Gracias eternas a las chicas del WCWC y sus Bolígrafos de la Perdición: la crítica trae consigo sabiduría y, en el mejor de los casos, té. A papá y mamá, que tuvieron la brillante idea de premiar el buen comportamiento de su hija con visitas a la librería. Y a G y E: proveedores de buenos sentimientos y mecenas de la bestia escritora, por muy desalmada que esta pueda llegar a ser.