PRIMER INTERLUDIO

El Consejo Ejecutivo de la Segunda Fundación estaba reunido en asamblea. Para nosotros son simplemente voces. Ni el escenario exacto de la reunión, ni la identidad de los presentes son esenciales para el caso.

Tampoco, estrictamente hablando, podemos considerar siquiera una reproducción exacta de una parte cualquiera de la sesión..., a menos que deseemos sacrificar completamente el mínimo de comprensión que tenemos derecho a esperar.

Aquí tratamos con psicólogos, aunque no con simples psicólogos. Digamos que son científicos con una orientación psicológica. Es decir, hombres cuyo concepto fundamental de la filosofía científica apunta hacia una dirección totalmente distinta de todas las orientaciones que conocemos. La psicología de los científicos educados entre los axiomas deducidos de los hábitos de observación de la ciencia física tiene sólo una muy vaga relación con la verdadera PSICOLOGÍA.

Algo así, con un fondo similar, sería lo máximo que podría decir a un hombre ciego de nacimiento al tratar de explicarle lo que es el color... siendo yo tan ciego como él.

Lo esencial es saber que las mentes allí reunidas comprendían perfectamente el trabajo de las demás, no sólo por teoría general, sino también por la aplicación específica de esas teorías durante un largo período a individuos particulares. El lenguaje, tal como nosotros lo conocemos, era innecesario. Un fragmento de una frase equivalía casi a una larga explicación. Un gesto, un gruñido, la curva de una línea facial, incluso una pausa oportuna, comunicaba la información requerida.

Por lo tanto, nos tomaremos la libertad de traducir libremente una pequeña porción de la conferencia a las combinaciones de palabras extremadamente específicas que son necesarias para las mentes orientadas desde la infancia hacia una filosofía de las ciencias físicas, incluso aunque corramos el peligro de perder los matices más delicados.

Predominaba una «voz», que pertenecía al individuo conocido simplemente como el Primer Orador.

Éste dijo:

—Al parecer ya está determinado lo que detuvo al Mulo en su primer impulso demente. No puedo decir que la cuestión diga mucho en favor de... bueno, de nuestro cálculo de la situación. Parece ser que estuvo a punto de localizarnos por medio de la energía cerebral artificialmente activada de lo que llaman un «psicólogo» en la Primera Fundación. Este psicólogo fue muerto justo antes de que pudiera comunicar su información al Mulo. Los sucesos que condujeron a aquel asesinato fueron completamente fortuitos, según todos los cálculos de la Fase Tres. Ocúpese usted del asunto —indicó al Quinto Orador, con una inflexión de la voz.

Entonces continuó:

—Es seguro que la situación fue mal calculada. Por supuesto, somos altamente vulnerables al ataque masivo, y en particular a un ataque dirigido por un fenómeno mental como el Mulo. Al poco tiempo de alcanzar celebridad galáctica con la conquista de la Primera Fundación, medio año después, para ser exactos, estuvo en Trántor. Al cabo de otro medio año hubiese llegado hasta aquí, y las probabilidades hubieran estado abrumadoramente en contra de nosotros, más o menos en un 96,3 por 100. Hemos pasado un tiempo considerable analizando las fuerzas que le detuvieron. Conocemos, naturalmente, sus impulsos originales. Las ramificaciones internas de su deformidad física y la calidad única de su mentalidad son evidentes para todos nosotros. Sin embargo, fue sólo penetrando en la Fase Tres que pudimos determinar, después del hecho, la posibilidad de que su anómala acción fuese debida a la presencia de un ser humano que le profesara un afecto sincero.

»Y puesto que tan extraño comportamiento dependería de la presencia de un ser humano en el momento apropiado, hasta ese punto todo el asunto fue fortuito. Nuestros agentes están seguros de que fue una joven quien mató al psicólogo; una joven en quien el Mulo confiaba por sentimentalismo y a quien, por consiguiente, no controlaba mentalmente, sólo porque ella le demostraba simpatía.

»Desde aquel suceso (de cuyos detalles se ha elaborado un estudio matemático que se halla en la Biblioteca Central a disposición de los interesados en el tema) que nos sirvió de advertencia, hemos mantenido a raya al Mulo con métodos nada ortodoxos, con los que ponemos diariamente en peligro todo el esquema histórico de Seldon. Eso es todo.»

El Primer Orador hizo una pausa para que los reunidos pudieran asimilar todas las implicaciones. Después, añadió:

—La situación, pues, es altamente inestable. Con el esquema original de Seldon tensado hasta el punto de fractura, y debo poner de relieve que hemos cometido graves errores en todo el asunto con nuestra horrible falta de previsión, y nos enfrentamos a la posibilidad de un fracaso irreversible del Plan. El tiempo se nos escapa. Creo que sólo nos queda una solución, pero es peligrosa: hemos de dejar que el Mulo nos encuentre..., en cierto sentido.

Hizo otra pausa, durante la cual captó las reacciones de los presentes, y al final de ella añadió:

—Repito: ¡en cierto sentido!

Trilogía de la fundación
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EL CICLO DE TRANTOR por Carlo Frabetti 0001_0000.htm
FUNDACION 0002_0000.htm
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PRIMERA PARTE LOS PSICOHISTORIADORES 0002_0002.htm
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SEGUNDA PARTE LOS ENCICLOPEDISTAS 0002_0004.htm
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TERCERA PARTE LOS ALCALDES 0002_0006.htm
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CUARTA PARTE LOS COMERCIANTES 0002_0008.htm
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QUINTA PARTE LOS PRINCIPES COMERCIANTES 0002_0010.htm
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FUNDACION E IMPERIO 0003_0000.htm
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PROLOGO 0003_0002.htm
PRIMERA PARTE EL GENERAL 0003_0003.htm
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SEGUNDA PARTE EL MULO 0003_0014.htm
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SEGUNDA FUNDACION 0004_0000.htm
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PROLOGO 0004_0002.htm
PRIMERA PARTE EL MULO INICIA LA BUSQUEDA 0004_0003.htm
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SEGUNDA PARTE LA BUSQUEDA DE LA FUNDACION 0004_0015.htm
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