13. Conjuros

El móvil de Jimmy sonó insistente durante el entrenamiento, causándole una fuerte reprimenda de Huck. Mientras su padre estudiaba la solución, habían vuelto a las prácticas de conjuros y era una norma inapelable que los móviles debían estar apagados cuando entrenaban. Sin embargo, Jimmy estaba deseando cogerlo, por si eran noticias de Lucy. Huck advirtió su desasosiego, así que terminó la explicación que estaba dando y les dio a todos un descanso. Su amigo tomó el teléfono y observó asombrado que no se trataba de Lucy, sino de su padre, algo extraño porque tenían estipulado que era Jimmy quien les llamaba, en horario de noche para asegurarse de que su padre no estuviera conduciendo. Se apartó del grupo e, inquieto, le llamó enseguida, sintiendo un nudo en el estómago al tener la extraña sensación de que algo malo sucedía.

—Papá, ¿sucede algo?

La voz de su padre se oía lejana, pero aun así pudo distinguir su tono de preocupación al comentarle:

—Hijo, no quería preocuparte, pero…, ¿has hablado con Lucy?

—No, sigue sin tener cobertura —contestó, deseando poder compartir con su padre su preocupación.

—Debby me ha llamado, parecía muy nerviosa y preocupada. Decía que Lucy estaba indispuesta, y que tenía que recogerlas inmediatamente. Le he comentado que el coche estaba en el taller, y que podía recogerlas mañana. Luego me ha vuelto a llamar y me ha dicho que ya no era necesario, pero su tono de voz no había cambiado.

—¿Has hablado con Lucy?

—No, y ese es el problema. Jimmy, hay algo extraño en esa casa, lo vi desde que las dejé y, lamento molestarte, pero me inquieta no recibir noticias directas de ella. ¿Crees que debería ir mañana igualmente, a pesar de que Debby me ha dicho que no lo haga? También había pensado en volver a llamar y hablar con su tía, pero también me da mala espina… Sinceramente, no sé qué hacer.

Jimmy respiró profundamente antes de responder:

—No hagas, papá yo iré.

—Hijo, ¿no sería mejor que llamaras? Tu universidad está lejos de esa mansión…

—No, se ha acabado la espera. Papá, sabes que Lucy lo es todo para mí. Tengo que ir a ver cómo está. Alguno de mis compañeros de Hermandad tiene coche, seguro que me lo presta.

—Me parece una buena idea, pero conduce con cuidado.

—Te llamaré en cuanto sepa algo, ¿de acuerdo?

—Sí, por favor, tu madre y yo nos hemos quedado muy preocupados.

Jimmy apagó el teléfono, sintiendo una punzada de miedo en el corazón. Su padre era un hombre cabal que pocas veces se alteraba, así que el hecho de que estuviese tan preocupado por su novia no le hacía presagiar nada bueno. Mientras preparaba una bolsa con unas mudas y algo para el viaje, Chris apareció por la puerta. Al ver el semblante serio de su amigo le preguntó:

—¿Sucede algo?

—Mi padre me ha avisado de que Lucy está mal. Tengo que ir a buscarla. ¿Podrías prestarme el coche hoy?

—No puedes irte, Huck y su padre han dicho…

—Me importa un bledo lo que hayan dicho. Yo voy a ayudar a mi novia.

—Un comentario muy valiente, aunque también muy poco inteligente —comentó Huck, que le miraba desde la puerta.

Jimmy se levantó, visiblemente enfadado y le espetó:

—Ya he esperado bastante, Huck. Vosotros seguid buscando en los libros, yo me voy a su lado.

—No lo consentiré.

—No puedes decirme a donde puedo y no puedo ir. ¿Es porque eres el jefe de la Hermandad? Bien, pues la abandono.

—Jimmy, tranquilízate. —Medió Chris.

—No, déjale que hable. Pero Jimmy, estás muy equivocado si crees que te retiene una simple norma de la Hermandad. Eres un brujo novato, no tienes ninguna posibilidad ante una hechicera. Así que si para mantenerte a salvo tengo que utilizar mis poderes o la fuerza, lo haré.

Jimmy le miró atónito, jamás había oído a su amigo hablar en ese tono. Chris sí, y sabía que no traía nada bueno. Huck añadió:

—Tú decides. Te quedas por las buenas y esperamos a que mi padre encuentre una solución, o te retengo por las malas.

Jimmy apretó los puños y Chris se acercó a él y, poniéndole la mano en el hombro le dijo:

—Confía en él. Estoy seguro de que sabe lo que hace. Quédate.

Él asintió y tiró la bolsa a medio hacer sobre la cama mientras decía:

—Está bien, pero si esta noche tu padre no ha encontrado una solución, mañana tendrás que intentar retenerme por las malas, porque no habrá nada que me impida ir a buscar a Lucy.

—Si mañana mi padre no ha encontrado una solución, yo mismo te acompañaré —propuso Huck.

—Y yo —añadió Chris.

—Creía que pensabas que solo los brujos cobardes sobrevivían —se burló Huck.

—Supongo que te tenemos a ti para protegernos —repuso Chris con una sonrisa.

—Entonces, continuemos con el entrenamiento hasta que mi padre nos llame. ¿De acuerdo?

Sus dos amigos asintieron, y Jimmy añadió:

—Gracias, chicos, por todo.

La Hermandad estaba sumida en la penumbra. Era la hora del crepúsculo y, finalizado el entrenamiento, los chicos esperaban la llegada de las órdenes de Huck. Todos sabían que el miembro del Círculo de las sombras estaba en el desván, y que podía necesitar su ayuda en cualquier momento, algo que no hacía particular ilusión a ninguno de ellos.

La petición no se hizo esperar, ya que pronto Huck bajó para convocar una reunión general, así que todos corrieron a sus habitaciones para coger sus túnicas y subir al desván.

Lucius les estaba esperando, sentado en el suelo, en mitad de un círculo inmenso que había trazado. Todos le miraron con respeto teñido de miedo.

Huck no pudo evitar mirar a su padre detenidamente. Después de todo un día de trabajo con la magia, seguía manteniendo el mismo semblante severo que por la mañana, y no había rastro de cansancio en él.

A su señal, indicó a sus compañeros que tomaran asiento en la línea del círculo. Después, Lucius comenzó a hablar:

—La mayor parte de vosotros no sabéis por qué estoy aquí, así que os pondré en antecedentes, necesito vuestra total comprensión y aceptación de lo que vamos a hacer. La novia de uno de vuestros hermanos, Jimmy, está siendo dominada por una hechicera de magia negra. Es fuerte, es rápida, y me temo que también letal.

Los ojos de los chicos se abrieron como platos, pero Lucius no se inmutó, sino que continuó diciendo:

—Por suerte para la chica, la acompañan dos brujas. Una es de primer nivel, la otra con los poderes sin desarrollar. Si unimos nuestras fuerzas con las de ellas, podemos no solo salvar a la chica, sino también terminar con esa hechicera. De hecho, esto último debería ser nuestra prioridad.

—Disculpe, pero mi prioridad es salvar mi novia —le espetó Jimmy, incapaz de controlarse.

Lucius le fulminó con la mirada, pero antes de que pudiera contestarle, Huck intercedió diciendo:

—Haremos ambas cosas, solo dinos cómo.

Su padre le miró tranquilizándose y contestó:

—Dos de vosotros iréis a esa mansión. Como todos sabéis, yo no puedo ir con vosotros, no habiendo una bruja de primer nivel. Sin embargo, me quedaré aquí, manteniendo el círculo conectado. De este modo, os haré llegar la energía de todos nosotros, lo que no solo os ayudará a vencer a la hechicera sino que también os mantendrá protegidos. Quiero que entendáis que, a pesar de toda la protección que os enviemos, existe un riesgo.

—Yo iré —se apresuró a decir Jimmy.

Los chicos le miraron asustado, pero enseguida se oyó la voz de Chris decir:

—Te acompaño.

Jimmy le miró entre agradecido y extrañado, pero Chris estaba muy seguro de lo que había dicho. Puede que un brujo cobarde viviera más, pero no pensaba dejar solo a su amigo y discípulo.

Huck les miró a los dos y añadió:

—Seré yo el que vaya. Mis poderes son mayores, así que podré canalizar mejor la energía del círculo. Pero gracias por el ofrecimiento, Chris.

—Puedo acompañaros igualmente.

—Será mejor que no arriesguemos más que a dos brujos —comentó Lucius, a quien si no le parecía bien que fuera su hijo el voluntario, no lo demostró.

—¿Cuándo partimos? —preguntó Jimmy, inquieto.

—Mañana, al amanecer.

—¿No puede ser antes? —insistió Jimmy.

—No, si valoráis vuestras vidas. Ahora, haremos un primer conjuro de protección, servirá para mantenernos enlazados. Después, quiero que todo el mundo se tome la infusión de descanso que Huck os dará, mañana nos espera un día muy duro. ¿De acuerdo?

Todos asintieron y, en silencio, unieron sus manos; todos menos Huck y Jimmy, que se unieron a Lucius creando un nuevo círculo en el interior. La letanía de Lucius comenzó a sonar, y un potente rayo de luz fue pasando de mano en mano, hasta que todo el primer círculo canalizó la energía de todos ellos. Entonces, la lanzaron al interior, donde Lucius la recibió para entregársela a su hijo y a Jimmy.

Revieron el ritual varias veces y cuando terminaron, estaban todos completamente agotados. Sin rechistar, bebieron la infusión que Lucius les había comentado y se dirigieron a sus habitaciones. Todos menos Huck, que se quedó rezagado para hablar con su padre:

—Te agradezco que hayas venido.

—Es mi deber, soy miembro del Círculo.

—Sí, claro, pero igualmente te lo agradezco.

Se hizo un incómodo silencio, y Lucius le preguntó:

—¿Te alegras de verme?

—Vas a ayudarnos a salvar a una chica inocente.

—No me refería a eso.

Huck le miró, sintiendo el dolor aflorar a la superficie. Con voz dura contestó mientras se dirigía a la puerta:

—Ahora no quiero hablar de ello. Como tú has dicho, tenemos que concentrarnos en la operación de mañana. Buenas noches.

—Algún día tendrás que hablar conmigo, Huck.

La voz de Lucius ya no parecía severa, sino más bien anhelante, pero su hijo no contestó. Lucius bajó los ojos y mientras apagaba las velas, no pudo dejar de pensar que ojalá hubiera en el mundo un conjuro capaz de conseguir el perdón de su hijo.