27

—¿Qué diablos has hecho?

Una vez en la sala de descanso, Carrick empuja a Bahee contra la pared. Nos hemos reunido aquí, descontrolados y furiosos unos con otros, todos desconfiando de todos, para intentar encontrar algún sentido a lo sucedido. Bahee suelta un gañido cuando su pequeño cuerpo choca contra la pared.

—Por favor. —Bahee alza las manos en defensa propia, mientras Lennox, Fergus, Lorcan y Mona lo rodean como carroñeros que han avistado su cena.

Yo me quedo atrás, demasiado aturdida para decir o hacer algo. Me siento culpable de haber provocado esto, aunque haya sido Bahee el que apretó el gatillo. Nunca lo habría hecho de no estar yo aquí.

—No puedo respirar… no puedo… —chilla.

—Carrick… —le llama su padre, intentando calmarlo.

Cuando Carrick afloja la presión sobre su cuello, Bahee lucha para recuperar el aliento mientras la sangre abandona su rostro.

—No sabía que acabaría de este modo, no era lo acordado —dice nervioso. Cordelia llora desconsolada, apretando contra su cuerpo el conejito rosa de Evelyn—. Sabes que adoro a Evelyn, nunca quise que pasara esto. Por favor, créeme cuando te digo que lo hice por una buena razón. Ella no debería estar aquí. —Me señala con el dedo y todos me miran—. Sé que estáis todos de acuerdo. Nadie quiere decirlo, así que lo haré yo. Ella no debería estar aquí. Llevábamos años a salvo, y ella iba a estropearlo todo.

—No, tú lo has estropeado todo —lo acusa Carrick, apretando los dientes, empujando de nuevo a Bahee contra la pared antes de soltarlo y apartarse de él.

—Habrían acabado por encontrarla —explica Bahee, intentando ganarse a todos los presentes, tratando de recuperar su confianza, ya que le dan una oportunidad para defenderse—. Claro que la habrían encontrado. Celestine es la cara más conocida de todo el país, alguien la hubiera visto tarde o temprano y denunciado al Tribunal. Lo hice por proteger a esta familia para siempre.

—¿Familia? —escupe Mona—. Vives en el país de los chiflados.

—Tendrías que habernos consultado una decisión como esa —dice Adam, y me sorprende que el padre de Carrick no me defienda de inmediato como el resto—. Y me temo, hijo, que tú tendrías que habernos consultado antes de traer aquí a Celestine.

Carrick se queda anonadado, y no tarda en enfurecerse.

—¿Consultarte a ti? —Da un paso adelante, apretando los puños.

—Hijo… —advierte Adam, mirándole temeroso los puños.

—No es tu hijo —dice con calma Rogan desde su rincón oscuro, sentado en el puf.

Carrick se vuelve hacia él.

—Vuelve a decir eso y lo lamentarás.

—NO-ERES-SU-HIJO —repite Rogan, más despacio y alzando la voz. Se levanta—. Su hijo soy yo. Tú apareciste ¿hace cuánto? ¿Dos semanas? Yo he estado siempre a su lado. ¿Sabes cuánto he tenido que sacrificar? Escuela, amigos, una vida normal. Me he pasado toda la vida escondiéndome, cambiando de casa cada pocas semanas, o cada pocos meses si teníamos suerte, mientras tú vivías como un rey. He visto esas instituciones en la televisión: piscinas, restaurantes, vacaciones esquiando. ¿A qué has tenido que renunciar tú? —grita.

Kelly lanza un gemido de dolor, y se tapa las orejas mientras sus hijos discuten.

—¿Que a qué renuncié? —pregunta Carrick, como si Rogan fuese idiota—. ¡A mis padres! —grita con tanta fuerza que hasta Cordelia deja de llorar y levanta la mirada—. A la gente que podría quererme. Yo tenía cinco años, estaba solo y asustado. ¿Crees que me resultó divertido? Esperé a que alguien viniera a por mí… ¡y eso nunca ocurrió! Todos los días me repetían que mis padres eran unos monstruos. ¿Crees que me trataron a cuerpo de rey? No tenía a nadie, no podía confiar en nadie. Me contaban tantas mentiras a diario que al final no sabía a quién creer. Así que perdona si no siento ninguna compasión por ti. Renuncié a mi libertad para encontraros. Y cuando llego aquí, descubro que mis padres ya tienen un hijo. Que mientras yo pensaba que me echaban de menos, ellos habían hecho borrón y cuenta nueva. Eso es lo que sacrifiqué yo. —Se vuelve hacia su padre—. Por eso esperaba un mínimo de confianza, que creyeras que traía a alguien importante.

Las venas del cuello de Carrick se hinchan, y aprieta los puños con fuerza. Todo el mundo se aparta de él, es como un monstruo a punto de explotar.

—Comprendo tus sentimientos por Celestine —dice su padre despacio, paciente, como si todos hubieran olvidado que sigo en la habitación.

—Olvídate de mis sentimientos. No la traje porque esté colado por ella. No tienes ni idea del poder que tiene Celestine sobre Crevan, de su importancia dentro del movimiento imperfecto.

Veo que algunos ojos se ponen en blanco ante la mención del movimiento.

—Ah, sí, ese poder —se ríe Bahee—. Hablas mucho de su poder, pero yo no lo veo. Ni siquiera quiere dejar esta fábrica, ella misma lo ha dicho.

Todos me miran. Muevo los pies, nerviosa.

—Eso fue antes —digo.

—¿Antes de qué? —se burla Bahee—. ¿Antes de las dulces naderías que te susurraba al oído esta mañana? Celestine, no permitas que la gente te empuje a primera línea de fuego, para luego esconderse detrás de ti.

De modo que era él quien estaba escuchando al otro lado de la puerta. Me oyó admitir que no quería irme, y oyó a Carrick intentando convencerme para que me uniera a él.

No estoy segura de a qué le tiene más miedo, si a que me quede o a que me vaya.

—Esto es ridículo —dice Carrick, harto—. Hablar contigo es una pérdida de tiempo. Tenemos que movernos, hay muchas cosas que hacer, tanto si estáis con nosotros como si no. Da igual si Celestine tiene o no tiene poder sobre Crevan; la gente la sigue y sus seguidores van en aumento. Y no son solo imperfectos. Es un símbolo para todos. El eslogan de la nueva campaña del Partido Vital es «compasión y lógica». Un partido político citando a un imperfecto, ¿cuándo se había visto eso?

—Oh, por favor —dice Bahee con desdén—. Esa es una apuesta que Enya Sleepwell perderá. Solo ofrece falsas esperanzas a los imperfectos. ¿Cuándo ha hecho algo para ayudarnos? ¡Acordaos de Lizzie! ¡Le dijo a su novio que era una imperfecta y él la abandonó! Aquí, en nuestra misma comunidad. ¡Y ella estaba tan enamorada…! —Se ríe, furioso—. Deliráis si creéis que ahí fuera recibiréis el menor apoyo.

—Lizzie no le dijo a Leonard que era imperfecta —digo furiosa, defendiéndolo, ya que, por su propia seguridad, no se ha reunido con nosotros en el ala este—. Leonard sabía que Lizzie era imperfecta y no le importaba.

Todos se vuelven hacia mí. Hasta Rogan me mira desconcertado.

—¿Cómo sabes eso? —pregunta Mona, confusa.

—Exacto. Llevas aquí veinticuatro horas, Celestine, ¿qué sabrás tú? —dice Bahee con desprecio.

—Celestine tiene razón —dice Rogan despacio.

Todos nos volvemos hacia él.

—¿Qué quieres decir? —pregunta Adam.

—No es cierto que Lizzie se fuera por culpa de Leonard —responde, con voz temblorosa. No alza la mirada, como si tuviera miedo.

—Yo no creería nada que saliera de su boca —dice Bahee.

—¡Cállate! —suelta Carrick. Y luego, bajando la voz—: Rogan, cuéntanos lo que sabes.

Este mira un momento a Bahee y aparta los ojos, clavándolos en el suelo. Sigue callado.

Mona se acerca a él.

—Puedes contarnos la verdad. No te preocupes por Bahee.

—Vi como se la llevaba.

—¿A quién? ¿A quién viste?

—A Bahee —confiesa, con lágrimas en los ojos—. Obligó a Lizzie a subir al todoterreno. Ella lloraba, no quería marcharse. Él le dijo que no iba a consentir que nos arruinara la vida. Lizzie iba a ver a Leonard para contarle que era imperfecta, y Bahee no se lo permitió. Se la llevó. Yo lo vi.

Todos los ojos se centran en Bahee.

—Hace unos momentos, hasta su propio hermano lo consideraba un traidor, así que ¿quién va a creerlo? Es joven. Está confuso. Hace años que no salgo de este lugar, todo el mundo lo sabe.

Carrick se abalanza sobre Bahee y le propina un puñetazo en la mandíbula. Bahee grita de dolor.

—Me la has roto —gime, frotándose la cara. Nadie acude en su ayuda.

—¿Adónde te llevaste a Lizzie? —pregunta Mona, inclinada sobre él.

Bahee gimotea, pide un médico, todos lo ignoran.

—¿Adónde te llevaste a Lizzie? —insiste Mona gritando. Él acaba mirándola con frialdad.

—No muy lejos. A la ciudad. Le dije que se fuera, que se buscara otro sitio donde vivir. —Lo dice tan desprovisto de emoción, de un modo tan impropio del hombre que convocó la reunión para darle a Lennox la bienvenida a la tribu, que es como si tuviera dos personalidades, una cálida y otra fría. Perfecto e imperfecto a la vez, dos caras de la misma moneda—. Lo hice para protegeros a todos. No tenéis ni idea de lo que he hecho por vosotros. Hemos vivido felices y a salvo hasta que llegó Celestine. Erais felices con mi liderazgo, pero si queréis seguirla a ella, solo conseguiréis cavar vuestra propia tumba.

Se produce un largo silencio.

—Yo solo conozco a Celestine desde ayer —apunta Mona—. No he visto ningún indicio de su liderazgo, ni de ese «poder» del que habla Carrick. Pero ¿nadie se ha preguntado quién más tiene a doce soplones buscándolo en un laboratorio de alta seguridad financiado por el gobierno? Sabe algo sobre el Tribunal. —Me mira con curiosidad—. Y sea lo que sea, estoy con ella.

—Yo también —dice Lorcan.

—Igual que yo —afirma Fergus.

—Yo nunca lo dudé —sonríe Lennox.