Capítulo XVIII
Una semana más tarde, recibí una carta más breve. Esto es lo que ponía:
«Bien, ha sucedido lo que anhelábamos. Esta mañana apareció el Padre Fahrt como de costumbre y después de comentar cuatro cosas, de un modo informal nos dice a Collopy y a mí que aquella tarde nos pusiéramos nuestros trajes de etiqueta ya que a las seis le haríamos una visita al cardenal Baldini en el monasterio. Fue una noticia de lo más dramática. No hay duda de que el Padre Fahrt ha estado trabajando silenciosamente entre bastidores, al estilo jesuita. Me figuré que nos habían otorgado una audiencia privada pero mantuve cerrada la boca.
»Luego de terminar de vestirme tomé la precaución de empezar a hacer lo propio con el señor Collopy a las cinco, una decisión muy prudente ya que vestirle me llevó alrededor de una hora. Se le veía muy gracioso con el traje puesto.
»Nos llevaron con el Padre Fahrt hasta la Via Merulana. El monasterio es un sitio muy simple y austero, aunque también muy grande aparentemente. La sala de recepción era bastante confortable aunque se hallaba repleta de pinturas sacras. El Cardenal Baldini, un hombre corpulento y de baja estatura, nos recibió de una manera jovial, dándonos la bienvenida en un inglés perfecto mientras nosotros le besábamos el anillo. Luego nos sentamos como en casa.
»“¿Y cómo están mis amigos de Dublín?”, le preguntó a Collopy.
»“Se encuentran en muy buena forma, Su Eminencia. No sabía que usted hubiera estado allí”.
»“Estuve de visita en el año 1896. Y he vivido diez años en Inglaterra”.
»“Vaya, vaya”.
»A continuación el Padre Fahrt comenzó a parlotear sobre lo fascinante que es viajar al extranjero, el modo en que nos ensancha las perspectivas y le muestra a los católicos cuán universal es la iglesia universal.
»“Yo nunca me he sentido atraído a vagar por el mundo, dijo Collopy. De alguna manera el hombre tiene que estar allí donde se encuentra su trabajo”.
»“Muy cierto, dijo el cardenal Baldini, pero nuestro campo de labores es muy espacioso. Y cada año que pasa se hace más extenso. Mire el trabajo que todavía resta hacer en África, China e incluso Japón”.
»"Me doy cuenta de la enormidad de esta tarea, replicó Collopy, porque yo también he estado haciendo trabajo misionero. No del tipo religioso, naturalmente".
»El Padre Fahrt comenzó a hablar sobre el eje central de la religión: el Vaticano y el Santo Padre.
»Finalmente, el cardenal se dirigió a Collopy diciendo:
»“Señor Collopy, tengo entendido que usted y su pequeño grupo desearían tener una audiencia privada con el Santo Padre”.
»“Su Eminencia, sin duda sería para nosotros un gran honor”.
»“Bien, ya lo he arreglado. Será pasado mañana a las cuatro de la tarde”.
»“Le estamos sumamente agradecidos. Eminencia”, dijo el Padre Fahrt.
»Y eso fue todo. Regresamos al hotel satisfechos con nosotros mismos. Yo fui a celebrarlo directamente al bar América. Para cuando recibas esta carta la audiencia ya habrá tenido lugar. Te escribiré inmediatamente con los detalles de lo sucedido. M.»