Nota de la autora
Escribí mi primer cuento, «Los juegos», en junio de 1960, y terminé el más reciente, «Giro en el aire», hace una semana. Entre uno y otro, creo que no hubo un solo día en que de algún modo no estuviera persiguiendo —a veces infructuosamente— la escritura de un cuento. Todos los que publiqué en libros, más seis inéditos que escribí en los últimos tiempos, son los que constituyen este volumen.
No quise que siguieran un orden cronológico. Eso, de alguna manera, los cristalizaría como hechos consumados, asignables, cada uno, a una etapa de mi vida. Los cuentos son cuentos, no datos biográficos. Por eso preferí agruparlos según ciertas recurrencias o roces tangenciales y construir con todos ellos una nueva totalidad. Transitoria, como todas las totalidades. Totalidad hasta acá. No sé cuántos de los proyectos o de los apuntes incompletos que fui dejando en el camino voy a concretar; tampoco sé qué ocurrencias o terrores futuros van a devenir en cuentos que hoy ni siquiera concibo. La escritura de ficciones es una aventura, un trabajo de búsqueda cuyo éxito no está garantizado —el trabajo, por otra parte, que más me gusta.
Por las dudas, preferí para el título de este libro el adjetivo «reunidos», y no «completos». No tengo el menor interés en completarme. Incluso —creo— no estaría del todo mal que, si algún día siento que la muerte me pisa los talones, algo en lo novedoso de la circunstancia me lleve a pensar: acá hay una idea buenísima para un cuento. Constituiría una prueba bastante confiable de que sigo viva.
19 de mayo de 2016