10. El Círculo de las sombras
Jimmy dio un último sorbo al café, sin poder concentrarse en nada más que en lo que estaría pasando con Lucy en aquellos momentos. Por la noche, la infusión que le había dado Huck había funcionado y había conseguido un sueño largo y profundo, pero en cuánto el despertador había sonado, la angustia había vuelto a adueñarse de él.
Chris le miró y comentó:
—No te preocupes, seguro que Huck encuentra la manera de arreglarlo. Siempre lo hace.
—Gracias por la confianza, amigo, veo que hoy te has levantado más positivo que de costumbre.
Chris enrojeció al ver a Huck aparecer por la puerta. Iba vestido igual que el día en que Jimmy le había conocido, todo de cuero negro, con el cabello aún mojado cayendo sobre sus facciones, más endurecidas que de costumbre, y con una expresión que ninguno de sus dos amigos supo interpretar. Huck se sirvió un café, pero antes de que pudiera probarlo, el ruido inconfundible de una Harley se acercó estruendosamente a la casa.
—Mi padre está aquí. Será mejor que salgamos a recibirle.
Al oírlo, el resto de los chicos de la Hermandad que estaban desayunando se las ingeniaron para salir rápidamente de allí y huir a sus habitaciones. Chris espetó:
—Parece que no soy el único que se ha leído eso de que los brujos paranoicos viven más tiempo…
—¿Tú también quieres salir corriendo? Estás a tiempo… —se burló Huck.
—No, será un placer salir a saludar a tu padre mientras rezo para no hacer nada que le cabree.
Jimmy les miraba extrañado, y no pudo evitar preguntar:
—¿Tu padre ha venido en una Harley?
—Supongo que no esperabas que viniera en una escoba o apareciera en mitad de la nada, ¿no? Ya tenemos bastante fama de raritos en el campus…
—Sí, y en tu caso también de rompecorazones… —apostilló Chris.
Huck le fulminó con la mirada, pero el timbre de la puerta le hizo desistir de continuar discutiendo. Su padre no era un hombre al que le gustara que le hicieran esperar.
Cuando abrió la puerta, Jimmy y Chris no pudieron evitar dar un paso atrás involuntariamente. El padre de Huck era una versión endurecida de él. Era alto, corpulento, y también vestía de riguroso cuero negro, pero sus ojos eran diferentes. Eran duros, así como la expresión que mantenía en el rostro mientras tendía la mano a su hijo y le saludaba diciendo:
—Hola, Huck. Espero que esto sea importante.
—No te hubiera llamado si no lo fuera, yo tampoco tengo tiempo de reuniones familiares —repuso su hijo con sequedad. Después añadió—: Te presento a mis amigos, Jimmy y Chris. Chicos, os presento a mi padre, Lucius.
—¿Amigos? En mis tiempos a los miembros de la Hermandad se les decía simplemente hermanos. La amistad puede ser muy peligrosa entre brujos.
Huck no contestó, y sus amigos volvieron a echarse atrás involuntariamente. Su padre añadió:
—Dejémonos de consideraciones sociales. Cuéntame que está pasando.
—Acompáñanos al desván, allí podremos hablar más tranquilamente —se limitó a responder Huck.
Su padre asintió y pasó por delante de ellos, con paso firme y semblante severo, seguido con Jimmy, demasiado preocupado por Lucy como para asustarse de aquel brujo.
Huck y Chris se quedaron rezagados, y este último le musitó al oído:
—¿No sería mejor que os dejáramos a solas? Parece que no tiene un buen día.
—Como ha dicho mi padre, esto no es una reunión familiar y, sí, te necesito. He estudiado antes sus técnicas, algo me dice que nos pedirá que nosotros tres hagamos la tríada mientras él capta nuestra energía.
—Genial, porque supongo que no había voluntarios…
—Podría pedírselo a cualquiera, pero te prefiero a ti.
—Porque siempre me meto contigo y es la mejor manera de vengarte… —se burló Chris.
—En realidad es porque, después de mí, eres el mejor brujo de la Hermandad. Además, aunque a mi padre no le guste la expresión y te dediques a fastidiarme, eres mi amigo. Confío en ti, y Jimmy también lo hace, y eso es básico cuando se practica magia.
—Déjalo o me vas a hacer llorar. ¿Desde cuándo te has vuelto tan sentimental?
—No sé, pero intuyo el motivo —se limitó a contestar Huck enigmáticamente.
Chris le miró extrañado, así que Huck cambió de tema rápidamente diciendo:
—Además, no te preocupes, parece que mi padre está de buen humor.
—Recuérdame que el día que no lo esté me vaya lo más lejos que pueda.
—Técnicamente, eso es lo que hago yo en esta universidad.
Chris no pudo evitar sonreír, aunque para sus adentros pensó que debía ser muy difícil para Huck tener un padre como aquel. Por ello, le siguió sin rechistar hasta el desván, dispuesto a ayudar a sus amigos.
Sentados en el desván, los tres muchachos observaban a Lucius, que se había tomado su tiempo para sentarse cómodamente y escudriñar todo lo que veía a su alrededor, en una especie de trance que ninguno de ellos se veía capaz de romper. Él los atravesó con la mirada y preguntó:
—¿Cuál es el problema?
—Se trata de la novia de Jimmy, Lucy —comenzó a explicar Huck—. Está pasando las vacaciones en el norte, en casa de su tía, parece ser que es de la nobleza. Jimmy no recibía noticias suyas y tuvo un presentimiento de que algo no iba bien, así que hicimos un conjuro de reconocimiento. No tengo suficientes conocimientos para afirmarlo del todo, pero deduzco que está dominada por una hechicera de magia negra; su energía es muy intensa y no creo que pueda resistirlo mucho más.
Su padre le miró, visiblemente preocupado. Después de unos minutos de reflexión que a todos se les hicieron eternos, el padre de Huck comentó:
—Una hechicera capaz de someter a una persona es algo muy complicado y peligroso. Quiero que vayáis a por vuestras túnicas. Si vamos a hacerlo, lo haremos correctamente.
Los tres muchachos volvieron rápidamente. Huck, como correspondía al jefe de la Hermandad, llevaba una túnica de un violeta algo menos oscuro que la de su padre, que también se había cambiado. Chris llevaba la túnica blanca con el símbolo de la Hermandad, y Jimmy la misma túnica pero sin el símbolo, dado que aún era un aprendiz.
Los tres chicos unieron sus manos formando un triángulo, en el centro del cual se colocó el padre de Huck. La conexión fue increíble, más fuerte de la que ninguno de los tres chicos había sentido nunca, así que cuando terminaron estaban exhaustos. El padre de Huck tenía el semblante preocupado, pero no parecía afectado físicamente por el conjuro, así que fue él quien preparó la infusión reparadora. Cuando se hubo asegurado que todos la habían bebido, comenzó a explicar:
—La situación es más grave de lo que me temía.
—¿Qué pasa con Lucy? —se apresuró a preguntar Jimmy.
Lucius le fulminó con la mirada por haberle interrumpido, pero contestó:
—Me temo que queda poco de tu novia en estos momentos, al menos de su espíritu. Si no actuamos pronto, me temo que la hechicera se hará con el control total de ella.
—¿De cuánto tiempo disponemos?
—Un día, a lo sumo.
—Entonces, tenemos que ir con ella.
—No tan deprisa, jovencito. Además, soy yo quien da las órdenes, y aún no he terminado de explicaros la situación.
Jimmy enmudeció y Lucius continuó explicando:
—Hay dos brujas con ella. Una es una principiante, tiene mucho potencial, pero dudo que ni siquiera sepa lo que es, porque no tiene su magia desarrollada.
—Debby, yo también la sentí. Es la amiga de Lucy —contestó su hijo enseñándole la fotografía—. Pero no percibí a nadie más.
—Tus poderes aún se están desarrollando, Huck, todo a su debido tiempo. El caso es que he detectado a una bruja de primer nivel. Está cerca de tu novia, y está intentando ayudarla. Seguramente es ella la que ha impedido que la hechicera asuma el control antes. Es una bruja blanca, de ello no hay duda. ¿Se os ocurre quién puede ser?
—Si Debby es una bruja, quizás podría serlo también su tía, lady Angélica. Siempre me ha parecido que escondía algo, aunque me temo que no sé mucho de ella. Siempre que venía al internado yo no iba con ellas, tiene algo que me pone nervioso —comentó Jimmy.
—Es por el exceso de energía, y ello también es el motivo por el que brujos y brujas de primer nivel no debemos trabajar juntos, al menos no directamente —le explicó Lucius.
—¿Por qué? —preguntó Jimmy.
—Porque eso generaría un poder inmenso, terrible si se utilizara para el mal.
—Pero si los dos son brujos blancos… ¿Cuál es el problema? —inquirió Chris.
—Cuando hayáis avanzado más en la magia y en vuestros poderes, entenderéis que hay una franja muy delgada que separa el bien del mal. Incluso yo tengo miedo de lo que puede pasar si mis poderes aumentan al juntarse con los de una bruja de primer nivel.
Huck le miró con rabia, y Chris que le conocía bien, intuyó que había algo más allá de aquellas palabras, algo que quizás explicara porque Huck mantenía aquella tensa relación con su padre.
Se hizo un silencio, que Jimmy rompió preguntado preocupado:
—Entonces, ¿no puede hacer nada?
—Yo no he dicho eso. Pero tampoco puedo ir a esa casa. No sin poner en peligro a todos nosotros.
Lucius suspiró profundamente antes de decir:
—Necesito pensar. Dejadme solo, os llamaré cuando tenga claro lo que debemos hacer.
Jimmy iba a protestar, pero Huck se lo impidió con la mirada y le acompañó hasta la puerta. Allí le dijo:
—Sé qué hará todo lo que esté en su mano. Confía en mí, debemos dejarle que se concentre. La magia es peligrosa, Jimmy, cualquier error por precipitarnos puede poner en peligro no solo a Lucy, sino también a todos los que la rodean, incluidos nosotros.
—De acuerdo, confío en ti.
—Bien. Chris, vete a vuestra habitación con él. Yo iré a tranquilizar al resto de la Hermandad.
Y, mientras lo decía, Huck no pudo evitar pensar que ojalá pudiera él darse a sí mismo esa tranquilidad. Pero había visto el semblante de su padre y aunque nunca lo confesaría delante de Jimmy, sospechaba que Lucy estaba en un gran peligro, del que no estaba seguro pudieran salvarla.