HANNAH se sentó en el brazo del sofá y miró a Gabe. Los pasos de Kenny se alejaban por el pasillo y sabía que estaría dormido en cuestión de minutos. Ella también estaba cansada... demasiado para afrontar el hecho de que Gabe se fuera a la mañana siguiente.

Oyó movimiento detrás de ella y se volvió.

Hola, Lazarus. ¿De dónde sales tú?

Brent quería jugar con él.

¿Y has ido a buscarlo?

Sí.

—¡Qué amable!

Además, quiero que os lo quedéis mientras esté fuera.

¿No quieres llevártelo a Nueva York?

No creo que le guste el viaje. No está acostumbrado a pasar tantas horas encerrado en una jaula.

Tampoco estaba acostumbrado a estar sin Gabe, pero ella no pensaba decir nada al respecto. Si se quedaba el perro, él tendría que volver antes o después, ¿no?

Puede quedarse.

Gracias.

¿A qué hora sale el avión?

A las siete.

¿En serio? Pues tendrás que salir a las cuatro y media para llegar a Boise.

Lo sé. He hecho el equipaje cuando hemos ido a por Lazarus señaló una maleta en un rincón de la sala que ella no había visto antes.

¿Pensaba, pues, pasar la noche allí? Casi sonrió, pero optó por hacer una mueca.

No tenías que haberte ofrecido a quedarte con Brent. No vas a dormir nada.

Quería verte antes de irme y saber si Kenny estaba bien.

Está bien. ¿Quieres que te lleve al aeropuerto?

No, es demasiado pronto y está demasiado lejos. Dejaré la furgoneta en el aparcamiento de allí la miró. ¿Te vas a pasar la noche ahí sentada?

Ella se giró hacia el pasillo.

Puede que se levanten los chicos.

¿Y qué? No creo que los sorprenda encontrarte en el sofá conmigo. Ya saben que me quieres.

Hannah abrió mucho los ojos.

¿Qué?

Por lo menos Brent corrigió él. Me lo ha contado esta noche.

Brent no sabe nada.

Gabe sacó algo que tenía debajo de la cabeza a modo de almohada. Era su camiseta blanca.

Me ha enseñado esto y me ha dicho que duermes con ella por las noches.

Hannah se ruborizó hasta la raíz del pelo.

En este pueblo no hay intimidad.

Él soltó una risita.

No importa. Yo ya sabía que esto no era algo trivial.

¿Cómo?

¿Cómo? Porque lo siento así.

Hannah no quería perder durmiendo las pocas horas que tenían juntos. Sabía que podía ser la última vez que estuviera en sus brazos. Cuando él se fuera a Nueva York, podía fácilmente dejarse arrastrar por el éxito, el dinero y la fama. Había muchas cosas esperándolo. Su retirada del ojo público durante tres años haría que su reaparición fuera mucho más sensacional y en metido de tanta atención le resultaría fácil olvidarla.

Pero ya lidiaría con el futuro en otro momento. Esa noche quería apoyar la mejilla en su pecho y oír los latidos de su corazón.

Gabe la besó en la sien.

¿No duermes?

Estoy pensando.

¿En qué?

En todo.

¿Te molesta que me vaya a Nueva York?

No, me alegro por ti.

¿De verdad? preguntó él, adormilado.

De verdad le aseguró ella. Cerró los ojos y procuró disfrutar de la sensación de él a su lado.

Patti llamó a Hannah el miércoles siguiente.

Me han dicho que Gabe está en Nueva York.

Hannah dejó la foto que estaba enmarcando y se sentó en la silla delante de su escritorio.

Te han dicho bien.

Kenny le contó a Russ que trabaja en Cuenta atrás.

Hannah y Kenny habían visto el programa el domingo y les había gustado. Gabe era un comentarista muy bueno: inteligente y divertido en ocasiones.

¿Cuándo ha hablado Kenny con Russ? El viernes no pudimos localizarlo después de ir al médico.

Estaba enfadado. Pero el lunes llevó un sándwich a Kenny a la hora de comer y se disculpó por su comportamiento.

Me alegro por él dijo Hannah.

Kenny no se lo había comentado, pero su hijo estaba muy ocupado con Tiffany. Cuando no llamaba ella, llamaba él, pero hablaban horas por teléfono.

Russ no es tan malo como tú quieres creer comentó Patti.

Hannah se tocó la mejilla.

Ni tan bueno como quieres pensar tú contestó.

Hubo un silencio. Patti no se había acostumbrado todavía a que Hannah fuera tan directa.

¿Vas a intentar seguir con Gabe?

No. Gabe se ha ido y no espero que vuelva, por lo menos en el futuro cercano.

¿Te llama?

De vez en cuando.

La había llamado dos veces, pero no habían hablado mucho. Ella le había dicho que Lazarus estaba bien, que a Kenny le gustaba el entrenado Smith, que Blaine había dimitido cuando se enteró de que varios chicos habían hablado con la Junta... Pero no le había dicho que sentía un vacío por dentro ni que grababa su programa y lo veía una y otra vez cuando los chicos dormían.

¿Sigues enamorada de él? preguntó Patti.

Eso no es algo que puedas encender y apagar.

Su ex cuñada suspiró.

Espero que estés dispuesta a seguir viniendo a los acontecimientos familiares por el bien de los chicos.

Siempre lo he hecho.

Es el cumpleaños de papá.

Hannah miró el calendario. No lo tenía apuntado. Por primera vez en veinte años, había estado a punto de olvidar el cumpleaños de Pug.

¿Cuándo es la fiesta?

El domingo. ¿Vendréis?

Sí. ¿Dónde?

En mi casa. A la una. Haremos una gran barbacoa y veremos el partido de los Raiders.

A tu padre le gustará eso.

Creo que sí.

Hasta el domingo.

El viernes por la noche, Gabe estaba sentado en un restaurante con Phil Hunt, su esposa Tonya, Harvey Fischer, jefe de Phil, y la acompañante de éste, Gigi... que parecía tener la mitad de la edad de él y llevaba dos veces su peso en diamantes. Había una tercera mujer, supuestamente amiga de Gigi, pero que parecía una estrella porno con pechos como sandías. Su vestido revelador y el modo en que lo rozaba a la menor oportunidad sugerían que estaba dispuesto a irse a casa con Gabe si él quería.

Pensó con sarcasmo que ésas eran las ventajas de ser rico y famoso. Había vuelto al lugar donde estaban el dinero y la atención, donde si quería, podía tener sexo, alcohol y drogas todas las noches. Pero las drogas y el alcohol no le interesaban, y el sexo tampoco, al menos con Barbie, que seguramente no era su verdadero nombre.

¿Te gusta Nueva York, Gabe? preguntó la esposa de Phil.

Él dejó el vaso de vino en la mesa.

Siempre me ha gustado.

Le gustaba el pulso de la ciudad, el arte, la gente, los edificios. Pero sólo de visita. No se imaginaba viviendo allí indefinidamente. No había espacio para respirar, ni pinos ni un lugar para Lazarus.

Siempre he sido admiradora tuya continuó la esposa de Phil. Me alegro de que hayas venido esta noche.

Y yo me alegro de haber venido repuso él, pero no era cierto. Se había dejado convencer porque necesitaba una distracción y no quería quedarse en el hotel solo a la hora en que sabía que jugaban los Espartanos.

Creo que éste es el mejor restaurante de Nueva York comentó Phil.

Y uno de los más caros añadió Harvey con orgullo.

Gabe miró su reloj. Los Espartanos jugaban con los Toros ese fin de semana. Estarían ya en la mitad del tiempo. Quizá podría...

¿Tienes prisa, Gabe? preguntó Barbie.

No, ¿por qué?

Porque no dejas de mirar el reloj.

Él pensó que debería haber ido a Dundee para el partido. Tendría que haber ido con Hannah...

Pero todavía no le había dado una oportunidad a Nueva York. Y el programa de la NFL era un sueño hecho realidad para un ex jugador que no podía andar. ¿Qué mejor carrera podía esperar ahora?

Recordó la sensación de Brent en sus rodillas y el partido del viernes anterior, cuando se había sentido tan orgulloso de Kenny y lo demás jugadores que había tenido ganas de llorar. Se recordó fundiéndose con Hannah...

¿Estás bien? preguntó Phil.

Muy bien.

Phil le pasó una cesta de panecillos.

Nueva York es una carrera de ratas. Seguro que estás cansado.

No falta mucho para irse a la cama intervino Barbie con una sonrisa seductora.

¿Te gustó hacer el programa de la semana pasada? preguntó Harvey.

y era verdad. Le gustaba hablar de fútbol.

Debo decir que la audiencia subió bastante intervino Phil. Y fue gracias a ti. Podrías llegar lejos con nosotros. Muy lejos.

Sabes hacer que lo que dices parezca interesante dijo Tonya.

Seguro que te vieron más mujeres que hombres declaró Barbie.

Gabe pensó en Hannah otra vez.

Gracias.

Nos gustaría que firmaras con nosotros por dos años anunció Harvey. ¿Qué te parece?

Gabe no estaba seguro. Había dejado atrás Dundee y el accidente y quizá debería comprometerse y seguir con ello pasara lo que pasara. Pero le faltaba algo.

Lo pensaré.

Harvey frunció el ceño, poco complacido con la respuesta.

¿Cuándo nos contestarás?

¿Cuándo tengo que hacerlo?

Antes de una semana dijo Harvey. Para entonces tenemos que estar seguros o irán a por mí. Hay mucha gente que mataría por estar en tu puesto, ¿sabes?

Gabe enarcó las cejas.

—Lo tendré en cuenta.

Si una semana te parece poco, puedes tardar un poco más intentó enmendar Harvey.

Gabe asintió con la cabeza.

Gracias. En cualquier caso, tendréis mi respuesta pronto.

Hannah oyó el teléfono y tendió la mano hacia la mesilla de noche.

¿Diga? preguntó, todavía medio dormida.

¿Hannah? era Gabe. Siento haberte despertado. No esperaba que estuvieras en la cama.

Ella miró el reloj. Sólo eran las diez y media.

Kenny se queda esta noche con Tuck; si no, lo esperaría levantada.

¿Hemos ganado el partido de hoy?

No, pero por muy poco. 24 a 21.

¿A Kenny le gusta el nuevo entrenador?

Dice que le gustas más tú, pero está ocupado con ciertas cosas.

¿Una animadora?

Exacto.

¿Se llaman por teléfono?

A todas horas.

¿Te gusta?

Hannah se pasó una mano por el pelo revuelto.

Parece maja. Pero no estoy preparada para que Kenny empiece a salir con chicas. ¿Y tú? ¿Cómo te va por Nueva York?

Bien, pero...

¿Qué?

Te echo de menos.

Hannah contuvo el aliento. Era la primera vez que decía algo que indicara que ella era especial para él.

Seguro que es nostalgia respondió con ligereza.

También echo de menos a Lazarus.

Por lo menos me has puesto por delante del perro.

Gabe soltó una risita.

No es un perro cualquiera.

Lo sé. Brent lo cuida bien. Son inseparables.

También echo de menos mi casa confesó él.

Es un lugar precioso.

Pero lo que más echo de menos es tocarte, besarte, sentir tu cuerpo desnudo apretado contra el mío y hacerte el amor.

Hannah sintió un calor repentino.

Si esto es sexo telefónico, ahora entiendo por qué le gusta a la gente.

Puede mejorar aún más.

Tal vez, pero confieso que contigo lo prefiero de cerca.

¿Brent está dormido?

Sí.

Y yo no estoy allí. ¡Qué lástima!

La semana pasada hiciste un trabajo excelente y esta semana lo harás igual de bien lo animó ella.

Quieren una respuesta le explicó él.

¿De qué tipo?

Saber si voy a firmar un contrato de dos años.

Hannah respiró hondo y cerró los ojos.

Un contrato debe de ser algo bueno, ¿verdad? Supone estabilidad en el trabajo y no le permitiría a Gabe retroceder. Estaría tan ocupado que seguramente sería una persona nueva al final de esos dos años.

¿Eso es lo que crees? preguntó él.

Claro que sí. Definitivamente, deberías hacerlo.

Definitivamente repitió él.

Hannah no añadió nada más, básicamente porque se lo impedía el nudo que tenía en la garganta.

¿Me verás el domingo? preguntó él, después de un silencio.

Por supuesto. Ya me sé de memoria todo lo que dijiste la semana pasada. Necesito una cinta nueva.

Gabe se echó a reír.

Tienes algo especial, Hannah.

Lo sé. Que me gustan tus muebles, ¿no? Y estoy enamorada de ti. Ahí no hay sorpresas.

También eres buena en la cama añadió él.

¿Sí?

La mejor.

Procuraré no olvidarlo sonrió ella.

Deja una llave debajo del felpudo dijo él. Algún día iré a casa.

Colgó el teléfono y Hannah volvió a dormir, soñando con que eso fuera esa noche.