CAPÍTULO DOCE
El fuego ardía con inquietud, nervioso por
descifrar y entender qué estaba haciendo ese loco dentro de la
habitación, la habitación más segura y custodiada del
mundo.
Era la alcoba principal del Vaticano, una mano cargada de rubíes,
diamantes y anillos de oro macizos no había conseguido llevar la
copa de plata con el mejor de los vinos a los labios.
- Su santidad, – le dijo Abraham mientras lo interrumpía - es
necesario que entienda este versículo: cuando Pilatos le da a
elegir al pueblo judío por Barrabás o Jesús. Dios ilumina a su
pueblo para que puedan elegir el camino correcto – Abraham estaba
repitiendo el mismo sermón que le decía a los gentiles, a la
autoridad más temida del mundo.
- ¡¿Pero cómo te atreves a decir que el pueblo judío eligió lo que
Dios quiso?! – le dijo con un tono indignado – Ustedes los judíos
ni siquiera se arrepienten de semejante atrocidad. Fue por ustedes,
por culpa de sus sacerdotes, que también son mercaderes y
ambiciosos del poder, que entregaron y perdimos al hijo de
Dios.
- Según su propia historia, por nosotros vino, fue por el pueblo
judío y como judío él caminó por estas tierras. Él hacía todo lo
que ustedes nos repudian. ¿No es contradictorio? Y si me permite
¿fatal? Pero no vine aquí para escucharlo – le dijo Abraham – Usted
sabe muy bien que le vengo a traer un mensaje divino, por algo ha
dejado la ventana abierta con este absurdo frío y a la guardia
concentrada en el interior del palacio.
Al Papa Nicolás III le habían advertido que un loco venía desde el
fin del mundo para entregarle un mensaje. Un mensaje demoníaco, un
mensaje enviado por el anticristo, que si era recibido por el Papa,
la bestia se manifestaría y cambiaría la historia de la humanidad.
El Cardenal Simón de Brie estaba detrás del loco de Zaragoza, que a
través de la red de espías militares de su amigo Carlos de Anjou le
habían informado de los itinerarios de este. Lo había mandado
interceptar y si era necesario, en nombre de Dios, quitarlo del
libro de la vida. No podía llegar al Vaticano. Se decía que venía
juntando adeptos por los lugares que se hospedaba, podía hablar con
el más sabio del lugar que este al final le brindaba el silencio
para escucharlo.
Todo había comenzado cuando el Cardenal Simón de Brie recibió una
carta anónima que contaba de las insinuaciones de este Abulafia.
Advirtiendo interceptar a este judío que venía blasfemando todo lo
que encontraba. Se decía que estaba poseído por el demonio, se
autoproclamaba mensajero del Mesías e incluso llegó a decir que era
“El Mesías”. Cualquiera que lo escuchara se sometía a su hechizo,
creyendo cada una de sus barbaridades.Hasta los judíos temían que
los pobres de entendimiento se entregaran a sus palabras, que por
cierto eran muy seductoras, como la misma serpiente del mal que
tentó a la mujer en el Paraíso. Se dedicaba a realizar magia e
invocar a los demonios, ocultándose detrás del nombre de Dios,
blasfemando su sagrado nombre. A Nicolás III le inquietaba y le
daba mucha curiosidad escuchar sobre el periplo de este loco que
sin lugar a dudas se dirigía hacia Roma, a su encuentro. Por más
que no lo buscaban en cualquier lugar sin resultado alguno, era vox
populi que Abraham se dirigía a Roma, con las nuevas nuevas,
haciendo alarde de la religión del Nazareno. El Papa día a día se
enteraba de las ciudades que habían sido seducidas por este
hombre.
- ¿Pero cómo es posible? Decía Nicolás a su Cardenal Simón – Que
este hombre desafíe a la Iglesia tan descaradamente ¿Cómo es él? -
preguntó por fin.
- Este demonio parece un hombre que pisa los 40 años y viste con
las barbas del profeta. Dicen que su voz es firme y que
permanentemente desafía a las autoridades, tanto de los reyes como
de la Iglesia. Se planta en contra de los señores de las tierras y
son los pobres de los pueblos los que en secreto le cobijan en sus
casas para que no sea descubierto. Intentaron prenderlo en
Barcelona, pero solamente lograron capturar a su amigo al que le
dieron muerte. Dicen que fueron las mismas autoridades del Call los
que quisieron apresarle. Desde Sevilla, Córdoba, Granada, Zaragoza,
Barcelona, Gerona, Besalú, Narbona, Savona, Capua, Atenas y Roma lo
están intentando interceptar los mismos judíos. Pero no se sabe
como avanza por los caminos sin ser visto. Dicen que viaja en la
noche de la mano del demonio, que vuela como un dragón y que
amanece todos los días con un rostro diferente.
- No puede ser que creas esas tonterías – le dijo el Papa al
Cardenal Simón de Brie – ¿Alguien sabe cuáles son sus pasos y luego
te escribe esas cartas?. Seguro que lo vienen siguiendo o es
alguien que viene con él.
- Su Santidad, es un problema grave, ya que hasta nuestros doctores
están interesados en que venga a Roma para consultarle. Esto es
vergonzoso pues hasta el mismo Alberto Magno quiere entrevistarse
con él y me pidió vuestra autorización; cosa que le he negado
rotundamente.
- ¿El dominico alemán Alberto Magno? – preguntó sorprendido el
Papa
- ¿El teólogo, filósofo y científico?
- Así es – dijo afirmativamente - Y su discípulo Tomás de Aquino
también pidió dicha autorización.
- Realmente debe ser interesante hablar con este loco entonces,
¿no? – dijo riendo el Papa.
- En Génova hay un destacamento que cree que su viaje lo está
realizando por mar desde Barcelona a su segundo puerto de Génova.
Se dice que el Rey Jaume I y ahora su hijo Pedro “El Grande”, por
razones secretas, siempre tuvieron simpatía por los judíos o por
los pueblos herejes y que lo vienen protegiendo desde siempre. Por
eso se dice que está recorriendo el camino y enclaves secretos de
los cátaros y los templarios. Sin duda, está oculto en la ciudad
amurallada de Carcassone. Si me permite su Santidad, tendríamos que
aniquilar a esta empresa de herejes como a los cátaros y a los
templarios. Estos templarios que no dejan de ser judíos
disfrazados, para burlarse de nosotros y robarnos nuestras riquezas
que le pertenecen a la Santa Iglesia. Y ni hablar de los Cátaros,
que rechazan hasta la cruz, la Iglesia, el ave María y a la
Virgen.
- ¿De dónde ha sacado usted que está en Carcassone?
- Su santidad, desde la muerte de Jaume I “El conquistador”,
Carcassone está realizando un complot contra el poder de la
Iglesia. Ese pueblo entero es hereje, esos albigenses son Cátaros.
Ya hemos realizado quemas colectivas públicas y estos hijos de
Satanás no aprenden. Por eso, lo más seguro es que este demonio,
que también responde al nombre de Raziel, esté apoyado por ellos,
con tal de que el poder de la Iglesia se desmorone. Toda aquella
zona de Francia, la conozco muy bien, incluso hay túneles secretos
entre las montañas de Montsegur, la Montaña Segura.
- ¿Tú dices que Jaume I lo apoyaba? – le dijo sorprendido el
Papa.
- Su Santidad, Jaume I nació en Montpellier y su padre lo entregó
de niño a un maestro cátaro llamado Simón de Montfort y
absolutamente toda su infancia hasta ser adolescente, la pasó en
Carcassone, justamente. ¿No le parece extraño que luego apoye a los
judíos con aquel último debate entre nuestro fraile converso Pablo
Cristiani y el que era el líder judío, el hereje Nahmanides, para
apoyar al Call judío dentro de Barcelona?
- Pensé que a ese judío lo habían capturado y quemado al terminar
aquel juicio.
- Para nada. Mis informantes me dijeron que se encuentra en
Palestina y que desde allí controla y mantiene correspondencia con
los reyes de Cataluña y con la judería de allí. Pero lo que más nos
importa es esta serpiente, que se viene contorneando entre la Santa
Fe. Se dice que hasta el mismo Guillaume de Beaujeu ha encomendado
cuidarlo.
- ¿No habíamos mandado capturar a este templario?
- No tuvimos pruebas suficientes y nos faltó autoridad. Es muy
difícil tener la certeza de poder capturar a la persona responsable
de los últimos levantamientos que hemos tenido en nuestra contra;
pues para que estos herejes continúen adorando a la Virgen negra y
la cabeza barbuda, como en Mallorca, Montserrat y otros lugares
clandestinos, solo se explica que éste estuviera vivo. De verdad
que estoy convencido de que estos que se hacen llamar los
templarios, para proteger las cruzadas contra los infieles, no son
más que los mismos infieles que conspiran en contra
nuestra.
- ¿Pero para qué quiere hablar esta serpiente conmigo?
- Mi Santidad, es preciso que entienda del grave peligro que corre,
tanto su vida como la misión de la Iglesia en la Tierra. Es el
demonio encarnado en un hombre y así como Satanás tentó a Jesús en
el desierto y éste estuvo a punto de caer, imagine usted si se
presenta aquí el mismo demonio que casi hizo caer al hijo de
Dios.
- Pues si este demonio tiene que entrevistarse conmigo y Dios así
lo quiere, que venga.
- Dios no quiere que seas tentado por el mal, por eso uno de sus
allegados nos avisó de su plan malévolo.
- No era difícil darse cuenta del plan, cuando los rumores de sus
proezas están a menos leguas de aquí cada día.
- Tenemos hombres por todas partes para interceptarlo. Le aseguro
su Santidad que no cruzará las aguas del Tíber.
- ¿Y qué pasa si las cruza?
- Estamos perdidos.
- ¿Acaso no confías en Nuestro Señor Jesucristo?
- No confío en el hombre que lo pronuncia.
***
Basilio escuchaba con atención toda la
historia, pero se le notaba inquieto - ¿Cómo es posible que sepas
todas estas cosas que ocurrían sin estar tu presente?
- Fue en el colegio de Franciscanos que me contaron todos los
detalles, de la captura y el preámbulo de mi encuentro con el
Papa.
***
- ¿Qué noticias me traes?
- Me ha llegado una carta de Barcelona. Tienes que tener en cuenta
que esta amenaza de Satanás merodeando nuestras tierras, vienen
desde que ese Abulafia se acerca. Hay rumores de que se encuentra
en Capua, preparándose con otro líder de la Aljama de
Verona.
- ¿Pues a qué esperas para apresarlo?
***
Las velas ardían y las letras de los rollos
parecía bailar entre cada palabra que pronunciaban
– Sabes Abraham que tienes que entender que la Toráh es el camino y
el fin de nuestras vidas. No puedes ir detrás de una ambición ajena
a las enseñanzas de ellas – le dijo el Rabí Hillel.
- Pues para eso he venido a aprender con usted, maestro.
- Dicen que quieres convertir al Papa al judaísmo.
- ¡Es una barbaridad! – le dijo riendo Abraham.
- Dicen que estas aquí conmigo para aprender los secretos de la
Toráh que utilizarás para hablar con el Papa.
- Si Dios hubiera querido que el Papa aprendiera la Toráh, lo
hubiera hecho judío – le dijo riendo – ¿Qué cosas le podría decir a
un tipo tan necio que cree en el Nazareno?
- Pues hay muchos pasajes que podrían seducir a cualquier
cristiano.
- El Papa no es cualquier cristiano.
- Te aseguro que no sobrevivirá si se convierte al judaísmo. a sus
manos? ¿Acaso el mismo Padre no lo abandonó, como dice él en su
último hálito, exactamente igual que como ocurrió con David varios
siglos antes? Lea el Salmo 22 - y le tiró una biblia sobre la
mesa.
- El Papa tomó la Biblia, sabía de qué Salmo estaba hablando, besó
su cruz y luego su Santa Biblia y leyó el Salmo 22.
*** El borde de la copa terminó por tocar al
fin los labios, el brillo de mil colores de piedras preciosas
seguían el crepitar del fuego.
- No fue Pilatos quien se lavó las manos – le dijo tranquilamente
Abraham – Dios había protegido a Vuestro Señor, cuando Herodes, “El
rey de los judíos”, había intentado matar a su futuro sucesor.
Cuando dio la orden de matar a todos los niños. De la misma manera
que lo hizo con el amado Rey David, cuando Saúl intentaba matarlo,
sin embargo David era el amado por Dios y por el pueblo. Eso es
para nosotros un mesías, alguien amado por Dios y por el pueblo. La
pregunta que se hicieron aquellos judíos fue ¿por qué iba a colocar
a su hijo en las manos de un impostor romano, un idólatra romano,
para que el pueblo eligiera entre su hijo y un delincuente? Antes
mandaba ángeles, lo protegían permanentemente y ahora que tocaba
elegir entre él y el delincuente asesino, elijen por lo peor o lo
que es lo mismo, Barrabás.
-¿Qué me quiere decir?
- Que el pueblo temía elegir entre el hijo o Barrabás, y según la
Cábala secreta, la elección fue la correcta.
- ¿Cómo puedes ser tan malévolo y blasfemar de esa forma?
- Por un lado estaba Jesús como acusado y por el otro Barrabás, que
si descomponemos su nombre encontramos un mensaje secreto. BAR en
hebreo es hijo y ABA es padre, Jesús era un acusado más. El pueblo
y Dios estuvieron de acuerdo en elegir al “Padre y al Hijo”. Ese
era el mensaje secreto del evangelio. Pues ahora tenemos dos
entidades diferentes y por separado, El Padre y El Hijo, y no uno
que es el mismo. El mensaje era que había que unir al Padre y al
Hijo dentro de nosotros mismos, ese era el Barrabás, pero ustedes
los unieron a través de un misterio que el mismo Papa o padre de la
Iglesia desconoce, ¿o no es así? Cuantas veces se repite ciencia
infusa y ¿cuál ciencia es fusa si toda la ciencia también es de
Dios y su creación? Ahora separados por un odio incomprensible,
nosotros seguimos al Padre y ustedes al Hijo. ¿Acaso no es el
Padre, nuestro Dios primigenio?, ¿acaso el mismo Jesús no se
encomendaba “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? ¿Por
qué estás tan lejos de mi salvación, y de las palabras de mi
clamor?... Todos los que me ven me escarnecen; estiran la boca,
menean la cabeza, diciendo: Se encomendó a Jehová; líbrele él;
sálvele, puesto que en él se complacía […] Horadaron mis manos y
mis pies […] Repartieron entre sí mis vestidos. Y sobre mi ropa
echaron suertes […]”
Así terminaba de leer el Salmo 22 del Antiguo Testamento, el salmo
del Rey David cuando estaba en Ajelet-Sahar, a punto de ahogarse en
la angustia de la desesperación, mil años antes del
Nazareno.
- ¿Acaso cree que David también fue crucificado? – le interrumpió
Abraham los pensamientos al Papa con ironía. - David también en el
Salmo 82 dice que “somos hijos de Dios”. ¿Por qué lo íbamos a
matar? Jesús repitió cada una de sus palabras, pero él quería
morir, él sabía su destino. ¿Quién puede culpar a uno o varios
hombres de los designios de Dios? Usted está ahí con los anillos
porque Dios lo quiso o ¿acaso usted o alguno de sus amigos reyes
hizo cosas que no debía para que se sentara en ese trono?
- Hay que tener en cuenta que Dios – continuó - pone siempre a
prueba o les exige un gran sacrificio a cada uno de nosotros como
sus hijos, donde el hijo tiene que aguantar el dolor o la
frustración hasta el límite: como lo hizo con Adán cuando fue
expulsado del Paraíso o Abel cuando tuvo la indiferencia de su
hermano mayor que tanto quería, José cuando sus hermanos lo
expulsaron y vendieron como esclavo a los egipcios, Moisés que no
fue querido ni por su madre ni por su padre, David que fue amado
por todos menos por sus hijos, Job que perdió absolutamente todo
sin ningún motivo y Jesús que fue odiado por todo su pueblo. Todos
sufrieron distintas desgracias, sin embargo todos eran hijos del
Señor.
- Pero aquí hay algo que me gustaría remarcarle – le dijo señalando
la Biblia que había dejado el Papa sobre la mesa – Usted acaba de
leer el salmo y todo lo que dice ahí en las escrituras,
exactamente, punto por punto se repite en lo que va a suceder mil
años después con Jesús. Sin embargo algo ocurrió distinto. Cuando
murieron los otros Hijos de Dios, no se dividió la Toráh en un
Nuevo y Antiguo Testamento como ocurrió con Jesús. Jesús conocía
perfectamente cada una de las palabras que ustedes repudian y que
ahora los doctores cristianos desconocen. Vengo a usted para
mostrarte el camino que había elegido Jesús. Ya que si él era el
Hijo de Dios como ustedes dicen, ¿por qué creen que eligió nacer
dentro del seno Judío y no del Islam? ¿o Persa?, ¿o Romano? Él era
el Hijo de Dios y eligió su fe, la judía, la misma que sus
seguidores actualmente escupen. Hace pocos días hubo una matanza de
judíos en Barcelona y al mismo tiempo otra en Toulouse y en
Alemania y en mil lugares más. Son mis hermanos, son mi pueblo y
son el pueblo de Dios que quiero salvar. ¿Así es como le pagan al
seno que amamantó a su señor? Si Dios hubiera querido exterminar a
los judíos de la faz de la tierra, ¿no cree que ya lo hubiera
hecho? ¿O directamente no lo hubiera creado? No se hubiera
preocupado en sacarlos de Egipto, en abrir el Mar Rojo, en detener
el sol en las guerras, en destruir las murallas más inaccesibles de
Jericó, solamente por su voluntad. ¿Acaso no sumergió continentes
enteros como la Atlántida o Imperios completos como los romanos,
los egipcios, los persas, o ciudades enteras de un día al otro como
dicen las escrituras en Sodoma y Gomorra? Del cielo puede hacer
llover fuego o del mar tragar ciudades. Está en el Apocalipsis, así
es el famoso Armagedón y entonces… ¿por qué quieren exterminar
ustedes lo que Dios, su Padre, quiere conservar?
***
Basilio estaba pensativo en sus imágenes, en su
pasado que transcurría vertiginosamente, como el más placentero de
los presentes. Estaba reflexionando sobre las palabras y la
historia que le estaba contando este judío. Su vida había parecido
ser defenderse de los otros cuando no tenía idea de quién era él
mismo. Su fe en el cristianismo se la estaba cuestionando,
seguramente igual que el Papa. ¿Cómo era posible que mil años antes
de Cristo, ya hubieran crucificado a otro exactamente igual que el
Mesías? ¿Sería que había varios mesías? -se preguntó. Recordó cómo
en aquella reunión de sufíes, de infieles musulmanes, llegaban a
Dios a través de la danza y no de la espada. Incluso él tuvo una
experiencia mística o divina con Dios, dentro de aquel grupo de
herejes. ¿Cómo era posible eso? ¿qué nos quería demostrar Dios con
esas muestras de divinidad en manos de herejes?, ¿y si por alguna
razón, nosotros los cristianos estamos equivocados?, ¿qué es lo que
pasaría?, ¿Sería que fuimos enviados a matar a los santos como los
mejores hijos del demonio? Recordó cuando Nicéforo se le acercó y
nuevamente comenzó a traducir las palabras que hablaba el viejo
maestro allí. El clima por parte de ellos era de extrema
tolerancia, no se sentían amenazados con su presencia, sin embargo
ellos o por lo menos él, entre cada pensamiento pagano que se le
cruzaba por la cabeza, se cuestionaba hasta qué punto no era
blasfemar.
- Aprender, Basilio, no es blasfemar – le dijo Nicéforo con gracia
– Nadie nace sabiendo, y lo que tú crees que sabes, fue alguien que
te lo enseñó. Pero falta mucho por aprender y no le tengas miedo a
aprender, que los dientes de leche tienen que caer, para dejar que
vengan los que te van a servir de verdad.
El maestro hablaba de otro maestro, un viejo que supuestamente
vivía muy cerca de Anatolia, le decían Mawlana. Mawlana significa
“Nuestro Maestro”, pero luego Basilio aprendiendo a ser más
interesado averiguó su nombre, era Yalal ud-Din Rumi, conocido como
Rumi, pero que ya estaba muy viejo y que no aceptaba a más
extranjeros. Lo que siempre lo visitan a él, se decía entre los
comentarios, son los judíos. Al final estos parecen que sus grandes
arcas de riquezas, no sea el oro, sino el conocimiento. Ese es el
mejor negocio y lo que nadie puede robar jamás. Le dijo
Nicéforo.
- ¿Cómo has dicho que se llamaba tu método de combinar las letras
con movimientos para formar poderes? – le preguntó Basilio a
Abraham
- “Tseruf ” – le respondió este
- Mira que coincidencia, pues ahora que recuerdo toda esta
filosofía del Islam que aplican el movimiento a las oraciones, y
especialmente la danza y la música, se llama Tasauf.
- Tasaruf, Tasauf – repitió Abraham, son parecidos tienes razón,
pero como todas las cosas son parecidas pero no iguales.
Nicéforo le continuaba contando a Basilio, todo aquello que era
nuevo para sus ojos y para su vida. Le contaba sobre ese sabio y
viejo maestro, que había fundado una Orden dentro del Islam,
llamada Mawlawiya que justamente se basaba en una base de tres
patas, la música, el canto y la danza. Este maestro, explica que el
“AMOR” es la llave de toda puerta espiritual.
La filosofía para este maestro del Islam, era la fiesta, la
despreocupación y por sobre todas las cosas el amor. No estaba en
contra ni a favor de ninguna religión. Para él todas las religiones
eran caminos distintos para llegar a Dios, que es el Amor. En ese
momento el viejo comenzó a recitar una poesía, que Basilio estaba
horrorizado parecía ser de un nuevo aprendizaje, “la Tolerancia”.
Sin embargo, sin duda es un aprendizaje que lleva muchos años
aprender, pues así como lo escuché así intenté olvidar. Pero ahora
que estoy aquí contigo, pareciera brotar del silencio. Las palabras
eran así:
“¿Qué puedo hacer, oh musulmanes? – Así había comenzado el viejo mientras en voz baja, me traducía mi general. El viejo les hablaba a ellos, a sus discípulos y no a nosotros. Le explicó Basilio a Abraham. A nosotros parecía ignorarnos, pero sin embargo, cada una de sus palabras nos vestía de las mejores tallas.
“Pues no me reconozco a mí mismo – continuó -
No soy cristiano, ni judío, ni mago, ni musulmán.
No soy del Este, ni del Oeste, ni de la tierra, ni del
mar.
No soy de la mina de la Naturaleza, ni de los cielos giratorios. No
soy de la tierra, ni del agua, ni del aire, ni del fuego.
No soy del empíreo, ni del polvo, ni de la existencia, ni de la
entidad. No soy de India, ni de China, ni de Bulgaria, ni de
Grecia. No soy del reino de Irak, ni del país de Jurasán.
No soy de este mundo, ni del próximo, ni del Paraíso, ni del
Infierno. No soy de Adán, ni de Eva, ni del Edén, ni
Rizwán.
Mi lugar es el sin lugar, mi señal es la sin señal.
No tengo cuerpo ni alma, pues pertenezco al alma del Amado. He
desechado la dualidad, he visto que los dos mundos son uno; Uno
busco, Uno conozco, Uno veo, Uno llamo.
Estoy embriagado con la copa del Amor,
Los dos mundos han desaparecido de mi vida;
No tengo otra cosa que hacer más que el jolgorio y la jarana”.
- Lo conoces – le preguntó por fin
Basilio
- No para nada, pero me pareció increíble todo ese mensaje y toda
esa sabiduría en tan pocos versos.
- Fue después de escuchar este poema, que entendí lo que me había
ocurrido en aquella danza con aquellos derviches que giraban sin
cesar. Pues los dos mundos que él contaba, también los sentí como
uno solo, en el momento mismo que dejé de pensar, en el mismo
momento que bajé mi guardia mental.
- Pero si escuché algo parecido a algún otro musulmán de Andalucía,
un tal Ibn Arabí
- El maestro contó, que había sido el padre de Rumi, quien lo había
iniciado dentro de la Orden de los Sufíes y que ya de pequeño,
cuando éste iba detrás de su padre, hacían el comentario, de que
“Ahí viene el océano detrás del riachuelo”
- Ese modelo de Océano detrás de un Riachuelo, es el verdadero
modelo de un buen Maestro, que le entrega a su discípulo las
herramientas para que este le pueda superar y de esa forma
trascender.
- Cierto, pero hay padres, que no lo soportan y compiten muchas
veces contra sus propios hijos, intentando ganar una guerra que no
existe la cual dará fruto a una derrota anunciada. Esa es la orden
de multiplicaos, que dijo Dios. Si tu eres uno, que tu hijo sea
dos.
- Pero no segundo – dijo riendo Abraham, recordando sucesos
particulares con su padre.
- ¿Y qué fue lo que te respondió el Papa? – preguntó Basilio
volviendo sobre el tema anterior.
***
Allí estaban los dos en la habitación del Papa,
Nicolás III aguardaba cada una de las palabras que decía el judío.
El tenía la orden interior de rebatir todo lo que le
dijera.
- Dios es amor – le interrumpió Abraham su discurso interno, al
mismo tiempo que lo dejaba perplejo - y Dios es el verbo. Si es
así, entonces podemos deducir que el “Verbo” al que se refiere es
el verbo “Amor”, o sea que el único verbo que se puede conjugar
aquí es el AMOR. Por lo tanto, cuando Juan en su primer versículo
comienza hablando que el verbo vagaba sobre la faz de las aguas,
significa que el amor era lo que vagaba sobre la faz de las aguas.
O sea el Amor los primero. Antes que todos los dogmas, antes que el
oro fuera creado antes que el hombre fuera hombre… estaba el Amor.
Por lo tanto tenemos que entender, que si vamos a la biblia y
leemos el antiguo testamento tal como lo entendemos ahora, quedaría
de esta manera: “En el principio “el amor” creó los cielos y la
tierra…”
Por lo tanto el amor como lo entendemos nosotros no es una
condición humana, sino que es una condición divina, una condición
que el hombre tiene que imitar a su creador. Somos imagen de dios
por lo tanto tenemos que reflejar amor. La pregunta que nos hacemos
es… ¿somos tan imperfectos que lo único que podemos proyectar de
Dios es el odio? Porque de aquí surge otra pregunta ¿por qué nos
odian? Si nosotros también somos frutos de aquel “Amor” que creo
los cielos y toda la Tierra.
Jesús parecía un buen ejemplo de lo que le estoy diciendo, les
había enseñado que hay que dar la otra mejilla y ustedes ni
siquiera dan la primera. Si nos persiguen a nosotros, porque dicen
que estamos en contra de Jesús, ¿por qué lo hacen, si ustedes ni
siquiera tampoco lo siguen? ¿Realmente es la verdadera causa de su
desprecio hacia nosotros? Ver en nosotros sus propios defectos y
quererlos quitar de la vista. El Papa Nicolás III estaba aturdido y
no se sentía muy bien, realmente tenía razón las cosas que
escuchaba. La noche parecía larga e intranquila, así que por fin lo
invitó a sentarse a su lado y le sirvió una copa de vino. Un vino
que a Abraham le resultó lo más dulce de la tierra. Fue en ese
momento que su paladar lo remontó al pasado, a las costas
mediterráneas del puerto de Atenas.
Sus pensamientos en un abrir y cerrar de ojos, habían partido desde
la ciudad de Narbona huyendo de un acontecimiento sin sentido hacia
las costas del Egeo. Había desembarcado en el Pireo, tenía apenas
veintiocho años. Durante el viaje había justificado su visita a una
de las ciudades más ilustres de la historia de la humanidad. Ahora
estaba obsesionado en conocer la cuna de Aristóteles, Sócrates,
Platón y la filosofía pitagórica. Se había sorprendido del
desarrollo del comercio en el puerto de Atenas. En el barco le
habían contado mil y una historias, acerca de la Isla que inspiró a
Platón para narrar la historia de la Atlántida. Era una isla que
estaba bajo dominio Veneciano y su nombre era Santorini, en honor a
la patrona de ese lugar la “Santa Irene de Tesalónica”. Ese iba a
ser otro de los viajes dentro de su itinerario de la nueva vida que
llevaría ahora. En la Isla de Santorini decían que Platón había
estudiado en uno de sus templos, y que hoy se conservan allí
obsesionados ahora con el estudio de la Alquimia. Sin duda que los
nuevos conocimientos que podría adquirir de la Alquimia mezclados
con los de la Cábala sería una mezcla perfecta para llegar a la
perfección del hombre y por lo tanto, el reflejo de dios. La gran
Obra.
La primera noche consiguió dormir en una de las Tabernas que
oficiaba también de albergue para los marinos. Por aquellas
callejuelas del Pireo conoció a Lykaios el que lo conduciría al
barco que lo llevaría a Santorini. Durante el viaje muchas familias
se dirigían a esa isla, para buscar nuevas fuentes de trabajo y
oportunidades para hacer riqueza. Ya que ahora bajo el dominio
Veneciano, la prosperidad de la Isla había crecido enormemente
debido al comercio internacional aprovechando las rutas venecianas
por todo el mundo.
El viaje estaba previsto para que fuera de dos días, haciendo
parada y noche en una de las Islas de camino. Cuando estaba en
cubierta junto a Lykaios que le había explicado que por aquella
zona habían unos peces gigantes, capaces de acompañar a las
embarcaciones y salvar a aquellos que eran tirados al mar. Se
llamaban “Delfos”, como el gran Oráculo que tenía la Antigua
Grecia. Fue en ese momento, que Abraham levanto sus pesados ojos, y
se encontró a muy pocos metros de donde estaban, con una mirada que
le paralizaría su corazón por segunda vez. Lykaios acostumbrado a
viajar y a no prestar atención a la gente que iba en cubierta le
seguía hablando sin prestar atención, sobre aquellas criaturas
divinas de los mares, conocida como “Delfines”.
- Delfos, delfines y pitonisas del amor – le respondió Abraham, fue
en ese momento que Lykaios se giró para mirar lo que estaba
observando Abraham detenidamente.
Ella estaba sobre la baranda del mar, llevaba unas ropas livianas
suaves de lino y viento, sus cabellos eran negros como el ónix más
puro, su piel se sentía suave, delicada y perfumada. Su nariz y su
boca, parecían cerrar un secreto y sus ojos eran una esmeralda
suave o un fuerte jade de oriente. ¿Cómo Dios podría crear tanta
belleza en la tierra? Abraham miró hacia el cielo.
- ¿Qué miras? – le preguntó Lykaios
- Que no la vea ningún ángel y se la lleve – le dijo preocupado,
mientras Lykaios y la chica que lo había escuchado comenzaron a
reír. Ella lo miró y sintió el dolor de su mirada, la mirada de
Abraham siempre era firme y oscura, ella sentía como a él le latía
el corazón y como ella le correspondía en ese deseo de jóvenes
atrevidos. Ella buscó una posición mejor para acomodarse, se sentía
muy observada e incómoda. Quería mostrar o insinuar, lo que a
cualquier hombre maduro podía matar, el deseo, la pasión y el
sexo.
Los hombres entregaron imperios por ellas, pensó Abraham, inclusive
los ángeles del cielo, al ver las hijas de los hombres, se
retobaron con Dios y bajaron a tener sexo con ellas. Miríadas de
ángeles perdió el Paraíso por aquellos encuentros, del cual fueron
fruto como dicen las escrituras “Los gigantes”. Si aquellos que
eran Ángeles, seres perfectos y divinos cayeron bajo el influjo de
esta clase de mujeres, que podía hacer un simple mortal. A partir
de aquel momento, la largura del viaje, aquellos dos días y una
noche, se iban a transformar en un pequeño instante. Fue en el
momento que sus miradas se encontraron por fin y a él le pareció
imposible, tenía un crucifijo en un rosario de perlas. Su cuerpo le
gritó a mares que estaba vivo. Ella lo descubrió y se rió mientras
se alejaba rumbo a su familia que había salido a la
cubierta.
- Mi nombre es Guillem – le dijo él como intentando retener la
conversación que nunca existió.
- ¿Conoces Santorini? – le preguntó ella cuando se iba hacia
ellos.
***
Caminaron por el pueblo e inclusive fueron
hasta la cima del monte donde había una parroquia de piedra. El
viento soplaba con frío y fuerza, las orillas del mar parecían
borrarse en las alturas detrás de nieblas salinas. Estaban en el
cielo junto a todos los vientos. Abraham estaba enamorado, jamás se
había percatado que estaba dentro de una parroquia cristiana,
cuando perdido entre las nubes, ella le tomó la mano y el la besó
con fuerza.
Allí marcaban los encuentros, a escondidas y a la vista de todos.
No le dijo a nadie que era judío, sabía que si se enteraran todo se
terminaría. Como siempre se había instalado una pequeña oficina muy
cerquita del puerto. Allí comenzaría su carrera siempre ascendente
en los negocios. Santorini realmente era un lugar ideal para hacer
riquezas, ya que era un puente de unión entre dos continentes, por
un lado Europa y por el otro África. Del África venían muchos
barcos previamente parando en Creta provenientes de Egipto y Túnez,
el otro gran centro financiero por entonces. Sin embargo no todos
lo miraban con buenos ojos, especialmente los padres de Sofía. Que
jamás se aparecía los domingos a misa, que no le habían visto nunca
un rosario. Algunos sospechaban que era Católico Apostólico Romano
y al no haber templos católicos en la isla, lo justificaban, pero
ni siquiera un crucifijo tenía. También sus principales clientes
como siempre eran los judíos y los musulmanes. Y ahora había
incursionado en un nuevo negocio en la Isla, que era la compra y
venta de Oro, ya que lo conseguía muy barato de Egipto y lo vendía
a muy buen precio para Europa. Ella por su parte odiaba al padre,
que la maltrataba y la había querido casar con comerciante viejo y
feo, pero obviamente muy rico, que de no ser por la repentina
muerte que le vino hoy no estaría disfrutando de esa libertad, su
madre siempre estaba a su lado, protegiéndola y especulando de cómo
salirse siempre con la suya. Sabían que Abraham venía de una tierra
lejana y con mucho dinero por lo que aparentaba. Así que si ella se
casaba con él, todos esos tormentos que tenían se acabarían. No
tenían mucho tiempo ya que sabían que Abraham en cualquier momento
continuaría con su viaje hacia el fin del mundo, donde se
encontraba un río llamado Sambation como les había contado en
varias oportunidades.
Los atardeceres en aquella isla parecían hechos de las cosas más
bonitas que existían en la tierra, el cielo, el mar y el sol detrás
del Volcán combinaban a la perfección para formar un paraíso en la
tierra. Abraham caminaba junto a Sofía por la orilla, sobre
aquellas arenas negras testigo de sobrevivir a la pasión de aquel
volcán. Desde la montaña, siniestramente escondida entre los
vientos y el frío aguardaba la madre el desenlace fatal.
Hacía calor, se besaron, el se tenía que marchar, pero ella se
desnudó mostrando lo mejor que un universo podría crear. El fuego
de su cuerpo, como las mil chispas de la vida comenzaron a
concentrarse en su corazón y en su sexo. Era su última
noche.
A la mañana siguiente, antes de que rayara el alba, un grupo de
soldados estaban golpeando la puerta de la oficina del puerto.
Encontraron y prendieron a Abraham.
Cerca de la parroquia de piedra, había una iglesia que oficiaba de
tribunal. Allí estaba el padre, la madre y Sofía llorando. La madre
la tomaba en brazos y dos por tres gritaba que su hija había sido
violada por aquel muchacho.
- Adulterio – gritó
Abraham estaba perdido, sentía que estaba próximo su final, y se lo
llevaban a la Curia y al calabozo de la ciudad. Lykaios que había
comenzado a trabajar con él en algunos negocios, había hablado con
la familia y ésta pretendía que Abraham se casara con ella. De esa
manera todo quedaría resuelto. La madre sabía que de esa manera ya
se aseguraban el futuro que el joven Abraham había mostrado
tener.
Cuando estuvo Lykaios con Abraham en el calabozo, éste le comentó
de las intenciones de la familia, y que realmente todo era un plan
secreto para prenderlo y asegurarse con su dinero. Abraham estaba
realmente enamorado de ella pero no se podía casar por la iglesia.
Era una herejía y toda la congregación judía de allí sabían que
Abraham era judío y tarde o temprano el pueblo se iba a enterar de
su identidad secreta. De todas maneras no tuvo más remedio, y las
bodas se realizaron en la misma parroquia de piedra, que a través
de las nubes y el viento intentaba contemplar las orillas del
mar.
Abraham había comprado una casa de apuro para su nueva situación, y
lo había hecho muy cerca del puerto donde trabajaba. Los padres que
precisaban mudar su situación también a pedido de Sofía, les
arregló otra casa al lado. Realmente para Abraham era una nueva
vida, nunca se había imaginado vivir en familia, estaba cómodo y su
mujer siempre se paseaba por la ciudad con las mejores telas del
oriente. Era todo una dama y la envidia de las otras. Sofía se
pasaba internada con la madre mientras Abraham trabajaba, ya que el
siguiente plan era quedar embarazada y de esa manera sellar el
vinculo para la eternidad con él. Pero había algo que no cerraba ya
que Dios no le traía hijos al mundo. Visitaron una de las
curanderas de la montaña, para la fertilidad y nada. Un día, el
patriarca de la iglesia mandó llamar a los padres de Sofía en
secreto. Allí les contó que había recibido una carta, una extraña
carta donde explicaban el origen de “Guillem de Girona”, que su
verdadero nombre era Abraham Abulafia de origen judío y perseguido
en Francia por asesinar a un hombre. Se dedica a la magia y a la
brujería, aparte de practicar el judaísmo en secreto. Al padre casi
le da algo, cuando había llegado a la casa, había tomado una de las
cuchillas para ir a matar a Abraham, pero su esposa intentaba
tranquilizarlo. Fue en el momento que llegara su hija, cuando le
contaron todo lo sucedido, también explotó en un ataque de histeria
y odio, comenzó a romper todo las cosas que había en la casa. La
madre intentaba calmarla también, en uno de esos arrebatos que
gritaba con todas sus fuerzas “ahora se reirán de mí” y nos
acusarán de “judaizantes”, mientras se tomaba de los pelos e
intentaba arrancárselos.
Abraham estaba en la oficina sin saber nada de lo que había
ocurrido, fue cuando apareció Lykaios y le advirtió lo que había
ocurrido, que el pronóstico era terrible, que se estaba armando un
tribunal para acusarle, ya que lo buscaban por asesino, por judío,
judaizante y todas las acusaciones posibles. No puedes volver a tu
casa – le dijo Lykaios – te están tendiendo una trampa, te están
esperando – le rogaba Lykaios.
- ¿Y a ti no te doy asco? – le preguntó Abraham resignado y a punto
de llorar – te juro que no he matado a nadie, que no he hecho nada
de lo que dicen. Pero sí, soy judío.
- No me importa la religión que tengas, sé lo que eres, eres mi
amigo y cuenta con ello – le dijo Lykaios – pero no podemos estar
más juntos. Te tienes que ir de aquí o nos mataran a los
dos.
- Tengo que volver con Sofía – le dijo él – ella me ama y yo la amo
a ella. Tengo que ir a buscarla.
- Guillem – le dijo Lykaios – no lo hagas, te mataran.
- Lo siento – le dijo Abraham – gracias por todo – fue en ese
momento que Lykaios se acercó y pese a ser judío, le dio un fuerte
abrazo. Los dos lloraron y se besaron en cada mejilla.
Abraham había salido corriendo rumbo a su casa
antes de que fuera tarde, antes de que se enteraran supuestamente
los padres de ella. En cada paso que daba, intentaba entender de
qué “carta” le hablaban y si no era algún plan de alguna persona de
allí, para sacarlo del medio de los negocios. Tendría que ser algún
mercader que quería ocupar su lugar en los negocios del puerto.
Pero sabían su nombre, era imposible. Cuando llego a su casa, en la
puerta estaba la madre de Sofía, que le dijo que no se atreviera a
entrar. Lo comenzó a insultar de arriba abajo. En ese momento
apareció también el padre, que con la cuchilla, le dijo que se
fuera ahora mismo. Abraham estaba comenzando a enfurecerse, les
dijo que esa era su casa y no de ellos. Sin embargo ellos
continuaban diciendo que se fuera si quería conservar su vida. Que
sea ella la que decida su futuro, les dijo éste. Fue en el momento
que Sofía abrió la puerta.
- No puede ser que la religión separe nuestro amor – le dijo
Abraham mirándola a sus ojos convencido que ella lo iba a entender
- ¿acaso dentro de mi amor o del tuyo no habita dios?
- Eres un judío, un cerdo, un abominable, me has ensuciado el alma,
te odio con toda mi alma. Me has convertido de ser una dama a la
más abominables de las mujeres – le grito en el momento de lanzarse
hacia él para pegarle, fue en el momento que la madre la tomó del
brazo y la acurrucó en su pecho.
- No toques a ese hereje – le dijo la madre
- Ahora me has deshonrado, la gente del pueblo me mira como a una
ramera – gritaba llorando – quiero que te mueras, que te quemen,
que te trague el infierno por el resto de los tiempos, hijo de la
grandísima ramera.
Abraham no podía creer lo que estaba oyendo y por un momento pensó,
que todo aquello era una actuación para justificarse frente al
pueblo y especialmente a sus padres. Por eso le dijo en voz baja -
Huyamos de aquí a una tierra donde el amor y tu dios sean la única
religión. Vente conmigo.
- Más vale que te marches, antes de que te denuncie, te mereces el
infi- erno.
***
El papa estaba sonriente y gozando del
sufrimiento de su huésped, tomó un trago de vino intentando sentir
la sangre de Cristo que entraba por sus venas. Sentía poder de
darse cuenta que enfrente a él se encontraba un hombre derrotado
por su destino. Aquel halo de magia, de mesianismo judío se había
esfumado en un instante cuando comprobó que toda la historia que le
habían contado era la de un simple mortal. Y que todo aquel recurso
de encontrarse con él en aquella habitación era una locura de un
hombre desesperado por encontrar una gota de felicidad dentro de
toda la miseria humana. Venía a entrevistarse con el encomendado
por Dios en la tierra, para que le resuelva sus problemas, al final
de cuentas no era más que un hereje.
- ¿Por eso estás aquí? ¿Para qué tu esposa te acepte nuevamente
como cristiano y seas perdonado por el mismo Papa? Sabemos todo de
ti y de lo miserable que eres.
- No – dijo dolorido – no tengo esposa, ella nunca me amo, fue
solamente mi dinero y su posible estatus lo que quería.
El papa llenó nuevamente la copa, estaba más tranquilo, había
sentido en Abraham el dolor que sienten los más viles mortales, no
era enviado de Dios, pues su corazón estaba herido en
vida.
- Pero con todo respeto señor, esta no es la causa de mi presencia
frente a usted.
El papa se sorprendió con la respuesta de Abraham y le agregó - Los
corazones heridos nos hacen hacer locuras muchas veces.
- Quiero recordarle señor algo que todo el mundo sabe, y es que
Jesús había perdido la cabeza por una mujer también. Y lo más
sorprendente es que el mismo fundador de la iglesia y religión,
tenía como a su supremo discípulo a una mujer. Y esa misma mujer de
la cual estaba enamorado o apasionado como quiera y todavía era
negra o Cusita como dice la biblia. Y sigue siendo sorprendente
como ustedes niegan el sexo que con tanto amor practicaba Jesús con
esta María Magdalena. Ustedes que son ahora los padres de la
iglesia, supuestamente no pueden tener sexo y sin embargo todo el
mundo sabe lo que ocurre entre los pasillos. Porque el sexo es una
orden divina de Dios. Es más, a esta chica que era su gran
discípula, la que estuvo con él realmente en todo momento, hasta en
su muerte y después de ella, la acusaron de “ramera” y el evangelio
que ella escribió lo excomulgaron también como hereje o apócrifo.
Yo les pregunto, primero se equivoca Dios Padre en donde tiene que
nacer su hijo, y luego el hijo se equivoca con la mujer que elije
¿y ustedes no se equivocan? Ustedes supuestamente vienen imitando o
siguiendo todo lo que hizo Jesús, pero la pregunta real es ¿a quién
están imitando o siguiendo? Porque obviamente que a Jesús no es.
Dentro de estos muros muchos practican las peores obscenidades y
sin embargo castigan a los que las practican fuera. ¿Acaso la
Iglesia es una institución que protege lo que Jesús estaba en
contra?
- No blasfeme contra la iglesia – le gritó el papa – le aseguro que
tenemos una hoguera aguardando para usted, siervo
miserable.
- No blasfemo contra la Iglesia, lo hago contra los hombres de
ella, los hombres son los que se equivocan, no las religiones, no
los dioses o dios. Por eso estar en contra de los judíos es
blasfemar contra dios también. Y así como los egipcios con el gran
faraón, los romanos y el César, y ahora ustedes con Vuestra Merced
perecerán si no toman por otro camino, que no sea el de Dios, el
Amor y la verdad.