Es posible que el colegiado no haya visto bien la jugada. Tiene el silbato en la boca y sopla, indicando el círculo de penalti.

—¡Juro que he golpeado el balón! —grita enseguida Sara, agarrando al árbitro de la chaqueta—. ¿No ha visto que la pelota ha salido rodando fuera? ¡Eso quiere decir que la he tocado!

Los compañeros abrazan a César.

Tomi se desploma de rodillas, con la cabeza entre las manos, destrozado por la desilusión. Mira la copa, que ha dejado de sonreírle.

No es justo. Los Tiburones Azules han vuelto a las andadas.

¡No pueden perder otra final por una nueva trampa!