Dudú, el delantero centro del Real Madrid, es el primero en dar un brinco en las gradas:

—¡Maravilloso! ¡Mejor que Higuaín!

—¡A Tomi le pongo un 10! —decide Aquiles. Esta vez, Tino no le replica.

—Como puedes ver, mis chicos lo han entendido bien: se abrazan también después del gol… —dice Gaston Champignon a Walter, que se ha quedado de piedra.

Los Tiburones Azules tampoco han sabido encajar el gol del empate. Creían que ya habían ganado y ahora ya no les quedan fuerzas para lanzarse otra vez al ataque, a pesar de los ánimos que les da su hinchada.

En cambio, los Cebolletas están que se salen.

João echa a correr por la banda izquierda con el balón pegado a la frente, a lo Foquinha, vira y se dirige hacia el centro, hasta que lo derriba César. ¡Falta!

Nico oye un silbido desde el banquillo, se da la vuelta y ve al míster hacerle un gesto con los puños cerrados, como si apretara las riendas de un caballo.

Entonces recuerda la frase: «A un rey le basta con su caballo para ganar la batalla». Coge el balón y explica a Tomi y João lo que deben hacer.

Es el último minuto de partido. El árbitro silba. Tomi hace un pase lateral a João, que detiene el balón con la suela. Nico llega corriendo y, gracias al toquecito de Tomi, ve el ángulo que no está protegido por la barrera. Dispara con todas sus fuerzas y la pelota acaba al fondo de la red de Edu: ¡5-4!

¡Increíble! ¡Han dado la vuelta al resultado gracias a la falta del caballo! ¡Los tambores estallan de alegría!

El árbitro invita a los Cebolletas a que interrumpan la celebración y regresen a su campo.

—Dos minutos de tiempo añadido y pitaré el final —les dice.

Tomi mira la copa de oro que brilla sobre la mesita que hay al borde del campo y le está sonriendo. Ya la siente suya. No ve la hora de levantarla en dirección a la tribuna, a sus hinchas. A Eva.

—¡No tiremos la toalla! —aúlla Pedro.

—¡Todos arriba! ¡Tú también, Edu, corre! —ordena Walter desde el banquillo.

El portero de los Tiburones Azules atraviesa el campo y se adentra en el área de los Cebolletas para aprovechar su altura y buscar el empate. Es la última jugada.