13 de noviembre de 1484.
La movilización era total.
El mayor ejército jamás formado en Castilla tenía a los heraldos que habían anunciado la guerra a Hassan-Alí de regreso y comenzaban su mastodóntica marcha hacia sus objetivos.
El Gran Capitán, al mando de cuarenta y dos mil hombres, inició su marcha hacia Málaga, cuyo puerto ya era hostigado por los barcos del rey. Este, junto con la reina doña Isabel, tomaba personalmente el mando de otras veintiocho mil almas que partían rumbo a Arunda. En cinco días de marcha estarían a las puertas de la inexpugnable ciudadela e iniciarían un asedio que duraría meses, incluso años. El Gran Capitán, con el grueso de las fuerzas se dirigiría a Málaga para impedir que Abu Hassan saliera al auxilio de su hermano Al-Zagal. Cuando los reyes hubiesen tomado posiciones sin encontrar hostilidades, daría la vuelta y se uniría al asedio. Para cuando Abu Hassan reaccionara, Arunda estaría sitiada y Al-Zagal acabado.
Don Gonzalo, el Gran Capitán, se acercó a los reyes algo receloso, sabedor de que la reina acababa de entregar a Marraz, el judío jefe de las finanzas de la corona, todas sus joyas para ser empeñadas por enésima vez con el fin de financiar otra guerra. Aquellas joyas habían estado más tiempo en los últimos años en manos de los judíos prestamistas que en las de su legítima dueña.
Al entrar en la tienda real, doña Isabel ni le miró, fue el rey quien acudió al encuentro de su hombre de confianza.
—Todo está listo, partiré al alba —proclamó Gonzalo, mirando de reojo a la reina.
—Nosotros levantaremos el campamento mañana. El día diecinueve comenzará el asedio; debemos tomar Arunda antes del verano.
—Majestad, no deberíais meteros en el asedio, quedaréis aislado entre los dos ejércitos durante meses.
—Don Gonzalo, los reyes prometimos encargarnos de esta guerra personalmente y estaremos en ella donde debamos estar. Si necesitamos volver a Sevilla, setenta mil hombres conseguirán abrirnos paso. Además, el infante don Fernando y Torquemada quedan a cargo de los asuntos de estado. La próxima vez que los reyes entren en Sevilla, Castilla estará unida.