PRESENTACIÓN
Por tercera vez acudimos a la cita anual que hermana nuestra colección con el PREMIO INTERNACIONAL UPC DE CIENCIA FICCIÓN. Este premio anual, convocado por primera vez a finales de abril de 1991, es ya, pese a su juventud, el premio más importante de la ciencia ficción en España y, parafraseando al autor y especialista británico Brian W. Aldiss, está llamado a ser «el premio más importante de la ciencia ficción en Europa»
El Premio UPC de Novela Corta de Ciencia Ficción de 1991
En 1991 se celebraba el 20 aniversario de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC), y se quiso aprovechar esa circunstancia para dar mayor alcance a algunas actividades ya habituales en la UPC. De hecho, la convocatoria en 1991 del primer PREMIO UPC DE NOVELA CORTA DE CIENCIA FICCIÓN puede considerarse continuadora de anteriores convocatorias de certámenes culturales promovidos y organizados por el Consell Social de la UPC presidido por Pere Duran i Farell.
Aunque la tradición de concursos literarios promovidos hasta entonces por el Conseil Social de la UPC se centraba en el relato corto, en 1991 la oportunidad del 20 Aniversario de la UPC aconsejó plantear por primera vez en la universidad española un premio de novela de ciencia ficción. Para favorecer la presentación de originales, se eligió la forma de la novela corta, de una extensión en torno al centenar de paginas, forma que ademas goza de gran predicamento en la ciencia ficción y en la que se gestaron obras tan características del género como la FUNDACIÓN de Isaac Asimov o DUNE de Frank Herbert.
El primer Premio UPC de Novela Corta de Ciencia Ficción fue convocado a finales de abril de 1991 y tuvo muy buena acogida. Aunque se podía concurrir a él con obras escritas tanto en castellano como en catalán, la mayor parte de las 71 novelas presentadas fueron redactadas en castellano. El premio se convocaba abierto a todo aquel que presentara una narración ajustada a las bases, que establecían simplemente la extensión (entre 75 y 110 páginas) y la temática: «narraciones inéditas encuadrables en el género de la ciencia ficción».
El certamen, dotado con un millón de pesetas y una posible mención de 250.000 pesetas, reserva también la posibilidad de un premio especial para la más destacada de las narraciones presentadas por los miembros de la UPC (estudiantes, profesores y personal de administración y servicios). Gracias a un acuerdo verbal entre la UPC y Ediciones B, las bases del certamen anunciaban ya que «la novela ganadora sería publicada por la UPC a través de Ediciones B dentro de su colección “NOVA ciencia ficción”» en un volumen como éste.
Las novelas ganadoras del premio de 1991 se publicaron precisamente en el número 48 de esta colección, un interesante volumen que agrupa una buena muestra de la más actual ciencia ficción española, pues incluye MUNDO DE DIOSES, de Rafael Marín Trechera y EL CÍRCULO DE PIEDRA, de Ángel Torres Quesada ganadoras ex-aequo del primer premio, y también LA LUNA QUIETA, de Javier Negrete, brillante vencedora de la mención especial del jurado. El título genérico del volumen es PREMIO UPC 1991 (NOVA ciencia ficción, número 48, 1992).
Como no podía ser menos, la entrega del premio se realizó en un acto académico especial que tuvo lugar el martes 3 de diciembre de 1991, con la presencia del doctor Marvin Minsky quien disertó sobre «Inteligencia artificial y ciencia ficción». Quizá para algunos asistentes fuera una sorpresa descubrir que el doctor Minsky —reputado especialista en Inteligencia Artificial, campo que él contribuyó a crear, se revela un experto conocedor y amante del género de la ciencia ficción, al que en 1992 aportaría su primera novela, The Turing Option, escrita en colaboración con Harry Harrison.
El Premio internacional UPC de Ciencia Ficción de 1992
Convocado también por el Consell Social de la UPC, con el respaldo del rector de la universidad, doctor Gabriel Ferraté i Pascual, el PREMIO INTERNACIONAL UPC DE CIENCIA FICCIÓN adquirió en 1992 una nueva dimensión. En su primera convocatoria, en 1991, el premio se circunscribía al ámbito español, y admitía únicamente originales escritos en cualquiera de las dos lenguas oficiales de Cataluña; pero, a partir de la edición de 1992, el premio se hizo internacional, con lo que pudo admitir también originales escritos en inglés y francés.
De nuevo el éxito acompañó a esta iniciativa del Consell Social de la UPC. En 1992 se presentaron un total de 83 novelas, en su mayor parte procedentes de Cataluña (39% del total) o del resto del estado español (25%). Pero más de un tercio (el 36% exactamente) procedía del extranjero con una amplia distribución geográfica: Estados Unidos (12 novelas), Francia (6), Gran Bretaña (3), Australia (2), Hungría (2), Argentina (l), Canadá (l), Israel (1), Rumania (1) y Suiza (1). La distribución por lenguas mostró un natural predominio del castellano (61%), seguido del inglés (22%), el francés (11%) y el catalán (6%).
El premio lo obtuvo el norteamericano Jack McDevitt con NAVES EN LA NOCHE, una maravillosa y poética historia sobre el encuentro de dos seres solitarios. La mención fue para la primera novela de Mercé Roigé, quien presentó al certamen PUEDE USTED LLAMARME BOB, SEÑOR, una novela de factura clásica acerca de un robot en busca de su identidad. El volumen correspondiente, PREMIO UPC 1992 (NOVA ciencia ficción, número 56, 1993), se completó entonces con la intencionada especulación del catedrático Antoni Olivé sobre un traductor universal portátil en ¿QUIÉN NECESITA EL PANGLÓS?
La decisión del jurado y la entrega de los premios se hizo pública, con cierto retraso, el miércoles 27 de enero de 1993 en un solemne acto académico presidido por el rector Gabriel Ferraté. Eje central del acto fue una interesante conferencia a cargo de Brian W. Aldiss, conocido autor y ensayista británico, quien disertó sobre «La ciencia ficción y la conciencia del futuro».
Quaderns UPCF
Con el Premio de 1992 resultó evidente que algunas de las novelas finalistas merecían ser publicadas, aun cuando no pudiera hacerlo la colección NOVA de Ediciones B. La solución la ha aportado la Asociación de Ciencia Ficción de la UPC que responde al nombre de UPCF (Unidos Por la Ciencia Ficción). Con la ayuda económica del Consell Social de la Universitat, la UPCF ha editado unos Quaderns UPCF que recogen las mejores narraciones de autores hispanos presentadas al premio. Se han publicado hasta ahora las mejores finalistas de 1992: LA VARA DE HIERRO, de César Mallorquí (Quadern UPCF, número 1) y ESTADO CREPUSCULAR de Javier Negrete (Quadern UPCF, número 2). El tercero y más reciente de los Quaderns aparecidos hasta la fecha, es la edición bilingüe (castellano y catalán) de una interesante narración de corte dickiano que no llegó a la final por su reducida extensión que incumplía las normas. Se trata de TERRA NON DESCOPERTA de Carme Abella (Quadern UPCF, número 3).
En cualquier caso, dadas las escasas posibilidades que tienen los autores españoles de publicar sus narraciones de ciencia ficción, los Quaderns UPCF (con portada a todo color, diseñada y dibujada por Antoni Garcés) constituyen una inestimable ayuda para conocer la buena ciencia ficción que escriben nuestros autores. Puesto que el tiraje es reducido, los Quaderns UPCF sólo pueden encontrarse en las librerías de los Campus de la UPC o, si alguien lo desea, pueden ser solicitados al Grupo Interface Editor (P.O. Box 206l, Andorra) que, además de editar BEM, «la» revista de la ciencia ficción española, ayuda a la UPCF en la difusión de los Quaderns. Si quieren un consejo, no se los pierdan: novelitas como las de Mallorquí y Negrete son, además de divertidas y sugerentes, imprescindibles para el buen aficionado.
El Premio internacional UPC de Ciencia Ficción de 1993
En 1993 el éxito acompañó de nuevo a esta iniciativa del Consell Social de la UPC. Esta vez se presentaron un total de 90 novelas, la mayor parte procedentes de Cataluña (44% del total) o del resto del estado español (20%); pero más de un tercio (el 36% exactamente) procedía del extranjero con una amplia distribución geográfica: Estados Unidos (11 novelas), Francia (6), Bulgaria (3), Canadá (3), Nueva Zelanda (3), Argentina (2), México (2), Austria (1) e Irlanda del Norte (1). La distribución por lenguas mostró un natural predominio del castellano (62%), seguido del inglés (20%), el catalán (9%) y el francés (9%).
La decisión del jurado y la entrega de premios se hizo pública el primero de diciembre de 1993 en un solemne acto académico que contó con la presencia del presidente del Consell Social de la UPC, Pere Duran Farell y del rector Gabriel Ferraté.
El jurado, como en la edición de 1992, estuvo formado por Lluís Anglada, Miquel Barceló, Pere Botella, Josep Casanovas y Domingo Santos. El contenido del acta con el fallo del jurado (traducida del original catalán) es el siguiente:
El jurado del Premio internacional UPC de ciencia ficción 1993, reunido en la sede del Consell Social el día 2 de noviembre de 1993 para deliberar sobre la entrega de los premios ha decidido otorgar:
— el primer premio de 1.000.000 de ptas. a la obra:
El mundo de Yarek,
de Elia Barceló (Innsbruck, Austria)
— una mención de 250.000 ptas. a la obra:
Our Lady of the Machine,
de Alan Dean Foster (Prescott, Arizona, EE. UU.)
El jurado desea hacer constar el éxito de participación de esta convocatoria internacional (90 originales recibidos) y hacer mención de las siguientes obras por orden de apreciación:
Cri de Coeur, de Michael Bishop (Pine Mountain, Georgia, EE.UU.)
La casa del Doctor Petalo, de César Mallorquí (Madrid)
Soon Comes Night, de Gregory Benford (Irvine, California, EE.UU.)
Los celos de Dios, de Rodolfo Martínez (Gijón)
Más allá del Ecuador, de Miguel Gómez (Puerto de Santa María)
El jurado ha decidido repartir la mención UPC entre las siguientes obras:
Baibaj, de Gustavo Santos y Henry Humberto Rojas (Barcelona), y
Las trece estrellas, de Alberto Abadía (Barcelona)
Y, a los efectos oportunos, firman el presente certificado.
Tras la presencia de Marvin Minsky y Brian W. Aldiss en las anteriores ediciones del Premio UPC, en 1993 fue el británico John Gribbin el encargado de dictar la conferencia invitada en la ceremonia de entrega de premios. El conocido divulgador científico, doctor en Astrofísica por la Universidad de Cambridge, miembro durante cinco años del equipo editorial de la prestigiosa revista Nature y, también, autor de ciencia ficción, disertó con gran amenidad sobre Science Fact and Science Fiction. El título sugiere una inversión del orden de los términos del subtítulo de una revista clásica en la ciencia ficción: Analog: Science Fiction and Science Fact que editaran el mítico John Campbell y, posteriormente, Ben Bova y Stanley Schmidt.
No es posible reproducir aquí la conferencia del doctor Gribbin, pero sí podemos ofrecer una somera traducción de las notas previas que John Gribbin hizo llegar a los organizadores del premio, en las que anunciaba en líneas generales el contenido de su disertación:
CIENCIA REAL Y CIENCIA FICCIÓN
Cuando se me pidió que presentara este premio, pensando en el hecho de que he sido educado como científico (doctorado en Astrofísica, Cambridge, 1973), y ahora escribo ciencia ficción (INNERVISIONS, Penguin/ROC, 1993); supongo que el comité esperaba que les explicara cuán importante es que la ciencia sea tratada correctamente en la ciencia ficción. Si es así, se sentirán decepcionados. No estoy interesado en poner en la ciencia ficción los conocimientos adquiridos en mi formación científica. Me parece que es mucho más interesante poner en mi ciencia los elementos adquiridos de mi bagaje (como lector) en la ciencia ficción. Y, de hecho, así es como llegué a obtener mi doctorado en astrofísica.
Prácticamente aprendí a leer con la ayuda de Astouding, y fue de sus páginas de donde saqué las primeras impresiones de lo que era un científico. Entonces no se me ocurrió que fuera posible ganarse la vida escribiendo ciencia ficción, pero la idea de llegar a ser un científico me parecía atractiva. Y así lo hice. Naturalmente, gravité hacia los temas más extraños y poco comunes: los agujeros negros, el gato de Schrödinger y cosas así.
Nunca fui demasiado bueno en la actividad científica pero, cuando me eliminaron del juego, logré arreglar las cosas para seguir en contacto con la ciencia escribiendo sobre ella. Entonces me di cuenta de que lo que escribía podía haber salido de las mismísimas páginas de Astounding. Los peniques fueron llegando y, con algunos cambios menores y alterando ciertos nombres para proteger al culpable, podía empezar a vender el mismo tipo de cosas, pero ahora bajo la etiqueta de ciencia ficción.
El punto central de todo esto reside en lo que pensemos que significa la «S» en la SF. A mí me interesa la ficción especulativa, de la misma forma en que estoy interesado en la ciencia especulativa[1]. La especulación científica es, a menudo, mucho más extraña y absurda que cualquier cosa soñada por los escritores de ciencia ficción. Citaré como testimonio la historia de los mini agujeros negros, que se presentó en artículos científicos serios y, después, fue recogida por la ciencia ficción. O el conocido caso del robo que hiciera Larry Niven de la idea de Frank Tipler sobre una máquina del tiempo de cilindro rotatorio.
Pero la especulación no tiene por qué proceder del reino de la ciencia «real». Lo importante (dando por supuesto la necesidad de personajes, trama y todo lo demás) es que una historia sea autoconsistente dentro del marco de una determinada especulación, y que esa especulación aporte algo a la esencia misma de la historia, sin limitarse a los efectos especiales. No estoy diciendo que no me gustara La guerra de las Galaxias, sólo que no es SF, sino tan sólo un western del espacio. Sin embargo, Regreso al futuro (especialmente la segunda parte) cumple mis criterios de lo que es SF. Como ya he comentado antes, esos criterios hacen que Terry Pratchett sea un escritor de SF «hard». Pratchett define los parámetros en los que opera su especulación, se ciñe a ellos y consigue con ello llevarnos por caminos totalmente inesperados.
Hay otro motivo por el que me siento tan atraído por la ciencia ficción como por la ciencia real: los resultados inesperados. Albert Einstein no se creyó sus propias ecuaciones cuando éstas le decían que el universo tenía que estar en expansión. Lord Kelvin probó que no había ningún mecanismo conocido por la ciencia (la ciencia del siglo XIX) que permitiera que el Sol se mantuviera caliente más de 100 millones de años. Los investigadores del Instituto Tecnológico de California (CalTech), al intentar probar de una vez para siempre que el viaje en el tiempo es imposible, descubrieron que, en realidad, es algo permitido por las leyes de la física. Esto es algo claramente ridículo, e indica con total precisión una imperfección de las leyes de la física: ¡es tan estúpido como la idea de que el universo está en expansión!
Mi ejemplo favorito es el impecable razonamiento del filósofo griego Anaxágoras, en el siglo V antes de Cristo. Si les cuento que los griegos pensaban que el sol era una masa de hierro incandescente de 55 kilómetros de diámetro que sobrevolaba la Tierra a 6.500 kilómetros de altura, podrían ustedes pensar que los griegos eran muy estúpidos, pero ¿lo eran realmente?
Al medir la altura angular del Sol desde distintos lugares de la Tierra, Anaxágoras fue capaz de utilizar la geometría más simple (triangulación) para calcular que el Sol se halla a 6.500 kilómetros de altura (en unidades de hoy), simplemente a partir del supuesto de que la Tierra era plana. Como, a veces, caen del cielo masas de hierro incandescente en forma de meteoritos, Anaxágoras infirió que el Sol era también una masa de hierro incandescente. Y de la altura angular del Sol, sabiendo la distancia, llegó a la conclusión de que tenía unos 55 kilómetros de diámetro. Ésta es una bella deducción científica derivada con lógica de una única suposición falsa (?). Podría ser la base de una impresionante narración de ciencia ficción (cifra INNERVISIONS). Por lo tanto, ¿se trata de ciencia ficción o de ciencia real? ¿Será algún día, pongamos por caso, la teoría del Big Bang la base de una buena historia de ciencia ficción, en lugar de ser ciencia real?
Otra de las cosas que me intrigan es la forma en que trabaja una mente científica. Los científicos de primera línea, como Anaxágoras, trabajan exactamente de la misma forma que los mejores autores de ciencia ficción. Piensan en una idea loca (o no tan loca), y después la siguen para ver lo que implica. He estado en sesiones de «tormenta de cerebros» (brainstorming) con físicos y astrofísicos y he sido coautor de SF en algunas ocasiones. ¡No hay ninguna diferencia! Lo que me lleva a suponer que toda la estructura de la ciencia moderna es, en realidad, una ficción autoconsistente. Eso que parece explicar lo que ocurre es, estrictamente, una quimera de la imaginación colectiva de un grupo de escritores especulativos a los que llamamos científicos.
Este es un tema tan intrigante que lo he explorado en mi último libro que, por alguna razón, la editorial ha vendido como ficción. Siguiendo las ideas aquí expuestas lo escribiré como un artículo científico y lo ofreceré a una revista académica de prestigio para que lo publiquen. Por lo tanto, ¿dónde se encuentra la interfaz entre ciencia ficción y ciencia real? No la hay. No hay ninguna línea divisoria, como tampoco la hay entre las moléculas de nitrógeno y las de oxígeno en el aire que todos estamos respirando ahora mismo.
La presente edición
Y llegamos al momento difícil de esta presentación: como editor debo justificar mi decisión de no incluir en este volumen todas las narraciones premiadas en la convocatoria 1993 del Premio UPC de Ciencia Ficción. Y, además, debo justificar mi elección.
Existe un acuerdo, nunca escrito, entre Ediciones B y la Universitat Politècnica de Catalunya para publicar en NOVA ciencia ficción las narraciones «ganadoras» del Premio UPC. Dadas las bases de premio, se supone que se trata de tres posibles novelas cortas: la ganadora, la finalista y la que obtiene la mención como «mejor narración presentada por un miembro de la UPC».
Pero, con excepción de la edición de 1992, el jurado del Premio UPC ha galardonado no tres, sino cuatro narraciones. Dos obtuvieron el primer premio ex-aequo en 1991 (MUNDO DE DIOSES de Rafael Marín Trechera y EL CÍRCULO DE PIEDRA de Ángel Torres Quesada); y otras dos se han repartido, en 1993, la mención a la mejor narración presentada por un miembro de la UPC (BAIBAJ de Gustavo Santos y Henry Humberto Rojas y LAS TRECE ESTRELLAS de Alberto Abadía).
Al preparar el volumen del Premio UPC de 1991, dejé fuera del libro (NOVA ciencia ficción, número 48) la narración TAN SÓLO UN ERROR de Rafael Mallor Plou, estudiante de arquitectura de la UPC. La voluntad de no alargar exageradamente el volumen justificó entonces mi decisión de editor, facilitada también por las características de los premios concedidos y por las calidades respectivas de las novelas.
En 1992, no hubo problema, las narraciones premiadas fueron tres y las previsiones se cumplieron.
En el caso que hoy nos ocupa, la situación es distinta. Esta vez el jurado del Premio UPC 1993 ha querido repartir el premio en metálico correspondiente a la mención a la mejor narración presentada por un miembro de la UPC. De nuevo existen cuatro narraciones candidatas a aparecer en este volumen previsto para sólo tres de ellas. Y, aunque podría decidir publicar tan sólo las dos más destacables (los premios mayores) siguiendo la tradición establecida en 1991, he decidido publicar tres de esas narraciones. Esta vez la elección debe ser justificada ya que, en función de mi responsabilidad de editor, he tenido que elegir entre las dos novelas que han obtenido la mención destinada a los miembros de la UPC.
No quiero ocultar que una posibilidad a mi alcance era incluir las cuatro narraciones en el volumen. No haberlo hecho supone una decisión personal que, aunque dolorosa, me siento en la obligación de tomar en función de mi responsabilidad como editor de NOVA ciencia ficción. Una responsabilidad que me obliga a exigir un determinado nivel mínimo de calidad en las narraciones que se publican en esta colección.
Hay que entender que el Premio UPC de ciencia ficción es, de alguna manera, dos premios en uno. Por una parte, escritores noveles o veteranos de todo el orbe compiten para obtener el premio mayor dotado con un millón de pesetas. Pero por otra, existe un segundo nivel del certamen, que permite premiar con una mención de 250.000 pesetas a la mejor narración presentada por un miembro de la UPC. Nada impide que un relato escrito por un miembro de la UPC compita por el premio mayor, pero la realidad es que la dimensión internacional del premio hace francamente difícil que sea así.
Por ejemplo, en 1993 Elia Barceló y Alan Dean Foster compitieron con otras ochenta y ocho narraciones entre cuyos autores se encontraban reconocidos profesionales como Michael Bishop o Gregory Benford, que han obtenido ya varios galardones del prestigio del Hugo o el Nebula. Por otra parte, la mención destinada a la mejor narración presentada por un miembro de la UPC, se dirimió entre tan sólo diez narraciones, todas ellas presentadas por aficionados que, posiblemente, presentaban su primera novela corta. El nivel de calidad que cabe esperar es, lógicamente, distinto.
El jurado de la edición de 1993 del Premio UPC, en lo que hace referencia a la mención a la mejor narración presentada por un miembro de la UPC, tuvo dos narraciones como finalistas (dos es un mínimo ineludible para no predeterminar el premio…). Aunque siempre existe la posibilidad de declarar desierta esta parte del Premio UPC, el jurado decidió repartir el importe de esa mención entre las dos finalistas, las aparentemente mejores entre las diez narraciones que optaban a ella. Una forma como otra de estimular futuras participaciones en el certamen.
Pero, bajo mi única y exclusiva responsabilidad, he decidido incluir en este volumen tan sólo una de estas narraciones. Ambas, BAIBAJ y LAS TRECE ESTRELLAS son primeras novelas y ambas lo acusan tal vez en distinto grado. Pero, en mi opinión, BAIBAJ resulta claramente superior a LAS TRECE ESTRELLAS. Sé que Alberto Abadía, el autor no publicado (como ocurriera años atrás en el caso de Rafael Mallor), se sentirá en cierta forma discriminado. Me interesa poner de manifiesto aquí que tal posible discriminación se debe únicamente a mi decisión personal como editor y que ni la UPC ni Ediciones B pueden ser considerados responsables de ello.
Estoy convencido de que si Alberto Abadía sigue con su actividad de escritor me agradecerá en el futuro que no se haya publicado «profesionalmente» su primera novela. Ante la riqueza narrativa de EL MUNDO DE YAREK o de NUESTRA SEÑORA DE LA MÁQUINA, la primera novela de Abadía destacaría, exagerada e incluso cruelmente, por sus abundantes fallos, que no dejan de ser lógicos y justificables en una primera novela. Debo reconocer que mi primera intención, llevado por la mejor voluntad, fue publicar las cuatro narraciones premiadas pero, al preparar este volumen, no conseguí superar con éxito la relectura de LAS TRECE ESTRELLAS. Dicha novela necesitaría, para su edición profesional en NOVA ciencia ficción, de una meditada reescritura o de una agresiva «corrección de estilo». Y no cabe esta posibilidad en este volumen que debe publicar las novelas tal y como fueron presentadas al Premio UPC.
Por otra parte, la edición «profesional» de LAS TRECE ESTRELLAS constituiría un agravio comparativo con respecto a otras narraciones españolas presentadas al Premio UPC que tampoco se verán premiadas con la edición «profesional». Estoy pensando en novelas para mí tan destacables como LA CASA DEL DOCTOR PETALO de César Mallorquí o LOS CELOS DE DIOS de Rodolfo Martínez, francamente muy superiores a LAS TRECE ESTRELLAS y por las cuales sus autores no han obtenido ni siquiera el premio en metálico con que ha sido agraciado Abadía. Ojalá dicho premio le sirva para perseverar en sus esfuerzos y mejorar en sus futuras novelas.
Las novelas publicadas
En tan larguísima presentación no quiero dejar de incluir un breve comentario sobre las novelas cortas aquí publicadas.
En un año que resultará histórico para la ciencia ficción española, el Premio UPC 1993 lo obtuvo Elia Barceló con EL MUNDO DE YAREK, una interesante narración sobre un xenosociólogo desterrado a un mundo sin vida. Una historia brillantemente narrada que, además, reserva al lector una interesante e inteligentemente concebida sorpresa final.
Poco debo decir de Elia Barceló, la gran dama de la ciencia ficción española. Los lectores de esta colección han tenido oportunidad de leer sus mejores novelas cortas y relatos en SAGRADA (NOVA ciencia ficción, número 19). Elia vive en Austria, donde trabaja como profesora de narrativa española en el Departamento de Lenguas Románicas de la Universidad de Innsbruck. Sus aficiones principales son la literatura y el teatro aunque, me temo, nada de lo humano le resulta ajeno.
Sobre EL MUNDO DE YAREK sólo diré que el jurado del Premio UPC se manifestó unánime sobre el hecho de que debía ser la novela ganadora. Y eso a pesar de que, entre los finalistas, se encontraban obras de autores ya consagrados en la ciencia ficción mundial como Michael Bishop, Gregory Benford o el mismo Alan Dean Foster. La simple lectura de EL MUNDO DE YAREK les convencerá de que, pese a todo, el jurado tuvo fácil esta decisión.
La mención de 1993 recayó en Alan Dean Foster por NUESTRA SEÑORA DE LA MÁQUINA, novela concebida como un thriller en la que se narra la caza y captura de un curioso grupo mafioso que lleva a cabo extorsiones utilizando una Virgen vengadora y temible. Una idea sugerente, contada con buen pulso por un escritor famoso por sus populares novelizaciones de películas de gran éxito. Foster estaba en Africa y no pudo acudir a Barcelona para recoger el premio pero, a través de la agregada cultural del consulado norteamericano en Barcelona, el premio le fue remitido por valija diplomática.
Sobre NUESTRA SEÑORA DE LA MÁQUINA sólo comentaré su amenidad y la potencia de su idea central, esa virgen que sirve para una extorsión mafiosa. Es una novela divertida.
Sí quiero comentar la difícil y acertada traducción que ha realizado Pedro Jorge. Como sea que el texto original en inglés está salpicado de palabras en español, el traductor ha decidido innovar y hacer exactamente lo inverso. En la traducción se han puesto en inglés las palabras que en el original estaban en castellano, en una propuesta novedosa que persigue transmitir al lector español la misma sensación que pueda recibir un norteamericano al leer el original. Ustedes dirán si hemos acertado…
La tercera de las novelas publicadas es BAIBAJ, se trata de una narración que es, a la vez, la primera novela y la primera colaboración de dos autores jóvenes: Gustavo Santos y Henry Humberto Rojas, ambos estudiantes de doctorado en el Departamento de Ingeniería Química de la UPC. Ni que decir tiene que, tras las interesantes obras de Barceló y de Foster, la novelita de Santos y Rojas tiene otro tono, como no podía ser menos. En cualquier caso me atrevo a augurar que, si perseveran por ese camino y pulen el difícil oficio de escribir, tal vez nos hallemos ante otro tándem como el que ya forman Redal y Aguilera en la ciencia ficción española y que, todo hay que decirlo, es una forma de escribir habitual en la ciencia ficción mundial
El desarrollo de BAIBAJ es sencillo aunque se adivina una amplia ambición en los planteamientos de esa historia de aventura con trasfondo ecologista y que no olvida los viejos poderes del planeta. Con la excepción de la novela de Olivé premiada en 1992, es lo mejor que los miembros de la UPC han presentado al premio hasta hoy.
Y nada más, sólo constatar que las previsiones que hiciera Brian W. Aldiss en la edición de 1992 se van cumpliendo, y el PREMIO INTERNACIONAL UPC DE CIENCIA FICCIÓN se consolida, a cada año que pasa, como el mejor y más importante premio de ciencia ficción no sólo en España, sino en Europa. Para la edición de 1994, el límite de recepción de novelas concursantes se ha adelantado hasta el 20 de julio de 1994, única forma de atender con justicia al creciente número de novelas concursantes. De las mejores trataremos en el futuro volumen de NOVA ciencia ficción sobre el Premio UPC 1994 al que les remito. Hasta entonces.
MIQUEL BARCELÓ