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La libertad
personal:
«El regalo
sagrado»

Amanecía en el desierto y las primeras luces ofrecían ya un espectáculo tan maravilloso que las cuatro amigas abrieron al mismo tiempo sus ojos para no perderse aquél juego de colores y tonalidades.

Contemplándolo, Shankal les comunicó que esa misma mañana viajarían hasta Europa, en donde Puchi observaría de primera mano cómo se vive en esa parte del planeta que sus habitantes llaman «el primer mundo».

La nave despegó suavemente con su tecnología tan maravillosa, elevándose sobre el amanecer en el Sahara. Todo era tan espectacular que la niña se preguntaba en silencio por qué no se llevarían de paseo a los habitantes de la Tierra en sus naves espaciales.

«La decisión final la tomarían, sin duda, si nos mostráramos abiertamente, enseñándoles las maravillas del Universo…», pensaba ilusionada.

¡Cómo no!, Shankal intervino con delicadeza para poner en claro sus ideas:

—En base a una mayor o menor conciencia, los habitantes van construyendo sus mundos con entera libertad. El despertar de la Humanidad se producirá solo si el Amor es elegido libremente.

»Aun sabiéndose de lo beneficioso que sería, el cambio no puede ser impuesto porque el Amor es un preciado premio, y los premios se ganan. Si lo impusiéramos o les dejáramos vislumbrar con claridad el maravilloso futuro que les espera, les estaríamos privando del derecho a disfrutar de un mundo mejor en base a su propio esfuerzo. Sería demasiado fácil elegirlo si nos mostráramos en todo nuestro poder, por ello, la decisión final ha de tomarse en base a criterios de fe en el Amor y no ante la certeza de unos Seres más avanzados.

»La libre opción de no querer aceptarlo ha de estar siempre presente… Si el propio Dios, que es Amor, no obliga a nadie a elegir su camino, ¿quiénes somos nosotros para privarles de su libertad?

Escuchado estas palabras, las intenciones de mostrarse abiertamente se fueron esfumando en la pequeña.

La nave se desvió provisionalmente de su trayectoria hacia Europa para visitar las benditas Islas Canarias.

Volando en modo invisible se acercaron prácticamente hasta la orilla de la playa de Maspalomas, en donde la dunas blancas mostraban su parecido con el inmenso desierto en el que habían pasado la noche. A esta hora de la mañana ya se veían personas andando sobre ellas, caminando por la orilla del mar e incluso disfrutando de un buen baño. La mayoría eran turistas que aprovechaban sus vacaciones.

Hasta la nave llegaban sus vibraciones de felicidad.

A pesar de sus diferentes nacionalidades, desde la altura se veían físicamente similares, incluso sus emociones también se asemejaban.

—¡El mundo entero podría ser ya un lugar vacacional si eligiesen vivir en la alegría del Amor! —exclamó una de las hermanas.

—A pesar de la afinidad física y emocional que desde aquí se percibe, en la Tierra todavía hay mucha desunión —explicó la otra—. Hasta en los grupos espirituales que buscan la Verdad, el creerse en un nivel más avanzado que los demás es motivo de desunión, porque el Amor une, pero el ego, al comparar, desune.

»La Vida es para ser disfrutada. Por esto, no está más evolucionado quien se cree más que los demás, sino el que más la disfruta —concluyó.

Remontando su vuelo hacia España, en su camino sobrevolaron la isla de Lanzarote haciendo un alto en el Parque Nacional de Timanfaya (un lugar en donde se mantienen intactos los cráteres que desde hace tiempo habían dejado las erupciones volcánicas). A Puchi le recordó en cierta forma el lugar preferido de su mundo, la zona de recreo en donde emanan las burbujas rosas.

A las afueras del parque se podían distinguir sobre la negra lava verdes racimos de uvas que crecían bien cuidadas, ofreciendo un hermoso contraste de color a sus visitantes. La niña quiso contemplar más de cerca este espectáculo tan maravilloso, y casi a ras de suelo una de las hermanas comentó:

—¡Aun en medio de las circunstancias más adversas puede brotar la maravilla, si es tratada con mimo y Amor!

—En verdad que hay cosas muy bellas en este mundo… ¡Que nuestra visita les ayude a encontrar lo más bello, lo que siempre les alumbrará en su Corazón! —deseó la pequeña.

—De ellos depende —intervino Shankal—, para que se orienten en la oscuridad, la Luz Creadora les ha regalado una brújula: su libertad personal. Dios nos regala una voluntad libre que nos permite explorar para conocer lo correcto y lo incorrecto a través de la dualidad del bien y del mal.

—Porque, a veces, el mal nos engaña y nos atrae disfrazándose de lo que es atractivo para nuestros sentidos —dijo una de las hermanas.

—Y sufriendo sus consecuencias es como podemos apreciar el bien —añadió la otra.

—Experimentar libremente los efectos del mal es esencial para el aprendizaje y para la evolución, pues a través del conocimiento de «lo malo», aprendiendo de nuestros errores, es como el alma en evolución puede comprender «lo bueno». Es por ello que todo lo malo que vamos conociendo en nuestras vidas nos sirve para poder apreciar y disfrutar todo lo bueno que nos aguarda en la Eternidad —certificó Shankal.

»El sistema evolutivo diseñado por el Creador implica la total libertad para poder conocer —prosiguió—, sin imposiciones que nos obliguen a elegir, ni prohibiciones que limiten nuestra capacidad de experimentar. Y habiendo sido creados libres, nadie va a condenarnos por el mero ejercicio de nuestra libertad personal.

»No es la ira de Dios lo que nos lleva a sufrir por nuestros errores, sino los resultados de unas decisiones equivocadas, porque si bien el Padre no obliga, sí que nos habla a través de las consecuencias de nuestras acciones…

»Si solo existiera el bien, no tendríamos libertad de elección —continuó Shankal—. Si el único olor que existiera fuese el del aroma divino, no olería a nada, al no poder compararlo con el resto de los olores, pero la Vida fue hecha para disfrutar del aroma del Amor.

»La Vida es un eterno viaje para descubrir y disfrutar del Amor, y la Ley que rige el tesoro es ésta: Cada uno ha de conseguirlo con su propio esfuerzo .

»Al igual que la fruta del árbol que previamente hemos plantado y cuidado sabe más sabrosa, todo lo que se consigue con el propio esfuerzo se aprecia y se disfruta aún más, porque la Vida nos la regala el Creador, pero la felicidad es un premio que vamos ganando por nosotros mismos.

—Ahí abajo creen que no existimos porque no nos dejamos ver abiertamente, pero lo que no saben es que nosotros respetamos esta Ley —observó Delfina.

—Si de verdad amamos y queremos ayudar a nuestros hermanos hemos de respetarla, dejando que hagan el esfuerzo necesario —suscribió Serafina—. Si les ofreciéramos las maravillas del Universo sin merecerlo no lo valorarían, y en lugar de beneficiarles, les estaríamos perjudicando.

La niña asintió con la cabeza, ya completamente convencida.

—Habitando un mundo tan ignorante del Amor, en verdad que son mayores las dificultades, pero les harán más fuertes, mayor será el esfuerzo para conseguirlo y mayor será su felicidad —intervino de nuevo Shankal.

—Como te estarás dando cuenta —dijeron las hermanas—, Dios no lo hace para perjudicarles, sino para todo lo contrario.

—El Creador no tiene más deseo que el de alcanzar su plenitud, expandiéndose a lo largo de sus creaciones materiales, extendiendo su Luz para crecer en Ella conforme las luces de Amor regresan a Él tras su viaje de experiencia en las Creaciones, con más brillo y belleza, complaciendo al Padre Creador, para lo que hemos de conocer y sufrir el desamor a través de las edades del alma gracias a una libre voluntad que nos permite desarrollarnos en ella y crearnos a nosotros mismos, puesto que somos el resultado de nuestras propias decisiones y acciones personales —dijo la Maestra de la Luz.

»La evolución tiene la finalidad de poder disfrutar de este maravilloso regalo que es la Vida, siendo en realidad un camino hacia nosotros mismos para descubrir y ser conscientes de lo que verdaderamente Somos: «Amor».

»Somos Amor, Somos la Energía individualizada del Padre-Dios, pero también somos lo que disfrutamos de Él… Amando, disfrutando del Amor, no solo nos encontramos con nosotros mismos, sino también con el Creador, que es el Amor que se disfruta en este encuentro.

»Si tú lo disfrutas con él, Él también lo disfruta contigo. Porque Tú y Él sois Uno.

—¿Y cómo podré amar más? —preguntó la pequeña.

—Si bien los pensamientos amorosos nos acercan a Dios, el verdadero encuentro se produce sintiéndole. Sentir el Amor es la energía más alta que puede contenerse en nuestras mentes, la unión con nuestra Alma Inmortal y el verdadero encuentro con el Padre-Amor: la experiencia más directa y plena de unirnos al espíritu de Dios. Y esto es algo que tú has de revelar —le dijo Shankal a la niña.

—¡Qué maravillosa oportunidad de realizarse como Seres les ha sido dada a estos humanos! —Exclamó una de las hermanas.

—Desde la inconsciencia más absoluta a ir redescubriendo el Amor con la sola guía de su libertad personal —corroboró la otra.

—Así es el Amor…, que no impone su Ley, porque sólo es merecedor de su recompensa quien lo abraza libremente —añadió la Maestra, disfrutando por última vez el maravilloso paisaje de las uvas sobre la lava.

Y ahora, ¡volemos hacia Europa!