14. Noche en vela
Sentada sobre la cama de Lucy, Debby le tomaba la mano y se la acariciaba. Con voz suave comentó:
—Parece que está dormida.
Matt la miró apenado, sin decir nada, y ella añadió:
—Sé que mi tía ha dicho que está en trance, pero prefiero pensar que está dormida, como en el internado, y que en cualquier momento va a abrir los ojos y me va a decir que llegamos tarde a clase.
Una lágrima se deslizó por su mejilla, y Matt se levantó y se acercó a ella, sentándose a los pies de la cama. Le tomó de la mano y le dijo:
—Se pondrá bien, ya has oído a tu tía. Ella y mi padre siguen buscando ese libro.
—¿Y si no lo encuentran?
—Tienen que hacerlo. Confía en ellos.
Debby asintió y se secó las lágrimas con el pañuelo que Matt le ofrecía. Se oyó un golpe quedo en la puerta, y la señora Brotter apareció acompañada de una de las doncellas, portando las bandejas con la cena.
—No tengo hambre —se apresuró a decir Debby.
—Tampoco la tenía al mediodía, así que me temo que ya no se lo acepto. La señora Kers les ha preparado un poco de sopa y unos sándwiches. Por favor, Matthew, encárgate de que coma algo.
—Por supuesto, señora Brotter.
—Después vendrá una de las doncellas a recoger las bandejas. Yo debo asegurarme de que el cuarto de invitados esté preparado para usted.
—Oh, no es necesario. Me quedaré aquí, con Debby. lady Angélica ha dicho que no la dejemos sola.
—Efectivamente, y eso es lo que hará la señorita Débora. Pero, por mucho que las circunstancias sean difíciles, no permitiré que un caballero pase la noche en la habitación de una señorita.
Matt hizo ademán de protestar, pero Debby le hizo un gesto de que permaneciera en silencio. Cuando les dejaron solos, le comentó:
—Te agradezco que quieras quedarte conmigo, pero será mejor que no la contrariemos.
—De acuerdo, pero si pasa cualquier cosa, por mínima que sea, quiero que vengas a buscarme.
—¡Una jovencita yendo de noche a la habitación de un caballero! —contestó Debby imitando a la señora Brotter.
Ambos rieron, y Debby miró hacia Lucy mientras le decía:
—Esta mañana estuve hablando con ella, antes de que tuviera el ataque. Volvía a ser la de siempre, mi mejor amiga, y le conté que me había quedado dormida en el establo, contigo.
—¿Y le pareció bien?
—No es que hayáis tenido muy buen comienzo, pero dijo que eres muy guapo, y que pareces simpático, cuando no discutes con ella, claro.
—Lucy me cae mejor por momentos.
—Me hubiera gustado que la conocieras en el internado, cuando era ella misma, no esa maldita hechicera.
Una lágrima se dejó caer de nuevo por su mejilla y Matt se levantó de nuevo para abrazarla mientras le decía:
—Conoceré a esa Lucy de la que tanto me hablas y seguro que nos llevaremos muy bien.
Debby no contestó pero apoyó la cabeza en el pecho de Matt y, durante unos segundos, dejó que el latir de su corazón la relajara. Después se separó y Matt le insistió:
—Ahora tienes que comer algo.
—Está bien, probaré la sopa, pero solo porque no quiero que te lleves la reprimenda de la señora Brotter.
Matt le sonrió y cenaron algo, sin dejar de mirar a Lucy ni un momento. Media hora más tarde, una doncella apareció para llevarse la bandeja. Debby se sentó junto a Matt, y apoyó de nuevo la cabeza en él. Este comentó:
—Duerme un poco, si quieres. Aún queda rato para que la señora Brotter venga a buscarme.
—No tengo sueño.
—Pero tienes que intentarlo… Te explicaré algo de mi apasionante vida y así conseguiré que te duermas como anoche.
—¡Qué gracioso!
Sin embargo, era cierto que la voz de Matt le resultaba relajante, y durante varios minutos se dejó vencer por el sueño.
Cuando la señora Brotter entró y la vio tan relajada en brazos de aquel chico, estuvo tentada de dejarles pasar la noche así, pero su educación antigua y un mismo proceder a lo largo de tantas décadas se lo impedían, por lo que con voz suave comentó:
—Matthew, ya tienes tu habitación preparada. Señorita Débora, ¿quiere que me quede con usted?
—No será necesario, muchas gracias. ¿Y mi tía?
—Sigue en la biblioteca, le he llevado allí la cena junto con tu padre, Matthew. Espero que luego intenten dormir un poco.
—Bien, hasta mañana, entonces.
Ignorando la mirada de la señora Brotter, Matt no pudo dejar de besar cariñosamente a Debby en la mejilla mientras le decía:
—Llámame si necesitas cualquier cosa.
Debby les observó irse, cerró la puerta con llave y se recostó en el sillón. Desde allí miró de nuevo a su amiga y con voz suave le dijo:
—Estoy contigo, Lucy. Quédate tú conmigo.