
La gran
reunión
En el Mundo Esmeralda hay variedad de lugares naturales para vivir, y sus habitantes eligen unos u otros dependiendo de lo que la naturaleza les ofrece para disfrutar de ella.
La familia de Rico eligió en su día una zona árida de tierras rojizas en la que escasea el alimento para los animales porque disfrutan del calor que se desprende en su casa instalada en una cueva natural, así como de alimentarlos cada vez que se acercan hasta ella.
Sin embargo, a los padres de Puchi, no hay nada que más les guste que la verde jungla, por lo que decidieron instalar su casa flotante en medio de un lago rodeado de vegetación selvática. Durante el día se deleitan con sus bonitas vistas, y cuando anochece con sus sonidos. Cada noche salen bajo las estrellas a conversar y observar el firmamento acompañados del suave canto de las ranas y de un concierto de grillos, siendo ésta la antesala de un apacible sueño.
Y viven sin temor a los animales, puesto que en el Mundo Esmeralda ningún ser le hace daño a otro.
Todavía se podían ver los últimos destellos rojos en el cielo cuando Puchi regresó.
Con su habitual alegría atravesó corriendo el pontón de madera que une la orilla con su casa, abalanzándose sobre los brazos de su madre.
—¡Ya estoy aquí! ¡Tengo tantas cosas que contaros!
—Con calma, pequeña —le habló su padre, tumbado confortablemente al aire libre—. Tu madre y yo hemos recogido algunas de tus frutas favoritas para que las comas.
La niña entró en su hogar, encontrando de camino a su habitación unas frutas de vivos colores que lucían en el centro de la mesa. Su aspecto, aroma y sabor eran exquisitos, vivificándose con su nutritivo alimento.
Tras ponerse unas ropas más claras y anchas regresó al exterior, acomodándose sobre unos grandes cojines. Levantó su mirada a las estrellas, concentrándose en el murmullo de la naturaleza y por fin se relajó.
La noche invitaba a disfrutar de su cálido frescor…
En el Mundo Esmeralda la educación de los niños sobre las cuestiones fundamentales de la Vida recae sobre los padres, y los suyos le enseñaban por las noches al aire libre mediante lecciones sencillas, tratando no sólo de que aprendiese de ellos, sino sobre todo de que buscase las respuestas en ella misma, pues los Maestros de Luz siempre aconsejan que las cuestiones fundamentales han de encontrarse en el interior de cada uno, que es, en definitiva, lo que mejor comprende y en lo que realmente se confía.
Sus papás estuvieron escuchándola con atención mientras que les fue relatando todo lo vivido en ese día, y por supuesto, el porqué había venido volando sobre un enorme y brillante pavo real, felicitándola por haber respetado la naturaleza.
Al acabar de describirles sus experiencias, Puchi se encontraba tan entusiasmada que como lección de esa noche les solicitó una vez más una de sus historias favoritas: «cómo el Mundo Esmeralda se convirtió en un mundo de Amor». Ya la había oído en anteriores ocasiones, pero le gustaba tanto que siempre quería volver a disfrutarla.
Sus papás accedieron con gusto, y fue su padre el que, recostado confortablemente sobre una tumbona, comenzó a relatarla para ella…
—Hace tiempo, mucho tiempo, en este mundo vivían dos tipos de personas muy diferentes entre sí. Unos eran ciudadanos egoístas, que miraban principalmente por sí mismos. Los otros eran ciudadanos amorosos, los cuales no vivían únicamente su propio beneficio, sino el de todos en general. Los primeros dedicaban sus vidas a acaparar bienes materiales, mientras que los segundos vivían disfrutando de la vida, disfrutando del Amor…
»Desde antiguo los dos grupos habían convivido juntos, pero con el paso del tiempo sus diferencias fueron aumentando día a día, puesto que los primeros eran cada vez más materialistas, mientras que los segundos eran más desprendidos. Entonces, llegó un momento en el que fueron tan opuestos que tanto los unos como los otros se dieron cuenta de la misma realidad: sólo podrían seguir viviendo juntos si todos se hacían egoístas, o bien, todos amorosos.
»Lejos de querer separarse, la idea de tener una sola forma de vida les convenía a todos. A los primeros, porque siempre habían deseado una sociedad totalmente materialista, en la que nadie pusiera obstáculos a su ambición personal; y a los espirituales porque su anhelo era un mundo de Amor, en el que todos sus habitantes fuesen felices en él. Por tanto, con la esperanza de que este mundo llegase a ser como ambos deseaban, los dos grupos optaron por permanecer juntos bajo una misma forma de vida.
»¿Y a que ya sabes por cual se decidieron?.
Con una sonrisa en los labios, el padre de Puchi se levantó de la tumbona, dio unos pasos por el porche y se quedó mirando al lago. Las dos lunas brillaban con intensidad, quedando reflejadas en el agua.
Las contempló durante unos instantes, inspirando con gusto el aire fresco, y lleno de la belleza de la noche prosiguió relatándole a la pequeña:
—Desde sus tiempos más remotos el Mundo Esmeralda siempre se caracterizó por el triunfo de la razón entre sus habitantes, y es por esto que se propuso celebrar una asamblea en la que «razonadamente» se decidiese cuál de las dos formas de vida era la más adecuada para todos.
»Y fue entonces cuando tuvo lugar «la Gran Reunión».
»En ella estuvieron presentes las personas más representativas de ambos grupos, y en sus sesiones, que se prolongaron durante varias jornadas, los materialistas se propusieron convencer a los espirituales de que lo más razonable para todos era el vivir con egoísmo. Con acalorados discursos argumentaron que como en la vida hay que sobrevivir, cada uno debía ocuparse de sí mismo, o si acaso de los suyos, para hacerlo de la mejor forma posible. La vida consistía para ellos en una continua lucha por la subsistencia en la que más la disfrutaban quienes, teniendo sus necesidades básicas cubiertas, pudiesen disfrutar de los caprichos, placeres y comodidades que la sociedad les ofrecía. Eran conocedores del sufrimiento que podía causar esta forma de vida, y no sólo por tanto tiempo y esfuerzos dedicados a tener que subsistir, sino porque en la lucha por la supervivencia unos sufren por la escasez y otros porque su ambición jamás se ve satisfecha.
»Pero lo justificaban diciendo que «la vida es así».
»Sin embargo, los partidarios del Amor sabían que la Vida no es así (sólo si se vive en el egoísmo), y que si éste triunfaba lo iban a padecer la generalidad de los habitantes de este mundo, por lo que desde un primer momento expusieron sus argumentos de forma clara y serena, dejando que la Verdad hablase por sí misma…
»Desde la tribuna, sus oradores aseguraron que el verdadero propósito de la Vida es ser felices, y no el tener que subsistir en ella.
»Ante todo aclararon que al tener cuerpo y unas necesidades hemos de sobrevivir, pero que si los habitantes de este mundo se organizaban con Amor la supervivencia de todos ellos quedaría confortablemente garantizada, con lo que podrían disponer de todo su tiempo para disfrutar de la Vida, que es para lo que realmente fue creada. Por lo tanto, un mundo amoroso sería el paso superior a uno egoísta, ya que si en los mundos materialistas lo común es «vivir para subsistir», en los amorosos esto no tendría sentido, puesto que la supervivencia de todos sus habitantes es la consecuencia natural del Amor que los une. La felicidad es el patrimonio de todos —decían—, no el privilegio de unos pocos…
»Conforme los espirituales iban exponiendo sus ideas, algunos de los seguidores del materialismo se iban interesando en ellas. Comenzaban a plantearse que si lo que conocían no era bueno, en lugar de obstinarse en defenderlo, ¿por qué no conocer algo nuevo que razonablemente podría ser mejor? Si bien podía ser una fantasía el que todos vivieran felices, sí les parecía razonable que, organizándose de una forma más lógica, todos llegaran a tener garantizadas sus necesidades materiales.
»¡Quizás, el mirar por el bien común podía ser más gratificante que hacerlo sólo por el propio!—, empezaban a pensar.
»Para poner en claro sus ideas preguntaron a los espirituales qué era lo fundamental para poder vivir en un mundo de Amor, y la respuesta, apenas entendida por ellos, era casi siempre la misma: “en los mundos amorosos se vive conscientes del Amor, la Energía que en realidad Somos”.
»Según avanzaban los debates, más y más seguidores del egoísmo iban abandonando sus posiciones ideológicas. Conscientes de los graves inconvenientes de un mundo egoísta, estos inteligentes y respetuosos ciudadanos estaban determinados a encontrar algo mejor para sus vidas. Pero siguiendo sin entender qué era vivir en el Amor, se decidieron a preguntarlo una vez más…
»Se hizo entonces el silencio en el anfiteatro.
»En medio de gran expectación subió a la tribuna el máximo representante de los amorosos.
»Su figura resplandecía envuelta en una inmaculada túnica blanca.
»Tomó la palabra, y guiado por la Luz de su Corazón, les dirigió a todos estas imborrables palabras: “Vivir en el Amor es vivir la Vida, porque la Vida es Amor. De esta realidad seréis conscientes al serlo del propio Amor que hay en vosotros.
”Como la Vida es Amor, su verdadero propósito es que todos seamos felices en ella, en armonía con las Leyes de la Creación, disfrutándola plenamente, contactando y elevándonos en ese Ser Interno que hay en cada uno de nosotros, gozando de la más hermosa de las sensaciones, deleitarnos en la Belleza con el más maravilloso de los sentimientos: el Amor, que es lo que somos.
”¡Mirad por un momento a vuestro alrededor! Toda la creación material, incluido vuestro propio cuerpo, ha sido cuidadosamente diseñada para experimentar, crecer y vivir eternamente en el Amor, lo que depende única y exclusivamente de vuestra libre voluntad. Toda está a vuestro servicio, pero muchos habéis vivido como sus esclavos, preocupados tan sólo por vuestra propia seguridad material, por subsistir confortablemente y satisfacer vuestros deseos más básicos. ¿Creéis que esto es la Felicidad?
”En cuanto a esa seguridad material que tanto anheláis, ¡qué bien hacen los que ahora comienzan a pensar que sólo el Amor la puede garantizar! Y en cuanto a las sensaciones placenteras producidas por los deseos materiales que tanto os atraen, ¿acaso no habéis comprobado ya que son efímeras, que rápidamente se vuelve a desear lo que no se tiene?
”Os aseguro que la Felicidad no consiste en desear y conseguir lo que no se tiene, sino en disfrutar lo que se es, porque la Felicidad es algo espiritual, algo que se experimenta con el Alma, y sólo aquello que es esencialmente espiritual, como el Amor, puede ser capaz de producir en Ella este Placer Supremo”.
»El orador miró con dulzura a todos aquellos que se encontraban ante él, materialistas y espirituales, retirándose con el deseo de Amor y Luz para sus vidas…
»Así fue como finalizaron los debates de la Gran Reunión.
»En esos momentos, los ahí presentes tuvieron que tomar la decisión más importante para nuestro mundo.
»Aunque muchos de los materialistas habían atesorado grandes fortunas, supieron dejar a un lado sus intereses personales, decidiendo según les dictó su razón.
»También lo hicieron los espirituales.
»Todos emitieron su voto, y una vez finalizado el recuento se dio a conocer que una opción había triunfado claramente sobre la otra: ¡Era más razonable vivir en el Amor!
»El resultado fue acogido con gran júbilo por la generalidad de los habitantes; y no sólo por los amorosos, sino también por los que no habían sido felices en el egoísmo y anhelaban un mundo en el que sí lo pudieran ser.
»Una vez tomada la decisión, la primera medida que adoptaron nuestros antepasados fue hacer desaparecer todo lo que hasta esos momentos les había mantenido divididos y enfrentados, puesto que el Amor florece en la paz, deshaciéndose de todo el armamento que habían necesitado para mantener sus fronteras y diferencias, al no serles ya necesario.
»La desaparición de las fronteras dio origen a un gobierno único para todo el planeta, en el que sus miembros fueron elegidos por el mero hecho de tener las mejores cualidades para gobernar en beneficio de sus gobernados.
»Y todos en conjunto se pusieron bajo la instrucción de los Maestros de la Luz para emprender la maravillosa búsqueda del Amor en sus Corazones, lo cual es el verdadero sustento de esta civilización.
»Aprendieron a sentir conscientemente tan Sublime Energía, y guiados por la Sabiduría que de Ella emana, hicieron su mundo interno más amoroso, así como el Mundo Esmeralda, organizándose en una sociedad justa en paz y armonía en la que cada cual empezó a aportar de manera voluntaria sus cualidades en beneficio de los demás obteniendo la mejor de las recompensas: la Felicidad.
»Y como resultado de todo ello, hoy podemos disfrutar en plenitud de la maravilla que es la Vida.
—Algunos de mis antepasados —prosiguió la mamá de Puchi— habían sido firmes partidarios del egoísmo. Vivían sólo para sí mismos, pareciéndoles imposible todo lo que no fueran sus propias ideas. Pero después del cambio se dieron cuenta de las ventajas de vivir en una sociedad más amorosa, en la que resueltas ya las necesidades materiales que antes tanto les preocupaban, disponían de todo su tiempo para disfrutar alegremente sus vidas.
»Cada mañana podían ya despertarse con el pensamiento y la certeza de que, al igual que ellos miraban por los demás, toda la sociedad cuidaba amorosamente de ellos.
»Desde entonces reinan la Paz y la Felicidad en este mundo. Incluso la propia naturaleza contribuyó a que los animales evolucionasen sin las características agresivas necesarias en un planeta competitivo.
»¡Desde que triunfaron los partidarios del Amor, en cada rincón de este planeta se siente la dulce presencia de Dios!
—¡Qué bonito! —exclamó la niña.
—Sí que lo es —intervino su papá—. A grandes rasgos, así fue como sucedió…
—¿Qué es el Amor? —preguntó entonces la pequeña.
Su mamá reflexionó con calma antes de responder:
—El Amor es el mayor de todos los tesoros que se puede llegar a encontrar, pero por mucho que te hablase de Él, sólo podrás conocerlo a través de tu propia experiencia personal. ¿Recuerdas cuando nos preguntaste por el mar? ¿De qué forma lo conociste mejor, cuando te hablamos de él o cuando por fin lo viste y te bañaste en sus aguas?
—¡Cuando me bañé! —contestó alegre la dulce niña.
—¡Así es! —dijo su madre.
—¡Pero yo quiero saber qué es! —insistió curiosa— Me habéis dicho que unos Maestros ayudaron a nuestros antepasados a encontrarlo. ¿Y a mí quién me va a ayudar?
—Querida hija —volvió a hablarle su madre—, si supiésemos con certeza lo que nos va a suceder en la Vida se nos estaría privando de la emoción de descubrirlo por nosotros mismos. Todo a su debido tiempo…
—El Amor tiene que ser muy importante, ¿verdad? ¡Es lo que produce la Felicidad! —insistió la pequeña, que no se daba por vencida.
—¡Verdaderamente que sí! —intervino su papá—, lo más importante que uno puede llegar a conocer. Sólo han de verse sus efectos en nuestro mundo: la belleza a nuestro alrededor, la alegría en los rostros de la gente…
—¿Es que antes no era así?
—Antes de la Gran Reunión no todos cooperaban por la felicidad común. Muchos competían por el dinero, lo que les generaba miseria y sufrimiento al tener que dedicar sus vidas para conseguirlo y no siempre obtener el suficiente.
—Vivían apiñados en feas ciudades —prosiguió su madre—, construidas siguiendo el interés de unos pocos y no en beneficio de la mayoría. Además, existían leyes severas que se imponían por la fuerza…
—¿El dinero? —interrumpió la niña.
—Eso es algo que antes de la Gran Reunión necesitaban nuestros antepasados para poder sobrevivir, para relacionarse entre sí, pero que tras el triunfo del Amor ya no fue nunca más necesario. Ahora nos amamos como una gran familia, guiándonos de forma inteligente por el impulso de nuestros Corazones.
¡Y con esto hemos acabado la lección de hoy!
—¿Ya? —protestó cariñosamente Puchi.
—¡Ya! —respondieron cariñosamente sus papás— Por hoy ya han sido bastantes las emociones y es mejor que vayas a descansar.
A la pequeña le hubiera gustado seguir escuchándoles un poco más, pero como sus padres tenían razón, se retiró a su habitación tras despedirse cariñosamente de ellos.
Sobre la cama le esperaba su dulce animal de compañía llamado Tris —una mezcla de gatito y ardilla de pelo largo y blanco—, y se acostó como siempre cogiéndole entre sus brazos, quedándose dormida mientras lo acariciaba…
Al cabo de un rato, en sus sueños se vio sobrevolando unos jardines.
En medio de una gran pradera se divisaba un magnífico anfiteatro, cuyas gradas de piedra se encontraban repletas de gente.
Ahí se estaba celebrando la Gran Reunión.
Los oradores hablaban desde la tribuna, y al finalizar su intervención regresaban a su asiento, oyéndose el murmullo de los ahí presentes al comentar lo que habían escuchado. La mayoría vestían túnicas, cuyos colores variaban según la facción a la que pertenecían.
Mientras todo esto pasaba, una voz le decía en su interior: «cuanto mayor bien des a tu mundo, mayor bien te dará la Vida a ti».
Y Puchi soñó con su Mundo Esmeralda.
Con un mundo de Amor y Paz.