—El estadio de Wembley estalla de alegría —continúa la chica de las trenzas—. Los jugadores ingleses suben a la tribuna para la entrega de premios. La reina Isabel se dispone a entregar la Copa del Mundo a Bobby Moore, el capitán, que tiene las manos cubiertas de barro y no quiere ensuciar las de la reina. Se las limpia con el paño de terciopelo sobre el que reposa el trofeo, estrecha la mano a la reina Isabel y levanta al cielo la Copa del Mundo.
—Es la única que hemos ganado. Demasiado poco para los inventores del fútbol… —comenta Billy—. ¡Por eso estamos obligados a ganar este Minimundial!
El anfiteatro se llena una vez más de silbidos y gritos, que el pelirrojo trata de acallar agitando los brazos como un poseso.
—¡Un momento, amigos! ¡Ya pensaremos mañana en los partidos! Ahora queremos despediros con un poco de música. ¿Conocéis a los Beatles? Era un grupo de Liverpool que tenía muchísimo éxito en la época de Hurst y de Bobby Moore.
—¡Ahora tocaremos algunas canciones de los Beatles para vosotros! —explica Terry—. Nuestro grupo se llama Los Terribles, una combinación de los nombres Terry y Billy. De hecho, nuestros amigos de Madrid nos llaman así por culpa de nuestras bromas. Nosotros tocamos y vosotros bajáis a la platea a bailar, ¿vale? ¡Si estáis de acuerdo, gritad «yes»!
—Yes! —responde a coro todo el anfiteatro.
Los chavales de los distintos equipos bajan por los escalones y se mezclan en el espacio que queda libre delante del estrado.
Billy se pone a la batería y Terry a los teclados. El altísimo delantero centro inglés y otro chico tocan las guitarras.
La música de Los Terribles, alegre y llena de ritmo, los conquista enseguida a todos.
Nico toma de la mano a Chen y la arrastra hacia la pista de baile, seguida por Elvira y los gemelos.
Tomi está a punto de invitar a Eva, pero se le adelanta Tití, que le pregunta:
—¿Quieres bailar con el pichichi del Minimundial?
La bailarina sonríe y sigue al capitán francés hacia el escenario.
Las gemelas disfrutan con la cara de rabia que se le ha puesto a Tomi.
—Mejor así —comenta Sara—. Pronto jugaremos contra Francia. Estoy segura de que el capitán marcará tres goles por lo menos… ¡Cuanto más se enfada más marca!