¿Fue Arthur Conan Doyle Jack el Destripador?

Ficha básica de Arthur Conan Doyle

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Nacido en Edimburgo, Reino Unido, el 22 de mayo de 1859, falleció de un ataque al corazón el 7 de julio de 1930, a la edad de 71 años, en Crowborough, East Sussex (Inglaterra). Médico y escritor escocés, creador del célebre detective de ficción Sherlock Holmes. Fue hijo de Charles Altamont Doyle.

Charles Altamont Doyle era un funcionario de obras públicas que sufrió de alcoholismo y profundas depresiones, que lo llevaron a ser internado en una institución sanitaria en diversas ocasiones. La madre de Conan Doyle, Mary Foley, pertenecía a una familia irlandesa. En 1864, la familia se separó debido al creciente alcoholismo del padre. En 1867 la familia Doyle se reunió de nuevo.

El padre de Conan Doyle, debido a su alcoholismo, no aportaba dinero a la familia, que vivió con grandes carencias. El padre vendía hasta su ropa para conseguir dinero para su adicción, situación que reflejaría en grandes discusiones con su mujer y una violencia contra esta y los hijos, trato que marcaría la infancia de Conan Doyle y que este después reflejaría en sus historias, como aquella en la que un marido alcohólico mata a su mujer y a su amante. No solo eso; debido al alcoholismo de su padre, la madre de Conan Doyle tuvo que alquilar una habitación de la casa donde vivían para poder subsistir. La habitación fue alquilada al doctor Woler, con el que al parecer la madre mantuvo una relación de adulterio, algo que no pasó desapercibido para el niño Conan Doyle.

En 1868, con el apoyo económico de sus tíos, pudo ir a la escuela, la Stonyhurst Saint Mary’s Hall. Años más tarde, en 1876, Conan Doyle comenzó la carrera de medicina en la Universidad de Edimburgo, donde conoció al médico forense Joseph Bell, profesor que le inspiraría el perfil de Sherlock Holmes. En la universidad, Conan Doyle destacó en los deportes y compaginó los estudios con el trabajo. A principios de 1880 se embarcó para ejercer como cirujano en sustitución de un amigo suyo en un ballenero, The Hope, que durante seis meses navegó por el Ártico. A los 22 años, en 1881, se graduó como médico, y terminó su doctorado en 1885. Mientras estudiaba comenzó a escribir historias cortas.

En 1885, después de terminar su etapa universitaria, volvió a embarcarse como médico del SS Mayumba en su viaje a las costas de África Occidental. Ese mismo año contrajo matrimonio con Louise Hawkins, con la que tuvo dos hijos: Mary Louise (1889-1906) y Alleyne Kingsley (1892-1918). Louise murió de tuberculosis el 4 de julio de 1906. Un año más tarde, en 1907, y después de veinte de amor platónico con una mujer llamada Jean Leckie, Arthur y ella se casaron y tuvieron tres hijos más: Jean Lena Annette, Denis Percy y Adrian Malcolm.

En 1891 se mudó a Londres para ejercer de oftalmólogo. En su biografía aclaró que ningún paciente entró en su clínica. Por lo tanto, esto le dio más tiempo para escribir, muy en especial aventuras del personaje que lo haría inmortal, Sherlock Holmes, pero que Conan Doyle jamás apreció. Tanto es así que en noviembre de ese año le escribió a su madre que quería «matar a Sherlock Holmes, ya que estaba gastando su mente», a lo que su madre respondió: «La gente no lo va a tomar de buena manera». Finalmente, cumpliría su deseo en la historia titulada El problema final. Sucedió, sin embargo, que el público británico se tomó muy mal la muerte del detective, tanto que inundó a Conan Doyle con cartas que iban de las súplicas a las amenazas pasando por los insultos y en las que se pedía que resucitara a Holmes. Tras diez años de resistirse, Conan Doyle cedió y en la historia titulada La casa vacía hacía reaparecer a Holmes. Antes ya había publicado con enorme éxito su famosa novela El perro de los Baskerville, también protagonizada por Holmes, pero se había cuidado mucho de fecharla antes de la supuesta «muerte» del detective.

Fue nombrado Caballero del Imperio británico en 1902, y se le otorgó el tratamiento de sir. La muerte de uno de sus hijos, Kingsley, por una neumonía que contrajo en la guerra, le hizo estrechar su vínculo con los círculos del espiritismo fundado por Allan Kardec, y en 1926 publicó History of spiritualism.

Traumas emocionales en los niños que han crecido con un padre alcohólico

En las diferentes investigaciones se encontró que entre las consecuencias que sufren los hijos de padre alcohólico durante la infancia existen problemas emocionales, por ello tienden a ser más defensivos, desconfiados, agresivos, con baja autoestima, desafiantes ante la autoridad; tienen problemas en la escuela, mayor probabilidad de sufrir accidentes, hiperactividad, abuso físico y verbal, dificultad para contener o regular sus estados de ánimo, neurosis, ansiedad, propensión a la mentira, depresión y adicción a drogas y alcohol.

Coincidencias entre Jack el Destripador y Arthur Conan Doyle

Conan Doyle tenía 29 años en la época en que ocurrieron los asesinatos. Varios testimonios de uno de los crímenes declararon haber visto a la víctima momentos antes de su muerte acompañada por un hombre de unos treinta años con pelo y bigote negros, vestido con un abrigo negro y un sombrero alto, que portaba un bulto, como un maletín.

Retrato robot policial

Expertos de Scotland Yard realizaron en 2006 un retrato robot por ordenador a partir de los testimonios de las trece personas que en la segunda mitad de 1888 aseguraron haber visto al asesino. Jack el Destripador sería un hombre de entre 25 y 35 años, que medía casi 1,70 metros, con el pelo corto, rostro anguloso y un poblado bigote oscuro.

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Retrato robot de Jack el Destripador según los testigos

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Fotografía de la época de Arthur Conan Doyle

Es de reseñar, para una mejor apreciación del retrato robot y sus coincidencias y verlo como un policía, que los retratos robot carecen de gestos de expresión, como los tienen las fotografías, y que las fotografías con las que se comparan son fotografías de momentos de la vida en los que no se tiene que ocultar los rasgos.

En la época en que ocurrieron los asesinatos, Conan Doyle residía en la población costera de Portsmouth, que se encontraba a unos cien kilómetros de Londres aproximadamente. La velocidad de los trenes de la época era de 45 kilómetros hora, lo que le habría permitido regresar a su casa en una media de tres horas y así desaparecer de la escena del crimen, sin dejar ningún rastro o posibilidad de que ni siquiera fuese objeto de los muchos interrogatorios que la policía efectuó a los grupos de sospechosos, como fue a los carniceros de Londres, y siempre en la zona de los asesinatos. Sería tres años después de los asesinatos, en 1891, cuando Conan Doyle estableció su residencia en Londres.

Conan Doyle tuvo una infancia traumática marcada por la adicción de su padre al alcohol, hecho que marcó su carácter, y que también plasmó en sus novelas con episodios de alcohólicos y la adicción a las drogas de Holmes. No solo eso. Como ya se ha mencionado antes, Conan Doyle fue un gran criminólogo que contó con una de las mejores bibliotecas de este género de Inglaterra, y participaba en investigaciones privadas y opinaba de las policiales.

En una de las muchas observaciones sobre quién pudo ser Jack el Destripador, Conan Doyle dijo: «El famoso asesino era en verdad una mujer que se disfrazaba de hombre, y para escapar frente a las mismas narices de los policías londinenses sin despertar sospechas le bastaba sacarse el disfraz». Esta teoría carece de la lógica de Conan Doyle, ya que los asesinatos siempre fueron a prostitutas, que fueron llevadas a lugares apartados para ejercer su profesión. Debemos recordar que en la época victoriana ciertas prácticas sexuales no eran de uso común y aceptadas, por lo que a una mujer le costaría convencer a otra para realizarlas, con el consiguiente «gasto de tiempo» en pactar el servicio. Además, una voz de mujer resultaría sospechosa en un aparente hombre. También se debe tener en cuenta que la fuerza que debía ejercer el asesino para poder hacer el corte de la garganta, sujetando a la víctima por la espalda, se escapa de la fuerza que pudiera ejercer una mujer, y más en un momento en que la víctima saca toda su energía vital para escapar de la agresión.

En el momento de los crímenes, Conan Doyle era el máximo exponente del mundo literario del género policial. Era respetado y seguido con un éxito sin precedentes. De hecho, Sherlock Holmes, creado por Conan Doyle a fines del siglo xix, solía dejar en desventaja a Scotland Yard, cuyos detectives acudían a consultarlo para resolver sus casos. Holmes cuestionaba los métodos rigurosos pero rutinarios de los investigadores de Scotland Yard y los consideraba incapaces de desplegar un pensamiento deductivo. Esa puja de ficción no hizo sino popularizar más a la policía. Holmes, que actuaba fuera de ella pero era al mismo tiempo su colaborador, se convirtió en el modelo de detective inglés.

Los expertos en Conan Doyle mantienen la teoría de que las contradicciones en las historias que escribió fueron a propósito, y que estas llevan a algún tipo de revelación que hasta la fecha no ha sido descifrado. En esta línea también mantienen que Conan Doyle mató a Holmes porque este revelaba en sus historias demasiadas cosas de su creador, ya que el detective de ficción reflejaba sus vivencias.

El análisis de la relación de Conan Doyle con su personaje arroja más preguntas que respuestas. Según los expertos, se cree que tras la historia de Holmes hubo algo inquietante. ¿Por qué un joven médico se alzó como un gran conocedor de los crímenes más famosos?

Un secreto del pasado

Arthur Conan Doyle fue asesino y ladrón antes de convertirse en Jack el Destripador. Con esta rotundidad lo afirma en su investigación el psicólogo Rodger Garrick-Steele, quien tras once años de investigaciones concluyó que la novela El perro de los Baskerville, una de las más famosas novelas de Sherlock Holmes, no fue escrita por Conan Doyle. No solo no habría escrito la novela, sino que, para ocultar el robo de la misma, habría envenenado al verdadero autor para que el mundo no conociera jamás la verdad.

Las pruebas circunstanciales que Garrick-Steele ha reunido en contra del escritor son bastante convincentes. Y se compilan en un libro de 446 páginas que lleva por título La casa de los Baskerville, en el que, a través de cartas, testamentos y certificados de defunción concluye que Conan Doyle engañó y mató. Según sostiene Garrick-Steele, Conan Doyle contrató a su amigo y periodista Robinson para que resucitara a Sherlock Holmes. Robinson escribió el libro El perro de los Baskerville, el libro le dio otro gran éxito a Conan Doyle, al que comenzó a inquietarle la idea de que el mundo entero pudiese llegar a saber que el verdadero autor de la novela era otro… Y, con la complicidad de la señora Gladys (la mujer de Robinson), que era la amante de Conan Doyle, envenenaron a Robinson.

En el análisis de la novela El perro de los Baskerville, los especialistas siempre han encontrado sospechosas similitudes entre una novela terminada de escribir por Robinson en 1900, titulada Aventura en Dartmoor, y El perro de los Baskerville, firmada por Conan Doyle un año después. Los defensores a ultranza de Conan Doyle admiten incluso que su ídolo se apoyó en su amigo a la hora de escribir el libro, y conceden que Robinson le dio la idea inicial de la trama y le prestó el nombre de su chófer y jardinero, Harry Baskerville, para que diera título a la obra. Pero Garrick-Steele va mucho más allá: asegura que Robinson escribió de principio a fin El perro de los Baskerville y que Conan Doyle estampó su nombre encima.

Pero para poder imaginarse a Conan Doyle como criminal hay que adentrarse en el lado más oscuro de su personalidad. Hay quien dice que era un hombre violento, que tenía a sus hijos sometidos a un auténtico régimen de terror. De hecho, Robinson conoció a Conan Doyle cuando fue a poner freno a una pelea a puñetazo limpio iniciada por el escritor. Pero lo más sospechoso de todo es la forma tan imprevista en que murió Robinson. El hombre tenía 36 años y gozaba, aparentemente, de buena salud. Sin embargo, casi de la noche a la mañana, falleció. Oficialmente fueron unas fiebres tifoideas las que se le provocaron la muerte, lo cual ya es mala suerte, pues, en esa época, solo tres de cada veinte casos de tifoideas terminaban en muerte. Pero lo más raro es que, hasta el mismo día en que Robinson falleció, su esposa no llamó a ningún médico. Y cuando por fin Gladys se decidió a requerir los servicios de uno, aseguró, sin inmutarse, que llevaba veintidós días enfermo, pero que no había creído necesario avisar a un médico porque ella misma se encargaba de atenderlo. Sin embargo, un par de días después de que Robinson muriera, Gladys afirmó que su marido había fallecido después de comer en Francia pescado en mal estado. Y otro dato: la desconsolada viuda no asistió al entierro del malogrado marido.

Hasta aquí las coincidencias del perfil de Conan Doyle y Jack el Destripador, que sin duda nos llevan a un perfil concreto de un posible asesino. Antes de llegar al análisis de la prueba que corrobora que Conan Doyle pudo ser el asesino llamado Jack el Destripador, se tiene que analizar su escritura para que el propio Conan Doyle nos diga cómo fue y pensó.