15 Los amantes de la playa

 

Todas las noches de su vida, Seleine y Bayir acudieron a su cita en la orilla.

Todas las noches, sin faltar a ninguna, hablaban, se amaban, jugaban, se contaban mil y una historias, reían y, antes de que amaneciera, se separaban para esperar el paso de las horas que faltaban hasta su nuevo encuentro.

A veces, Seleine acompañaba a Bayir al fondo del mar.

Más tarde, él la conducía a su eterna orilla, su casa.

Nadie lo supo jamás.

Nadie entendió por qué la princesa no se casaba con ninguno de sus pretendientes, ni tampoco por qué se pasaba las mañanas durmiendo, agotada. Pronto se empezó a decir que estaba enferma y necesitaba descansar más que los demás. Eso terminó con el problema.

Con el paso de los años, Seleine se hizo todavía más bella.

Con el paso del tiempo, Bayir llegó a ser el emperador de los mares que envolvían el arrecife.

No hubo amantes más risueños.

Siempre hermosos el uno para el otro.

Siempre felices, aunque ella fuera envejeciendo y él perdiendo sus colores.

Un día, cien años después, los encontraron en la orilla, abrazados, unidos para la eternidad. Tanto y con tanta fuerza, que no pudieron separarlos.

Solo así empezó a conocerse su historia.

La historia de la princesa y el rey pez.

Desde entonces, en todas las playas del mundo, se sabe que los peces nadan hasta la orilla para buscar el amor y que las personas caminan hasta la playa para entregarse a él.

Desde entonces, todo amor es posible.

Dicen que fue una leyenda.

Pero toda leyenda tiene su parte de verdad.

Por eso en las orillas de esas playas, donde la tierra y el mar se unen bajo el cielo, el amor es vida más allá de todo.

 

Jordi Sierra i Fabra (Siosi Tusitala)

Salamumu y Falealupo (Samoa),
 14 y 17 de octubre de 2002

Barcelona (España), 8 de noviembre de 2002

Isla Plana (España), agosto de 2011