HIMNO IX
A ÁRTEMIS

INTRODUCCIÓN

1. Ártemis

Diosa unida a la naturaleza en su estado salvaje, al árbol, a los bosques y a las fieras, Artemis es el exponente de la fecundidad de la vida selvática. Esta caracterización se manifestaba igualmente en el culto. En Braurón, las muchachas se disfrazaban de oso para celebrar su fiesta. En otros cultos, los disfraces eran de ciervas. Todo ello llevó a algunos investigadores a ver como origen de Ártemis una diosa minoico-micénica, la pótnia therón, la «señora de las fieras».

Alternativamente se ha tratado de investigar el origen de la diosa a través de la etimología de su nombre. Como ocurre con otras divinidades, las propuestas son diversas y no totalmente seguras. Considerada por algunos como diosa asiática[1], su nombre aparece atestiguado en inscripciones lidias como artimuS. No obstante, dada su inñuencia en el ámbito dorio, se ha tratado de buscar un origen ilirio para su nombre. Así Ruipérez[2] cree ver este origen en la palabra iliria artos. No obstante, la mención de esta divinidad en las tablillas micénicas, anteriores a las invasiones dorias, hace improbable esta segunda posibilidad.

En la organización jerárquico-familiar del panteón griego, Ártemis aparece como hija de Zeus y Leto y hermana de Apolo. Dentro de una polaridad característica en las relaciones entre las divinidades griegas, Ártemis, que es virgen y huye del matrimonio, es la contrafigura de Afrodita, la diosa del amor. A este respecto es suficiente leer los versos del Himno V dedicados a Artemis, a quien no somete jamás al yugo del amor la risueña Afrodita. Pues le agrada el arco, abatir fieras en los montes, las forminges, los coros y los penetrantes griteríos de invocación, así como las arboledas umbrías y la ciudad de varones justos.

Dentro de la colección de los himnos homéricos, aparecen dos dedicados a Ártemis, el Himno IX y el Himno XXVII, más largo y elaborado. En ambos se la caracteriza con epítetos tradicionales que aluden a su condición de arquera: «diseminadora de dardos», «la de áureas saetas», etc., en lo cual coinciden con la caracterización homérica de esta divinidad, así como con las representaciones artísticas antiguas en las que Ártemis aparece cazando.

2. El «Himno IX»

Se trata de un himno de los del tipo más simple, compuesto por un preludio (iniciado por la designación de la diosa como tema del canto y consistente en la descripción de una escena introducida por un relativo), una fórmula de saludo y otra de transición. En este caso, como en otros, se han acumulado probablemente al final dos fórmulas originalmente diferentes. La escena descrita en el preludio es una visita de la diosa a su hermano, tratada con gran esplendor decorativo. La diosa viaja de Esmirna a Claros, lugar de su cita con Apolo.

3. Fecha y lugar de composición

Wilamowitz[3] fechó el himno después del 688, época de la conquista de Esmirna por Colofón, y antes del 600, en que Esmirna es tomada por Aliates, rey de Lidia. No obstante, Càssola[4] pone en duda la validez de la primera fecha como límite, arguyendo que la visita de la hermana a Apolo se debe a la superioridad en prestigio del dios sobre ella y no a motivos políticos de predominio de Claros sobre Esmirna. El himno podría por tanto ser incluso más antiguo.

De otra parte, el conocimiento que muestra el autor por una geografía insólita en la tradición épica (Claros, el Melete, Esmirna), parece apuntar a un rapsodo local de Claros.