DEIR YASSIN, 1948
La aldea de la que sólo queda el recuerdo
EL conflicto entre árabes e israelíes está jalonado por una serie de fechas, marcadas en rojo sangre. Una de ellas es el 9 de abril de 1948. Ese día tuvo lugar un terrible acontecimiento en la aldea árabe de Deir Yassin, situada a cinco kilómetros al oeste de Jerusalén.
Lo que allí ocurrió es, aún hoy, objeto de controversia. Para unos, allí se produjo una brutal masacre, llevada a cabo por guerrilleros judíos, que se saldaría con unos 450 palestinos muertos. Para otros, Deir Yassin fue simplemente el escenario de una escaramuza militar que provocaría bajas indeseadas entre la población civil. Sea como fuere, está admitido que, al menos, un centenar de palestinos perdió la vida en el incidente.
Jerusalén, bloqueada
Los hechos tuvieron lugar durante la Guerra de Independencia de Israel. Las fuerzas árabes tenían bloqueado el acceso a Jerusalén, que se encontraba sitiada. Los convoyes judíos trataban de llegar a la Ciudad Santa para aliviar la escasez de alimentos que, en abril, ya se había convertido en crítica. El 6 de abril se puso en marcha la Operación Nachshon, que debía permitir ganar el control del camino a Jerusalén.
La localidad de Deir Yassin, que contaba entonces con unos 750 habitantes, fue incluida en la lista de aldeas árabes que debían ser ocupadas, como parte de la operación de apertura de esa línea de aprovisionamiento a los hebreos cercados en Jerusalén. La población estaba compuesta por familias de agricultores que se dedicaban al cultivo del olivo, además de cereales y hortalizas.
Como la aldea se encontraba cerca de varios asentamientos judíos, el líder árabe local había establecido un pacto de no-agresión con los hebreos que residían en ellos. Apoyados en ese pacto, los habitantes de Deir Yassin habían negado el permiso para que las fuerzas árabes usaran la ciudad como base. Por su parte, los comandantes judíos dieron comienzo a la operación destinada a abrir un corredor entre Jerusalén y Tel Aviv, la única vía de abastecimiento.
Asalto a la aldea
En la noche del 9 de abril, 132 paramilitares judíos, pertenecientes a las organizaciones clandestinas Irgun y Lehi, se apostaron alrededor de Deir Yassin, divididos en tres grupos. El encargado de liderar el ataque era Menahem Beguin, quien, tal como se ha indicado en el capítulo anterior, ya había estado involucrado en el atentado contra el Hotel Rey David.
La versión de los árabes asegura que a las dos de la madrugada los grupos sionistas irrumpieron en la aldea, penetrando en las casas y obligando a sus ocupantes a salir a la calle. Los aldeanos, temerosos y crédulos, les hicieron caso y salieron de sus casas en la oscuridad de la noche.
Cuando ya se encontraban en las calles, los palestinos vieron a los paramilitares que se dirigían hacia ellos, y fue entonces cuando comenzaron a recibir ráfagas de fusil de asalto. El pánico se apoderó de los árabes. Los guerrilleros entraron en las casas de aquéllos que intentaban refugiarse y los sacaron a la calle para asesinarlos, mientras lanzaban granadas a las casas para destruirlas.
Según la versión de los palestinos que lograron esconderse entre las ruinas o escapar, los judíos descuartizaron a algunas de las víctimas; cortaron miembros viriles y abrieron los vientres de las mujeres embarazadas. A juzgar por las señales de los cadáveres, muchos fueron matados directamente con cuchillos. Con ellos degollaron a los más jóvenes y a las mujeres, según decían, «para no gastar balas». Siguiendo con esta versión, en total fueron masacradas más de cuatrocientas personas. No obstante, la prensa redujo esa cifra a unas 250 personas.
El testimonio de Reynier
Un observador de la Cruz Roja destinado en Jerusalén, el franco-suizo Jacques de Reynier, fue alertado por los árabes al mediodía del 10 de abril de que se estaba produciendo una masacre en Deir Yassin. Reynier se dirigió rápidamente hacia la aldea pero, al aproximarse a ella, los guerrilleros le impidieron el paso. Dando un gran rodeo, y contando con la colaboración de un soldado judío que estaba muy agradecido a la Cruz Roja por la ayuda recibida por esta institución internacional mientras estuvo prisionero en Alemania, pudo finalmente entrar en la aldea.
Reynier quedó horrorizado por lo que allí vio. En las casas en las que entró sólo encontró cadáveres ya fríos, algunos ametrallados y otros pasados a cuchillo. Sin embargo, cuando se disponía a salir de una de las casas, oyó un leve quejido; empezó a buscar en todas partes y tropezó con un pie pequeño que aún estaba caliente. Era una niña de diez años, herida de gravedad por una granada, pero que aún estaba viva. El observador de la Cruz Roja quiso llevársela consigo pero el oficial al mando se interpuso y cerró la puerta de salida; afortunadamente, con la ayuda del soldado que estuvo prisionero en Alemania, pudo salir con la niña y conducirla a un hospital.
Reynier también dejó constancia en su informe de un grupo de judíos, armados con metralletas, rifles y granadas, que tanto sus armas como sus uniformes estaban llenos de sangre. Según él, éste era el grupo encargado de asesinar a los supervivientes.
Durante los dos días siguientes se enterraron cadáveres en grandes fosas comunes, sin comprobar la identidad. Después, los guerrilleros del Irgun abandonaron la aldea, siendo sustituidos por fuerzas regulares, pero muchos de los cuerpos permanecerían insepultos durante unos días más.
La versión israelí
Como es previsible, la versión de lo sucedido desde el lado israelí diferiría bastante de este relato. De hecho, las autoridades israelíes negaron el hecho por unos días y, tal como se ha apuntado, impidieron el acceso de la Cruz Roja a la zona. Cuando trascendieron detalles de lo que había ocurrido en la aldea, gracias sobre todo al testimonio de Jacques de Reynier, los representantes judíos afirmaron que en realidad se había producido un choque militar, en el que los civiles habían resultado dañados.
«… más de tres cuartas partes de los habitantes de Deir Yassin pudieron huir».
Según esta versión, Deir Yassin no estaba libre de combatientes árabes, sino que alojaba un grupo armado procedente del Mandato Británico de Mesopotamia, la actual Irak. Este contingente tenía como misión impedir la toma de la carretera entre Jerusalén y Tel Aviv. El objetivo de los paramilitares judíos —unos 120 hombres en total— era desalojar a los iraquíes para despejar la ruta.
Los judíos se acercaron a la aldea por el norte y el sur. Aunque los guardias del pueblo ya habían dado la alarma, no atacaron a la espera de un camión que, con un altavoz, avisase a los aldeanos para darles la oportunidad de rendirse o retirarse hacia el oeste. Supuestamente, ésta fue una exigencia expresa de Beguin para evitar bajas civiles. Pero los supervivientes no recordarían nada del mensaje lanzado por el altavoz; los judíos explicarían posteriormente que el camión, debido a la oscuridad, cayó a una zanja y no pudo entrar en el pueblo, pero que aún así emitió desde la lejanía el mensaje de advertencia.
Aunque otras fuentes afirman que el camión llegó una vez comenzada la batalla y otros ponen en duda la propia existencia del vehículo, a los habitantes de la aldea no les hizo falta escuchar el mensaje para saber que, si querían conservar la vida, era mejor escapar del pueblo lo más rápido posible. Según los israelíes, más de tres cuartas partes de los habitantes de Deir Yassin pudieron huir.
Entonces comenzó la batalla. Los atacantes encontraron una inesperada resistencia, siempre según la versión israelí. Recibían nutrido fuego de los aldeanos que se habían quedado en el pueblo. Incluso las mujeres comenzaron a disparar, ya que ocultaban sus armas debajo del amplio chador.
La lucha se prolongó durante dos horas. El caos desatado generó una especie de histeria colectiva y muchos civiles cayeron bajo el fuego cruzado. Las bajas árabes, incluyendo los soldados iraquíes, fueron 120. Por su parte, entre los combatientes judíos hubo que anotar cuarenta bajas.
Según esta versión, las horribles masacres relatadas por los supervivientes nunca tuvieron lugar, sino que fue un choque militar confuso en el que murieron muchos civiles. De todos modos, las autoridades judías, un mes después de proclamarse el Estado de Israel, condenaron los hechos y enviaron una carta de disculpa a Abdullah, rey de Jordania.
Las fuentes israelíes destacan que cuatro días después del asalto a Deir Yassin tuvo lugar una sangrienta venganza por parte de los árabes. Un convoy humanitario que se dirigía al hospital Hadassah de Jerusalén fue interceptado, siendo asesinados setenta médicos y enfermeras, todos ellos no combatientes. Para asegurarse de que no quedaran supervivientes, los árabes rociaron los vehículos con gasolina y convirtieron a sus ocupantes en antorchas humanas.
Protesta de Einstein
Sea cierta una u otra versión, la captura de Deir Yassin fue presentada por la causa sionista como una «victoria». El propio Menahem Beguin señalaría años más tarde: «Lo que ocurrió en Deir Yassin y su divulgación ayudó a triunfar en batallas decisivas y allanó el camino al futuro». Es posible que así fuera; los guerrilleros judíos ocuparon varias poblaciones y los árabes ya no hicieron otra cosa que retroceder. En ese mismo año, la ONU dio el visto bueno a la constitución de Israel.
No obstante, el 4 de diciembre de 1948, el científico Albert Einstein y otros 27 destacados intelectuales judíos firmaron una carta de protesta contra la visita que Menahem Beguin efectuó a Estados Unidos. La misiva, publicada por el New York Times, condenaba la participación de Beguin y los miembros del Irgun en estos duros términos:
«Ataque a una aldea árabe. El 9 de abril, bandas terroristas atacaron la pacífica aldea de Deir Yassin, que no era un objetivo militar. En la acción murieron muchos de sus habitantes —240 hombres, mujeres y niños— y algunos de ellos fueron capturados para que desfilasen como cautivos por las calles de Jerusalén. La mayor parte de la comunidad judía se horrorizó, pero los terroristas, lejos de avergonzarse de sus actos, estaban orgullosos de su masacre».
El escenario
Hoy no queda nada de Deir Yassin. Un año después del incidente, la aldea fue arrasada y sobre una parte de los terrenos se construyó el asentamiento judío de Givat Shaul Bet. Algunas de las calles recibieron los nombres de los que tomaron la aldea en 1948. En 1951 se construyó también un hospital mental.
En 1980, las últimas ruinas que quedaban del poblado árabe fueron removidas para permitir la construcción de nuevas casas para los colonos y una zona industrial. El cementerio árabe también fue removido, en este caso para facilitar la construcción de una carretera.