Sobre el autor

Autor de los libros Cristóbal Colón. Su origen y vida investigados con técnicas policiales del siglo xxi y Manual de contraespionaje electrónico.

Medalla de honor al Mérito de plata, concedida por la ciudad de Barcelona y la Policía Urbana de Barcelona, por la investigación policial que revela el origen del descubridor de América, Cristóbal Colom.

Mediador y árbitro del Consell Superior de la Cooperació de la Generalitat de Catalunya. Asesor técnico policial en Grafología Forense Policial de la Policía Urbana de Barcelona.

Perito calígrafo forense por la Universidad Autónoma de Barcelona y la Escuela de Doctorado del Hospital de Sant Pau y la Santa Creu de Barcelona. Perito judicial calígrafo forense en falsificación documental y documentoscopia. Perito adscrito al Departament de Justícia de la Generalitat de Catalunya. Perito en sistemas electrónicos de seguridad y espionaje.

Profesor de Grafología Forense Policial de la Universidad de Girona (Diplomatura de Policía Judicial). Profesor homologado en Policía Científica por la Generalitat Valenciana, Dirección General de Seguridad y Protección Ciudadana, Institut Valencià de Seguretat Pública (IVAS), Escuela de Policía. Profesor homologado en Policía Científica por el Gobierno de Cantabria. Profesor de la Escuela Regional de Policía Local de Cantabria.

Derecho y Gestión de la Seguridad Privada por la Universidad Autónoma de Barcelona. Seguridad Pública por la Escuela de Policía de Catalunya (policía en excedencia).

Jack el Destripador continúa siendo uno de los grandes misterios de la historia. En el año 1888 el barrio de Whitechapel, en el Londres victoriano, estaba considerado como uno de los peores distritos de toda la ciudad. En sus calles se vivía en la pobreza; la delincuencia y el alcohol eran una forma de vida. Los callejones estaban llenos de sucios bares y burdeles miserables en los que algunas mujeres se ganaban la vida prostituyéndose por unos pocos peniques. Y fue en este lugar, en el East End londinense, donde un asesino efímero conocido como Jack el Destripador, creó una de las leyendas negras más famosas de la historia en un espacio muy corto de tiempo; leyenda que ha perdurado hasta nuestros días por lo terrible de los asesinatos y no menos por el misterio de su identidad, que nunca se llegó a conocer. Jack el Destripador es el primer asesino en serie mediático de la historia.

Acabó con la vida de cinco mujeres, a las que descuartizó con una precisión de cirujano. Fueron crímenes que se cometieron sin motivo aparente, y que mostraban a un asesino de frialdad extrema, algo, no obstante, no muy infrecuente en los asesinatos de la época en una ciudad como Londres. Lo destacado del caso, más allá de su brutalidad, fue la prepotencia y seguridad que mostró ante la policía y la prensa, ante los que se jactó de que nunca lo atraparían, como en efecto sucedió. Su arrogancia está presente en las cartas manuscritas que remitió a la policía de Londres durante el tiempo en que se produjeron los asesinatos, misivas en las que se permitía menospreciar a los investigadores policiales, dejándolos en ridículo. Sin duda, el asesino fue alguien que conocía las técnicas de investigación policiales, lo que le permitía alardear de los asesinatos y de la incompetencia de la Policía Metropolitana del Londres victoriano, para lo que se ayudaba de la prensa y sus periodistas, que acrecentaron las incógnitas, al crear un personaje mediático, enigmático y de una gran aceptación por los lectores de los diarios. Y tras la negra fama… se esfumó en la famosa niebla londinense, la misma que siempre lo protegió en sus asesinatos, dejando un misterio que ha perdurado hasta nuestros días. El asesino fue encumbrado como el mito actual por las grandes novelas de intriga, las investigaciones y las teorías, que poco a poco fueron perfilando la historia del asesino más famoso de todos los tiempos y que nunca fue identificado.

Durante la investigación, con el paso del tiempo, se sucedieron numerosos nombres de quién pudo ser Jack el Destripador, pero la realidad es que ciento veinticinco años más tarde, y tras varias investigaciones, el caso permanece como uno de los grandes enigmas de la historia contemporánea.

Se plantearon varias líneas de investigación. La más fiable apuntaba que el asesino fuese un médico, ya que la extracción de órganos de las víctimas revelaba la precisión de un cirujano, lo que condujo a los investigadores de aquella época a pensar que el asesino poseía amplios conocimientos de anatomía y cirugía. De acuerdo con el médico forense que realizó la autopsia al cadáver de Annie Chapman (segunda víctima de las cinco atribuidas a Jack el Destripador), el asesino la había agarrado por la barbilla y la había degollado por la espalda de izquierda a derecha, y por la fuerza empleada, posiblemente con la tentativa de decapitarla, produciéndole la muerte. El resto de heridas y las mutilaciones abdominales habían sido producidas post mórtem; el abdomen había sido abierto para extraer la vagina, el útero y la vejiga, que no fueron hallados. Las incisiones eran limpias, con precisión de cirujano. No dañó otros órganos, lo que sin duda demostraba los amplios conocimientos de anatomía y cirugía, puesto que las extracciones se llevaron a cabo en plena calle y en penumbra. Según el médico forense, el instrumento utilizado parecía ser un cuchillo estrecho con lámina fina y muy afilada, la clase de cuchillo que utilizaban los cirujanos y los carniceros en el Londres de 1888.

Los crímenes recayeron sobre prostitutas que ofrecían sus servicios en las calles de Londres, sin duda las víctimas más fáciles, ya que el asesino no tenía que hacer una selección. No buscaba un perfil de mujer determinado: solo buscaba una víctima, y las prostitutas ofrecían lo que él necesitaba, mujeres anónimas y en las que nadie se fijaría, mujeres que buscaban sitios poco iluminados y apartados donde esperaban la oportunidad de ganar unas monedas para subsistir, ellas y sus hijos, personas con las que no tenía vinculación, ni un solo nexo de conexión, lo que dificultaba el trabajo de la policía, pues no se podía seguir un hilo conductor en las investigaciones de su entorno por enemistades, discusiones o por antiguas parejas. Esa línea quedaba cerrada.

La policía siempre sospechó que fueron más las mujeres asesinadas por Jack el Destripador, ya que el lunes 6 de agosto de 1888, varias semanas antes del primer crimen oficial, Marta Tabram, una prostituta de 39 años, había sido hallada muerta con 39 puñaladas; y algunos meses antes, Emma Smith, una prostituta de 45 años, había sido agredida salvajemente en la cabeza y le habían introducido un objeto en la vagina. Sin embargo, esos crímenes nunca fueron admitidos, al no reunir todos los parámetros de la metodología de Jack el Destripador.En 1894 sir Melville Macnaghten, asistente del jefe de la Policía Metropolitana y director del Departamento de Investigación Criminal, escribió: «El asesino de Whitechapel tuvo cinco víctimas y nada más». En la misma línea, las cinco víctimas canónicas fueron relacionadas a través de una carta redactada por el médico de la policía, Thomas Bond, donde relacionaba los asesinatos canónicos entre sí, y a los que se les dio el nombre de los crímenes «canónicos» como referentes a los atribuidos a Jack el Destripador. En esta carta reflejaba las similitudes en los «destripamientos».

Han pasado ciento veinticinco años desde que Jack el Destripador asesinase a cinco mujeres y desapareciera con él la posibilidad de descubrir a la persona responsable. Muchos han sido los sospechosos, hasta más de ciento veinticinco, y muchas las investigaciones y los libros escritos, pero en todos ellos hay un denominador común: nunca se ha revelado la verdadera identidad de El Destripador. Hoy he abierto una investigación policial para determinarla utilizando las técnicas de la policía científica de la actualidad… que me llevaron a un punto muerto, pues no encontraba el perfil que encajase en el asesino entre los investigados. De este modo, durante meses en los que cada día pensaba en Jack y en el Londres de 1888, tuve que volver a esa ciudad para vivir y pensar como Jack el Destripador. Paseé por las calles de Whitechapel en días grises y lluviosos y en noches de niebla… Me trasladé al Londres victoriano, viví en 1888.

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Y una mañana de domingo, de un octubre gris y lluvioso de 2013, mientras leía un libro… lo vi claro. Sabía quién fue el criminal. Lo dejé todo y busqué una carta de mi sospechoso, que comparé con las de Jack el Destripador… y allí estaba el auténtico nombre del famoso asesino. Me recorrió un escalofrío. Han pasado cuarenta y cinco mil quinientos días y la prueba caligráfica está inalterada para demostrar quién fue Jack. Y esta es la prueba.

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El autor delante del Royal London Hospital, donde fuerontrasladadas algunas víctimas para la autopsia

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Esquina donde las prostitutas buscaban clientes