Capítulo 50


El siguiente fin de semana lo llevamos a un sitio en el que puedes pintar tu propia figura de cerámica. Cuando llego al piso de Sawyer, descubro que la niñera rubia y joven con la que lo vi la semana pasada ha sido reemplazada por una mujer mucho mayor. Le pregunto a Sawyer sobre ello y me explica que Vanessa era una de las muchas niñeras y que solo había accedido a venir a Filadelfia un par de semanas mientras Alice lo organizaba todo para mudarse de Washington.

—Gracias a Dios —suspiro aliviada.

Sawyer eleva la ceja y yo me explico.

—Mira, he sido muy comprensiva con lo de tu secretaria joven y atractiva, ¿pero una mujer joven y guapa viviendo bajo el mismo techo que tú? Ponía a prueba los límites de mi naturaleza increíblemente madura y generosa.

—¿Estabas celosa de Vanessa? —Retuerce la boca.

—Mmm, déjame pensar —digo mientras me doy un golpecito en el labio y finjo concentrarme—. Sí.

—¿Porque te gustaría vivir conmigo?

—Puede. —Me encojo de hombros en broma.

—Lo tendré en cuenta, Botas —dice, acercándome—. Y te contaré un secretito.

—¿Cuál?

—El piso de al lado es mío. Vanessa se quedó ahí. Además, está casada y tenía que volver a casa. Y, lo más importante, no eras tú. Así que el resto no importa.

—Qué labia, Camden.

Me atrapa en un beso y me toca el culo por sorpresa.

—¿Por qué el piso de al lado es tuyo?

—¿Por qué no? —Se encoge de hombros—. Lo compré cuando lo estaban construyendo. No quería vecinos, así que compré los dos pisos de esta planta. Pensaba que terminaría necesitando el espacio para un equipo de seguridad personal. No tenía planeado que fuera el cuarto de la niñera, pero ya ves.

—¿Entonces Alice también se queda ahí?

—Sí —dice, mientras me recorre la mandíbula de arriba abajo a besos—. ¿Estás celosa de una mujer que podría ser mi madre?

—No, la verdad. Solo me preguntaba cuánta privacidad tendríamos después y si Jake duerme a pierna suelta.

—Duerme como un campeón. —Sawyer sonríe ampliamente.

Después de pintar la cerámica —Jake elige un gato y lo pinta de color naranja, y Sawyer y yo pintamos unas tazas—, volvemos al piso para que Jake se eche la siesta. Se queda dormido en el viaje de vuelta y apenas se revuelve cuando Sawyer lo lleva en brazos por el garaje, el ascensor y hasta su habitación.

—¿Cuánto tiempo estará durmiendo? No me importa si dices que diez minutos. Me conformo con uno rapidito —digo, y envuelvo a Sawyer con mi cuerpo en cuanto él cierra la puerta del dormitorio principal tras nosotros.

—Una hora al menos. —Me alza y envuelvo las piernas en su cintura mientras me lleva a la cama—. Joder, te he echado de menos.

Me quito la camisa con violencia mientras me lleva en brazos y la dejo caer en el suelo antes de que me tumbe en la cama. Me desabrocha los botones con las manos y me baja la cremallera del pantalón de inmediato. Levanto las caderas para ayudarle a deslizar el vaquero por mis piernas. Las bragas lo siguen rápidamente y de repente él está sobre mí y me coloca los tobillos por encima de sus hombros mientras huele mi piel. Sus brazos serpentean por debajo de mis muslos y los rodea, manteniéndome abierta. Entonces utiliza también los pulgares y me abre el coño mientras me da un largo y lento lametón hacia arriba con la lengua, en el epicentro.

Sacudo las caderas en su cara. Estoy tan mojada que siento un hilillo de humedad que se escapa un momento antes de que él lo limpie con la lengua.

—¿Tienes idea de cuántas veces me he masturbado mirando el vídeo del móvil? ¿El nuestro?

Esa fue la última vez que estuvimos juntos. Hace unas tres semanas.

—¿Sabes cuántas veces me he masturbado recordando ese vídeo? —contesto, y entierro las manos en su pelo y llevo su cara donde la quiero—. Cero. Cero veces. Porque tengo una compañera de habitación y un baño compartido. Voy a necesitar que te concentres.

Se ríe. Lo siento más que lo oigo; la vibración me acerca más a donde quiero llegar. Entonces pasa de un único dedo y va directo al grano con dos y me embiste con el toque de brusquedad que me gusta. Hace que mi espalda se arquee y se me curven los dedos. Me cubre el clítoris con la boca abierta, pasa rápidamente la lengua y bombea con los dedos hasta que me corro.

Reduzco la fuerza con la que le sujeto la cabeza y me dejo caer sobre la espalda, mientras mi pecho se agita al tiempo que el pulso aminora. Sawyer se coloca en la cama junto a mí, apoyado sobre un codo, con la cara relajada y feliz.

—Te quiero, Botas. —Me coge el pecho, hace rodar mi pezón entre los dedos y el pulgar, y me lleva medio segundo estar lista para más. Y para darme cuenta de que él está completamente vestido.

—Yo también te quiero, pero odio tu ropa. ¿Por qué la llevas puesta todavía? —pregunto, y entonces nos deshacemos de ella en un frenesí de brazos y piernas enredados hasta que está desnudo y tumbado bocarriba. Me arrodillo sobre él, con una rodilla a cada lado de sus caderas, empuño su polla, la guío a mi interior y la hundo.

Gruñimos juntos mientras su largo miembro se desliza hasta el final y provoca una ligera y agradable quemazón al ceder. Entonces coloca las manos en mis caderas y yo dejo caer las mías sobre las suyas mientras me embiste desde abajo y yo controlo el ritmo desde arriba, subiendo y bajando con su polla dentro de mí. Mis tetas botan más a medida que aumenta la velocidad.

Suelto las manos para inclinarme un poco, me apoyo en su pecho y cambio el ángulo para que mi clítoris roce contra él mientras me mezco hacia delante.

Nos corremos momentos después; mi orgasmo ocurre un instante antes que el suyo. Mi coño palpita a su alrededor y lo lleva a él hasta el final. Entonces se descarga en mi interior con un gruñido. Me relajo un momento sobre su pecho antes de quitarme de encima y, cuando sale de mí, noto de inmediato que todo es mucho más húmedo sin condón.

—¿Y por qué decía yo que no quería que fuera sucio? —bromeo. Alargo la mano para tocarme, para tocarlo a él sobre mi cuerpo, en realidad—. Esto es tan sexy, joder.

—Sabes que va a seguir saliendo de ti el resto del día, ¿no? —dice. Coloca las manos sobre las mías y frota el fluido que sale de mí.

—Esto cada vez se pone mejor —murmuro.

Parece como si a su polla le apeteciese otra ronda, pero Sawyer echa un vistazo al reloj de la pared, se levanta, va al baño y vuelve con una toalla pequeña. Me sonrojo cuando la usa para limpiarme.

—Con todo lo que hacemos, ¿y esto te da vergüenza?

—Solo un poco —respondo cuando algo se estrella cerca.

Salimos de la cama y nos vestimos rápidamente, y Sawyer sale por la puerta segundos antes que yo.

—No pasa nada, papá —dice Jake cuando llego a la escena del crimen. Medio bote de zumo de manzana se extiende por el suelo de la cocina. Jake pasa un paño de cocina empapado por encima—. Yo lo limpio. Cuando ensuciamos, limpiamos, ¿verdad, papá?

Oh, Dios. Chillo y toso en la mano mientras Sawyer me echa un vistazo e intenta no reírse.

—Correcto, campeón.

—¿También estabais haciendo la siesta? —Jake levanta la vista del suelo, pestañeando, y me pregunto cuántos años nos quedan para disfrutar de su inocencia inmaculada.

Probablemente no muchos, pero voy a disfrutar de cada uno de ellos.

Y de todos los años siguientes.