Capítulo 29
El sonido del helicóptero anunció la llegada del departamento del sheriff del condado de Warren. Teniendo en cuenta la extensión de terreno que abarcaba, seguramente el helicóptero permanecía siempre a la espera. El sheriff Crawford agachó la cabeza bajo las aspas y fue hacia Ben y Autumn, pero antes de que pudieran hablar, un helicóptero con el distintivo del FBI en un lateral empezó a descender.
Autumn no se sorprendió al ver que era el mismo Burt Riker quien bajaba y se acercaba a ellos.
—No sabía que vendrías en persona, pero me alegro mucho de verte —le dijo Ben, mientras le estrechaba la mano—. Ginny Purcell está en la casa, junto con otras dos mujeres. Te dije todo lo que sé por teléfono. Eli Beecher tiene a mi hija, y sabes lo que piensa hacer con ella.
—En quince minutos uno de nuestros equipos empezará a subir por la senda. Lo atraparán, Ben. Te la traerán de vuelta.
—Tendrán que parar cuando anochezca, así que aunque lo atrapen, no será a tiempo. Autumn y yo vamos a escalar la ruta de la vertiente este, así podremos llegar a la cabaña antes que él.
Riker miró hacia las montañas que se alzaban en la distancia, y observó el terreno escarpado, los salientes graníticos y las pendientes cubiertas de espesa vegetación.
—Estás metiéndote en un asunto que atañe al FBI, por no hablar del riesgo que vas a correr. Supongo que tendría que impedírtelo, pero no voy a hacerlo.
—Te lo agradezco.
Ya habían comprobado que tenían todo el material necesario y en buen estado. La ruta comenzaba en la base del Angel's Peak, a cierta distancia de la carretera, en el extremo este de la montaña. Irían en coche hasta donde fuera posible, después irían a pie hasta la base en cuanto amaneciera, y entonces iniciarían el ascenso hacia la cima por la ruta que Autumn ya había utilizado antes. Era un ascenso difícil pero no imposible, que combinaba el senderismo con la escalada y que requería más resistencia que destreza.
Las únicas excepciones eran el Pinnacle y una zona aún más dura llamada Devil's Wall, que era un afloramiento granítico. Se trataba de un saliente que bloqueaba el ascenso poco antes de llegar a la parte superior, y era un obstáculo en su camino que tendrían que superar para coronar la cima.
Autumn había escalado el Angel's Peak, pero se había dañado un tobillo en una grieta y también había sufrido varios cortes y rasguños. Se había escapado por los pelos de caer los siete metros que medía la cuerda que su padre estaba asegurando, y sólo cabía esperar que ni Ben ni ella sufrieran una caída seria.
En aquel momento hacía bastante buen tiempo, pero estando tan al norte podía empezar a llover de improviso y la temperatura podía bajar bastante. Ella tenía una chaqueta gruesa en su mochila, y Ben había tenido que rebuscar en el equipamiento de acampada que Eli Beecher tenía en su taller, aunque el hombre se lo había llevado casi todo. Habían encontrado una chaqueta bastante vieja colgada tras la puerta, y aunque le estaba un poco estrecha de los hombros, tendría que bastar.
El taller olía a serrín, y había varios trabajos a medias: un sofá y una silla de pino, y una mesita de café pulida a mano. Por lo que Sarah les había contado, Eli ganaba lo suficiente construyendo muebles para que pudieran vivir sin apuros, aunque sin lujos. Era un trabajo que podía realizar en casa, y le pagaban en metálico. A juzgar por lo que habían visto hasta el momento, sus muebles estaban finamente tallados y eran sólidos, lo que cuadraba con el perfil que Riker había creado: se trataba de un hombre exigente, tanto consigo mismo como con los demás.
Sarah también les había dicho que tanto ella como las dos niñas más pequeñas recibían la educación en casa; al parecer, Rachael les enseñaba lo básico, con la ayuda ocasional de alguna vecina. La familia casi nunca iba al pueblo si no era para ir a la iglesia, y casi nunca tenían invitados. Era obvio que a Eli le gustaba tener a sus mujeres a mano, y bajo su mando.
Estaba oscureciendo y ya era muy tarde para empezar el ascenso, así que Ben y ella habían acordado que pasarían la noche en el coche y se pondrían en marcha antes del amanecer.
A pesar de que Riker se había hecho cargo de la escena del crimen, no protestó cuando Sarah les llevó mantas además de pan con queso. Después de prometerle que más adelante harían una declaración oficial para el FBI, dejaron que las autoridades se ocuparan de las niñas... y de Rachael, que parecía ser la primera esposa de Eli. Tenían que recoger las pruebas del secuestro de dos niñas, y de los abusos sexuales a una menor.
Autumn se recostó en el asiento mientras Ben conducía. El trayecto por la carretera llena de curvas que cruzaba el bosque denso y oscuro se hizo eterno, y finalmente se detuvieron al final de la carretera, en el lugar desde donde iniciarían la subida.
Se acurrucaron juntos como pudieron en el espacio limitado del asiento posterior del coche, y se taparon con las mantas que les había dado Sarah. Los dos dormitaron más o menos, porque estaban demasiado nerviosos y preocupados para poder descansar; sin embargo, el ascenso ya iba a ser lo bastante difícil a la luz del día, y no podían arriesgarse a sufrir algún accidente que les impidiera llegar a la cima. Había demasiado en juego.
En cuanto los primeros tímidos rayos del sol asomaron por el horizonte, se cargaron las mochilas a la espalda y empezaron el trayecto. Iban a ir andando hasta la base mientras aún estaba bastante oscuro, bien pertrechados con dos cuerdas y con todo el equipo que podrían necesitar... arneses, fijaciones, bolsas de magnesio, cascos, y un montón de cosas más que podían serles de utilidad, entre las que se encontraban unos binoculares ligeros de Autumn. Ben llevaba también su pistola, por si Eli Beecher resultaba ser tan peligroso como sus hermanos.
Avanzaron a buen paso por un sendero estrecho medio oculto por la vegetación, y completaron los cuatro kilómetros hasta la base de la montaña en un tiempo récord. El sol había empezado a ascender por encima de los picos situados hacia el este, y la fina línea amarilla de luz no tardó en convertirse en una esfera resplandeciente. El suelo aún estaba húmedo, las rocas resbalaban y las hojas de las plantas estaban cubiertas de rocío, pero como aquella zona aún no era demasiado empinada, consiguieron avanzar sin demasiados problemas.
La montaña, el Angel's Peak, se elevaba hacia el cielo como el antiguo volcán que era en realidad. Como no estaba en las clásicas rutas turísticas, no era un destino demasiado frecuente. Parte del territorio que la rodeaba era terreno protegido, algunas zonas estaban bajo la gestión de la Oficina de Administración de Tierras, y había varios terrenos particulares derivados de derechos de propiedad establecidos a finales de los setenta del siglo diecinueve, relacionados con la búsqueda de oro.
Autumn supuso que la cabaña pertenecía a la última categoría, que se trataba de un lugar donde alguien había esperado encontrar oro y acumular una fortuna, pero la verdadera riqueza residía en el paisaje.
Cuando llegaron a la base y empezaron a ponerse los arneses, se detuvo por un instante para mirar a su alrededor. La luz de la mañana en las montañas creaba un espectáculo increíble, dejaba el horizonte a contraluz y proporcionaba a los monumentales picos un brillo mágico que hacía que parecieran encantados. El paisaje parecía ilimitado y desierto, y la neblina que flotaba a ras del suelo le daba un toque surrealista. Cerca de la cima había un anillo de nubes que rodeaban la montaña, y sólo el punto más elevado escapaba de aquella manta blanca.
Autumn volvió a centrarse en la tarea que tenía entre manos, y se cambió las zapatillas de deporte por los pies de gato. Le había dado a Ben un par que llevaba en el coche y que en su día habían pertenecido a Josh, y le quedaban razonablemente bien.
—¿Estás lista? —le preguntó él, ansioso por iniciar el ascenso.
—Lista.
Ben asintió con expresión decidida. No sabían qué problemas podrían encontrarse a lo largo de la ruta, pero estaban dispuestos a superar cualquier obstáculo que se interpusiera en su camino.
Molly necesitaba a su padre, y no podían permitirse fracasar.