Magnus magnes ipse est globus terrestris.
W. GILBERT
DINOSAURIOS
En el mes de mayo el calor es moderado según la gente de Rio. Sin embargo, el segundo sótano del edificio de Geneptics está intensamente refrigerado. La mesa de reuniones de la sala principal está rodeada por personas de apariencia nórdica, la mayoría sudorosas, la camisa arremangada, la corbata en el respaldo de las sillas. La mesa es redonda, pero un observador entrenado podría descubrir con facilidad la jerarquía de los componentes de la reunión.
En primer lugar existe una clara separación de edades. Norman Fremont, Yang Qian y Boris Mikhailow, de edad avanzada, están orientados triangularmente. El personaje central, Norman Fremont, es quien posee más poder, posiblemente una situación establecida a lo largo de los años. Las tres personas parecen fluctuar con la brisa de la refrigeración. En realidad se encuentran en la sala de reuniones de la sede central de Geneptics en Helsinki, y asisten a la reunión por medio de la telepresencia. Normalmente utilizan la holocomunicación, pero aún no se han instalado los sistemas receptores-descodificadores en Geneptics Brasil, y no querían arriesgar la seguridad de la reunión utilizando los sistemas públicos de comunicación, infinitamente agujereados y parcheados, donde impera la ley del byte más fuerte.
Los demás componentes de la reunión tienen sus sillas dirigidas hacia las tres imágenes, aun cuando existen leves diferencias entre ellos. Peter Runaway y Paul Spheris, ambos ingenieros, están conversando entre ellos animadamente sobre las diversiones que esperan encontrar en la ciudad, y parecen excluir tanto a Eric como a Mary Greenaway, doctora en Física y Matemáticas. Ésta última está revisando algunos documentos en su siscom, un sistema personal de comunicaciones, del tamaño de un paquete de cigarrillos, que integra videófono, correo electrónico, holocomunicación y enlace por satélite a cualquier aparato conectado a la Red Mundial de Datos.
Eric, que parece actuar como secretario de la reunión, revisa unas notas rápidamente. Después dirige su mirada hacia Norman Fremont, con una mezcla de respeto y urgencia.
—Si os parece bien podríamos empezar ya la reunión. —Todos modifican su postura, irguiéndose en su silla algunos, otros girando la cabeza hacia él o alzando la mirada de sus propios siscoms.
Norman Fremont carraspea suavemente, para llamar la atención hacia su imagen.
—Todos nos conocemos desde hace algún tiempo y sabemos porqué estamos aquí, así que voy a prescindir de las formalidades. Tan sólo os expondré las razones del proyecto que deseamos impulsar. En primer lugar, ya que alguno de vosotros ha mostrado cierta curiosidad por el origen del nombre de la empresa, os diré que es una contracción de Genética y Eptificación. Si lo deseáis, podéis consultar el término en la RMD, en libro-papel/novela/ciencia-ficción/pasado-reciente.
Eric observó a sus compañeros. Tan sólo Mary evidenció claramente reconocer la referencia. Sus cejas se elevaron ligeramente, y una leve sonrisa se dibujó en su redondeado rostro con una mezcla de sorpresa y diversión. Peter no reaccionó de forma apreciable, y Paul desvió la vista hacia Eric en un gesto de interrogación, como diciendo: «No entiendo de qué está hablando.» Norman Fremont continuó con su discurso.
—Está bien, os voy a dar una pista más clara: todos nosotros, y muchos más que se encuentran en Europa y en América del Norte, hemos sido eptificados. Veo que ahora comprendéis el significado de la palabrita. Yo fui uno de los primeros, con mis compañeros Yang y Boris aquí presentes y, desde entonces, el número ha ido creciendo, de forma lenta pero sin pausa. Alguno de vosotros ha sido mejorado recientemente, y es posible que os sintáis como dioses gracias a la información que sois capaces de captar-integrar-absorber, o gracias al control que poseéis sobre vuestro cuerpo, que os hace prácticamente inmortales.
Entre los jóvenes se produjo un audible murmullo de confirmación ante las últimas palabras de Norman Fremont. Peter y Mary mostraban también una expresión pensativa, seria en cierto modo. Deben detectar algún armónico fuera de lugar en la voz de Norman, pensó Eric. Y sabía cuál era la causa de esa variación vocal. Norman modificó la expresión de la cara, haciéndola más grave, frunciendo levemente las cejas y tensionando los músculos faciales.
—Desgraciadamente, en este proceso existe un pequeño problema, algo común a todo proceso complejo: no puedes controlar todas las malditas variables. No os voy a aburrir con los detalles, ya que no conocéis suficiente genética para entenderlo en profundidad. El problema es algo llamado «efecto de autostop» en la transmisión de la información genética. Es posible que, al efectuarse la transmisión, se transfieran otros genes, total o parcialmente, por proximidad. Normalmente esto no suele afectar de forma importante al resultado final. Pero no es así en nuestro caso. En nuestro proceso de mejora genética, hay algunos genes indeseables que se transmiten persistentemente de forma parcial.
Tanto Eric como los directivos observaban expectantes a Peter, Paul y Mary. Las caras de estos últimos eran en este momento bastante uniformes en sus expresiones. Sorpresa, asombro, duda y decepción, todo ello salpimentado con algo de ira. Este hecho demostraba su falta de práctica en el control de su cuerpo. Sin embargo, su recuperación fue rápida en comparación con los seres humanos no modificados. Cuando consideró que la situación se había normalizado, Norman siguió con sus explicaciones.
—Como resultado de esos «autoestopistas», quedamos estériles, pero esto ha quedado superado con nuestras técnicas de clonación. El problema que más nos afecta es que no tenemos un control adecuado del hipotálamo, de los mecanismos reguladores de la temperatura. Por ello no soportamos el calor, por ello Yang, Boris y yo no estamos hoy físicamente en esta reunión. Sí, ya sé que vosotros lo soportáis mejor que nosotros, pero no creo que sea un dato significativo, a no ser que la edad agrave la situación. Por este motivo creamos esta División, parcialmente destinada a desarrollar productos de Ingeniería Genética de uso cotidiano en medicina y otros campos, pero en realidad dirigida a solucionar nuestro problema. Sin embargo, el consejo científico supervisor me ha informado que la solución, si existe, puede tardar más de diez años. Además, no parece que sea posible realizar nuevas modificaciones sobre nosotros, dicen que es como poner un parche sobre otro parche. Creemos que es demasiado tiempo, así que hemos convocado esta reunión para estudiar otras posibilidades.
Dicho esto, Norman Fremont dirigió una mirada a Eric, quien inmediatamente retomó su papel de secretario.
—Peter, Paul, Mary, ésta es una reunión abierta. Me gustaría que intervinierais de forma espontánea sugiriendo ideas propias o criticando las de los demás. Estamos seguros de que con vuestra ayuda conseguiremos alguna solución alternativa factible que no sea tan lenta.
Paul fue el primero en intervenir, después de intercambiar una mirada con Peter y Mary.
—Cuando se nos convocó a esta reunión, se nos expuso el problema del control de la temperatura, de la mala adaptación al calor, pero como si fuese algo que afectaba a un número reducido entre nuestra familia. Parece que la situación es más extensa de lo que nos dijeron. Si fuésemos tan sólo unos pocos, podríamos esperar diez años en el Polo Norte, suponiendo que las investigaciones en el campo genético dieran sus frutos en ese tiempo. Pero actualmente somos más de diez mil los seres humanos eptificados. Y, si no podemos esperar ayuda de la terapia génica, debemos buscar en otros lugares. Además, es bastante difícil que una empresa multinacional como la nuestra pueda funcionar sin supervisión directa. Actualmente se pueden hacer muchas cosas con la telepresencia, ya sea bidimensional u holográfica, pero la sociedad todavía no está demasiado habituada a esta forma de comunicación. Creo que la solución sería utilizar un polímero sintético como si fuese una segunda piel. Una piel que actuase de aislante térmico respecto al medio externo, un polímero que contuviese en su matriz reguladores de la temperatura. El único problema podría ser la unidad de energía, pero podríamos integrarla en la estructura de los siscoms. Creo que sería factible y rápido. En menos de dos años podríamos tener el problema solucionado.
Peter aprovechó la pausa de Paul para exponer sus ideas. Le dirigió una mirada de disculpa, avisándole que iba a torpedear su propuesta, y recibió en respuesta una mirada de desafío y aceptación.
—Es una idea interesante, pero creo que no es viable. Técnicamente podrías fijar nanomáquinas en la matriz polimérica. Con ellas, el control de la temperatura sería posible. Pero el problema de la energía no es trivial. O bien utilizas un centro de energía, o bien dotas a cada máquina de su propia unidad energética. Situar el centro de energía en los siscoms, separado del sistema de regulación, es una apuesta doble o nada con la muerte. Sería difícil de miniaturizar para integrarlo en el polímero y, además, sería arriesgado depender de una única fuente de energía. En cuanto a las nanomáquinas, sus unidades energéticas son actualmente temporales, con el problema de autonomía que eso representa. Y ¿qué pasa con la respiración, la alimentación o la eliminación de residuos? Además, se supone que intentamos pasar desapercibidos, y no creo que una película polimérica como la que propones fuese indetectable.
Peter consultó su siscom, y en su cara apareció una expresión de preocupación al absorber los datos que estaba esperando desde el principio de la reunión.
—Acabo de recibir las simulaciones que había pedido. Lamento tener que decir que lo que iba a proponeros parece haberse ido al agua. Había pensado en depositar en la estratosfera partículas de polvo del tamaño adecuado para que hiciese de escudo parcial a la radiación solar pero que fuesen transparentes a la emisión de los infrarrojos terrestres. Podríamos haber provocado una explosión volcánica, de hecho hay antecedentes al respecto. En 1815, el Tambora de Indonesia arrojó 65 km3 de polvo y cenizas a la atmósfera, y el verano siguiente el hemisferio norte había sufrido una reducción global de la temperatura de 4 grados. Las simulaciones que había hecho con mi computadora indicaban que era posible. Con sólo una reducción del cinco por ciento de la radiación solar, la temperatura podría descender hasta 5 grados, suficiente para iniciar una glaciación. Pero se me ha ocurrido, al empezar la reunión, simular mi sistema en el modelo meteorológico del ordenador que tenemos aquí. Según los resultados, parece que el sistema sería bastante inestable. No tuve en cuenta el efecto de los gases invernadero generados por la industria, que se encargarían de la radiación infrarroja. La conclusión que se extrae de la simulación es que no existe tal conclusión, el sistema puede tanto derivar hacia una edad glacial como hacia un calentamiento neto de la Tierra. Espero que Mary tenga algo más consistente que nosotros.
Mary agradeció con una sonrisa el paso de testigo que le había hecho Peter y se dirigió claramente a Norman Fremont al empezar a hablar.
—En realidad, vuestras propuestas sólo indican el poco tiempo que hemos tenido para pensar. No implican en modo alguno incompetencia, sólo apresuramiento. En mi caso, aunque el tiempo disponible ha sido el mismo, mis circunstancias personales me lo han puesto algo más fácil. Tengo un amigo, George Abramowski, un ser humano no eptificado. Es un físico y matemático muy brillante, a pesar de estar un poco loco. Está desarrollando una teoría-puente entre la Gravitación y la Cuántica que puede llevarle a una Teoría Unificada. Su teoría parece resolver la paradoja Einstein-Podolsky-Rosen y el problema de la geometría básica del Universo. Es bastante complejo y no lo entiendo demasiado bien, pero lo más interesante es que su teoría predice la existencia de una fuente de energía, inagotable aunque algo indómita, algo que él llama un agujero rojo.
—¡Muy bien! Ya has solucionado el problema de la energía mundial. —La ironía es clara—. Pero ¿qué relación tiene esto con nuestro problema? Además, no tengo muy claro qué es un agujero negro, y de los agujeros rojos no sabía ni que existiesen. —Peter estaba realmente sarcástico.
—El comportamiento de una estrella cuando se agota el combustible nuclear depende básicamente de su masa inicial en relación con la masa de nuestro Sol. Cuando una estrella supera el límite de Chandrasekhar, es decir, cuando tiene una masa superior a una vez y media la masa de nuestro Sol, tiene más influencia la fuerza gravitatoria que la presión de las reacciones nucleares, y la estrella puede convertirse en una estrella de neutrones, una supernova o incluso un agujero negro. Normalmente, una supernova se produce si la estrella está por encima de tres masas solares, y acaba por colapsar en un agujero negro si está por encima de las ocho masas solares, aunque los límites parecen ser algo difusos. Los agujeros negros, y los llamados agujeros blancos, que sería su equivalente en antimateria, son salvajes, descontrolados. Stephen Hawking postuló, a principios de los setenta, la existencia de agujeros casi-negros, George los llama agujeros azules, que podían perder algo de energía en forma de radiación gamma y rayos X. El agujero rojo de mi amigo George sería su equivalente en términos de antimateria. Según parece, la condensación controlada de antimateria puede entrar en fase con un agujero negro o azul, produciendo agujeros blancos o rojos resonantes, con lo cual tendríamos acceso a la energía que ese agujero absorbe. George postula su existencia ya que según la simetría del Universo que resulta de su teoría, deben existir estos agujeros blancos y rojos, negros y azules, para que el Universo esté autocontenido. La teoría de George predice que todas las partículas están altamente correlacionadas debido a su origen común desde el Big Bang, por lo que la estructura del Universo sería como una red extendida densamente bucleada, sería un Universo abierto. Supongo que os preguntaréis de qué sirve todo esto para resolver nuestro problema. Si me lo permitís, tengo algunas holosimulaciones que pueden servir para aclarar algunos puntos. Me he permitido darle un nombre al proyecto, un nombre que es a la vez sugerente, algo irónico, y no demasiado claro: El Proyecto Dinosaurio.
Todos los asistentes a la reunión parecían haber dado ya su aprobación implícita a las ideas de Mary, pero Peter todavía hizo un intento por recuperar el protagonismo.
—Realmente sabes vender tus ideas, Mary. Casi he llegado a crer que tu amigo George tenía un «agujerito rojo domesticado» en su despacho. Ya sé que no has dicho eso, pero todo parecía tan real… Esa gran teoría universal, esa explicación de todas las fuerzas del Universo, que dejaría a los físicos sin trabajo… Si no me equivoco es la decimoquinta en los últimos diez años. Crees que George puede hacer realidad el comentario del físico y premio Nobel Max Born, quien en 1928 dijo a un grupo de visitantes de la Universidad de Göttingen: «La Física, como ustedes saben, estará acabada en seis meses.» Además, aun cuando es técnicamente posible controlar una cierta cantidad de antimateria, me parece muy difícil, por no decir imposible, que sea factible mantener estable una fuerza de tal magnitud.
Mary aguantó tranquila, sonriente, los ataques verbales de Peter. Cuando éste acabó, Mary le respondió con serenidad.
—Tus objeciones son comprensibles. De hecho, algunas de ellas se las planteé a George cuando él me explicó sus ideas. No, no existe por el momento ningún «agujerito», pero se han realizado experimentos que corroboran las hipótesis de George. La operatividad del proyecto depende principalmente de dos problemas: primero, ser capaz de mantener estable el campo electromagnético para evitar la desintegración de las antipartículas. Segundo, cómo asegurar que un número suficiente de antipartículas tienen su correspondencia con partículas pertenecientes a un agujero azul. El primer problema implica superar el umbral de densidad de antipartículas necesario para que nuestro agujero rojo particular entre en fase con algún agujero azul. Las ecuaciones de George permiten calcular que tal densidad es técnicamente posible, al menos para un «agujerito». Y ahora, si nadie tiene más objeciones, os expondré la forma de utilizar todo esto para solucionar nuestro problema.
Ante el silencio expectante de los presentes, Mary activó su unidad de holosimulación. Un primer holograma apareció sobre la mesa de reuniones. Representaba un balancín metálico típico de los parques infantiles. En un extremo, la Tierra, azul y blanca. Encima, un animal parecido a un Stegosauro, de aspecto cansado y débil, intentando mantener el equilibrio. En el otro extremo del balancín, un círculo irregular rojizo en una jaula luminosa dorada.