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Miro al guardia, que sigue en la celda.

—No estoy tramando nada —repito.

El abuelo me observa con los ojos entornados, como si intentase averiguar lo que estoy pensando. Me conoce demasiado. Él también sospecha algo o quizá ya lo sabe todo. Carrick está más que furioso conmigo. Coge una silla y la lanza contra el panel de cristal más lejano, pero solo consigue que rebote contra él. Tiene el rostro enrojecido, las venas hinchadas en el cuello. La rabia lo domina.

—¡Oh, oh! —exclama Raphael.

El guardia de mi celda se pone en posición de alerta ante el estallido de Carrick.

—Déjalo, ya se calmará —sugiere Raphael.

—Vuelva a su celda —le ordena, abriendo la puerta.

—No he terminado de hablar con mi clienta —protesta.

Pero no puede decir mucho más, porque dos guardias fuertemente armados que acudían para calmar a Carrick se lo llevan a rastras. Necesito que Carrick se tranquilice, ahora no puedo perderlo. Me sigue dando la espalda deliberadamente, una muestra de su enfado. Espero que esté intentando calmarse. Escribo rápidamente en una hoja y la estampo contra el cristal que separa nuestras dos celdas.

Si no comprende lo que está a punto de suceder, acabará destrozándose la vida.

«Vuélvete, Carrick. Vuélvete.»

Golpeo el cristal con los puños, pero no puede oírme, por supuesto.

Los guardias abren su puerta, y yo rezo para que no se le ocurra atacarlos. Por fin se vuelve, pero ya he quitado mi mensaje, no puedo arriesgarme a que los guardias lean lo que he escrito. Lo rompo en un millón de pedazos y los tiro a la papelera. Los guardias alzan sus manos, como si quisieran calmar a un caballo salvaje. Carrick los ignora y me mira con los rojos enrojecidos, como si hubiera estado llorando. Cree que voy a arruinar mi vida, pero no tiene ni idea de lo mucho que él ha hecho por ella, de que la ha salvado. Si hubiera leído mi nota, lo entendería todo.

Los guardias se quedan con él un rato, bloqueando mi visión. Cuando se marchan, Carrick sigue donde estaba. Ruego al cielo para que me mire, pero no lo hace.

Sonrío. No le funcionará, no conseguirá que lo odie.

Y tampoco puede hacer nada para impedir lo que va a pasar.