Capítulo 18

—Bienvenido —le dijo UtlerZ.

—Gracias, Maestro —contestó él.

—Has sabido resolver tu misión con brillantez.

—La ayuda de ella me ha sido muy importante.

—Esa era una más de las pruebas de la misión. Tenías que encontrarla y salvarla en el momento oportuno.

—Lo que más me costó fue darme cuenta de que MerakB había abducido a Fowler. En ese momento supe que se terminaba la misión y que yo iba a vencer. ¿Qué pasará ahora con él?

—La partida ha terminado y cada pieza tiene que continuar en el tablero hasta la próxima partida.

—¿Significa eso que deberá terminar su existencia actual en el cuerpo de Fowler?

—Exactamente.

—¿Y ella?

—A ella le quedan todavía algunas misiones que cumplir antes de que encuentre su propia prueba final. Pero de eso ya hablaremos luego. Primero tengo que felicitarte por la jugada maestra que hiciste cuando tú mismo colocaste la nota que te incriminaba en el bolsillo de Robertson. En ese momento supe que ibas a ganar. Era un señuelo demasiado importante para que MerakB pasara de él. Le pusiste un reclamo que al final no pudo dejar de morder.

—Supuse que eso le haría salir a la luz.

—Te adelantaste dos veces en el secuestro. Eso estuvo bien. Allí combinaste la investigación con una precisión exquisita de movimientos. Por cierto, supongo que ya sabes que Mullhouse mató a Dorothy cuando está se negó a complacerle como él deseaba. Era un pervertido sexual. El viejo perdió la paciencia al no comprender que ella lo rechazara después de todo lo que se había gastado y la empujó. Ella cayó y se golpeó accidentalmente contra el canto de la mesa. Cuando él comprobó que estaba muerta se asustó y se marchó. Nosotros tuvimos que hacer el resto. Destrozamos el cuerpo de aquella pobre muchacha y le pusimos restos de ADN de aquel viejo para dejar una pista falsa. Acertaste al decidir que no tenías que seguir por ese camino.

—El Fowler original no era tan tonto, ¿eh?

—No. Ese hombre se dejaba guiar siempre por su instinto y algunas veces acertaba, pero en otras muchas no lo hacía.

—Por eso terminó mal.

—Tú, en cambio, supiste elegir bien a tus compañeros de viaje y utilizaste adecuadamente tus facultades para colarte como asesor en el «FBI». Eso te dio un marco de juego muy superior al de todos tus oponentes.

—Reconozco que sin pretenderlo, eso fue también un hecho muy determinante para el desenlace final.

—Bien Asclepio, ya sabes que has dejado de ser un dios menor y que te acabas de convertir en aquello para lo que realmente naciste. Tu formación ha terminado y ha desaparecido el adjetivo comparativo de tamaño que te acompañaba. Ya eres un dios al completo. A partir de ahora me relevarás en mis tareas. Yo ya estoy muy cansado. Procura proteger y guiar a nuestro pueblo. Ese pueblo que llegó como esclavo pero que todavía no ha aprendido a ser libre. Espero que el mensaje que les hemos enviado esta vez les sirva para reflexionar. Si no es así, pronto te quedarás sin trabajo porque ellos solos se destruirán. Reparte tareas y misiones entre los dioses menores y sus aspirantes. Procura ser imparcial. No te dejes llevar demasiado por sentimientos que no son propios de tu condición. ¿Aceptas mi proposición? ¿Quieres ser a partir de ahora el nuevo Maestro?

—Sí —contestó Asclepio—. Eso significa que en las misiones anteriores no fracasé —añadió sorprendido.

—Si hubieras fracasado en ellas nunca habrías llegado a la prueba final. En tus vidas anteriores supiste como no interferir en la voluntad de los dioses. Te limitaste a cumplir con lo que tenías encomendado. Protegiste a Nefertiti hasta su muerte. Ayudaste a Nerón a cumplir con lo que se le habían ordenado. Dulcificaste las muertes de Jacques de Molay y de su lugarteniente. Enseñaste y pusiste en aviso de lo que les esperaba a los pueblos amerindios. Nunca te arriesgaste más de lo necesario. Tus intervenciones fueron siempre satisfactorias.

—Me alegra conocerlo.

—Ya sabes, sin embargo, que nuestra misión es totalmente anónima y que nadie debe conocer quién eres realmente. Deberás por ello escoger un nombre de seis letras que empiece y termine en mayúsculas para que te llamen por él.

—De acuerdo, Maestro.

—¿Puedo entonces conocer ya el nombre de mi sucesor? ¿Puedo saber cuál va a ser el nombre que a partir de ahora sustituirá al de UtlerZ?

—Sí, Maestro.

—En ese caso ya puedes realizar tu juramento.

Asclepio se puso en pie y colocó su mano derecha sobre su constelación. Las estrellas de la constelación de Ofiuco adquirieron el brillo especial que ella pudo ver desde la entrada de la cueva a pesar de que las lágrimas inundaban sus ojos. Gina no le pudo oír, pero él con una voz serena, profunda y grave realizó lo que el Maestro saliente acababa de pedirle.

—Yo, el dios Asclepio, prometo que desde este mismo instante desempeñaré mi misión con toda honestidad y justicia bajo el nombre de KukulK.