Opciones

 

 

 

— Con permiso —asomó su cabeza por la puerta abierta—. ¿Querías verme, Jackson?

— Si Beth, pasa por favor.

Era increíble la rapidez con la que Beth había perdido el miedo a entrar en el despacho de su terapeuta. Si en su momento con Daniel, lo más normal era sentir un agobiante miedo y que le temblaran las piernas, ir a ver a Jackson cuando la llamaba no causaba mayor reacción en ella que la simple curiosidad por saber el asunto que quería tratar.

— Tú dirás —se sentó sin esperar invitación. Con Jackson no era necesaria.

— He recibido noticias de tu familia y quería comentar algo contigo.

— ¿Ha pasado algo? —Su estómago se encogió unos segundos—  ¿Están todos bien?

— Sí, tranquila —le calmó—. Están perfectamente —apreció su sincera preocupación—. De hecho creo que están más que bien. Tu padre va a ser nombrado por fin director general del Ministerio de Sanidad.

— Ah, genial —sonó desapasionada—. Eso son buenas noticias, supongo.

— Lo son —esbozó una leve sonrisa—.  Todo esfuerzo tiene su recompensa y nos consta que tu padre ha luchado mucho para conseguir ese puesto.

— Me alegro por él, pero, ¿qué tiene eso que ver conmigo?

— Tu padre espera que toda su familia esté presente en el nombramiento, y eso te incluye —la señaló esperando su reacción.

— ¿Mi padre espera que yo vaya allí?

— Claro.

— ¿Lo estás diciendo en serio?

— Es lo lógico, ¿no? Eres su hija.

— A mí no me cuadra —negó convencida con la cabeza— Mi padre siempre ha repudiado todo lo que ha tenido que ver conmigo. No veo por qué querría tenerme allí, si sabe que puedo joderle el acto sin necesidad de abrir siquiera la boca.

— En cambio, yo veo que es lo más natural del mundo y la oportunidad perfecta para demostrarle que ya no eres la chica problemática a la que obligó a entrar en este centro.

— ¿Y convencerle aún más de que encerrarme aquí lo hizo “por mi bien” y que realmente me ha venido de perlas? No, gracias.

— Creía que ese rencor ya lo habíamos superado.

— No es rencor, Jackson. Conozco demasiado bien a mi padre como para no darme cuenta de que lo que de verdad pretende conseguir con mi presencia, es algún tipo de beneficio personal —entornó los ojos para escrutar los de su terapeuta—.  ¿Habrá prensa, verdad? Es eso.

— Sí, la prensa estará allí —admitió.

— Entonces está claro lo que busca —espetó irónica—. Una bonita estampa de familia unida. Todos sonrientes y felices para salir bien en la foto de su nombramiento.

— ¿Por qué te empeñas en ver siempre el lado menos positivo de todo lo que te sucede?

— Simplemente no me gusta que me utilicen y en este caso te aseguro que él pretende hacerlo.

— Eso no lo sabemos a ciencia cierta —replicó muy seguro de sí mismo—. En actos de este calibre siempre se siente uno más arropado si cuenta con el apoyo de su familia.

— Le conozco y sé que le mueven sus propios intereses.

— Beth, entonces no condiciones tus actos y decisiones basándolos en los intereses que le mueven a él, actúa basándote en los tuyos propios.

— ¿Qué quieres decir exactamente?

— Míralo desde este ángulo: No te gusta que tu padre te controle o te utilice, pero reconoce que nunca le has dado los motivos necesarios para que deje de hacerlo, ¿cierto?

— Puede… —se encogió de hombros, pero Jackson no dejó que esquivara la pregunta.

— Beth… —una intencionada mirada le bastó.

— Vaaaale, sí. Lo reconozco.

— Comportándote como lo hacías, solo conseguías que tu padre no tuviera más alternativa que meterse más y más en tu vida, para redirigirla según tú, como a él le convenía. ¿Hasta aquí todo correcto?

— Correctísimo —confirmó.

— Pues resulta que aquí y ahora tienes la posibilidad de volver a hacerte dueña de tu vida, demostrándole que eres perfectamente capaz de hacerte cargo de ti misma y de tus actos —hizo una pausa mientras ella calibraba sus palabras—. O lo que es lo mismo, que él deje de controlarte. ¿Ves dónde quiero llegar?

— No lo había pensado de ese modo —volvió a reconocer—.  ¿Crees de verdad que ya estoy preparada para hacerme cargo de mí misma?

— Creo que estás haciendo un magnífico esfuerzo por lograrlo, pero aún te queda parte del camino por recorrer. Y también creo que asistir a ese evento te servirá para probarte, a ti misma antes que a nadie, que estás en la dirección correcta.

— ¿Y qué pasa si se me cruzan los cables y monto un circo allí? —Tenía que prever la posibilidad de que ocurriera— No quiero echar a perder todo lo que he conseguido porque a mi querido padre le dé por soltarme alguna de sus lindezas, como es su costumbre.

— Sólo tienes que estar tranquila y ser positiva. Además, no vas a ir sola —palmeó su mano por encima de la mesa— y a cada minuto que pasa estoy más convencido de que lo harás genial y volverás totalmente reforzada de la experiencia.

— Espera, espera. ¿No voy a ir sola?

— No. Es la única condición que he puesto para que puedas asistir. No quiero que vayas sola.

— Uyuyuyuy… Crees que se me pueden cruzar los cables, ¿verdad? —preguntó con sonrisa traviesa.

— Siempre tan mal pensada… —sonrió a su vez— Lo hago porque quiero que estés y te sientas acompañada entre toda esa gente mayoritariamente extraña.

— Y por supuesto, que tengas un muro de contención por si las cosas se tuercen.

— Eso es sólo un ingrediente añadido.

— Ya. Quieres tenerme vigilada —le miró inquisitiva—. Reconócelo.

— Quiero que te sientas segura —sus ojos transmitieron la sinceridad de sus palabras—, que estés serena, que te diviertas, que des un paso de gigante en tu recuperación. Y que lo hagas sintiéndote bien contigo misma. Voluntariamente y sin que nadie te presione.

— Joder, Jackson. De verdad que alucino —parpadeó varias veces intentando sacudirse la impresión que le causaron sus palabras—.  ¿Cómo lo haces para… ser… tan… tan… así?

— ¿Así cómo?

— Tan… tan… —Dulce, comprensivo, protector… Gesticuló en el aire señalándole finalmente con ambas manos— ¡Tan… tú!

— Me tomaré eso como un cumplido —decidió con una blanca sonrisa que ella correspondió—.  ¿Entonces puedo notificarle a Daniel que has aceptado asistir?

— Supongo que sí —se encogió de hombros— Aunque…

— ¿Aunque qué?

— ¿Puedo saber quién va a acompañarme?

Beth mantuvo la respiración todo el tiempo que Jackson tardó en darle una respuesta. Y aunque no fueron más que unos pocos segundos, a ella le parecieron siglos enteros con todas sus décadas, todos sus meses, sus semanas, sus días, incluso sus horas y minutos.

Se encontró súbitamente en medio de una guerra interior mientras una parte de ella pedía a gritos escuchar un nombre concreto y la otra parte se negaba en rotundo a escucharlo, tapándose testarudamente los oídos.

— Hemos barajado un par de opciones, pero me gustaría saber si tienes preferencia porque te acompañe alguien en concreto.

— ¿Puedo elegir? —en su interior habían empezado a rodar cabezas.

— En realidad no. Es A o B, pero tengo curiosidad por saber a quién elegirías, de poder hacerlo.

— ¿Saber quiénes son los candidatos me facilitaría la elección?  —dejó caer la tácita pregunta, mordiendo su labio inferior.

— No quiero condicionarte. Sólo di quién querrías que te acompañara. Lo mismo hasta eliges a uno de los que hemos propuesto.

— Uhmmm… —la batalla se volvía atrozmente cruenta por momentos— pues… creo que… —los gritos internos empezaron a sobrepasar su nivel tolerable— la mejor opción sería… ¿Sandy?

En su interior, una quietud devastadora paralizó en el acto a los contrincantes. Un viento glacial barrió los restos de la lucha que allí había tenido lugar, dejando un desolado y yermo paisaje interior. Y solo necesitó una única y simple palabra.

— Sandy —Beth asintió y él quiso confirmarlo—.  ¿Estás segura?

— Completamente —afirmó con rotundidad—.  ¿Hay alguna posibilidad?

— Por supuesto —sonrió satisfecho por no haber errado en su candidatura—.  Ella era la opción A.

— Genial —en su interior, el silencio seguía inamovible.

— Llamaré ahora mismo a Daniel para comunicárselo —descolgó el teléfono—. Será un segundo…

Estaba bastante sorprendida y a la vez orgullosa de haber tenido la suficiente fuerza de voluntad y el necesario y preciso autocontrol, para decantarse finalmente por Sandy. Sobre todo en un momento en el que decir ese otro nombre habría supuesto un paso hacia atrás en su determinación de superar sus sentimientos por su antiguo terapeuta.

Pero necesitaba saber…

— Jackson…

— Dime —marcó mecánicamente la extensión de su jefe.

— ¿Puedo saber ahora quién era la opción B?

— ¿Saberlo cambiaría en algo tu decisión? —preguntó mientras esperaba tono.

— Quiero pensar que no, pero si tú crees que el otro candidato haría mejor su trabajo, no me opondré a cambiar de acompañante.

— Un segundo —había conseguido comunicación con Daniel—. Hola Daniel… Sí, soy yo… Sí, estoy con ella… Sí, será Sandy quien la acompañe. ¿Quieres que hable yo con ella?... De acuerdo entonces… Hasta ahora —finalmente colgó el teléfono.

— ¿Y bien? —esperó con avidez la respuesta.

— Asunto arreglado. Hablará con Sandy esta misma noche.

— No me refería al resultado de la llamada, Jackson.

— Ya. Te refieres a la opción B.

— Eso —ocultó sus manos bajo la mesa para que él no viera cómo se las retorcía.

— Pues Beth, te digo que la opción B era yo mismo —amplió su sonrisa.

— Oh, vaya… —de pronto se sintió culpable, no le había tenido en cuenta ni un sólo segundo— Lo siento.

— No lo esperabas, ¿verdad? —apreció el cambio de coloración de la cara de la chica.

— Realmente no —reconoció bastante avergonzada—, pero Jackson, si quieres ser tú quien me acompañe me parece perfecto, en serio.

— ¿Desde cuándo un plan B es mejor que un plan A? —intentó aliviar la incomodidad que veía en ella.

— Muchas veces —incluso ella había estado barajando la opción C— No quiero hacerte sentir mal por haber elegido a Sandy por encima de ti.

—  Tranquila, ¿vale?  Te dije que no quería condicionarte —comenzó a recoger los papeles y cerró el expediente dando por terminada la charla—. No me haces sentir mal en absoluto y si te digo mi sincera opinión, creo que has hecho la elección adecuada.

— ¿Lo dices en serio?

— Claro, Sandy es una chispa y desde luego te divertirás mucho más con ella que conmigo. Además, te diré un secreto —adoptó el tono de confidencia mientras caminaban hacia la puerta—. Tengo dos pies izquierdos… ¡No me gusta nada bailar, soy malísimo!

— ¡Jajajajajaa! —Rió con ganas el chascarrillo, liberando tensión— ¡Entonces ya somos dos!

— No puedo creerlo. ¡Pero si tu sentido del ritmo es excepcional!

— Para todo excepto para el baile, créeme.

Se pararon en el punto del pasillo en el que sus caminos se separaban.

— Descansa, ¿vale? Mañana si quieres charlaremos un rato sobre tu asistencia al nombramiento.

— De acuerdo —aceptó asintiendo con la cabeza—. Gracias por todo, Jackson.

— De nada mujer, hasta mañana.

Se quedó unos instantes estática en el pasillo viendo como él se encaminaba hacia el ala “D”. Pensó que seguramente iba al despacho de Daniel, a resumirle la conversación que acababan de mantener. Y no se equivocaba, pues cuando pasó a la altura de la rotonda, Sandy se le unió en el camino.

Después de intercambiar unas sonrisas y unas cuantas palabras, la opción B pasó el brazo por encima de los hombros de la opción A y animadamente entraron juntos en el área restringida, dispuestos a reunirse con su más que imposible opción C.

Flor de agua
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