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El jardín
de la sabiduría

¡Qué maravilloso despertar tuvo nuestra amiga en la Montaña de Luz! Al abrir sus ojos contempló el brillo que seguían emitiendo las paredes de la roca, todo de una reluciente pureza. Tras comprobar que seguía sintiendo la emoción del Amor, disfrutó en ella de esos maravillosos instantes.

Agradeciendo internamente la presencia del Amor, recibió en su mente estas palabras:

«No hay mejor forma de agradecerle a Dios que disfrutar de sus bendiciones…».

Al rato, vio entrar a Shankal en la habitación.

Su figura de Luz era ahora un cuerpo físico. Se trataba de una bella mujer con el cabello oscuro, vestida en una túnica de un brillante color rojo y amarillo. Parecía una flor.

—¡Despertarse y sentir el Amor es una maravillosa sorpresa que la Vida nos regala! —le dijo su maestra, saludándola con una sonrisa en su rostro.

La niña se encontraba embriagada de tan gloriosa vibración, cuando, de pronto, ante ella aparecieron unas frutas y manjares de vivos colores…

—Esto es un presente que la Energía Amorosa Universal te ofrece para que lo disfrutes consciente del Amor —le hizo saber la Maestra de Luz.

La pequeña se alegró de tan magno recibimiento, deleitándose con el aroma y sabor de todos esos manjares, aderezado esta vez con el sentimiento de su lindo Corazón.

Una vez finalizado el desayuno, Shankal le dijo con solemnidad:

—¡El momento ha llegado de que disfrutes del Amor que Eres con todos aquellos que se han encontrado también en Él! Quienes despiertan al Amor tienen el anhelo de compartirlo con los demás, pues en su naturaleza está el ser compartido para poder ser disfrutado en plenitud.

La niña se incorporó, acompañando a su maestra al exterior.

Al salir se encontró con muchos niños, cuyos rostros reflejaban una gran felicidad. Cada uno de ellos iba con un Ser de Luz. Todos acababan de tomar conciencia de sí mismos, de que eran la vibración del Amor que sentían, y por lo tanto, de que eran hermanos, hijos de una misma Fuente de Energía Universal.

—Sintiendo el Amor reconocemos a Dios, pero también nos reconocemos a nosotros mismos… —le dijo Shankal a Puchi, animándola a juntarse con los otros niños— Quien se busca a sí mismo pensando, sólo podrá aproximarse a su verdadera naturaleza, pero quien se siente, se acaba encontrando.

Puchi se encaminó hacia los otros niños y su alegría fue mayúscula al encontrarse con su amigo Rico, con quien el abrazo esta vez fue digno de aquel encuentro.

Tras la vibrante emoción, los dos amigos se unieron a los demás, y formando un grupo, los guías de Luz se retiraron para dejarles solos.

Movidos por el impulso de sus Corazones, todos los pequeños fueron uniendo sus manos hasta completar un gran círculo, y lentamente el círculo comenzó a moverse, transformándose en otra gran figura, la cual se contraía y se expandía según los pequeños se acercaban o se alejaban los unos de los otros. A vista de pájaro, lo que se podía contemplar era un solo Ser: un Ser creado por el Amor entre todos ellos que bailaba adoptando diversas formas que expresaban su Felicidad.

Cuando aquel interminable baile tocó a su fin, los pequeños se abrazaron los unos con otros.

Se deleitaban siendo el Amor, experimentándolo en la plenitud de su Corazón. Habiendo descubierto lo que en esencia son. Por mucho que se lo hubieran tratado de explicar con anterioridad a su llegada a la Montaña de Luz, nada podría haberse aproximado a tan bella experimentación y estado de conciencia.

Tras unos instantes de vibrante emoción, sentados ya en la hierba, los niños fueron relatando en voz alta sus propias experiencias en la Montaña. A estas conversaciones se les sumaron los Maestros de Luz.

Nuestra amiga disfrutaba del maravilloso sentimiento de Amor que la inundaba por completo, compartiendo su alegría y conocimiento con el resto.

—¡La Vida es ahora tan bonita sintiendo el Amor! —le comentó emocionada a Shankal, que estaba a su lado.

—Así es, querida —le dijo su maestra—. En verdad que no hay sensación comparable a poder sentir y compartir un Amor correspondido.

Puchi y Shankal se separaron del grupo, alejándose hasta una colina desde la que divisaron la pradera, contemplando a quienes alegremente se deleitaban conscientes de sí mismos, conscientes del Amor.

Ahora jugaban corriendo los unos tras los otros.

—Con la amada presencia del Amor en nuestros Corazones, los habitantes de este mundo lo vamos transformando en un planeta más sutil para el deleite de los sentidos. Y así, embelleciendo el entorno que nos rodea, podemos disfrutar aún más de tan sublime sensación y estado de conciencia.

—¡La vida se transforma cuando sientes el Amor! —dijo Puchi, elevada en su presencia.

—Cuando no lo sentimos, todo lo relativo al Amor son meros conceptos, pensamientos o palabras sobre Él. Pero al experimentar su dulce vibración, la teoría se transforma en la más bella de las realidades. Y es que, sentir el Amor es una experiencia viva, la cual nos permite disfrutar en plenitud lo bella que es la vida.

—¿Los demás Maestros de Luz también les han enseñado a ellos lo mismo que tú a mí? —Preguntó la pequeña mientras observaba a los demás niños.

—Los Maestros muestran según las necesidades del discípulo, encaminándolos a tan divina conexión.

Como Dios vibra en Amor, nuestra conexión con Él es directa. Nadie más puede haber entre nosotros y la Energía Creadora, ni tan siquiera un Maestro.

Sentirlo en nuestro Corazón hace que sea una experiencia única y personal.

Si bien los guías facilitamos esta conexión, no por ello hemos ser objeto de adoración o reverencia. Ayudamos, sencillamente, porque somos felices de que los demás también lo sean.

No obstante, pequeña, en vez de pensar en «maestros» y «discípulos», lo mejor es hacerlo en «hermanos», puesto que esto es lo que verdaderamente somos…

Tras unos instantes de feliz contemplación, Shankal invitó a Puchi a caminar a su lado.

Conversando, se dirigieron hacia un jardín cercano.

—Como el Creador no nos iba a dejar solos en sus mundos sin saber qué hacer, nos dio su Luz para que podamos contactar con nuestra propia sabiduría.

—¿Sabiduría? —Preguntó la niña.

—Es nuestra Luz interna, la que nos alumbra en este caminar. «Sabiduría» es aquello que vamos aprendiendo como resultado de nuestras reflexiones profundas, conduciéndonos a Ser Amor, y por lo tanto, a ser más felices.

La Maestra y la niña se adentraron en el jardín. Sus plantas y flores destacaban por su aroma y belleza. Las dos caminaban lentamente, contemplándolas, disfrutando sus aromas con los ojos cerrados.

—Sintiendo el Amor, su Fuente de Energía nos eleva hasta un estado en el que no sólo nos deleitamos con la belleza de la Vida, sino que además nos hace ser más «sabios»—dijo Shankal, inclinada ante unas rosas—. Al elevar nuestro nivel de consciencia aumentamos también nuestra capacidad de entendimiento: más amplia es la visión de nosotros mismos, de nuestro mundo y de la vida en general.

Y es que, Dios no es sólo Belleza, sino también el conocimiento para llegar hasta ella…

Al sentirlo, nos elevamos en su consciencia, lo que hace que todo resulte más bello, aumentando nuestra capacidad de comprender.

Si quisiéramos cuidar de estas plantas —prosiguió—, primero habríamos de observarlas con detalle hasta dar con el método adecuado. Pero si una vez hemos aprendido a regarlas no lo hiciéramos, acabarían secándose, como también se marchita nuestra alma si no la regamos con nuestro conocimiento del Amor hecho realidad. El Ser florece en la presencia del Amor, por lo que si lo aprendido no lo practicamos, todo quedará en meros conceptos mentales.

Sabiduría es, en definitiva, aquél conocimiento que llevado a la práctica hace aflorar en nosotros la presencia de Dios.

—¿Y qué es Dios? —preguntó la pequeña.

—No sólo somos conscientes de «Dios» con la experimentación consciente de la vibración de su Amor, sino además al disfrutarla.

»La sabiduría nos lleva a ser Amor, y cuando lo somos, todo ese conocimiento pasa a Ser meros conceptos, porque el Amor es una realidad viva. De nada vale ya pensar sobre Él pudiendo serlo. Una vez que lo somos, ya sólo vale disfrutarlo, no pensar como llegar, pues ya hemos llegado.

»En el disfrute puro del Amor está contenida toda la Sabiduría.

»La Luz es nuestra Energía Viva, y el Amor es la consecuencia de sentirla y disfrutarla. Se podría llegar a la existencia de Dios–Amor pensando, pero nos hacemos Uno con Él sintiéndolo y disfrutándolo.

»Pero no sólo esto.., además, cuando lo sentimos y disfrutamos, también lo estamos creando. La Energía Creadora nos regala su Amor para que seamos felices, dándose a sí mismo, y como somos Amor, cuando amamos, también nos damos a nosotros mismos.

»No obstante, pequeña niña, todo esto no es más que pura teoría, puesto que el Amor, más que para ser racionalizado, es para ser disfrutado. Créeme si te digo que una sonrisa y una mirada con Amor vale más que toda la teoría del mundo.

»Te podría seguir dando muchas más explicaciones sobre el Amor y sobre Dios, pero prefiero que lo experimentes por ti misma. Lo creado con Amor se disfruta a través de los sentidos (el color de las frutas, su sabor, el olor de las flores… ), experimentándose en la belleza que está en nosotros.

»El Amor se siente, pero es más que un sentimiento: el Amor es todo lo bello que somos y que experimentamos. El «cómo experimentarlo» es mejor dejarlo al libre albedrío de cada uno de nosotros.

»En vez de racionalizarlo, mejor es disfrutarlo, pues éste es su verdadero propósito. Y es que, la experimentación pura y bella del Amor es el límite a su racionalización…

La Luz y la chiquilla detuvieron su andadura al llegar a una fuente redonda de piedra.

El agua caía reflejando brillos azules, verdes y violetas.

Una vez refrescaron su alma en ella se sentaron a contemplarla.

—La Vida es un verdadero regalo para disfrutarlo con Amor, y no se debe desperdiciar ni un solo segundo, ni una sola de sus gotas… —le dijo Shankal a Puchi.

Escuchando el murmullo del agua al caer, le comenzó a relatar una historia de un planeta alejado de tan magnífica vibración…