Apéndice

El planeta Litina (extracto de «Litina: Informe Preliminar», por D. Michelis y R. Ruiz–Sánchez. Publicado en «Revista de Investigación Interestelar», 4/225. Año 2050).

Litina es el segundo planeta de la estrella de tipo solar Alpha Arietis, en la constelación Aries, y dista unos cincuenta años luz del Sol. [1]

El planeta gira en torno a su estrella solar a una distancia media de 174.500.000 kilómetros. Así, el año litino tiene aproximadamente trescientos ochenta días terrestres. La órbita es claramente elíptica, con una excentricidad de 0,51, de forma que el eje más largo de la elipse tiene una longitud que supera en un quince por ciento, poco más o menos, a la del eje más corto.

El eje del planeta es esencialmente perpendicular a la órbita, y éste describe un movimiento de rotación en torno a su eje equivalente a un día de unas veinte horas terrestres. En consecuencia, el año litino tiene 456 días. La excentricidad origina unas estaciones poco acentuadas, con inviernos relativamente largos y fríos y veranos cortos y calurosos.

El planeta posee un satélite lunar cuyo diámetro es de 2000 kilómetros y que gira en torno a su planeta primario a una distancia de 525.000 kilómetros, o sea, doce veces a lo largo del año litino.

Los planetas exteriores todavía no han sido explorados. Litina tiene 1330 kilómetros de diámetro y una gravedad superficial que es 0,82 veces la de la Tierra. La poca gravedad del planeta se debe a una densidad relativamente baja, que a su vez es resultado de su composición. La estructura inicial del planeta comprendía un porcentaje de elementos químicos pesados, con número atómico superior a veinte, muy inferior al de la Tierra. Por otra parte, los elementos de las series impares de la tabla son más raros, incluso, que en la propia Tierra. En efecto, los únicos elementos de estas series que aparecen en cantidades más o menos apreciables son hidrógeno, nitrógeno, sodio y cloro. El potasio es muy raro y los elementos pesados de las series pares (oro, plata y cobre) sólo existen en cantidades inapreciables y jamás en forma pura. De hecho, el único metal en estado puro que ha conocido el planeta es el ferroníquel que integra la masa de los meteoritos caídos fortuitamente.

El núcleo metalífero del planeta es considerablemente más pequeño que el de la Tierra, y en consecuencia el revestimiento basáltico tiene menor espesor. Al igual que en la Tierra, los continentes tienen un substrato granítico al que se han superpuesto depósitos sedimentarios.

La escasez de potasio ha hecho que la geología del planeta fuera extremadamente estática. La radiactividad natural del K40 es la fuente principal del calor interno de la Tierra, y Litina posee una décima parte del K40 que hay en la Tierra. Como resultado, el interior del planeta es mucho más frío, el vulcanismo es extremadamente raro y los movimientos sísmicos y la orogénesis todavía mucho más. El planeta parece haberse consolidado tal cual lo conocemos en una fase temprana de su formación, sin que desde entonces hayan sobrevenido grandes transformaciones. En el mejor de los casos, la mayor parte de tan uniforme actividad geológica es mera conjetura, dado que la escasez de elementos radiactivos no permite fechar fácilmente la antigüedad de los estratos.

En cierta manera, la atmósfera se asemeja a la de la Tierra[2]. La presión atmosférica es de 815,3 milímetros al nivel del mar y la composición de la atmósfera seca es la siguiente:

Nitrógeno 66,26% por volumen

Oxígeno 31,27% “

Argón y afines 02,16% “

CO 00,31% “

La concentración relativamente alta de CO2 (con una presión parcial de aproximadamente once veces la del gas en la atmósfera terrestre) origina un clima moderadamente cálido con pocas diferencias de temperatura entre el polo y el ecuador. En el polo, la temperatura media estival es de unos 300 centígrados, y en el ecuador, de unos 38 centígrados, en tanto que en invierno las temperaturas son unos quince grados más bajas. Por lo general, el porcentaje de humedad es elevado y las nieblas son abundantes. Asimismo, llovizna con persistencia todo el año.

Por espacio de unos setecientos millones de años apenas se han producido variaciones climáticas en el planeta. Dada la poca actividad volcánica, no se originan incrementos perceptibles de CO2 atmosférico por este motivo, y la cantidad de anhídrido carbónico que consume la frondosa vegetación en el proceso de fotosíntesis viene compensado por la rápida oxidación de las materias vegetales putrefactas, propiciada por la elevada temperatura, alto grado de humedad y elevada concentración de oxígeno en la atmósfera. En realidad, el clima del planeta permanece estable desde hace más de quinientos millones de años.

La misma uniformidad se observa en la geografía del planeta. Hay tres continentes, de los cuales el más vasto es el continente sur, que se extiende aproximadamente desde los 15.º de latitud Sur a los 60.º, y con una anchura de las dos terceras partes del planeta. Los dos continentes nórdicos tienen más o menos la forma de un cuadrilátero y similar superficie. Se extienden desde los 10.º de latitud Sur a los 70.º de latitud Norte aproximadamente, y ambos a unos 80.º al Este y Oeste. Uno de ellos está ubicado al norte del extremo oriental del continente sur, y el otro al norte del extremo occidental. Más allá de estas masas de tierra existe un archipiélago integrado por un grupo de islas bastante extensas, como Inglaterra e Irlanda, que se sitúan entre los 20.º Norte y los 10.º Sur del ecuador. En consecuencia, existen cinco mares u océanos: los dos mares polares; el mar ecuatorial, que separa el continente sur del norte; el mar central, entre los dos últimos, que enlaza el mar ecuatorial con el mar polar nórdico y, por último, el anchuroso océano que va de polo a polo, interrumpido sólo por el archipiélago, y que ocupa una tercera parte de la superficie del planeta.

El continente sur posee una cadena montañosa de baja elevación (la cumbre más alta alcanza 2263 metros) que discurre paralela al litoral sur y que atempera los ya moderados vientos del sur. El continente noroccidental tiene dos cordilleras, una paralela al mar oriental y otra al mar occidental, lo que permite la libre circulación de los vientos polares y confiere a este continente un clima más variables que el del continente sur. El continente nororiental tiene cadenas montañosas de poca elevación a lo largo de la franja costera meridional. Las islas del archipiélago presentan escasos promontorios y poseen un clima de tipo oceánico. Los alisios se asemejan a los de la Tierra, pero su intensidad es menor debido a que las diferencias de temperatura entre las distintas partes del planeta son menos acentuadas. En el mar ecuatorial apenas soplan vientos.

A excepción de las pocas sierras o cadenas montañosas, el suelo continental es bastante llano, sobre todo cerca del litoral. Los cursos inferiores de los ríos forman meandros flanqueados por marismas y planicies que se inundan en buena parte al llegar la primavera.

Las mareas son más moderadas que en la Tierra y originan una corriente notable en el mar ecuatorial. Dado que la franja costera es por lo general bastante llana, excepto en las zonas donde las montañas forman acantilados, la costa está separada del mar abierto por amplios bajíos.

El agua, aunque similar a la de los mares terrestres, posee un grado de salinidad muy inferior[3]. La vida se inició en los mares y evolucionó de forma muy parecida a como lo hizo en la Tierra. Existe una rica variedad de especies microscópicas marinas, equiparables a nuestras esponjas y algas marinas, así como muchas clases de los tipos crustáceos y moluscos. Estos últimos se hallan muy desarrollados y diversificados, sobre todo las especies móviles. Al igual que en la Tierra, han emergido variedades pisciformes muy parecidas a las de aquélla, las cuales dominan las aguas marinas.

La actual vegetación terrestre de Litina extrañaría un tanto a un observador de la Tierra, pero en modo alguno le sorprendería. No existen plantas exactamente iguales, pero la mayoría de ellas se asemejan inequívocamente a las que este hipotético observador conoce. El rasgo más notable está en los bosques, que son de un tipo mixto muy acentuado, árboles con fruto y sin él, palmeras y pinos, helechos arbóreos, matorrales y hierbas coexisten en admirable armonía. Puesto que Litina no ha conocido períodos glaciares prevalece el bosque mixto, al contrario que en la Tierra, donde predomina la vegetación uniforme.

Por lo general, la vegetación es exuberante y forma un bosque de tipo tropical, muy denso y con abundante pluviosidad durante el año. Existen diversas clases de plantas venenosas, en las que se incluyen casi todos los tubérculos aparentemente comestibles. Sus raíces se asemejan a las de la patata y producen gran cantidad de alcaloides extremadamente tóxicos cuya estructura todavía no ha sido determinada. Algunas especies de arbustos van provistas de espinas impregnadas de glucósidos que originan graves irritaciones en la piel de casi todos los vertebrados. El prado domina sobre todo en los llanos y cede paso gradualmente a los juncos y otras especies similares adaptadas a las tierras pantanosas. Existen pocas zonas desérticas. Hasta las montañas son de perfiles suaves y altitudes moderadas, con predominio del pastizal y los matorrales. Vistas desde el espacio, las tierras continentales del planeta son verdes en su casi totalidad. Las formaciones rocosas sólo aparecen en los valles de los ríos, donde las aguas han erosionado el lecho primitivo hasta alcanzar las capas de piedra caliza y arenisca, y también en los afloramientos leñosos, donde abundan el pedernal, el cuarzo y la cuarcita. No hace falta decir que la ausencia de actividad volcánica determina una gran escasez de obsidiana. En algunos de los cursos fluviales que discurren por los valles, algunas arcillas contienen una apreciable proporción de alúmina; también hay cierta abundancia de rutilo (dióxido de titanio). No existen grandes yacimientos de mineral de hierro y la hematites es prácticamente desconocida.

Entre las formas animales terrestres se encuentran órdenes similares a los que habitan en la Tierra. Existe una gran variedad de artrópodos, entre los que destacan insectos de ocho patas de todos los tamaños, e incluso una especie de libélula con dos pares de alas que extendidas alcanzan, según se ha podido determinar, hasta 86,5 centímetros. Esta variedad se alimenta exclusivamente de otros insectos, pero existen otros tipos nocivos para animales de órdenes superiores. La picadura de algunas de estas variedades es bastante dañina y contiene un veneno que suele ser un alcaloide. Algunos insectos pueden lanzar un chorro de gas venenoso (la opinión más generalizada es que se trata de HCN) en cantidad suficiente para inmovilizar a animales pequeños. Como las hormigas, son insectos sociales por naturaleza y viven en colonias que los animales insectívoros suelen tener buen cuidado de respetar.

Existen, también, buen número de anfibios parecidos a pequeños lagartos, con tres dedos en cada pata en vez de los cinco que poseen los vertebrados terrestres que habitan en suelo firme. Forman una clase extremadamente importante, y, llegados al estado de madurez, algunas especies pueden alcanzar el tamaño de un San Bernardo. Sin embargo, a excepción de algunas formas pequeñas y de poca importancia, los anfibios viven confinados en los arenales cenagosos próximos al mar, en tanto que la tierra firme es coto de una clase semejante a los reptiles terrestres. La especie dominante es un animal altamente inteligente, de gran envergadura, bípedo y que conserva el equilibrio con ayuda de una poderosa cola que mantiene muy rígida.

Dos grupos de reptiles retornaron al mar y entablaron con éxito una lucha contra los peces. Uno de ellos tiene un perfil acusadamente aerodinámico y en lo externo no es más que un pez de diez metros de largo. Sin embargo, la aleta está en un plano horizontal y su estructura interna muestra claramente las fases de su evolución. Es la criatura más rápida que surca las aguas de Litina, pudiendo alcanzar ochenta nudos en casos extremos (espectáculo corriente por lo demás, debido a su voraz apetito). El otro grupo de reptiles revertidos se asemeja a los cocodrilos y se desenvuelve con la misma facilidad en mar abierto que en las tierras bajas que inunda la marea, si bien en ninguno de los dos casos es muy rápido.

Algunos géneros de reptiles han adquirido rasgos de las aves, como ocurrió en la Tierra con los pteranodóntidos. Las especies más grandes poseen una extensión de alas de casi tres metros, pero su estructura corpórea es muy frágil. Suelen agruparse en los acantilados de la costa sur del continente noroccidental y se alimentan sobre todo de los peces y cefalópodos saltadores. Este género de reptil volador posee un largo pico de compleja dentadura, con las piezas curvadas hacia atrás. Hay otra curiosa especie de reptil volador que ostenta una especie de plumaje en la cresta multicolor que cubre el largo cuello. Estas «plumas» aparecen solamente en los reptiles maduros; los individuos jóvenes carecen de ellas.

Hace aproximadamente cien millones de años, los reptiles que habitaban en suelo firme se extinguieron casi por completo debido a la acción de uno de los miembros de menor tamaño de su familia, que adoptó para subsistir el expeditivo método de engullir los huevos que ponían sus parientes de mayor envergadura. Estos últimos están casi extinguidos y los que han logrado sobrevivir (caso del alosaurio litino) son en la actualidad especies tan raras como el elefante en la Tierra (comparado, por ejemplo, con la gran variedad de especies que existían en el pleistoceno). Las formas de menor tamaño sobrevivieron mejor, pero no son, ni con mucho, tan abundantes como en otros tiempos.

La especie dominante constituye una excepción. La hembra posee una bolsa abdominal en la que deposita los huevos hasta su fecundación. La altura de este animal, del pie a la coronilla, es de unos tres metros y medio, y su cabeza está configurada de tal forma que permite la visión bifocal. Uno de los tres dedos del brazo no articulado es un pulgar contrapuesto.