lirana –.

 

Una excusa que Katrina y sus consejeros habían anticipado, y una con mucho peso. Desde que fueron expulsados de Terra por la Palabra de Blake, los ComGuardias habían caído en una postura muy reaccionaria. La porción no devorada de la Republica Libre de Rasalhague era poco mas que un campamento armado a la espera de un Clan, cualquier Clan, para devolver el golpe. Los clanes de los Halcones de Jade, los Lobos y los Osos Fantasmales ya ocupaban de por sí una enorme porción del espacio interno de la Esfera Interior. No se les podía permitir avanzar aun más.

 

Pero el predecir el rechazo de Gavin Dow en este asunto solo era el primer paso hacia el verdadero objetivo de Katrina, convencerle de que los militares de ComStar deberían apoyar sus esfuerzos de terminar con la rebelión de Víctor. Dow era tanto un político como un soldado. Conocía las expectativas de Katrina y el proceso político de toma y daca. 
Obviamente previendo su próxima maniobra, Dow se anticipo rápidamente para contrarrestarla.

– También he tenido poco éxito con nuestra Primus y con el Primer Circuito en relación a vuestra petición inicial de colocar las divisiones de la ComGuardia bajo las ordenes de los mandos locales. La Primus Sharilar Mori, me temo, toma muy en serio las directrices del Primer Señor Kurita, y ya sabemos que el Primer Señor permanecerá inflexible acerca del no-intervencionismo–.

Katrina entrecerró sus ojos, dejando que una pizca de su disgusto escapara a través de ellos. – Debe haber cierto margen para las negociaciones, Gavin Dow. Su 66º División situada en Tharkad ha declarado abiertamente que defenderá mi capital lirana frente a cualquier agresor exterior. Ni usted ni su Primus han censurado al Capiscol Kesselring por esas declaraciones –.
– Dag Kesselring era el hijo de un noble lirano antes de unirse a ComStar, y eso le proporciona cierta licencia. Dada su perspicacia en lo referente a asuntos liranos, mi opinión ha prevalecido sobre la de la Primus para permitirle tal libertad–.
– No parece ser mucho, – dijo fríamente.
– Podría decirse así, Alteza. Es lo mejor que puedo proporcionaros en este momento –. Gavin Dow asintió de nuevo, con su pelo plateado brillando bajo las luces brillantes. – Soy vuestro mas fiel servidor, Arcontesa Steiner. Os daréis cuenta de ello pronto–.

 

La pantalla se volvió negra, y Katrina lanzo una mirada a los dos oficiales sentados en el sofá para ver como se habían tomado las ultimas palabras de Dow. Dejando de lado cualquier referencia a ella como Primera Princesa o como Steiner- Davion, había insinuado una relación mas cercana a ella consigo mismo como Capiscol de Tharkad. Un método no muy sutil de expresar donde, para él al menos, descansaban las verdaderas prioridades.

 

Uno de los dos oficiales era Simon Gallagher, Mariscal de Campo de la Marca Crucis y el Campeón de la Princesa. En una de sus manos jugueteaba con sus gafas de lentes cuadradas y se frotaba con la otra su calva cabeza, alisando lo que quedaba de su exiguo pelo gris. Gallagher había nacido en el estado lirano, y había rendido pleitesía a Katrina primero como Arcontesa y después como Princesa.
El otro oficial era Jackson Davion, su primo y Mariscal de los Ejércitos de la Federación de Soles. En una realidad alternativa, podría haber sido el hombre que Hanse Davion hubiese deseado como hijo y heredero. Alto y fuerte, con los rasgos perfectamente esculpidos y el pelo rubio-rojizo característico de los hombres Davion, un oficial de oficiales. Afortunadamente, también era un verdadero patriota, y había aceptado a Katrina como legitimo gobernante de la Federación de Soles. Su lealtad, una vez dada, era inquebrantable. Aun así, sus ojos azules se empañaron de rabia con el desaire de Gavin Dow hacia su nación y hacia la herencia Davion de Katrina.

 

– No le creo, – dijo Gallagher. – Esta tirando piedras contra su propio tejado, Alteza. Estad segura de eso. ¿Un Capiscol Marcial de ComStar que no puede enviar a sus propias tropas a la batalla? Incluso una fuerza pequeña, golpeando a los Halcones desde retaguardia, podría detener sus ataques en el espacio lirano –.

Katrina se reclino sobre su sillón de respaldo alto, entrecruzo las piernas y se alisó la falda esmeralda. La añeja esencia de la suave piel del sillón era reconfortante, un recuerdo de los días en que esta oficina había pertenecido a su padre y ella le había visitado de pequeña. Ella se recordaba fingiendo gobernar la magnifica nave que representaba el estado que era la M ancomunidad Federada. Ahora, aquella fantasía de infancia era finalmente una realidad, a pesar de que había tenido que dividirla en dos reinos para conseguirlo. Una amenaza contra cualquiera de los dos reinos era una amenaza contra su gobierno.

 

– ¿Qué pasaría si encontrásemos algún otro aliado contra los Halcones? – pregunto inocentemente, esperando ver si el resto de oficiales llevaban la idea mas allá. En el sillón de la esquina, Richard Dehaver, su jefe de inteligencia, se estremeció visiblemente.

Jackson Davion frunció el ceño. – ¿El Condominio Draconis? Deberían esquivar tanto a los Osos Fantasmales como a los Lobos antes de poder atacar la zona de ocupación de los Halcones. Su ayuda no será precisamente gustosa, especialmente con los ataques no sancionados del Duque Sandoval contra ellos el año pasado. Y yo diría que su reciente bloqueo informativo sugiere que tienen otras preocupaciones–.
– ¿Cómo cuales? –pregunto Dehaver, uniéndose a la conversación.
– ¿Acaso cree que se están preparando para atacarnos en represalia?–
– Pudiera ser – Jackson puso derecha la manga de su chaqueta. – Cuando el Dragón se pone silencioso, algo esta tramando. La ultima vez tuvo que ver con las purgas de sus Fuerzas Internas de Seguridad. Y ahora... – Hizo una pausa para poner en orden sus ideas. – El trafico de Naves de Salto se ha reducido hasta el mínimo. Las comunicaciones a lo largo de la frontera se han detenido, y quiero decir absolutamente del todo. Nos están ocultando algo. Contad con ello–. 
– Lo averiguaremos, – prometió Katrina. No pudo evitar lanzar una mirada hacia la silla vacía, la cual su consejero de seguridad lirano debería haber ocupado. – Mientras tanto, quiero otras opciones. Dow dijo que los Halcones fueron expulsados de Newtown Square. Ese es el mundo de Adam. Le enviaremos para que se coordine con la Mariscal Bryan–.
– ¿Y el CDAR?– pregunto Dehaver en tono bajo.

Pensar en Morgan Kell y su Cordón de Defensa de Arc Royal, hizo que Katrina apretara los puños con rabia. Se forzó a sí misma a relajarse, esperando a pensar con una fría calma en lugar de con odio.

– Morgan reclamo autoridad sobre una porción de la frontera, así que dejemos que cargue con ella–.

Katrina ganaría sin importar quien venciera en esa batalla. En un universo perfecto, los Halcones se enfrentarían a los Demonios de Kell y a los Lobos exiliados de Phelan y se matarían los unos a los otros.

 

– Eso es todo de momento, caballeros -. Hizo un gesto de despedida a sus dos oficiales superiores quienes se levantaron instantáneamente como si su actitud civilizada hubiese sido demasiado agotadora.
Katrina estaba en su elemento cando se trataba de encuentros informales, y si eso la proporcionaba mayor poder sobre hombres como Jackson Davion y Simon Gallagher, mucho mejor.

 

Davion hizo una pausa para esperar a que Gallagher se fuera. – Si el ejercito del Condominio se esta preparando para atacarnos, Alteza, estamos en una muy pobre situación para hacerles frente–.
Katrina busco su mirada al mismo tiempo, sosteniéndola. Hizo un único gesto de asentimiento. – Dé los pasos necesarios que crea conveniente Jackson. Tiene mi completa confianza –.
Él se envaró, haciendo una reverencia con la cintura y salió de la oficina.

 

– Asegúrate de que Gallagher se mantenga al tanto de sus acciones, – dijo a Dehaver. – Si necesito pasar por encima de Jackson por alguna razón, mi ‘campeón’ es aun la mejor forma de hacerlo –.
– Por supuesto Alteza. – Dehaver se levantó, andando hacia la silla vacía, y recostándose confortablemente contra su tapizado de marfil y oro. Si no fuese por sus ojos sin alma, su pelo rojo y sus rasgos juveniles, habría parecido completamente inofensivo. – Sabéis que tiene razón. La Marca Draconis no esta preparada para un asalto–.

 

Por supuesto Katrina sabia eso. Con todos los estallidos y rebeliones, la Marca Draconis, controlada por el Duque James Sandoval, estaba en la peor situación posible. Todo a causa de que Tancred Sandoval, el hijo del Duque, era partidario de Víctor, y había puesto toda la Marca patas arriba para oponerse a su padre. El duque había tenido que dividir su tiempo y sus fuerzas entre su perenne odio hacia el Condominio Draconis, su cuidadoso y limitado apoyo a Katrina, y la nueva amenaza proveniente de su propia carne y sangre. – Supongo, que todavía es cauteloso acerca del uso de la fuerza para eliminar a Tancred Sandoval. ¿Verdad? –

– A pesar de la actual enemistad política entre padre e hijo, la familia Sandoval todavía controla uno de los pilares de la Federación de Soles. El historial del Duque sugiere que podría volverse contra vos si por un instante creyese que habías dañado directamente a su familia o a su gente. Por ahora, mientras se enfrenta con Tancred, niega a Víctor cualquier camino fácil a través de la Marca Draconis-.

 

Recogiendo su largo pelo con ambas manos, Katrina lo ato con un improvisado nudo que lo dejo a la altura de sus hombros. Dehaver era uno de los pocos hombres que no se veían afectados por su belleza o su presencia. Con él, podía sentirse confortable. 
– Quizás los asaltos del Clan puedan distraer a mi hermano de la misma manera. Él nunca ha dejado pasar la oportunidad de ir por ellos –.

 

Dehaver dejo que el comentario quedase suspendido sin contestación durante un momento. Después, respondió. – Vuestra sugerencia acerca de encontrar otra zarpa de gato que pudiese distraer a los Halcones, Alteza. ¿Teníais a alguien en especial en mente? – Katrina se tranquilizo a sí misma, guardándose de cualquier gesto nervioso o emoción fugaz. – ¿Qué crees tú Richard? –
Él se encogió de hombros, frotándose las manos. – Mirando objetivamente la situación, la amenaza más obvia para los Halcones de Jade es, hoy por hoy, el Clan de los Lobos–.

– Eso parece, – se mostró cautelosamente de acuerdo Katrina, esperando algo más. Dio un golpecito sobre el suave brazo tallado de su silla con una mano, fingiendo una interés casual que no sentía. No estaba por la labor de mencionar su relación extraoficial con Vladimir Ward, Khan del ‘otro’ Clan de los Lobos.

 

Ciertamente, la tentación estaba allí. Si Vlad atacaba la retaguardia de los Halcones mientras ella llevaba a cabo un contraataque desde el espacio lirano, podrían dividir la zona de ocupación y librar a la Esfera Interior de otro invasor. Y si no fuese por su problemático hermano, quien parecía seguir viviendo a pesar de sus mejores esfuerzos, Katrina podría haber invertido personalmente parte de su tiempo y esfuerzo para arreglar esa clase de empresa.

 

Pero siempre parecía volver al mismo tema. Si no fuese por Víctor.... Después de un año de resistencia, estaba empezando a arrepentirse de no haber lanzado al asesino en su contra en lugar de contra su preciosa Omi. El ataque sobre Omi, un intento de romper el espíritu de Víctor, para castigarle por oponerse a su ascenso como Primer Señor de la Liga Estelar, había fallado en Mogyorod. Peor aun, le había costado veinticinco millones de kroners, la mitad del dinero pagado por adelantado, sin nada a cambio.

 

Sintiendo un ataque de mal humor, ajusto su mascara e hizo un gesto con la mano a Dehaver para que se retirara. Lo que ella quería ahora era disfrutar de un vaso de vino y de su cálido fuego mientras hacia planes para la conferencia de la Liga Estelar que tendría lugar en Noviembre. En esta ocasión, nada podría apartarla de alcanzar el cargo de Primer Señor.
Algo largamente soñado, su padre le había dicho una vez. Eso había sido antes de la Guerra del 3039, mas o menos mientras todavía estaba planeando su triunfo sobre el Condominio Draconis. Él había fallado en eso, y Katrina nunca lo olvidaría. Soñar no era suficiente. Planear. Manipular. ¡Actuar! Ella estaba totalmente dispuesta a triunfar donde su padre había fallado, logrando la posición que él solo se había atrevido a soñar. Primer Señor de la Liga Estelar.
Y una vez que la tuviera, nunca la dejaría marchar.

 

– Hay otra cosa, – dijo Dehaver interrumpiendo sus meditaciones. Estaba de pie ahora. – Un hombre llamado Reg Starling –.

 

Katrina perdió la compostura durante el intervalo de un milisegundo, pero supo que Dehaver había visto ese breve descuido. Había estado observándola, buscándolo, tejiendo las palabras como si fueran una trampa. Reg Starling era un nombre que ella conocía suficientemente bien. Era la identidad adoptada por Sven Newmark, un hombre que la había ayudado anteriormente con ciertos ‘asuntos de negocios’.

 

– Reg Starling está muerto, – dijo ella. Suicidio, de acuerdo con el informe oficial, el cual había estudiado atentamente en cuando el Cuerpo de Inteligencia Lirano se lo trajo finalmente.
– El hecho de que conozcáis eso, Alteza, le da aun mayor importancia al nombre de la que yo hubiese pensado jamás. ¿Puedo recomendaros que, en lo sucesivo, nunca reconozcáis ese nombre fuera de esta habitación? –

 

Ella ladeó su cabeza hacia su lado, a la vez curiosa y cauta. – ¿Por qué debiera? –

– Cuando alguien os presente su ultima serie de pinturas, lo mejor sería descartarla como una novedad indigna de vuestra posición –.
– ¿Nueva serie? – Katrina odiaba la forma que tenía Dehaver de adentrarse en una conversación. – Habla claro, Richard –.
– Se llama la serie ‘Princesa Sangrienta’, y me temo que vos sois el sujeto de su estudio, en lo que creo que él llama ‘Política por el cuchillo’. Cada original esta firmado, fechado y verificado después de la fecha de su supuesto suicidio. Estamos investigando esto ahora, pero mi cuestión es ¿Cómo de importante es que ese hombre permanezca muerto? –

 

Katrina capto el énfasis que Dehaver ponía en las fechas y en el ahora cuestionable hecho de la muerte de Starling.

– ¿Por qué Matthew no me ha traído esto? – pregunto haciendo un gesto hacia el sillón que Dehaver acababa de dejar, el que su consejero del CIL debería haber ocupado durante la anterior reunión.
– Le intercepte y le puse a la cabeza de una investigación inmediata, – dijo Dehaver. – A pesar de todo, no creo que quisiera ser él quien tuviera que decíroslo. Así que, a menos que pongáis objeciones, yo coordinare los esfuerzos del CIL con el Ministerio de Inteligencia local –.

 

Un segundo nivel de filtros entre Katrina y la investigación. Pero también un paso mas arriba en la escala de poder para Richard Dehaver. Katrina no dejo de prestar atención a esta implicación. Para nada.

 

– Esta volviéndose rápidamente un consejero indispensable, Richard. O una increíblemente peligrosa amenaza –. Ella dejó que eso se asentara dentro de él durante un momento. – Maneje este asunto como crea oportuno, – ordeno. Después hizo un gesto de despedida final, el cual él fue lo suficientemente elegante para aceptar.

       –Como vos decís, esta bajo mi atención –.