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Diouff manda al centro del área un nuevo pase impecable.

Pero Pedro se topa una vez más con la barrera de los dos centrales del Dínamo de Móstoles, que lo empujan y se le adelantan.

El excapitán de los Zetas acaba tumbado sobre el círculo de penalti.

—Señor árbitro —protesta Pedro—, ¿no puede decir a estos dos que se tomen una tila en el descanso? Me parece que están algo nerviosos.

—Pero no han cometido falta —explica el colegiado—. El reglamento autoriza los empujones hombro contra hombro. Levántate. Si pitara penalti no podría poner el balón sobre el círculo.

Los dos defensas centrales mostoleños son muy buenos y en este encuentro Pedro no se divierte tanto como en Alcobendas.

Por ese y otros motivos, a pesar del gran trabajo que hacen Diouff e Ígor por las bandas, los Cebozetas no consiguen poner en aprietos al guardameta rival.

—Es inútil seguir bombeando pases al área —protesta Nico desde el banquillo, durante una pausa en el juego—. Es como echar balones a un pozo.

—¿Y qué tendríamos que hacer, según tú? —pregunta Ígor.

—Pedro tendría que salir un poco más del área, a lo mejor le siguen los dos defensores —propone el número 10.

—Pero ¿cómo voy a marcar si me voy justo cuando llega el balón? —salta Pedro.

—Los goles los meterán otros, colándose por los huecos dejados por los defensas —explica Nico.

—Probemos —aprueba Tomi.

El árbitro pita la reanudación del encuentro.

Fidu parece tener su día cuando bloca al vuelo una falta venenosa de Patricio, el capitán del Dínamo.

Los hinchas amarillo-azules aplauden satisfechos la estupenda actuación de sus jugadores.