El popular

Un número reciente de la revista Veja mostraba unas fotografías sensacionales de las (como diría un inglés) "incomodidades" en Irlanda del Norte. Todas eran como para ser premiadas, pero hubo una en particular que me impresionó especialmente. En ella se veía la versión irlandesa del Popular.

Se trata de una figura que siempre me ha intrigado. La foto de Veja muestra a un soldado inglés acostado en la acera, protegido por la esquina de un edificio, el rostro tapado por una máscara de gas, apuntándole a un franco-tirador local. Detrás suyo, agachados, bajo el vano de una puerta, dos o tres de sus compañeros, también en plena parafernalia guerrera, esperan tensamente para entrar en el tiroteo. Hay humo por todas partes, un clima de miedo y drama. Pero al lado del soldado que dispara, en primer plano, está el Popular. De pie, mirando con algún interés cuanto sucede, con las manos en los bolsillos y un paquete debajo del brazo. El popular fue al almacén y de regreso, se detuvo para ver la guerra.

Siempre pensé que el Popular fuese una figura exclusivamente brasilera. En nuestras incomodidades políticas, en la época en la que en Brasil todavía había política, el Popular no se perdía una. Los periódicos mostraban tanques en Cinelandia protegidos por soldados con bayonetas y allá estaba el Popular, con un paquete debajo del brazo, examinando las correas de uno de los tanques. ¿Disturbios en la avenida? Corría policía, corría manifestante, corría todo el mundo, menos el Popular. El Popular miraba. Llegué a imaginar, cierta vez, una serie de dibujos en los que el Popular aparecería asistiendo al Descubrimiento de Brasil, a la Primera Misa, a

la Declaración de Independencia, a la Proclamación de la República... Siempre con un paquete debajo del brazo. Y con camisa sport clara por fuera de los pantalones (el Popular irlandés viste traje y sobretodo para el frío, el Popular tropical es mucho más Popular).

No se debe confundir al Popular con Transeúnte, también conocido como Pasante. El Transeúnte o Pasante a veces puede recibir una bala perdida, el Popular nunca. El Transeúnte a veces va preso por equivocación, el Popular es el que se queda viendo cómo se lo llevan. El Transeúnte, usualmente, se compromete con los acontecimientos. Aplaude el visitante ilustre que pasa, por ejemplo. El Popular mete las manos en los bolsillos y casi siempre le presta más atención a la motocicleta de los guardaespaldas que a la figura ilustre. El Transeúnte puede entusiasmarse momentáneamente con la frase de algún comité o con un drama callejero; es entonces cuando el Popular se queda mirando al Transeúnte.

El Popular no tiene opinión sobre las cosas. Cuando la radio o la televisión buscan al Popular con el objetivo de oír la "opinión popular" en la calle, siempre se equivocan. El Popular nunca es el entrevistado; es el sujeto que está detrás del entrevistado, mirando hacia la cámara.

El Popular no se merece ni los méritos ni los insultos que la prensa le atribuye. Alguien que es "socorrido por populares", otro, menos feliz, que es "linchado por populares"... Se equivocan. Donde hay un grupo de populares no está el Popular. El Popular es la anti-multitud. Su única virtud es su singularidad. Un cierto orgullo inconsciente ante la Historia y sus hechos. No es que el Popular desmerezca el poder y las grandes jugadas de la Humanidad, sino que tiene una curiosidad fatal por el detalle superfluo, una fascinación irresistible por lo insignificante. En las revoluciones, lo que atrae al Popular es la postura inusual de un soldado acostado en el piso, el mecanismo de un tanque, los lentes de una cámara.

El Popular es una figura típicamente urbana. No tiene un domicilio confiable. Su hábitat natural es al margen de los acontecimientos. Y—este es su mayor misterio, la clave de su existencia— nadie logró descubrir jamás qué es lo que el Popular lleva en aquel paquete. Y hay más. El día en que atrapen al Popular para develar el misterio, será inútil. Van a equivocarse de nuevo. El verdadero Popular estará detrás del preso, observando todo.