27

 

Un tiempo después.

—Es maravilloso —le dijo Vega al ver el impresionante cuadro que había pintado de David. Definitivamente, Marie era una pintora con mucho talento.

Al poco tiempo de llegar a Sagres, Vega le había pedido que hiciese un retrato de David. No le permitió que posara como modelo, lo quería entero para ella, pero le dio varias fotos para que se basara en ellas.

—Ya sé que es tuyo pero me gustaría que me lo prestases unos días, Arnaud quiere que expongamos justos y aunque no lo pondría a la venta, me encantaría que formase parte de la exposición. Claro, siempre y cuando que no te moleste que medio mundo vea a tu chico semidesnudo.

—Por supuesto que no me importa, es un cuadro precioso y debes mostrárselo a todos los amantes del arte, además seguro que es la visión más maravillosa que muchos, principalmente mujeres, tendrán en su vida —le dijo guiñándole un ojo.

Todas las estrellas, incluida la suya, se estaban alineando consiguiendo un equilibrio perfecto. Todo fluía con una armonía inmejorable. Krista estaba prácticamente recuperada de su enfermedad y de ahí en adelante sólo tendría que someterse a revisiones rutinarias. Marie y Arnaud iban con calma, conociéndose de nuevo, aprendiendo a abrir sus corazones y amándose con una gran sinceridad. Estaban felices y enamorados. Y Vega estaba viviendo un sueño maravilloso junto a David. Sus días en Sagres ya no eran de color azul, eran de color morado como resultado de la mezcla del azul especial del cielo que lo bañaba todo y del rojo pasional que teñía sus sentimientos por David.

Lo conoció a él al mismo tiempo que se conocía a sí misma. No hablaron mucho del pasado, sólo hablaban de ellos, de su presente y de su futuro juntos. Cada día era una aventura, una aventura que no querían que se acabase jamás, pero sabían que más temprano que tarde tendrían que volver a Madrid y ponerse a trabajar. El dinero se les estaba acabando y no podían pasarse la vida viviendo unas vacaciones permanentes.

Vega quería volver a la tele, le daba igual la cadena y no le importaba que no fuese en informativos. Lo que sí tenía claro era que no quería pasarse más de doce horas al día trabajando, no quería vivir para trabajar porque tenía claras sus prioridades, ella, David y su vida juntos.

Si no tenía suerte y tardaba en encontrar trabajo, podía ayudar a David a montar su propia negocio de asesoramiento para empresas.

—¿Tienes ganas de volver? —le preguntó David.

—No —dijo con expresión seria.

—¿Por qué no? Yo estoy deseando que te vengas a vivir conmigo y que estés a mi lado en este nuevo proyecto que quiero emprender, hace que me apetezca empezar cuanto antes. Estoy emocionado.

—Sí, yo también tengo ganas de todo eso, pero no tengo prisa. Me encanta poder pasar las veinticuatro horas del día contigo, sin mayor preocupación que disfrutar de ti. Llevo toda mi vida esperándote y aún te necesito demasiado.

—Vas a acabar aburriéndote de mí.

—Jamás, ¿y tú de mí?

—Nunca. Vega tú eres la estrella que me guía y tu luz sólo me guía hacia ti. Sin ti estaría perdido.

Sonó el teléfono de Vega.

—Te han mandado un mensaje creo que deberías ir a verlo, quizás sea importante.

¿Cómo?, se preguntó Vega extrañada. ¿Quién habrá podido ser?

Al verlo, fue corriendo hacia David y saltó sobre él rodeándole la cintura con sus piernas.

—Dímelo, quiero oírtelo decir.

—Te quiero y siempre te querré.

 

En Sagres no había periódico local pero había una noticia que estaba en boca de todos: “Filipa, para algunos la tendera, para otros, la dueña del supermercado, ha abandonado a su marido y a sus hijos y se encuentra en paradero desconocido. Ha dejado una nota de despedida: Cuando seáis unos verdaderos hombres, volveré”.

FIN