HIMNO XII
A HERA

INTRODUCCIÓN

1. Hera

El papel de Hera en la mitología griega es fundamentalmente el de esposa de Zeus, del que también es hermana por ser ambos hijos de Crono y Rea, los padres primigenios. Tal tipo de relaciones incestuosas son normales en divinidades que se hallan en el comienzo de los tiempos.

En su origen es Hera una divinidad prehelénica. Aunque la etimología del nombre, como es lo normal en las divinidades de origen antiguo, no resulta del todo clara, parece aceptable su relación con otra palabra prehelénica, héros, por lo que Hera vendría a significar «la Señora». Se trata de una diosa ctónica y de fecundidad, características que pueden deducirse de una serie de rasgos atribuidos a esta divinidad, como son su capacidad de procrear, «sin unirse en amor», a Hefesto[1], así como diversos epítetos que se le aplican, como el de Antea, esto es «la que hace crecer las cosechas» o el de «genetriz de todas las cosas» en Alceo[2]. Es, sin embargo, una diosa muy localizada geográficamente. Su epíteto habitual es el de «Argiva» y su culto se centra en el Heraion de la Argólide.

Su matrimonio con Zeus revela la alianza entre el dios invasor y la diosa local que se registra en otros muchos casos. Probablemente como esposa de Zeus desplazó a la originaria, Dione, que quedó relegada al santuario de Dodona.

Conocida en época micénica (aparece en las tablillas la mención de e-ra), su aparición en los poemas épicos no es excesivamente brillante. El papel que desempeña en los poemas homéricos es el de la esposa celosa, perseguidora de amantes e hijos ilegítimos de Zeus, y que importuna frecuentemente al padre de los dioses. En cuanto a la referencia que de ella hace Hesíodo[3] es de escaso interés, pues se limita a señalarla como la última esposa de Zeus.

No obstante, hay que mencionar que, en la distribución racional de las funciones divinas, la antigua diosa ctónica adquiere la tutela del sexo femenino en general y así recibe honra como esposa, preside las bodas, la viudez, etc., en suma, los estados fundamentales en la vida de la mujer de la época.

En el himno se citan atributos suyos meramente convencionales: belleza, dignidad entre los dioses, que emana de su carácter de esposa, así como un título cultual típico, el de reina[4].

2. El «Himno XII»

Lo más peculiar de este breve himno es la falta de la fórmula final de invocación o saludo que aparece en los demás himnos, salvo en el Himno VIII peculiar en tantos otros puntos. De ahí que puedan concluirse dos posibilidades: o bien que lo que se nos ha conservado es el fragmento inicial de un himno más largo, o bien que acababa con una fórmula final que se ha perdido en el curso de la transmisión del texto.

3. Fecha de composición

Es tan indeterminable como la de los demás himnos breves. Un rasgo aducido para fechar este poema en época alejandrina (la cantidad larga de la a de aeído) no es decisivo, dado que esta característica aparece también una vez en la Odisea[5].