Capítulo XIX
Dejaré que la siguiente carta hable por sí sola. Su lectura me oprimió el pecho.
«Han transcurrido varios días desde aquella audiencia y hasta hoy no me he sentido capaz de enviarte esta carta, algo que no hubiese podido hacer sin la ayuda de monseñor Cahill. Te ruego que la guardes en un sitio seguro ya que no tengo copia.
»Hubo una terrible disputa que por aquí ha causado consternación.
»La verdad es que el Papa nos mandó a todos al diablo. Amenazó con silenciar al Padre Fahrt.
»El palacio del Papa se encuentra a la derecha de la basílica y apenas cruzamos la entrada el Padre Fahrt nos condujo a un pequeño despacho custodiado por la Guardia Suiza. Se trataba de un lugar de reunión privado ya que a los cinco minutos apareció el cardenal Baldini y tras darnos la bienvenida nos entregó a cada uno una gruesa guía o catálogo. Como llevaba cierto tiempo recorrer aquel sitio deslumbrante y enorme, el cardenal nos iba hablando y enseñando la loggia de Gregorio XIII, una galería magnífica; el Salón del Trono; la Sala Rotunda, un salón redondo repleto de estatuas; la sala Rafael, con muchas de las pinturas de este gran hombre; una parte del Museo Vaticano; la Capilla Sixtina y muchos otros lugares que no recuerdo, como tampoco recuerdo el incesante fluir de palabras del cardenal, excepto el comentario de que el Vaticano tiene un párroco (que no es el Papa). El esplendor de todo aquello era asombroso. Que Dios me perdone, pero ciertas partes me parecieron un poco vulgares y todo aquel brillo y ese oro me resultaron a veces demasiado exagerados.
»“Al difunto León, dijo el cardenal Baldini, le gustaba codearse con reyes y príncipes y se regocijaba en el arte y en los estudios superiores. No hay duda que su Rerum Novarum significó una gran cosa para las clases trabajadoras. Pero el hombre que van a conocer ahora es el Papa de los Pobres y de los necesitados. Siempre que puede les ayuda en todos los aspectos”.
»“¿Es verdad eso?”, dijo Collopy.
»A mí me vino a la cabeza el milagro que todos esperábamos concerniente a su peso. Pero Collopy aún no sabía nada al respecto.
»Llegamos ante una puerta y entramos en una habitación bellísima. Era la antecámara al gabinete del Papa. El cardenal nos hizo señas para que aguardásemos y se metió por otra puerta. Aquel sitio era placenteramente apacible. Al cabo de unos minutos se abrió la otra puerta y el cardenal nos llamó. Dejamos que Collopy, avanzando lentamente con su bastón, abriese la marcha, mientras que yo iba en el medio y el Padre Fahrt en la retaguardia.
»El Santo Padre se hallaba sentado detrás de un escritorio, con monseñor Cahill sentado a su derecha a cierta distancia. Pío X era menudo, muy delgado y parecía bastante viejo. Nos sonrió débilmente y levantándose dio la vuelta al escritorio para venir junto a nosotros. Nos arrodillamos y besamos el Anillo del Pescador mientras sonaba su voz en latín, impartiéndonos, supongo, la bendición apostólica.
»Luego volvió a ocupar su asiento detrás del escritorio y los peregrinos y el cardenal avanzamos hacia unas sillas situadas frente al Santo Padre. Yo elegí una silla alejada, ya que no quería hacer ningún comentario o tener que responder ninguna pregunta. Pude ver que monseñor Cahill ya tenía listo papel y lápiz.
»El Papa dijo algo en italiano al señor Collopy y monseñor Cahill lo tradujo en seguida, lo cual hizo también con la respuesta, que vertió al italiano.
»EL PAPA.— ¿Cómo están las cosas en su país, nuestra querida Irlanda?
»COLLOPY.— Sólo regular, Santidad. Los británicos aún siguen allí.
»EL PAPA.— ¿No es un país próspero?
»COLLOPY.— No me parece, Santidad, ya que en Dublín tenemos mucho desempleo.
»EL PAPA.— Ah, oír eso apena nuestro corazón.
»PADRE FAHRT (en italiano).— Parte de los irlandeses tienden a ser un poco indolentes, Sanctissime Pater, pero su fe es tal vez la más fuerte dentro del cristianismo. Yo soy alemán y no he visto nada parecido en Alemania. Es alentador.
»EL PAPA.— Irlanda siempre ha sido grata a nuestro corazón. Es un país bendito. Sus misioneros se encuentran por todas partes.
»(Al cabo de unos minutos más de vaga conversación, el señor Collopy dijo algo en voz baja que no logré oír. Monseñor Cahill tradujo instantáneamente. El Papa pareció sorprenderse. Entonces el señor Collopy soltó una andanada de frases incomprensibles, que también fueron traducidas. Estoy en deuda con monseñor Cahill por la transcripción de los comentarios del Papa en latín e italiano, y la traducción también es en gran medida suya).
»COLLOPY habló.
»EL PAPA.— Che cosa sta dicendo questo poveretto? (¿Qué trata de decirme este pobre hombre?).
»MONSEÑOR CAHILL habló.
»EL PAPA.— E tocco? Nonnunquam urbis nostrae visitentium capitibus affert vaporem. Dei praesidium hujus infantis amantissimi invocare velimus. (¿Se encuentra en sus cabales esta criatura? A veces el calor de nuestra ciudad origina ciertas fantasmagorías en la mente. Invocamos la protección de Dios para esta amada criatura).
»COLLOPY volvió a hablar.
»MONSEÑOR CAHILL habló.
»EL PAPA.— Ho paura che abbiate fatto un errore, Eminenza, nel potar qui questo pio uomo. Mi sembra che sia un po' tocco. Forse gli manca una rotella. Ha sbagliato inirizzo? Non siamo medici che curano il corpo. (Querido Cardenal, me temo que ha cometido un error trayendo aquí a este piadoso hombre. Me parece que el Señor le ha señalado. Diríamos que su cabeza no funciona como es debido. ¿No se habrá equivocado de lugar? Nosotros no somos médicos del cuerpo).
»EL PADRE FAHRT habló.
»EL PAPA.— Ma questo è simplicemente mostruoso. Neque hoc nostrum officium cum concilii urbani officio est confundendum. (Pero esto es algo monstruoso. Nuestra sede no puede ser confundida con un despacho del concejo municipal).
»EL CARDENAL BALDINI habló.
»EL PAPA.— Nobis presentibus istud dici indignum est. Num consilium istud inusitatum rationis legibus continetur? Nunquam nos ejusmodi quicquam audivimus. (Se trata de un menosprecio hacia nuestras personas. ¿Tiene alguna razón de ser esta inaudita sugerencia? Jamás antes había oído nada semejante).
»COLLOPY murmuró algo.
»MONSEÑOR CAHILL habló.
»EL PAPA.— Graviter commoverum ista tam mira observatione ut de tanta re sententiam dicamus. Intra hos pañetes dici dedecet. Hic enim est locus sacer. (Nos perturba profundamente que se nos haga una súplica semejante para que intercedamos en su favor. Es impropio mencionar dentro de estas paredes semejantes cuestiones. Éste es un lugar sagrado).
»EL CARDENAL BALDINI habló en italiano.
»EL PAPA.— Non possiamo accettare scuse e pretesti. Il Reverendo Fahrt ha sbagliato. Ci da grande dolore. (No nos es posible aceptar excusas y pretextos. El Padre Fahrt ha tenido un desliz. Nos apena mucho su manera de actuar).
»EL PADRE FAHRT habló en italiano.
»EL PAPA.— Non possiamo accettare ciò. Sembra ci sia un rilassmento nella disciplina nella Società di Gesù in Irlanda. Se il Padre Provinciale non agisce, dovremo noi stessi far tacere il Reverendo Fahrt. (De ninguna manera podemos aceptar eso. Parece que hay cierta disolución en la disciplina de la Compañía de Jesús de Irlanda. Si el Padre Provincial no toma alguna medida, nosotros nos encargaremos de silenciar al Padre Fahrt).
»COLLOPY murmuró algo.
»MONSEÑOR CAHILL habló.
»EL CARDENAL BALDINI habló en italiano.
»EL PAPA.— È inutile parlarne. Quest' uomo soffre di allucinazioni, di ossessioni, e è stato condotto su questa via del Reverendo Fahrt. Come abbiamo già detto, tutto questo ci rattrista profondamente, Cardinale. (Es inútil seguir hablando. Este hombre sufre de graves alucinaciones y obsesiones, y su conducta ha sido fomentada por el Padre Fahrt. Como ya hemos dicho, su manera de actuar apena nuestro corazón, Cardenal).
»EL CARDENAL BALDINI habló.
»EL PAPA.— Homo miserrimus in valetudinario a medico curandus est. (Este pobre hombre requiere atención hospitalaria).
»EL CARDENAL BALDINI habló de nuevo.
»EL PAPA.— Bona mulier fons gratiae. Attamen ipsae in parvularum rerum suarum occupationibus verrentur. Nos de tantulis rebus consulere non decet. (Una buena mujer es una fuente de gracia. Pero es a ellas mismas a quien tiene que dirigirse para solucionar sus triviales asuntos privados. No nos parece correcto que nos consulten a nosotros sobre semejantes cuestiones).
»EL CARDENAL BALDINI habló de nuevo.
»EL PAPA.— Forsitan poena leviora ille Reverendus Fahrt adduci possit ut et sui sit memor et quae sacerdotis sint partes intellegere. (Tal vez una penitencia más leve ayude al Padre Fahrt a tranquilizarse y a tomar en consideración sus sagrados deberes).
»Dicho esto el Papa se puso en pie y asimismo lo hicieron los miembros de la audiencia.
»EL PAPA.— Nobis nune abeundum esse videtur. Illud modo ex liberis meis quaero ut de iis cogiteat quae exposui. (Me parece que ahora debemos retirarnos. Les pido a mis criaturas que mediten acerca de lo que os hemos expresado).
»El Santo Padre hizo la Señal de la Cruz y desapareció por una puerta que había detrás de él.
»Silenciosamente salimos por la antecámara, el cardenal Baldini a la cabeza junto al Padre Fahrt, ambos hablando entre ellos en voz baja. En esos momentos yo no tenía ni idea de cuál había sido el tema de la audiencia o del significado de las palabras del Papa expresadas en latín e italiano. Sólo al día siguiente, cuando me entrevisté con monseñor Cahill, obtuve la información que ahora tienes en tus manos. Le pregunté cuál era el tema de las exposiciones del señor Collopy, pero él me dijo que había dado su palabra de honor de que no se lo revelaría a nadie.
»La caminata junto al señor Collopy por los corredores del Vaticano fue larga y tediosa. Ningún milagro había curado su fabuloso peso. Supuse que todavía quedaba tiempo».