—¡Lo sabía! —se lamenta el guardameta de los Cebolletas, cogiendo su gorra y tirándola al suelo—. ¡Este estadio está embrujado! ¡Por culpa de Napoleón! Cuando se cruza en mi camino, me pasa de todo…

—¡No me digas que has fallado el blocaje por culpa de Napoleón! —rebate Nico.

—¿Quieres ponerte tú en la portería, empollón? —salta Fidu, furioso.

—¡Calma, chicos! —ordena Tomi, que ha recogido la pelota del fondo de la red—. Sigamos jugando unidos y concentrados, ¿de acuerdo?

Nadie chista. El encuentro se reanuda con un 3 a 3 en el marcador.

Sin el dique de contención que formaba Dani en el centro del campo, Álex vuelve al ataque como al inicio del primer tiempo.

Es él quien echa a correr desde el centro del campo y, sin desviarse, como un tanque, se planta ante Fidu. Cuando el portero sale, cede el balón a un lado y Pedro no tiene ningún problema para marcar a puerta vacía: ¡3-4!

—¡A Fidu le pongo un dos! —exclama Cara de Piña.

—No seas tan severo —intenta disuadirlo Tino.

—Pero ¿por qué me pides que ponga las notas si luego nunca estás de acuerdo? —pregunta Aquiles con algo de resentimiento.

—Tienes razón… —contesta el pequeño periodista, recordando el martillo—. Pon las notas que quieras.

El momento es crítico. Los tambores brasileños tocan a rebato, tratando de cubrir el estruendo de las bocinas.

—¡Ánimo, Cebolletas! ¡Todavía tenéis tiempo para superarlos! —vocifera Elvis, el padre de Becan.

Pavel, el más fresco de todos, logra que le hagan una falta al borde del área. Tomi se dispone a chutar, pero João le pide que le deje intentar a él.

El capitán sabe que el zurdo brasileño dispara saques perfectos a lo Cristiano Ronaldo y le deja hacer. Por desgracia, el tiro de João es potentísimo pero demasiado alto, hasta el punto de que sale del estadio.

Armando se pone pálido de repente:

—¿Has visto adónde ha mandado el balón? ¡Al aparcamiento! Esperemos que no me haya abollado el coche nuevo… —farfulla el padre de Tomi mirando a su mujer.

Faltan cuatro minutos para que acabe el partido. Pavel, después de otro regate perfecto, logra provocar un saque de esquina. Nico levanta el puño imitando un «choque de cebolla»: ¡es el momento de poner en práctica el Plan Flor!

Los Cebolletas se abrazan en el centro del área de penalti, justo delante de la portería de Edu, mientras Nico se dispone a sacar desde el banderín.

—Champignon, dile a tus chicos que la gente se suele abrazar después de haber metido un gol, no antes —comenta Walter en el banquillo, sonriendo.