7. Entrenamiento
Desde la Hermandad de la luz, Chris y Jimmy veían anochecer desde la sala común. Estaban agotados del duro entrenamiento al que les había sometido Huck durante todo el día, y Chris no pudo evitar comentar:
—Mañana trata de no cabrear al «jefe», hoy estaba intratable.
Jimmy no contestó. Para él, Huck no estaba enfadado, sino algo peor, herido. Y él no podía dejar de sentirse culpable. Huck lo había acogido desde el principio como un buen amigo. Era estricto en las normas de Hermandad, sobre todo en las que hacían referencia a conservar los secretos que allí estudiaban, pero también podía ser muy divertido cuando quería. Además, se preocupaba sinceramente por todos los miembros de la Hermandad, prueba de ello era todo lo que estaba haciendo por Lucy; y jamás olvidaría que le había salvado de una paliza el día que se conocieron. Por ello, se levantó y le dijo a su amigo:
—Voy a hablar con él.
—¿Estás de broma? Mañana tenemos otro entrenamiento… Déjale que se le pase…
—Dudo mucho que se olvide lo que le he dicho. Además, así también sabré si ha descubierto algo más de Lucy. ¿Me acompañas?
Chris le miró con cara de desgana y contestó:
—Sí, pero trata de no meternos en líos, ¿de acuerdo?
Jimmy sonrió por toda respuesta, y subió seguido por Chris hasta el desván, donde, como había supuesto, estaba Huck, intentando concentrarse en un libro. No levantó los ojos cuando entraron, simplemente les dijo:
—Ahora iba a llamaros. Tenemos mucho de qué hablar.
—Huck, sobre lo de esta mañana…
—Déjalo, Jimmy. Ahora tenemos problemas mucho más grandes que una chica. Sentaos, esto va para largo.
—¿Qué sucede? Sigo sin tener noticias de Lucy…
—Y no creo que las tengas. Lamento tener que decírtelo, pero he hecho un conjuro. No es tan poderoso como cuando lo hacemos los tres juntos, pero si me ha servido para sentirla. Creo que tienes razón, tu novia no es una bruja, sino la víctima de una hechicera.
Jimmy palideció y Chris preguntó con hilo de voz:
—¿Te refieres a una de esas de magia negra súperpoderosas y de las que se supone que debemos mantenernos muy, muy, lejos?
—Me temo que sí.
Se hizo un silencio y Jimmy preguntó:
—¿Cómo podemos enfrentarnos a ella?
—Ese es el problema. Es cierto que en mis libros salen referencias a este tipo de situaciones, pero si me quiero asegurar de que tengamos alguna posibilidad, tengo que avisar al Círculo de las sombras.
Ahora fue Chris el que palideció y musitó:
—¡Eso será una broma! No me acercaría a ellos ni borracho…
—¿Quiénes son?
—Técnicamente, nuestros jefes. Son brujos de primer nivel, los más fuertes y poderosos. Se denominan el Círculo de las sombras porque a veces, para conseguir el bien, han de acercarse peligrosamente al mal.
—¿Y ellos pueden ayudarnos?
—Son nuestra única esperanza.
—Entonces, ¿a qué estamos esperando? No pienso dejar que una hechicera se quede con mi novia… Llámales.
Chris se echó las manos a la cabeza y Huck le comentó:
—No tan rápido. Antes de tomar esa decisión hay algo que debes saber. El Círculo de las sombras tiene por objetivo luchar contra la magia negra y preservar la blanca, al precio que sea.
—No entiendo lo que quieres decir.
—Quiere decir que si no ven salvación para tu novia, la harán desaparecer si con ello vencen a la hechicera —contestó Chris.
—Pero solo tiene diecisiete años… Y es un ser humano… —protestó Jimmy, incrédulo.
—Ahora mismo, para ellos solo será un peligro con piernas —insistió Chris.
—Gracias Chris, por ser tan ilustrativo —masculló Huck, para luego aclarar—. Jimmy, no es que vayan a hacerle daño a propósito, ni nada por el estilo. El problema es que para nosotros puede que la prioridad sea Lucy, pero para ellos el bien común va por encima del bien particular.
—Entonces, ¿qué me aconsejas?
Huck se levantó y miró a la ventana, ausente, después contestó:
—Lo lamento mucho, Jimmy, me temo que el Círculo es nuestra única opción. Si quieres que ayude a tu novia, voy a tener que llamarles.
Su amigo se levantó y, poniéndole la mano en la espalda le dijo:
—Confío en ti. Decide tú.
Huck sonrió agradecido y, sacando el teléfono del bolsillo, marcó un número y sin siquiera saludar dijo:
—Padre, tenemos una situación grave. ¿Puedes venir a la Hermandad?
—Perfecto, hasta mañana.
Cuando colgó, Jimmy le miró desconcertado y preguntó:
—¿Tu padre es del Círculo de las sombras?
—Es el brujo mayor y, para tu información, te diré no es tan paciente como yo, así que no le cabrees. Estará aquí por la mañana. Chris, encárgate de decir a todos que mañana no hay entrenamiento, pero que les quiero a todos preparados para mis órdenes. Ah, y avísales de que viene mi padre…
—¿Para qué puedan salir corriendo? —sugirió Chris burlonamente.
—Solo para que sepan que alguien del Círculo estará aquí… Quiero a todo el mundo preparado, ¿de acuerdo?
—Lo que tú digas… Pero la próxima vez que alguien me diga que está preocupado por su novia, le diré que se busque otra —replicó Chris.
—¿Por qué eres tan cobarde?
—Porque los brujos cobardes viven más tiempo que los valientes… Lo pone en tus libros, jefe.
—Eso no puedo discutírtelo —concedió Huck con una sonrisa irónica. Después, se dirigió a una de las estanterías, tomó un puñado de hierbas y se lo tendió a Jimmy diciéndole:
—Tómate una infusión de esto. Te ayudará a dormir.
—No quiero dormir. Quiero pensar en ella, ya que tú no me dejas que vaya a verla.
—Claro, porque en caso de que nos tengamos que enfrentar mañana a esa hechicera, le serás muy útil bostezando y sin reflejos por la falta de sueño. Y, respecto a lo de no dejarte salir corriendo en su búsqueda, ya tenemos bastantes problemas intentando salvar a tu novia como para tener que preocuparnos de que la hechicera se apodere de ti también. ¿Alguna otra queja?
Jimmy bajó los ojos, aunque le desagradara, Huck tenía razón en todo lo que había dicho. Tomó las hierbas que le tendía su amigo y musitó un simple «gracias» mientras salía con el semblante preocupado de la habitación. Chris fue tras él, quejándose de algo relacionado con la visita del día siguiente.
Huck se quedó pensativo, apoyado sobre la repisa. Era la primera vez que le pedía ayuda a su padre como miembro del Círculo y, por el bien de todos, esperaba no arrepentirse. No había bromeado cuando le había advertido a Jimmy sobre ellos, sabía por propia experiencia que no les temblaría la mano en acabar incluso con vidas humanas en aras de luchar contra el mal.
Suspiró, intentando alejar de la mente los recuerdos que pugnaban por salir. Se preparó la misma infusión que le había dado a Jimmy, apagó las velas y se fue a su habitación. No más conjuros ni entrenamientos por una noche. Si tenía que hablar con su padre, más le valía que estuviera descansado cuando eso pasara.