Capítulo 24
Aquella noche, Autumn se había quedado a dormir en el ático de Ben. El colchón mullido y enorme y las sábanas de algodón suaves como la seda contribuían a que la cama fuera increíblemente cómoda, pero a pesar de lo espaciosa que era, los dos dormían en el mismo lado. El cuerpo musculoso de Ben estaba apretado contra ella, y una de sus piernas velludas cubría las suyas.
Autumn inhaló el tenue aroma mezcla de colonia y de hombre, volvió la cabeza hacia él, y se acurrucó un poco más en la almohada. No estaba segura de cómo se las había arreglado para convencerla de que se quedara en su casa cuando habían llegado a la ciudad, pero allí estaba, saciada después de hacer el amor y adormilada.
Sabía que no debería haberse quedado, porque era una estupidez involucrarse tanto con un hombre como Ben, que era un conquistador adinerado que atraía a las mujeres más glamurosas. Por el momento la necesitaba para encontrar a su hija y sus vidas estaban entrelazadas, pero tarde o temprano eso acabaría... fuera como fuese. Se dijo que cuando llegara el momento podría soportarlo, porque siempre había sido una superviviente.
Mientras escuchaba el sonido rítmico de la respiración de Ben, empezaron a pesarle los párpados y se hundió en un sueño profundo. En algún momento de la noche, empezó a soñar.
Frunció el ceño mientras las imágenes iban formándose en su mente, ya que eran diferentes a las que había visto hasta el momento. Incluso la casa era distinta, aunque también podía ver montañas en la distancia. Estaba en la sala de estar. Había un sofá y una silla cubiertos por unos tapetes marrones floreados, una labor de punto de cruz colgada de la pared, y un aparador antiguo en una de las esquinas. Desde allí podía ver el comedor, donde había una mesa de caoba de Duncan Fyfe cubierta con un mantel blanco de ganchillo, con seis sillas a juego.
De repente, empezó a oír unos ruidos, unas voces, aunque no alcanzó a oír lo que decían. Alguien pareció arrastrar un mueble en la planta superior, una lámpara se estrelló contra una pared, y entonces una mujer empezó a gritar aterrada, casi histérica.
Autumn sintió que un escalofrío le recorría la espalda conforme los gritos fueron cobrando más fuerza e intensidad. De repente, vio que estaba en el dormitorio. Dos hombres con pasamontañas se cernían sobre la mujer aterrada que estaba tumbada en la cama. Estaba herida, se aferraba el pecho mientras la sangre manaba de su cuerpo y empapaba las sábanas. Uno de los hombres tenía en la mano un cuchillo de carnicero.
Autumn se retorció en la cama mientras sofocaba un grito. De repente, pensó en Molly, y sintió pánico al pensar que quizás era la joven de la cama, que a lo mejor la estaban atacando. Entonces vio su cara, y se dio cuenta de que tenía los ojos oscuros.
«No es Molly, no es Molly...», y tampoco era una de las mujeres de la casa de sus sueños. Tuvo ganas de llorar de alivio y sintió que las lágrimas empezaban a brotar de sus ojos, pero no se despertó y siguió soñando con la mujer aterrada que estaba siendo atacada. La desconocida soltó otro grito cuando el hombre del cuchillo se acercó a la cama, pero él hundió el arma en su pecho una última vez, alzó el brazo... y se hizo un silencio absoluto.
«¡No...!». Autunin gimió horrorizada mientras los hombres se alejaban de la cama. La mujer, que debía de tener unos veinte años, yacía en la cama con un camisón azul corto, con los ojos abiertos de par en par mirando hacia el techo, y con la boca abierta en un último grito mudo.
Autumn movió la cabeza de un lado a otro, luchó por despertarse.
—No... no...
El corazón le martilleaba en el pecho, y tenía el cuerpo empapado de sudor. Cuando los hombres se volvieron hacía la puerta, no pudo ver sus rostros, pero vio sus sonrisas en los agujeros del pasamontañas que dejaban al descubierto sus bocas.
Autumn abrió los ojos de golpe, y empezó a gritar.
***
—¡Autumn! ¡Autumn! ¡Por el amor de Dios, despierta! —Ben la agarró por los hombros, y empezó a sacudirla con fuerza—. ¡Autumn, sólo es un sueño! ¡Despierta!
Ella se volvió hacia él, se quedó mirándolo por un momento con los ojos desenfocados y llenos de lágrimas, y de repente se abrazó a su cuello con desesperación.
—Dios, Ben... Dios, oh, Dios mío...
A Ben se le encogió el corazón. Estaba aterrada por algo que había soñado... empezaron a temblarle las manos. No quería saber lo que había visto.
—¿Era... era Molly? ¿Le... le ha pasado algo a Molly?
Autumn se apresuró a negar con la cabeza.
—No, no, a Molly no. Oh, Dios... Ben, la han matado. Lo he visto, he visto cómo la mataban con un cuchillo de carnicero.
—Tranquilízate —Ben respiró hondo, y luchó también por controlarse—. Si no era Molly, ¿de quién se trataba? ¿A quién han matado?
—No lo sé, no la había visto en mi vida.
—¿Ha sido el hombre rubio?
—No lo sé. Había dos hombres con pasamontañas, estaban... estaban en otra casa, no era la de Molly, era... era otro lugar.
—Vale, cálmate —Ben intentó aplicarse el consejo a sí mismo—. Respira hondo, y suelta el aire poco a poco —cuando ella obedeció, le preguntó—: ¿Estás mejor?
Autumn se limitó a asentir.
—Muy bien. Ahora quiero que me cuentes lo que pasaba en el sueño —deseó tener la grabadora, pero la que había comprado estaba en casa de Autumn.
—La apuñalaron —Autumn apretó los labios y cerró los ojos con fuerza, pero las lágrimas escaparon de todas formas—. Me parece que fueron dos puñaladas —abrió los ojos para mirarlo, y añadió—: Estaban... estaban sonriendo. La asesinaron, y se fueron sonriendo.
Ben la apretó con fuerza contra su cuerpo, y siguió abrazándola hasta que dejó de temblar. Le apartó el pelo de la cara, y le dijo:
—Puede que sólo haya sido un sueño. No conoces a la mujer, y la casa era distinta. A lo mejor no tiene nada que ver con Molly, ni con los otros sueños.
—He visto montañas... por la ventana de la sala de estar. No era la casa donde vive Molly, pero creo que era cerca.
Ben agarró su bata de los pies de la cama, y le cubrió los hombros desnudos con ella.
—Empieza desde el principio. Tómatelo con mucha calma.
Durante varios minutos, escuchó pacientemente su descripción del brutal asesinato de una mujer indefensa a manos de dos hombres. Se preguntó si el hecho de que la mujer fuera rubia y de que hubiera montañas era sólo una coincidencia, y aunque rezó para que fuera así, para que aquello no tuviera nada que ver con la búsqueda de Molly, fue incapaz de convencerse a sí mismo.
Sabían que les resultaría imposible dormir, y como él quería tomar notas y ponerlo todo por escrito cuanto antes, fueron a la cocina. Autumn seguía llevando su bata, que arrastraba por el suelo y parecía engullir su cuerpo menudo.
Ben intentó aclararse las ideas y permanecer centrado. Los sueños de Autumn parecían abarcar tanto el pasado como el presente... y en el caso del accidente de sus amigos del instituto, también el futuro. Si se había cometido un asesinato, la historia aparecería en los periódicos tarde o temprano.
Se sentaron en la mesa de la cocina y empezó a anotar con celo todo lo que Autumn fue diciéndole, añadió la fecha y la hora del sueño, y toda la información que ella fue dándole. No tenían demasiados datos. El hecho de que aquel sueño pudiera repetirse una y otra vez como los demás era una preocupación añadida, ya que no quería que ella tuviera que pasar por aquello noche tras noche.
Se acostaron exhaustos cuando el sol empezaba a alcanzar las montañas del este de la ciudad. No tenían forma de saber si el sueño era real, y aunque fuera así, no podían hacer nada al respecto.
Era domingo, y Ben había planeado ir al cine con Katie aquella tarde. Esperaba poder convencer a Autumn de que fuera con ellos... elegiría una comedia romántica, algo que no tuviera la más mínima semejanza con el horror que ella había presenciado aquella noche.
La abrazó hasta que se quedó dormida, y entonces intentó conciliar el sueño y no pensar en asesinatos de jóvenes rubias, y en lo que eso podía significar para la pequeña a la que había perdido.
***
Durmieron hasta mediodía. Ben preparó café mientras Autumn se duchaba, y le llevó una taza cuando estaba secándose. Como aún tenía la bolsa de viaje que había llevado a Sandpoint, se puso los vaqueros y una blusa azul de manga corta limpia.
A pesar de que había dormido más horas que de costumbre, se sentía débil y cansada. Intentó no pensar en la pesadilla que había tenido, pero no dejaba de atormentarla. En cuanto Ben apareció con el periódico, lo hojeó página a página para ver si se mencionaba el asesinato de una mujer.
—No hay nada, a lo mejor aún no ha pasado —le dijo al fin.
—Puede que no llegue a pasar, a lo mejor has tenido la pesadilla por culpa del estrés. A veces, los sueños sirven para poder lidiar con los problemas cotidianos.
—No creo que ver un asesinato me quite estrés, Ben.
—No he querido decir eso.
—Sí, ya lo sé —admitió ella, con un suspiro—. Si no vuelvo a soñar con lo mismo, admitiré que puede haber sido cosa de mi imaginación.
—Esperemos que sea así —se acercó parte del periódico por encima de la mesa de la cocina para poder leer también, y buscó la cartelera de cine—. Esta tarde voy a llevar a Katie al cine, y quiero que vengas con nosotros.
—Hoy no, Ben.
Él la tomó de la mano, y le dijo:
—Has pasado una noche difícil, cielo. Necesitas entretenerte, dejar de preocuparte durante un rato. Iremos a ver una comedia, algo divertido que te quite la pesadilla de la cabeza.
—Necesito un poco de tiempo para mí misma, tú vete al cine con Katie. Necesito ir a mi casa, ser yo misma.
—Voy a quedarme a dormir contigo esta noche... por si vuelves a soñar con el asesinato.
—Tengo tu grabadora, la usaré si hace falta. Espero que sólo sea una cosa puntual, que no tenga nada que ver con la realidad.
—Yo también lo espero —Ben se levantó, se acercó a ella, y posó las manos sobre sus hombros—.Te llamaré después para ver cómo estás, ¿de acuerdo?
—Vale.
—Te llevaré a tu casa cuando saque el coche.
Autumn se mordió el labio. Se sentía inquieta, y estaba muy tensa.
—Prefiero ir andando, necesito un poco de aire fresco.
A juzgar por su expresión, a Ben no le hizo ninguna gracia, pero no intentó presionarla. Autumn fue al dormitorio a por su bolsa de viaje, y recogió también su bolso.
—Ya hablaremos —le dijo, mientras iba hacia la puerta.
Ben se acercó a ella, hizo que se volviera para poder abrazarla, y le dio un beso rápido.
—Intenta descansar, te llamaré.
Al verlo allí, alto y moreno, y tan guapo que le dolía el corazón sólo con mirarlo, se dio cuenta de que ya estaba más que medio enamorada de él, y sintió pánico.
No podía dejar que sus sentimientos se profundizaran aún más, tenía que poner fin a lo que se suponía que era una aventura breve y pasajera.
Mientras caminaba por la acera camino de su casa, se frotó los brazos con las manos, y se dio cuenta de que ya le echaba de menos a pesar de que sólo hacía veinte minutos que se había despedido de él.
***
Deambuló sin rumbo durante un rato, y después fue al mercado de Pike Street y compró pescado para la cena, varias verduras, y un ramo de flores amarillas. Llegó a casa cargada y dejó la bolsa de viaje y las de la compra junto a la puerta principal, y cuando empezó a buscar las llaves en el bolso se dio cuenta de que su teléfono estaba sonando.
Para cuando consiguió abrir la puerta, la llamada ya se había cortado, pero al cabo de un instante empezó a sonarle el móvil. Lo sacó del bolso, y lo abrió de inmediato.
—Enciende la tele, date prisa —le dijo Ben.
Con el teléfono en la mano, fue corriendo a por el mando y le dio al botón de encendido.
—¿Qué canal?
—La CBS. Han interrumpido la programación para dar una noticia de última hora, acabo de verla. Voy de camino.
Ben colgó, y Autumn centró toda su atención en la tele. En cuanto vio la casa y las montañas en la distancia, supo de qué noticia se trataba. Le flaquearon las rodillas, y se desplomó en el sofá.
—Esta mañana, se ha encontrado el cuerpo sin vida de una joven en el dormitorio de su casa de Ash Grove, Washington —la cámara enfocó una casa que había a cierta distancia del reportero—. La víctima fue atacada brutalmente alrededor de la medianoche, y tras realizar un valiente esfuerzo por defenderse de su atacante, murió a causa de múltiples puñaladas. No se ha facilitado su nombre, pero las autoridades han confirmado que su esposo, un agente de seguros, estaba fuera de viaje de negocios cuando se produjo el asesinato. Aún no se ha realizado ninguna detención, y tampoco se conocen los posibles motivos del crimen.
Autumn luchó por recuperar el aliento y calmar los latidos frenéticos de su corazón, pero la cabeza aún le daba vueltas cuando Ben empezó a aporrear la puerta.
—¡Autumn! ¡Autumn, ábreme!
Sus ojos se llenaron de lágrimas en cuanto abrió la puerta y lo vio, y él la abrazó con fuerza.
—Dios, Ben...
—Tranquila, cielo. Tranquila.
Autumn se aferró a su cuello. Movió la cabeza, pero tenía la garganta demasiado constreñida para hablar. Ben la llevó en brazos hasta el sofá, se sentó, y la acunó en su regazo. Durante largo rato, se limitó a abrazarla.
—Tranquila —le dijo, mientras le apartaba el pelo de la cara—. Todo va a salir bien.
Autumn fue incapaz de creer en sus palabras. Su vida llevaba semanas desequilibrada, desde que había empezado a tener los sueños.
—Quería que sólo fuera un sueño —le dijo, con voz temblorosa.
—Ya lo sé, cielo —Ben apretó la mejilla contra la suya, y finalmente se apartó un poco para mirarla a la cara—. Tenemos que decírselo a Doug Watkins. Las autoridades creen que sólo había un hombre, tenemos que avisarlos de que eran dos.
—Acabarán descubriéndolo, seguro que hay algún rastro. A lo mejor ya lo saben.
—Tú estuviste allí y viste lo que pasó, es posible que puedas darles algún dato que los ayude a atrapar a los asesinos.
Autumn tragó con dificultad para intentar deshacer el nudo que le obstruía la garganta.
—Tienes razón, pero es que... —cerró los ojos, y se apoyó contra él—. Es horrible saber que fue real.
—Ya lo sé. Maldita sea, ojalá supiéramos por qué soñaste con eso.
—No tiene sentido, ¿por qué he soñado con algo así... algo tan diferente? —levantó la cabeza de su hombro, y lo miró a la cara—. Tenemos que ir a Ash Grave. Todos los sueños han tenido alguna conexión hasta ahora... a lo mejor el secuestrador es uno de los asesinos, puede que viva en la zona. Tenemos que enseñarle el retrato a la policía local, para ver si lo reconocen.
Ben la levantó de su regazo, y la sentó a su lado en el sofá.
—Voy a llamar a Doug, a ver si podemos vernos en comisaría. ¿Crees que podrás soportarlo?
—¿Acaso tengo elección?
—Sólo quiero que recuerdes que no voy a dejarte sola. Estamos juntos en esto.
Autumn se aferró a aquellas palabras mientras iban hacia la puerta.
***
El inspector Watkins ya los estaba esperando cuando llegaron a comisaría. Sin mediar palabra, los condujo por el pasillo hacia la sala que Autumn llamaba para sus adentros «la habitación de Ansel Adams».
Ben no se molestó en disculparse por llamar a Watkins en uno de sus días libres, y le dijo sin preámbulos:
—Supongo que te has enterado de la noticia.
—¿La del asesinato? Claro que me he enterado, ha salido en todos los canales —miró a Autumn, y le dijo—: No me digas que tienes información sobre ese tema.
—Anoche soñó con lo que pasó, vio cómo mataban a la mujer —le explicó Ben.
Watkins se pasó una mano por la calva.
—Necesito una taza de café. ¿Queréis una?
—No, gracias.
—A mí me iría bien un vaso de agua —comentó Autumn.
Watkins salió de la habitación, y regresó al cabo de unos minutos con una botella de agua y con un café en un vaso de plástico.
—De acuerdo, empezad por el principio —se sentó frente a ellos, y añadió—: ¿A qué hora tuviste el sueño?
—A eso de las dos, es la hora en que suelo tenerlos.
—Así que el asesinato ya se había cometido.
—Eso parece. No sabía si lo que estaba viendo iba a suceder o ya había pasado, pero esperaba que sólo fuera una pesadilla sin base real.
—Pues no lo era —comentó Watkins, con un suspiro.
Autumn no contestó.
Ben le pasó al inspector las notas que había tomado, y le dijo:
—Esto es lo que Autumn me dijo al despertarse, lo anoté con tanta exactitud como pude. Era imposible que supiera todo esto a aquella hora.
Cuando tomó un trago de café, Watkins hizo una mueca a causa de lo amargo que estaba.
—Vale, vamos paso a paso —agarró las notas, pero no las leyó—. Cuéntame lo que viste en tu sueño.
Autumn respiró hondo para intentar tranquilizarse, y empezó a describir el horrible crimen. Intentó permanecer objetiva, ajena al dolor de la mujer, pero era imposible. Tomó la botella de agua, pero no pudo quitarle el tapón a causa de lo mucho que le temblaban las manos. Ben lo hizo por ella, y tomó agradecida un largo trago.
—Ya está. No les vi la cara ni alcancé a ver el color de sus ojos, pero me acuerdo de que sonreían al salir del dormitorio.
—¿Estás segura de eso? —le preguntó Watkins, ceñudo.
—Sí. Vi sus bocas por los agujeros de los pasamontañas, me acuerdo de que me sentí... enferma.
—Me lo imagino —el inspector había estado tomando notas, pero volvió a agarrar las de Ben—. Necesito una copia de éstas.
—Como quieras —le dijo él.
Watkins se fue con las notas, y regresó al cabo de unos minutos.
—No sé qué decir ni qué pensar, así que me limitaré a hacer todo lo que pueda.
—Vamos a ir a ese pueblo —le dijo Ben.
—Ni hablar, ni se os ocurra. No podéis interferir con una investigación policial.
—Vamos a ir, a menos que pienses encerrarnos. Esto tiene alguna conexión con Molly y con la niña de Idaho... por cierto, Laura Purcell reconoció al hombre del retrato. Al parecer, fue al lago con su grupo de niñas exploradoras, y el tipo estaba acampando cerca de ellas.
—Todo esto es una locura.
—De momento, todo lo que nos ha dicho Autumn se ha confirmado.
—Sí, pero seguimos sin tener ni idea de dónde puede estar ese malnacido.
—Está en las montañas que hay cerca de Ash Grove, puede que incluso viva en el mismo pueblo —dijo Autumn—. Este sueño tiene que tener alguna relación con los demás.
—Es posible que el hombre rubio fuera uno de los asesinos —apostilló Ben.
—Y si resulta que lo es, y vosotros vais y os metéis en medio de una investigación...
—No haremos nada que pueda hacer peligrar el caso. Sólo queremos echar un vistazo y hacer unas cuantas preguntas.
—De acuerdo, pero será mejor que vayáis con cuidado. Estamos hablando de un asesinato, y puede que a alguien de allí no le haga gracia que aparezcáis con un montón de preguntas.
***
Empezaron a planear el viaje de inmediato.
—Seguramente tendremos que estar fuera un par de días por lo menos, ¿puedes arreglártelas?
—Llamaré a Josh para pedirle que se encargue de mis clases. Las particulares me las pagan bastante bien, así que estará encantado de tener un dinero extra.
—No había pensado en eso. Si pierdes dinero por ayudarme, te abonaré...
—No quiero tu dinero, Ben.
Por un momento, pensó que él iba a insistir, pero al final permaneció callado; al parecer, estaba empezando a entenderla. Ella era muy independiente y quería seguir siéndolo, pero a Ben no parecía importarle. De todos los hombres con los que había salido, él era el único que dejaba que fuera ella misma. Steven Elliot había querido convertirla en su mujer ideal. A Luke Noland sólo le había interesado su faceta de escaladora, y Ronnie Hillson sólo buscaba sexo.
—¿Se molestó Katie porque tuviste que cancelar la salida al cine?
—Le dije que había surgido un imprevisto importante, y que la compensaría entre semana. Como no me pierdo casi ninguna de nuestras citas, no le importó.
Fueron a sus respectivas casas a preparar bolsas de viaje con cosas para varios días, y Ben pasó a recogerla con el cuatro por cuatro.
—Nos irá mejor si las carreteras se ponen difíciles, y llama menos la atención —le dijo.
Autumn pensó que, teniendo en cuenta que estaban metidos en un asunto relacionado con secuestros de menores y asesinatos, cuanto menos llamaran la atención, mejor.