Agradecimientos

A Silvia, que acompañó la escritura y la lectura de esta novela.

A Jaime y Daniel, que la escucharon jueves a jueves en el Covadonga.

A mi hermana Virginia, que me contó algunos de sus capítulos.

A Raúl Herrera, que la cuidó como si fuera suya —en cierto modo lo es.

A Brenda Escobedo, que oyó todas sus voces.

A la familia Moreno de Alba, en cuyo apartamento de Madrid terminé de escribirla.

A Charlotte Burenius, que me hospedó en su palacete asturiano de San Pelayo en Navia, para aclimatarla.

A Diego Valadés y Eduardo García Villegas, que la protegieron de posibles impropiedades jurídicas.

A Paulina del Moral, que me reveló en su magnífico libro Alianza Francesa de Torreón. 60 años. Presencia francesa en La Laguna los pormenores de la vida de mi tía Luisa en su tierra de adopción.

A Ángeles González Gamio, que supervisó el itinerario de mis personajes por la ciudad prerrevolucionaria de México.

A Rodolfo Villagómez, que encontró, entre otros documentos, el testamento de mi abuelo.